Posesión de M.P. Julio 25 de 1911
- EMEDELACU

- 25 sept 2023
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Gracias, hermanos míos; bienvenidos seáis.
Bien me encuentro entre mis hermanos y el amor os deseo... Cuánto he sufrido por el odio... Estudiad en mí.
Yo era un espíritu joven y volví en mi cuarta existencia (la última) a expiar mis faltas de las anteriores. En el planeta tierra, se expía para elevarse... Bendita tierra... Que en ella ganamos la elevación...
Yo descendí a la tierra para ayudar a mis padres y que estuvieran algo mejor, y encarné de padres labradores. Sufrí mucho, porque mi espíritu joven no se acordaba de los propósitos que había hecho; tuve relaciones con un joven que estaba dispuesto a ser mi esposo; pero cometimos una falta, y mis padres se opusieron a mi enlace y me encerraron en un convento, allí me llamaron Sor Elena.
Mis sufrimientos fueron muy grandes, porque del fruto de mi amor, no supe más.
Como en aquel encierro no me encontraba en mi centro fui muy mala; y ellas, las monjas, más hipócritas que yo, me llamaban la endemoniada y me señalaban con el dedo, por mi falta cometida; y tanto me desesperé, que una noche prendí fuego a la celda de la superiora.
Se salvó por la celadora; y cuando se enteró de que yo había sido, sufrí todo y mucho más de lo que Jesús pudo sufrir y de todo el convento, sólo una me quería y hablaba conmigo, pero a escondidas.
Llegó un momento en que ya no pude más, y corté mi existencia, llevándome el veneno un cura... ¡Qué pobre de alma!... Esto, hermanos míos, os revelará los crímenes de los conventos.
Allí hay banquetes, comilonas y orgías bacanales, entre el cura, la superiora y las monjitas elegidas por él. Aquellos excesos y aquellas indignidades, me indignaban más. Si vosotros vierais o sólo supierais lo que allí pasa en una décima parte, os horrorizaría, y demoleríais todos los conventos; pero no vengo a excitar, sino a descubrir.
Cuando desencarné, a pesar de mi suicidio, pronto encontré en el espacio a mi amado, y recibí mi primera alegría.
Hermanos míos, evitar por todos los medios que las jóvenes se encierren en esas cárceles inmundas y haréis santa obra.
El convento donde me encerraron es el de las Carmelitas de Valladolid; las descalzas. En el mundo me llaman Margarita Calvo, del Pueblo de Pinedo (Zamora). Adiós.
Aunque no es la novedad,
como prueba la queremos.
Juntos todos, trabajemos
para evitar la maldad.
Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo I
Autor: Joaquín Trincado
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