top of page
Joaquín Trincado

Posesión de M.P. Septiembre 13 de 1911

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 28 sept 2023
  • 9 Min. de lectura

Actualizado: 7 nov 2024


ree

Desde muchos días me encontraba enfermo, pero hoy me sentí un tanto animado y había venido L. B. que el hermano Juan había ordenado que se le diera una sesión particular porque era hora de manifestársele su protector y recibí la sorpresa de que sea Francisco Xavier su protector y poniendo una mano sobre cada cabeza, dijo:


Dos grandes llagas... Una sobre el lado izquierdo, otra sobre el derecho. ¿Cuál me cuesta más? Hermano mío, protegido mío, ya lo habías adivinado porque yo te lo intuí. Pero hoy, aunque era llegado el momento, he querido manifestarme a mi protegida porque le amenaza un gran peligro.


Bendito amor... Cuánto me has costado y de cuántos medios me he tenido que valer para traerte aquí junto al hermano mi protegido; pero por fin, triunfé... bendito amor...


Ahora, hermana mía, extiende tus alas, abre tu pecho a la alegría y como ya me conoces dirás que ¿cómo te protegía y te dejaba sufrir? ¡Ay! tanto tienes que expiar de tu pasado. Y aunque soy un espíritu bastante elevado, por mi amor y mis sufrimientos, penaba en verte sufrir; pero la justicia ha de cumplirse y tenía que dejarte expiar; pero bien te darás cuenta que en tus mayores aflicciones recibías mi consuelo y me evocabas, sin saber tú que yo era tu protector, y me creías grande. Es que tu espíritu bien me conoce; así quiero que tú seas; ayúdame que ya es hora.


Veo tus luchas, veo tus necesidades, tus dificultades, pero no padezcas ya tanto; yo levantaré tus alas, para que seas grande.


El peligro que te amenaza es la salida que te proponen; no salgas; te preparan un camino muy llano, pero si ahondas un poco, podrás ver que ese camino, a través de un poco de arena, es todo fango; mira bien el terreno, yo te lo digo, no salgas, porque después de advertirte de propia voz, no te seguiría; aquí está tu deber; no es extraño que sintáis nuestros fluidos cuando os vemos en peligro y conseguimos muchas veces igualar los fluidos de los que estáis juntos y entonces, tus fluidos sobre tu esposo sirven de mucho.


No, así como quiera te han traído aquí. Aquel día, yo gocé algo superior para mi espíritu y compadezco el que hayas perdido tanto tiempo; mas no importa y aunque te queda uno que te persigue y te estorba, yo me opondré para que no te persiga más y tú triunfarás; ruega mucho por él.


El espíritu de tu amado te ama mucho; pero está influido por tu perseguidor; tú ayúdale y sácale los fluidos cuando duerme y como que no haces nada, fluidifícale el agua y los alimentos y observarás mejoría en su carácter; pues gracias al Padre, os hemos quitado el enemigo mayor que tenías; el que más cizaña metía encarnado y desencarnado y pronto vendrá a daros consuelo.


Tu compañero es un espíritu afín y nada debéis temer, puesto que todos los que vivís juntos estáis unidos por ley, para el cumplimiento de su justicia y no importa la bendición o fórmulas de las religiones; sólo el amor es el que hace la unión de los seres y el Padre es el que bendice; aléjalo de los espíritus contrarios.


Te han dañado por todos los medios; pero hoy no los dejamos más; es hora.


Recibe mi consuelo, llámame que oirás mi voz y sentirás mis efluvios; yo te diré por dónde has de ir, pero no salgas de Buenos Aires.


Ahora, amado mío, prométeme de una vez cumplir tus juramentos que ya es hora. –Ya prometí y renuevo la promesa. –Bien. Dadme vuestras manos y recibir mi bendición.


Francisco Xavier.


Creeréis que la otra llaga

se habrá salvado con esto.

Hizo de su capa un sayo,

hizo un cesto e hizo ciento,

y aunque le dijo no salgas,

salió y… se la llevó... el diablo.


Como he manifestado al principio de la anterior manifestación, me encontraba muy enfermo. Pero después de esa fecha caí en cama sin ya poderla abandonar, debido a un absceso canceroso ocasionado por una hernia sobre la cual me había hecho una rozadura un aparato, debido a la delicadeza de la epidermis; y como no lo podía usar y tenía que estar continuamente apretándome con la mano, se infectó, y la infección se extendió rápidamente a todas las glándulas de la ingle izquierda, con una horrible irritación en todo el organismo, ocasionando un pertinaz estreñimiento que mantenía una alta temperatura, agravando esto mucho más mi estado, sin que el médico diera con la medicina eficaz.


