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Joaquín Trincado

Posesión M.P. Noviembre 14 de 1911

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 30 sept 2023
  • 3 Min. de lectura

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Se posesionó y con resoplidos y gestos nos pasó algunos minutos; vi lo pesado de sus fluidos, le exhorté con amor y sólo gestos de desprecio nos dio; entonces le reconvine en nombre de la justicia de Dios y se levantó dando fuertes golpes en la mesa y se fue.

Era el que fue Felipe II, rey de España.

Se volvió a posesionar otro espíritu que conocí al saludo y dijo:

La eterna paz sea entre vosotros, hermanos míos, hijos amados.

Sorpresa os doy, ¿no es cierto? Alegre vengo entre vosotros; pero aún una pena traigo también: ese espíritu que tanto sufre no ha atendido ni a mis ruegos y súplicas, que aunque pequeñas, mi nombre en vida veneraba; pero a los Maestros tampoco atendió y yo vengo a decirte, hijo amado, que cuando mandamos un espíritu rebelde y “Maligno”, como vosotros los llamáis, es porque traen revuelto el espacio y es preciso que extremes tu amor siempre; tu humildad, a veces, y tu poder, siempre, sin herirles en su amor propio has de usar, que cuando presienta la luz, ya oirá nuestras súplicas. Hoy no hemos podido hacernos oír; es aquel guerrero fiero que aún conserva su carácter indomable a pesar de sus sufrimientos, y es hora de que vea la luz, y es necesario para la gran obra dársela a ése y a algunos más que ya tenéis apuntados.

Sí, otra vez mandaremos ese mismo espíritu. –Madre, traedlo el viernes. - Sí, es preciso remitirlo al espacio con luz, y os aseguro, hijos amados, que será un acontecimiento.

Yo he venido con él en amor, porque no podíamos dejar a la que nos presta con su materia su auxilio, con tan pesados fluidos, porque, ya que está rebelde... no debe ser influida con la pesantez de estos pobres hermanos.

El vino queriendo ser solo, quería poder más que todos; como éste hay algunos que es necesario auxiliar, porque muchos sufren y nosotros sufrimos; pedid por ellos en unión y amor.

Una advertencia te haré, hermano: cuidad mucho de vuestro poder, es grande, y como por justicia hoy lo tenéis en acción; sólo un deseo del bien o del mal trae funestas consecuencias para un espíritu tan rebelde; retira tu pedido de pena mayor, porque necesariamente la tendría con sólo tu deseo; veo tu buena intención en enseñarle la mayor obscuridad y la luz, pero es un espíritu poderoso y fiero y conviene no amargarlo más. Retira tu pedido y pedid al Padre por él y por todos y atraedlos por el amor; tomad mi ejemplo y oídme cuando me dirijo a los más desgraciados. Venid hacia mí, hijos míos, y sabed que yo os daré consuelo, venid y ved la felicidad que gozan los que con humildad me llamaron y oyeron mi voz y mi consejo. Venid a mí, enfermos del alma y del espíritu, y yo curaré las llagas de vuestra materia, si curo las grietas de vuestro espíritu. Venid a mí los que padecéis persecución y os llevaré al juez que el Padre mandó, el que verá el valor y la fe en vosotros mismos, y entonces vuestro planeta será el edén de las almas, porque el amor dulcificará vuestra existencia.

A estos llamados acudieron tantos espíritus, que parecía una inmensa manifestación y se les hizo presentir la luz.


–Traedme donde depositar mi amor que os dejo, y la bendición del Padre.

La eterna paz os deseo.

María de Nazareth.


Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo I

Autor: Joaquín Trincado

 
 
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