Posesión P. Portillo Octubre 1 de 1911
- EMEDELACU

- 28 sept 2023
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Paz a vosotros; heme aquí con vosotros; con gusto vengo... Cuánto os amo. Mi alma no puede bañarse más que en el amor.
Desde el principio; desde que la humanidad se ha adelantado con los que me queréis ayudar, más la revelación de los espíritus de verdad que en constante consejo por las comunicaciones, estamos en camino de posponer la carne al espíritu, los pechos se hinchen de alegría, por la luz en que gravitan nuestros hermanos de la tierra y de los espacios.
Llegó el tiempo de la mutualidad y la definición jerárquica, que en un tiempo fue necesaria la categoría y se llamaba en los Consejos del Padre, “Bando de la Justicia”. Pero los hombres de las primeras categorías se entorpecieron y no observaron el Gran Cosmos; delinquieron y prevaricaron ésta y otra vez más, porque elevaron su Dios, en las bellezas de la tierra y no elevaron su mirada a los mundos, desde los cuales, sus hermanos les advertían con su luz, el cambio.
El Padre, a la tercera prevaricación, mandó a uno de sus hijos y funda su primera escuela, que daría luz desde Oriente al Occidente y los hombres prevaricadores, de categoría, quieren anularlo por la envidia y la vanidad; invocando la Justicia; mas, el misionero había de implantar la Escuela. Y como no venía con el corazón acorazado, no hubo lugar en aquella ocasión a la prueba de los prevaricadores y la Escuela la implantó y por primera vez y se contó en la tierra por lustros (período de cinco años).
No se fijó el misionero en la hermosura de la materia y siguió enseñando su filosofía astronómica; mas, los hombres de astucia entregaron al sabio, a la belleza femenina en singular fiesta de hipócritas.
El ramo de oliva se me ofreció en la rosa de la hermosura de la mujer; tal era su perfección, que el sabio le dice: ¿Dónde está tu imperfección, mujer?
El sabio toma al discípulo, y los sabios quedan satisfechos. El sabio era sencillo; los llamados sabios eran astutos en la malicia. El discípulo estaba aleccionado; era la belleza; pero era rosa inodora; la carne principió a beber la atracción de la carne, y el sabio olvidó por un momento sus estudios, para ver de poder curar el virus inyectado a la rosa inodora.
Quise enmendarme, pero caí en el poder del centro de los sabios, que, en la hermosura de la niña, pervirtieron el alma justa. El sabio bebe la cicuta y, sucesos consumatus...
Pasaron los tiempos esperando el fruto del injerto. Las leyes orgánicas han adelantado, debido a los principios de mi antigua Escuela y encuentra el hombre leyes para apropiárselas y estudia el armazón de la tierra, que las establece y encuentra medios de transportarse, de cruzar los océanos y llegó la electricidad. Es el primer principio de las grandezas descubiertas, cuyo germen estaba en el principio de mi filosofía.
La filosofía no es letra muerta; pero la de entonces es sólo letra viva para un período; no es secular, es progresiva, y en este período, hemos llegado a la civilización de los pueblos en cuanto a las leyes del progreso de la materia.
Más, los sabios apuran el Haz de Luz de cuanto encuentran; no hay ultimátum, es el momento de presión, prometido por el Padre.
La ciencia y la religión. Las dos tienen razón en su antagonismo; pero ninguna cumple con su deber, porque no pueden armonizarse como los polos de un generador de electricidad y necesitan su intermediario, y esto está en el corazón de la humanidad. Pero, todo esto, era sólo para este día y para quien todos profetizaron.
Los tiempos han llegado y venimos a descorrer el velo.
¿Quién será el que portará la luz? No puede ser más que el resultado de la una y de la otra; el que vino a establecer la Escuela filosófica que a la humanidad llevó al progreso que tenéis, vino a fundarla, escarmentado por los desengaños, y es el que portará ahora la luz. Es el desengañado de la religión y de la ciencia y que en las dos ha luchado y ninguna le llevó al conocimiento de la verdad que había visto en los Consejos del Padre.
Busquemos el espíritu. ¡Religión!... ¿No ves que sólo enseñas lo que es nato en el ser humano, pero que prevaricas con tus castas y jerarquías y el Padre no olvidó a los pequeñuelos? Por esto tus días son contados y sólo comulgarán los hombres todos, en la congregación universal, que no es religión.
¡Ciencia! ¿No ves que te embotas en cuanto te elevas a unos centímetros del armazón de la tierra? Por esto, los llamados sabios se verán confundidos por el hombre oculto y humilde, pero que aprendió en sucesivas existencias y en los Consejos del Padre, la ciencia del amor.
Cuando la ley de amor impere, los hombres reconocerán que han dado un gran paso, porque el espíritu, obra sobre la mente y la palabra y la mano obra lo que el espíritu concibe. Nosotros, a todas partes vamos; pero, por la virtud de los afines, por la justicia, sólo hablamos donde nos pueden comprender y no nos han de mistificar.
Si buscáis quimeras, disputas sistemáticas y latifundios, ¿cómo queréis que los espíritus de paz os acompañen? ¿No veis la victoria de qué lado está? ¿Creéis aún en vuestro poderío? Abrid los ojos a la verdad que hoy se da. ¿No veis la historia de la humanidad llena de borrones ocasionados por falta de amor?
No sólo venimos a preparar; venimos a decir que debe ser cumplida la voluntad del Padre; y es la hora.
Donde un corazón lata; donde un misionero se eleve, allí estamos nosotros.
Hacer triunfar el amor: He aquí explicado el fin del espiritismo; y lo decimos, para que lo escribáis y escrito lo deis a la luz, para que los hombres tengan luz; para que los hombres se amen, y cesarán los hambrientos, saciándose del pan de la justicia.
Os desea la paz; amor, amor, amor.
Vuestro hermano.
Antulio.
Aquí los sabios fruncen
su ceño tenebroso,
porque hay quien los empuje
con ánimo brioso.
¿Harán así la cuenta?
¿Harán clara razón?...
¿O harán una irrupción
por no pagar sus cuentas?
Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo I
Autor: Joaquín Trincado
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