top of page
Joaquín Trincado

Posesión M.P. Septiembre 11 de 1911

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 28 sept 2023
  • 8 Min. de lectura

ree

(Para Josefa Fernández, por aflicción).


Benditos todos los hermanos. Benditos seáis. Gracias, hermano querido; tu fuerza me alivió el camino. Cuánto he sufrido hasta llegar este día feliz, por mi protegida; pero ya se acerca el día de mi descanso.


Hermano mío; ante todo, sabed que con vosotros está un sacrificado, el hermano Dimas (San Dimas), no importa; el caso es que me conozcáis.


Diréis: ¿Por qué sufre siendo santo? Ni yo, ni nadie más que Dios es santo. Fui un espíritu que luchó como vosotros, como luchas tú, hermano querido. Pero vosotros, hoy, tenéis mayores ventajas. Mas hoy vengo aquí a libraros de vuestros enemigos.


Benditos vosotros que tenéis la facultad de comunicaros con los espíritus de Dios.


Ven a mí, protegida mía, y déjame descansar... Ya sufro menos, pues desde hoy, ya podrás llamarme por mi nombre; yo veo que pedías con justicia; pero en este planeta tierra hay tantas injusticias y que, porque no podemos mirarlos desinteresados, padecemos por vosotros; pero ya llega el momento del descanso; ten resignación porque aún tenéis enemigos perseguidores encarnados y desencarnados.


Hermano: yo no me he comunicado aún en tu pequeño centro, porque no era hora de manifestarme en mi afinidad, pero en “Constancia” he sido frecuente y… sólo los que hemos sabido sufrir un martirio, somos capaces de resistir tales atmósferas. Tiempo perdido para nosotros, pero cumplimos. ¿Sabéis quién me ha facilitado los permisos? El que siempre entre vosotros está recogiendo los fluidos para llevarlos donde los precisan; el hermano Alejo, con quien soy afín y le ayudo en la obra de libertad a su protegido; ya no sufre tanto, porque lleva un guía que mucho le dañó y vosotros le disteis luz; ya sabéis quién es y trabaja, porque ha prometido y quiere cumplir su promesa.


Él fue malo en sus existencias anteriores y en la última que era un camorrista, ocasionó estos sufrimientos; él quiere volver pronto para enmendar sus yerros; pero no será tan pronto como creeréis, porque tiene que sufrir esa condena que se ha propuesto...


Quedó transportada la médium a la penitenciaría, y al volver dijo: -Le hemos hecho ver un retrato, entre sueños, a aquel pobre, como lo llamáis; pobre, sí, porque carece de su libertad; pero no tan pobre; es un espíritu grande y esto le ayuda aún más a su elevación; otros hay más pobres aún en lo material, porque no tienen más que el duro camastro y carecen de recuerdos que les consuelen. Vosotros, aunque con sacrificios, le ayudáis con amor; ya recogeréis la recompensa, no sólo en el mundo de los espíritus, sino aquí en la tierra; yo os lo afirmo; mándale mucho consuelo, que bien lo necesita.


Yo trabajo mucho, porque además de ser protector tuyo, que lo quieres de corazón, soy afín del hermano Alejo, su protector.


–Hermano Dimas: se anuncia que los van a trasladar a Tierra del Fuego. ¿Le tocará a él? –Eso piensan; pero él no irá a Tierra del Fuego; a aquellos castillos matahombres, no queremos, no queráis vosotros tampoco que lo lleven; a él lo estiman y no irá; él es bueno, pero las miserias que os rodean, conducen por caminos que no se han elegido y a vosotros os rodeó y no habéis podido aún salir de esas miserias; pero no temáis; aunque todos salgan para aquellos castillos matahombres, él no saldrá; yo lo afirmo; ya nos arreglaremos para evitarlo y aunque alistado está, no irá.


Tenéis un espíritu perseguidor que os daña mucho, que ha poco desencarnó y contra vosotros está; pero es hora de cortar el daño; habéis sufrido mucho ya... Pobres espíritus... Valga la frase.