Las consultas a cada momento al hermano Juan Bautista y las posesiones espontáneas de este espíritu, me sostenían, pero era imposible una operación y peligrosísimo traerlo a supuración y se trataba de reducirlo.


El día 19 al amanecer, en un momento que pude o me hicieron conciliar el sueño, me fue presentado el absceso como el bulto de un corazón de cordero, negro, muy negro, con cuatro raigones más negros y sanguinolentos, donde estaba la gangrena en su más alto grado y me desperté horrorizado, diciendo: “No; por todo, eso no”. Comprendí el peligro inminente de desencarnar.


Al poco rato llegó el hermano O. O., estudiante de sexto año de medicina y practicante primero del Hospital de Niños, con ánimo de sajarlo (cosa que yo ya pedía), pero en esto se posesiona el hermano Juan de la médium y se opuso rotundamente, haciendo una técnica descriptiva del peligro inminente, que comprendimos como visto y desistimos.


Un momento más tarde, en mi postración, fui alegrado por la visita de mis hermanos mayores, Juan Bautista a la cabecera, de donde no se separó en muchos días; Francisco Xavier, mi protector, junto a mi cabecera al lado izquierdo, y Jesús al lado de él, y al darme cuenta les dije: “Comprendo que en mis grandes luchas tengáis que sostener mi espíritu; pero mucho trabajo será para vosotros y penoso para mí y me quitará las fuerzas que tanto necesita esta materia imperfecta, que hoy no es más que una bolsa de basura”.


Revisáronme con amor y resonó en mi oído su voz, que me dijeron; pide, confía y espera en el Padre. Francisco Xavier señaló un camino infinito que vi y se marcharon.


Por la tarde llegaron algunos hermanos de los que asisten a las sesiones y me acompañaron y me vi animado y conversé; pero pronto decaí y vi mi gravedad, que no manifesté; había llegado el hermano Portillo, médium, y una de las veces que habló inspirado, me fijé que el espíritu de Jesús le ponía las manos en la cabeza y le hablaba al oído y me dijo: “No sé lo que siento; algo trascendental presiento”. Le referí mis visiones de la mañana del peligro y de la visita, pero deseando estar solo para descansar, le rogué que acompañase a la mesa, a la familia, que decaía porque no comían ni dormían.


Durante este rato, me recordaron que hace más de dos años me dijeron en una comunicación: “al cumplir los 45 años, pasarás una enfermedad grave con peligro de muerte; si de ella sales, no estarás aún a la mitad de tu carrera”; lo recordé bien; en esas horas, hacía un mes que los había cumplido, el 19 de agosto, y me recordaron que en aquellos mismos días un espíritu elevado, en manifestación, me dijo: “Tú, hermano querido, ya has cumplido tu misión de esta existencia como hombre”; y yo repliqué: ¿Cómo aseguras eso, cuando recién empieza la gran obra? “Eso no es de la misión a cumplir; es el mandato de los Consejos del Padre; porque has llegado al temple requerido; es obra que en justicia se te ha encomendado y tú has aceptado; pero tu misión de expiación está cumplida”.


Hora dichosa; caso primero hasta ese día en la tierra.


Entraron en mi dormitorio y me dice el médium Portillo: Hermano, no sé lo que me dicen, no sé lo que presiento, no me dejan... En este momento veo abierto el camino por donde marcharon mis tres hermanos visitantes de la mañana; pero esta vez era tal la magnificencia de aquella vista, imposible de describir y aún más imposible contar los millones de seres de luz y a mí llegaban las voces de Hosanna. Aleluya... Un momento me felicité; creía que venían a recibir a mi espíritu (esto es egoísmo inconsciente y acaso orgullo de la materia); pero vi que mi espíritu quería vivir; quería luchar; quería terminar la obra recién empezada. Pero... “Tu misión está cumplida”, se me ha dicho. ¿Qué pasaría?


Veámoslo, grité diciendo. ¡Oh, qué grandezas veo! Y quedó posesionado el médium y empezó a abanicar con fuerza la puerta y refrescó la atmósfera y absorbió el ambiente que fue a echar fuera.


Se colocó sobre la cama y empezó a absorber los fluidos, pidiendo una salivadera y vi que absorbía fluidos y escupía materias sanguinolentas. (No era una ilusión lo que los que me acompañaban vieron). Al propio tiempo quedó también tú, Teresa; pues ora”; me fluidificó quedé sin sentir dolores como si habría sido anestesiado y dijo, juntando las manos y bajando la cabeza. Primera vez que en la tierra se hace esta genuflexión. El Padre tiene secretos para los casos extremos que aún los espíritus elevados no conocemos. Esta es operación de mundos superiores, pero ya que el Padre lo ha concedido, aprended, que podéis practicarlo en bien de la humanidad, si algún caso se ofrece de justicia. Con imperio dijo:


Retírate, pues, ¡oh parca!, respetando los decretos del Padre... Lloraba y siguió:


Si tú, hermano mío, fueras un simple mortal... no empleara el Padre esta... genuflexión, la llamaremos. Pero si tú ahora bajaras a la tumba... la obra empezada quedaría sin terminar y tardaría algunos años en poderse reanudar y no se puede quedar así; por tanto, renaces de nuevo y terminarás la obra empezada. El médium por quien obro volverá el martes o antes si padeces mucho; no le digáis nada, no hace falta; yo le intuiré y él vendrá.


