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Joaquín Trincado

Posesión M.P. Noviembre 7 de 1911

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 30 sept 2023
  • 3 Min. de lectura

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Se posesionó y se manifestó un espíritu que demostraba mucho agobio y no podía hablar; se le indujo con amor y empezó a pronunciar palabras incoherentes y luego habló en griego antiguo.


Por escritura se nos dijo: “Se llamó Joen, es griego”. Yo, inspirado, le hablé de Antulio e hizo grandes manifestaciones de amor y veneración y seguía pronunciando su nombre y clamando a la hermosa Iris, de la que hizo ademanes de repulsión.


Ya en este camino pedí, con un acto de fuerza psíquica, y empezó a balbucear en español, y dijo:


Sí, yo fui el discípulo predilecto de Antulio, el Gran Maestro. Su muerte me impresionó tanto, que nació en mí un terrible odio a sus falsos jueces y a Iris, la famosamente hermosa de cuerpo y espíritu envenenado; yo los odio, porque hicieron la iniquidad en el gran Maestro; con Antulio. Lo oigo, llega hasta mí su voz. Sé que aquí me empujó. “Perdona, me dice, y ahí te romperán los velos”. Lloraba y decía: -Maestro, yo te quiero demasiado. ¿Cómo no voy a odiar a tus asesinos? ¿Y me dices que perdone? ¿Qué cambio de mundo es éste?


Viendo su pena le hice la historia de Jesús, el antes Antulio y Teresa de Jesús, aquella Iris, y admirado y convencido perdonó y fue tan grande su admiración, que ya no podía hablar de admiración y dijo: -Volveré. Los dos me llaman, a los dos los veo llenos de luz y de amor; corro a abrazarlos: Antulio, Iris... Antulio, Iris...

Joen.

Hasta el amor desmedido

causa al espíritu penas;

Amad, sí, pero medidlo

porque la medida es buena

hasta del amor, os digo.


Quedó posesionada la médium y dijo:


Buenas noches, benditos hermanos.


¡Qué grande es el universo! ¡Qué grande es el poder de los hijos de Dios; qué grande es el Padre, ¡qué grande su justicia y qué grande su amor!


Si vosotros supierais lo que sufre ese espíritu. Pobre hermano mío. ¡Qué amor tan grande el suyo, el amor de mis amores!.


Recuerdo, como si ahora fuese, sus gestos hacia mí, cuando los sabios, mis seductores, le dieron la cicuta al sabio entre los sabios.


¡Qué odio hacia mí el de ese espíritu, el más amado discípulo de Antulio, pobre hermano mío! Su odio lo cegó.


Nada tengo que deciros respecto de aquellos hechos; ya sabéis que yo misma, en espíritu, he dado todas mis existencias, desde aquella desgraciada y afortunada en que fui Iris, la hermosa rosa inodora. En la obra “Te perdono” ... lo dije todo. Pero hay allí los resabios del médium de que me serví, que los notáis al leerla y que lo consentí porque en esa forma hasta los enemigos la han leído, como novela.


Satisfechos estamos en este momento los espíritus; era uno de los discípulos más amado de Antulio y por defender lo que él le había enseñado padeció y murió con odio a los causantes y a mí, ha conservado el odio mayor y es lo que más lo ha hecho sufrir. Es un ejemplo más del amor que exige la ley.


No tengo permiso para decir más hoy. Gracias, hermanos míos y dadme agua donde os deposite mi amor en mis fluidos.

Teresa de Jesús.

Aquí Teresa confiesa

una historia en memoria

que no borró la edad la verdad;

la delincuente fue ella,

siendo Iris la mujer bella,

Para su fatalidad,

Queda cierto en su memoria

Joen, en odio, hace historia,

Más de Jesús el amor

Por quien los dos aman y odian

Salva a Joen y Teresa.

Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo I

Autor: Joaquín Trincado

 
 
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