–Hermano Dimas, ¿Por qué fuiste sacrificado con Jesús? –Porque era como tú, porque prediqué la verdad; yo no fui discípulo de Jesús, pero pertenecía a una sociedad secreta de la verdad; no por otra cosa fui sacrificado. Pero a Jesús no le quedó más cruz que la que le han cargado; la que le ha impuesto la siempre prevaricadora casta sacerdotal.


–¿Puedes decirme el nombre de la sociedad a que pertenecías y dónde estaba? –Si me lo permiten, te lo diré... Hermano, siento no poder complacerte por hoy, pues sé que al decírtelo se te descubrirían cosas que aún no es llegado el momento. Es orden que recibo y obedezco. Sólo me permiten adelantarte que aquella sociedad, en otra existencia de hombre, la fundaste tú mismo.


–Puedes volver por tu protegida, hermano.


–Es cierto, pobre protegida mía, que tu casa es un refugio; pero no te aflijas, yo te voy a decir lo que has de hacer. Escucha.


Le indicó lo que haría, que por no ser más que para ella, no lo transcribo, y siguió:


Tienes espíritus encarnados que te dañan, pero no desearles mal; pedir por ellos y que sus protectores les iluminen. No era para ti sola el daño, sino contra la cabeza de la casa, pues dando contra él, hacían la ruina de todos; los fluidos que se dirijan a un sitio, buenos o malos, a todos alcanzan, aunque más a la persona que se le dirigen.


A tu esposo y tus hijos, hazles tomar siempre que sea posible una taza de té con ruda macho. Oh, hermano; si supieras las virtudes maravillosas de esta y otras plantas; pero la ruda macho todos la debéis tomar. Yo vendré algún día para decirte algunos secretos de algunas plantas.


–¿Tienes conocimientos de botánica, hermano Dimas? –Esa era mi profesión; la que y con mis ideas antirreligiosas, me dieron la cruz.


Tú, protegida mía, hazte esto que te voy a decir, que para ti sola tiene valor...


Ahora debo deciros algo sobre la pobre enferma, la madre del preso como la llamáis. Pobre materia. Feliz de su espíritu que ha sabido elevarse por el sufrimiento. Su hora a tiempo que llegó; pero nosotros podemos conseguir del Padre retardar la hora, cuando hemos de seguir un bien prometido y por eso aún la conservamos; ya me entiendes, hermano.


Yo quisiera daros consuelo; pero nosotros no podemos engañaros y cuando llega la hora debe ser cumplida; sólo por una cosa luchamos: por el progreso; progresar todos.

Dimas.

Hay tantos puntos de ciencia

en la comunicación de Dimas,

que a los hombres de las ciencias

les digo... aplicar las... limas.


Septiembre 8 de 1911 (hora 12 del día).


Al sentarme ante la mesa tuvimos un recuerdo para María de Nazareth, por ser el día de su nacimiento y sabemos que en días de estos su espíritu padece mucho. Se manifestó y dijo.

La eterna paz sea entre vosotros, hijos míos.


Grande alegría me da vuestro recuerdo en este día que tanto padece mi espíritu. Yo quería descansar aquí y por eso te advirtieron ayer que algo tendrías hoy; sí, yo pedí al Maestro que me dejara descansar aquí entre mis hijos, hoy que tanto se me ultraja; vosotros también, sin pensar, en otros años me habéis hecho sufrir; pero me resignaba, sabiendo que un día recibiríais la luz y me descansaríais; gracias; aquí descanso y ya ves cómo la médium, tan refractaria, ella misma te lo anunció esta mañana, porque se lo intuyó mi amado hermano su protector, Antonio de Padua.


–Madre: hoy he puesto en un libro el encabezamiento o nombre para escribir tu vida verdad, donde haré resaltar tu grandeza de madre de muchos hijos y tus virtudes de esposa; pero en los autores que te han descrito, no puedo tomar datos que son o están mistificados. ¿Estás dispuesta a darme los datos concretos y precisos? –Hijo mío muy querido, sí te los daré. Pero eliges un día en que padezco tanto. –No, madre mía. Si esto te ha de hacer padecer, hoy no lo quiero; otro día de los que no padezcas tanto.


