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Joaquín Trincado

Posesión P. Portillo Agosto 20 de 1911, noche

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 26 sept 2023
  • 7 Min. de lectura

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El Maestro... El Ministro del Padre, habló... Grande es este día... Un crujido terrible se presiente. Pero... saludar es primero.


Paz entre vosotros, hermanos míos.


Cuando el alma busca y encuentra su afín, qué grandezas descubre y qué alegría le produce el encuentro. Vosotros sois mis afines por parentesco en otras existencias y ahora, por misión, a mí me toca instruirte a ti a realizar; dejadme un momento que pase mi emoción...


Para redimir la humanidad, la luz de la verdad es el único resorte que Dios nuestro Padre emplea y nos mandó entre otros a Jesús para marcar el derrotero.


Vosotros hombres y nosotros espíritus hoy, todos vamos buscando el principio, el fundamento de la verdad eterna, y se encuentra cuando el alma es libre, porque la libertad lo lleva adonde recibe el principio.


¡Santa Libertad! Yo la sentía y la amaba, pero no la podía tener, porque el cuerpo cardenalicio la coartó; aquel Sacro Colegio la amordazó, porque sólo amordazando la libertad puede él subsistir, pero hoy sólo tiene autoridad reducida; yo manifesté repetidas veces mi amor a la libertad durante mi pontificado y otras tantas fui amonestado por el Sacro Colegio y hube de ahogar mis ansias de explicar el dogma; ellos querían para sí solos la supremacía de pensar y el mundo sólo tenía derecho a obedecer. La Santa libertad estaba secuestrada.

Yo acepté el Papado, por amor a la humanidad y con el solo fin de ver el medio de declarar la verdad; cuando me cercioré de que no lo podría hacer, acepté mi sacrificio y procuré alargar mis años en el Papado, porque al menos evitaría persecuciones a los libres y no se oprimió durante mi Papado; pero yo moría de deseos de declarar la verdad y no podía decir una sola palabra, ni a los delegados de los estados, ni a las multitudes de peregrinos que recibí.


En los cónclaves, ni en el seno de la Iglesia Oficial, no puede entrar el espíritu liberto, porque el pensamiento libre allí no tiene asiento; yo recibía inspiración de mi protector Jesús y me ahogaba, comprendiendo mi imposibilidad de hacer nada de lo que me inspiraba, y me contentaba con que, al menos, no se oprimía más; pero padecía mucho, porque como no comulgaba con el cuerpo cardenalicio y ponía mi veto a sus dañadas costumbres y tendencias de tiranía y ya lo sabía; de seguida la amenaza; y no tanto por el Sacro Colegio, cuanto por las religiones, sus generales.


Mucho deseaba que el espíritu de Verdad tomará siquiera una sola vez asiento e ilustrara aquellas inteligencias embotadas por el orgullo y la maldad, pero ¿Cómo lo podría conseguir, cuando se amordazaba a la santa libertad de pensamiento?


Yo consultaba con mi conciencia y era respondido por el espíritu selecto del Maestro; pero para mí sólo; para mi conciencia; pues yo no podía hacer más que firmar lo que me presentaban. ¿Quién era yo? Como papa no era más que un maniquí, ni tenía libertad y no quería más compañía que mi conciencia; con ésta estudiaba y con mi razón buscaba conjeturas por donde poder introducir siquiera la idea de reforma; pero todo lo veía de negro crespón, y no hallé un pensamiento de color escarlata como los trajes que vestían, con el cual pudiera contar para dar al mundo la libertad de pensar.


Me reconcentraba siempre y trataba de hallar un motivo, un pensamiento, un hálito con que poder llevar a los pueblos la verdadera doctrina del Crucificado; pero la alianza me detenía y la fuerza bruta me aprisionaba y me llevaban contra mi voluntad, por contrario camino del que mi espíritu tenía trazado. Y aún no se me consentía rectificarles, sino en sentido inofensivo y mi autoridad no era llevada entre ellos; sólo los súbditos, el clero bajo, reconocía la autoridad del Papa; y ni aún a los peregrinos me era dado manifestarme y hubiera dado mil vidas; pero donde quiera que hubiera resbalado, me hubieran aniquilado.


¿Qué hacer? ¡Qué sufrimientos para quien siente la inspiración del Maestro!... Pero no había más que mediar, para no escandalizar y apagar lo más posible el despotismo, y esto chocaba a mi secretario y al Sacro Colegio.


Fue una desgracia para mí mi elección, que fue por voto del Cónclave; fuera del Papado, yo enseñaba al pueblo la verdad y daba al rebaño su verdadero pastor; hecho Papa, ellos seguirían su obra destructora a los espíritus libres y quedo yo condenado al sufrimiento; y he visto desaparecer muchos hombres, espíritus de misión, hasta que ya han venido los últimos; los espiritistas, que no comulgan abiertamente con el credo católico y con libertad, estudian en la ley de las afinidades y pueden dar al pueblo su verdadero pastor. Benditos seáis... Con vosotros estaré.


