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Joaquín Trincado

Posesión de M.P. Agosto 8 de 1911

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 25 sept 2023
  • 4 Min. de lectura

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Bendita unión; quiero bendeciros.


Estoy entre mis hermanos materiales, por el amor, por la justicia del Padre.


Vosotros no veis el alma, pero sentís su progreso en los momentos que le prestáis atención.


Yo voy a explicar a los hermanos algunos actos de las almas emancipadas de las pasiones y os pondrá en conocimiento de muchos actos que en la vida humana acontecen y no os lo explicáis, como ellos son.


Habéis leído a los hermanos, ese libro dictado por vuestro hermano Jesús, en el que se ratifica en la doctrina que predicó y se acusa de sus defectos y debilidades; lo dictó al tiempo que estaba destinado y antes no podía ser y aún hube de servirme de un instrumento no libre de prejuicios y se me atribuirán a mí las tendencias de aquel.


Nuestra alegría es grande y nuestra satisfacción causa la alegría a vuestras almas, por saber que Jesús se acuerda de vosotros y él no se acuerda de sus sufrimientos ni rehúye de los que le causaran los prejuicios del médium X de que hube de servirme.


Jesús dejó padres, hermanos, la alegría de la familia y los encantos de la juventud, porque su espíritu sabía la misión que le había traído al planeta; y vosotros también, desechar las pasiones que hay en la familia de la carne y es la traba de vuestras almas, por la que os estancáis.


Los sufrimientos de Jesús son grandes cuando dicen: “No hay más allá”. Una vez muerto, ¿qué importa que tiren mi materia? Es cierto, que vuestra materia es inservible al desaparecer o separarse el alma; pero la materia también tiene su galardón conforme a su perfección, porque la ley de amor a todo alcanza; pero el alma es entonces que vive de nuevo; y, llamadla alma o espíritu, si a más aún no llegáis a entender que es lo mismo, porque en rigor sólo la diferencian las palabras y el estado; porque mientras puede llamarse alma, no está independizada como lo está cuando la conocéis por el nombre de espíritu, que sería el verdadero nombre. Pero llamadla como queráis, sabed que en vuestra alma no sois igual a los animales, aun cuando lo seréis en los apetitos y necesidades de la materia.


La comprobación la tenéis en que entre tantos espíritus que se os comunican, ninguno ha dicho que sea de un animal. Esto no les está dado, porque su alma es irracional y éstos sí acaban con la existencia, de padecer o gozar; en tanto que el alma humana, lleva sobre sí el fardo de sus obras retratadas en su conciencia.


Vosotros, aún no nos prestáis bastante ayuda y luchamos, hermanos queridos, para llevaros al bien; pero pronto llegan los misioneros, los apóstoles, que os darán instrucción familiar y pocos hogares habrá (como tú, hermano, lo has escrito) que no tenga algún médium que sea el sacerdote del Padre, en medio de su familia.


Hermano, recibo avisos. Si vosotros supierais lo que me dais con vuestra ayuda... Pero si no nos dais más hoy, es porque vuestra materia se encuentra enferma. Pero consolaros los unos a los otros. Siempre que sabéis (y para ello os lo decimos nosotros) que lo habéis pedido vosotros mismos, para expiar culpas pasadas. Pero los espíritus de luz van más adelante enseñándoos el camino que todos debéis seguir; oíd su voz y seguir sus pasos.


Mucho más tengo que deciros; pero entre vosotros está la carcoma y tenéis que trabajar para la unión de fuerzas; y si vosotros que sois los enviados buscáis la discusión, retrasáis el camino. Vosotros, aceptad la unión porque sois los enviados para enseñar a vuestros hermanos; sois mandados a dar la luz y cuidar que vuestro espíritu sepa a lo que ha venido y para eso os lo digo.


Mucho más os diría; pero sufro mucho por vuestras disgresiones, que siempre son por ¿quién será el primero? Querer todos ser soldados y habrá capitán. Si todos pretendéis ser capitanes, no habrá soldados. Llevad la bondad a todas partes y sembrad el amor y llamadnos por el amor. Por la especulación no vendremos. Anótenlo bien los egoístas.


Yo os bendigo en el nombre del Padre.

Jesús de Nazareth.

Por querer que el otro ciegue,

no te importa a ti ser tuerto.


El hortelano en el huerto

pone un perro ladrador

y estorba que el hombre llegue

y llene de fruta el cesto,

que sin provecho se pierde

con perjuicio de los dos.


Se volvió a posesionar la médium y dijo:


Me clavaste la cabeza; me volviste loco para quedarte más libre... Ingrata... Mujer traidora; me vendiste como a Cristo lo vendieron algunos de sus apóstoles.


Aquí vengo a descansar, hermanos queridos; dejadme descansar, pues los que me han traído me dicen que soy hermano.


Mi mujer me traicionó con un compañero y me volvieron loco, pinchándome en la cabeza y perdí la razón, en mi dolor y desesperación; tuve la desgracia de perder mis bienes en una feria, por malos negocios: me dedicaba a comprar y vender granos y la baja de uno a otro mercado me hizo perder todo lo que tenía; mi mujer me acusó de jugador y ladrón; todo era injusto y desde que perdí la razón, no sé más hasta hoy, que se han compadecido de mí los hermanos que me han traído. Mi mujer se llamaba Zulema; el amante Gregorio; yo Cayetano, de Tabara Buena, partido de Toro, y fue en Toro donde perdí mis bienes.


Ahora, hermano, ya descanso y perdono a mis enemigos porque presiento la luz. Yo os doy gracias por vuestra ayuda. Adiós.


Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo I

Autor: Joaquín Trincado


 
 
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