El peligro fatal ya se ha cortado; pero la materia debe seguir el curso de la ley; ten calma. El hermano médico ordenará tu tratamiento, pues mi trabajo es éste y cábeme el honor de ser el ordenado del padre.


Yo, con efusión e interés le pregunté: ¿Dime, hermano, a quién llamaré?; y apretándome las manos dijo: Ya me conoces porque ya me ves, pero soy el mandado, llamarás la “Providencia, la mutualidad y la gratitud unidas”; éstas han operado; vive. Adelante.


La médium P. había estado posesionada del espíritu de Teresa de Jesús y tan pronto el médium Portillo fue dejado del espíritu operador, se posesionó de Teresa y dijo, juntando las manos llena de reverencia y admiración: “Hermanos, estamos consternados ante estos hechos... Qué secretos tiene el Padre que aún no conocemos los espíritus. ¡Oh Padre mío, qué grande eres en tu poder y qué insondable en tus secretos!...


¿Cómo adivinar y describir nuestra consternación? Sólo el espíritu puede sentirlo y vosotros no podéis por vuestro lenguaje explicarlo, ni las gentes comprenderlo. Valor, hermano querido, has renacido para continuar la obra de redención. Yo te admiro y te bendigo contigo estaré.

Teresa de Jesús.


Corrientes de vida.


El día 20 con sorpresa vi llegar a las 8 de la noche al médium Portillo y dijo: Todo el día me han estado diciendo, a la noche ir donde el hermano: quedó posesionado y repitió la operación del día anterior, hablándonos en griego y aunque comprendí que era Jesús representándose en la encarnación anterior que le conocemos con el nombre de Antulio, respeté la incógnita, pero esta noche, hizo posesionarse a la médium y me sometieron a un tratamiento especial tomándome la médium los dos pulgares de las manos y el operador los de los pies y sentí una corriente tan intensa, que noté cómo corría la sangre en el punto del mal. Al terminar fluidificó agua diciendo: Para ti y para la otra enferma; era M. O., que estaba en cama con un terrible catarro, y tan pronto la bebimos (cosa extraña) rompí y rompió en copioso sudor. Yo me sentí muy aliviado y ella curó. En esta noche, he planeado ya la Escuela, mientras veía nuestro planeta entrar en su perihelio. Quedaba ya el hombre nuevo y la Escuela fundada.


Llegó a la misma hora el médium Portillo; me sometió (una vez posesionado) al mismo tratamiento y me habló referente a las grandes luchas que se me avecinaban; nos habló también en griego, me recomendó calma y me afirmó que el peligro había sido inminente y que renacía de nuevo, recomendándome que se me había dicho en público por un alto espíritu. “El general aún no había nacido y era hombre mayor”; no me necesitas ya como operador, pero eres mi afín y nos hemos jurado y contigo estoy, aquí descanso. Me dio un fuerte apretón de manos y le prometí cumplir mis juramentos y me dijo: “Os doy la bendición del Padre y os deseo amor, amor y amor.

Jesús.


Esta noche caí en un profundo sueño y a la mañana se había reventado el absceso, siguiendo la mejoría, paulatinamente, pero segura.

Joaquín Trincado.


Tal vez algunos hermanos

dirán: eso no es de ley...

Pensar así es no saber

los secretos de la ley;

pero oíd y cuenta daros

que en el más alto rigor

pagué a la ley su denario

cual, pudriéndome, y mejor.

¿La agonía?... la pasé,

y aguda, en conocimiento

de mi desencarnación...

que no la quiero otra vez.

Seis largos meses sacando

toda mi vieja materia

en pus que llevó la tierra

que no perdona un cornado...

¿No es cumplir la ley severa

que la parca me exigiera

cual terrible cobrador

de la ley de la materia?...

Pues yo pagué justo y digo

como verdad de verdad,

que un milagro no se hizo.

Mas no debo explicar más

hasta que comprenderéis

que no se quebró la ley,

y entonces no dudaréis

la verdad de esta verdad.


Hoy, por descanso, abandoné el lecho por unas horas, estando en la sesión.


Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo I

Autor: Joaquín Trincado

 
 
bottom of page