–Pues bien; te lo prometo. Ya es hora que me conozcan como fui; es de justicia; el Padre lo quiere. Hoy quiero descansar y aquí descanso; sólo me agobia el que te tengo prometido la paz de tu alma y aún no he podido conseguir tanta felicidad, porque no soy ayudada por el modo de ser de la que te acompaña. Pero ya llegará pronto quien tiene que llegar y será el momento. Ayudadme vosotros, hijos míos, pues es hora que mi predilecto goce de paz. –Se dirigió al niño Francisco Xavier, nuestro ahijado, que es su protectora, le tomó las manecitas y con ellas se limpió las lágrimas diciéndole: Niño bendito, mi protegido... Cuánto consuelo me das porque con tus alegrías alegras a mi muy amado hijo, tu... Padre; sé tú su consuelo y sellar el lazo de unión. Dame tu pañuelo, hijo mío. –Con él secó las lágrimas diciendo: –En esta forma sequé el rostro de mi hijo Jesús; guarda este pañuelo como recuerdo de hoy, y en todas tus aflicciones pásalo por tu frente en mi memoria y lo mismo a los hermanos y recibiréis mi ayuda y la de mi hijo Jesús. Adelantar, hijo mío, las horas del consuelo; yo me retiro, pero no me voy; pronto me llamarás. Nos dio las manos con efusión y dijo: La paz sea con vosotros.

María de Nazareth.


A las 6 de la tarde llegaron dos jóvenes muy afligidas, pidiendo... Caridad... que fuésemos a su casa porque su madre se moría. Yo no podía apenas andar por una dolencia que padecía. Consulto y contestaron: Sí, puedes ir. Inmediatamente salimos de casa; pero a la médium le dijeron al oído: Sólo podéis prestar consuelo, el caso es gravísimo. –Pero fuimos y en verdad encontramos sólo un montón de carne sin movimiento; hicimos la evocación y se manifestó María de Nazareth diciendo.


La eterna paz sea entre vosotros. ¿No te dije, hermano, que me llamarías? Yo ya sabía esto; pero… Hermanos, ¿cómo os habéis descuidado tanto? Pero pedir conmigo a Dios y tener fe. Se dispuso a operar magnéticamente y le dije: madre, la vida de esta madre es necesaria, pues son numerosos los hijos, que aún de ella necesitan; deja un recuerdo en ella de tu visita, en este día y yo, mira, hago uso del presente que me has dejado; puse el pañuelo regado con sus lágrimas en la frente de la enferma y María puso su mano sobre la mía en la frente también y la enferma empezó a llorar y a pedir salud.


Entonces el espíritu le dijo: ¿Quieres curarte? –Sí, señora. –Óyeme bien, hija mía. Soy el espíritu de la madre; de María, de... la Virgen de Luján a quien tanto pides; llámame como quieras, pero soy el espíritu de una mujer, madre como tú; ten fe y quiere curarte; pero ¡tan tarde me habéis llamado!... Son los momentos tan cortos... Y lloraba el espíritu. Trabajó y reanimó aquella mole de tierra que pidió ser movida en la cama y además apenas pudieron removerla entre una mujer y el esposo de la enferma, personas fuertes. María de Nazareth le mandó algunos remedios caseros, fluidificó agua para que bebiera la que quisiera y le pusieron paños mojados de ella en la cabeza acompañados de hielo que el doctor le había mandado y me dijo: –Hermano, nuestra fuerza ha conseguido mucho; podemos esperar; después de la sesión de esta noche, vuelve, que aquí estoy yo. Adiós.


A las 11 de la noche volvimos y fuimos sorprendidos, pues encontramos a la enferma profundamente dormida y nos retiramos.


A las 8 de la mañana del día 9 volvimos y encontramos ya, mujer. Comunicamos y se manifestó María y dijo: Hermanos, hemos dado un gran paso. Pero hay tantas complicaciones y tan viejas, que la ciencia desesperó; pero encima de ésta está el amor del Padre y aunque la hora es llegada para la materia enferma el amor y las necesidades de los pequeñuelos pueden mucho y Dios atiende los ruegos de los humildes. Pidamos y podemos esperar, después del paso conseguido. Adiós.


Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo I

Autor: Joaquín Trincado

 
 
bottom of page