Sí; han venido los espiritistas, Dios mío, y con valor se han presentado y puesto en práctica las libertades santas que yo amé en nombre del Padre Universal.


Sí, ¡Padre querido! Hoy se reúnen tus hijos y te llaman y tú complacido les miras y yo me siento grande porque siempre amé las libertades del corazón.


Estamos oprimidos y llegan predicando el bien y el amor y llega el día que el pueblo sepa la verdad y adore a su Dios, a su Padre; ya era hora que mi espíritu descanse, pues sólo ignominia, el exterminio sólo se me deseaba.


Hoy, vosotros, más felices que yo, disidentes como sois de esa Iglesia y sus alianzas, discurrís libremente y sin prejuicios dais el Alerta a los descarriados por esa Iglesia y los reunís al redil del Gran Pastor. Mi espíritu os acompaña; para eso he descendido por primera vez después de mi partida del Planeta y me he conmovido al traspasar la atmósfera de la tierra que ya la presiento hermosa y como yo la deseaba. Adelante, benditos del Padre, delegados del Dios de Amor que cumplís la profecía y os llegan los llamados que os han de acompañar en el derrumbe del carcomido edificio de esa Iglesia, inmenso índice de crímenes; y, ya se encuentran sus secuaces desbaratados, porque ya cayó en su centro la primera bomba de papel y ha hecho su efecto.


(La bomba a que se refiere es una carta dirigida a Pío X en 31 de mayo).


Hermano: Si llegas algún día a entrar en aquel Palacio, verás las grandes maravillas que allí se han acumulado y lo insultante de aquellos salones destinados a la pornografía, al culto de la carne; pero ya conocéis algo por los escritos que algunos han sacado, a pesar de la vigilancia. Para ti habría sayones y centinelas por todas partes.


Allí existe el cuádruple y el quíntuple del Budismo y del catolicismo moderno hecho alianza a los 300 años de la muerte del maestro; allí está la alianza, pero se cuidan más del arca del tesoro que del arca de la alianza, porque ésta, en realidad, está rota con las iglesias que la hicieron.


Allí existe la gran biblioteca tradicional; pero a mi juicio, no os hace falta, porque sois inspirados por los hermanos mayores en los secretos de aquella biblioteca y en la ley de los afines que allí se contienen.


¿Qué os diré de las profundidades de ese Palacio, de aquellos sótanos? Imponentes son por todos conceptos por lo que encierran; los más, destinados al goce de la carne, proporcionan todos los atractivos pornográficos e incitantes al deleite y sensualidad más bestial; todo allí ha sido acumulado por la soberbia y el vicio, para este fin; otros, ocultan los secretos de la Iglesia y sus pontífices, y otros, los instrumentos horribles del crimen; pero allí, nadie puede pasar sin ser observado y caro pagaría su atrevimiento quien lo intentara; allí quedaría su cuerpo, sumando uno más en el índice de los muertos.


Si tuvieras que buscarlos dentro del palacio, el poder moral te faltaría y no los encontrarías y peligrarías por todas partes; pero el poder de Dios te acompañará y todo te será descubierto. Pero, si la necesidad tuvieras de entrar, un punto luminoso te guiará y se parará en el volumen que precisas y en él pondrás la mano. Ese punto luminoso no te abandonará y te guiará a todas partes; y si precisas una salida precipitada, este punto luminoso te salvará. Seguidle y ellos serán impotentes.


También tendréis una sombra que os cubrirá y os hará invisible en todos los momentos necesarios y comprenderán que no pueden con la voluntad del Creador; con estos datos, no necesitáis el plano del Palacio; y una vez conocidos los documentos que precisas y como conocéis las leyes de los afines, fácil os será cumplir la misión que os está encomendada.

Esta ley de los afines, que es la de amor, extiende ya sus prolongados fluidos por el planeta todo; y ya las veo y me ordenan decíroslo, porque todos los hombres, de todos los pueblos, la sienten ya dentro de sí.


¿Qué os diré de mí? Sólo que fui cauto y que sentí a menudo la revelación del Maestro; cuando desencarné, me recibió; él era mi protector; a vuestro juicio, os lo digo todo sobre mi existencia última en el planeta y sobre todo mi estadía en el papado.


Con vosotros comulgué y no he sufrido oscuridad.


Ahora bien, hermano mío; ya se oye el sonido del clarín; el general aún no ha ascendido al grado ante las gentes; aún no había nacido y era hombre mayor. Los artilleros racionales se te aproximan: la batalla se avecina y los puntos ya están trazados; cuenta con la ayuda de este tu hermano, que será el punto luminoso que te guiará como única descubierta, porque a eso se ha juramentado.

Wenceslao.

Hazte la cronología de los Papas.

Octubre 7 de 1925.


–Llegando a la corrección, yo rompí los sellos puestos desde el mismo día que se nos dio esta comunicación.

Joaquín Trincado.

¡Traición!... oía gritar

Mientras hablaba este hermano;

Pobres impotentes, aberrados,

¿No os fuera mejor cantar

Himnos a la libertad

como el papa Wenceslao?


Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo I

Autor: Joaquín Trincado


 
 
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