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Joaquín Trincado

Marzo 31 de 1912. (Portillo)

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 25 nov 2024
  • 7 Min. de lectura


Heme aquí. Vengo por primera vez y casi la segunda diría, a esta tierra Sur de mis ensueños y desvelos. (1)


Yo fui el primero que clavó sobre esta tierra americana la cruz que en mi intención era un baluarte.


Yo comprendía que el Océano no era más que una división, una muralla que dividía otra tierra que por su altura no la podían ver los hombres y sólo los espíritus podían verla.


Largos años y… Tristes años… Abrigué mis sueños, mis locuras, pero era pobre, no podía afrontar tal empresa. El poder residía en la gente de hábitos y sotana que sostenían que sólo aquellos continentes podían existir y que esa era toda la Creación; yo abrigaba cierta mi posesión; yo llamaba a todas las puertas y… No haré mención de todos mis pasos porque la historia los ha hecho… Sí, los ha hecho cómo podía hacerlo.


Más la oposición, no era porque no comprendían mis razones, sino porque era rebatir sus asertos en el caso de ser un hecho mi descubrimiento, sus doctrinas sufrirían un empequeñecimiento de un Dios tan grande, como el Universo que ellos concibieron. Yo había visto otro Universo. (2)


Yo no desmayé y seguí en mis sueños porque en la justicia de la ley que yo veía en los movimientos de las estrellas me afianzaba en mi seguridad y al fin encontré uno que me comprendió, aunque militaba con los que más se oponían y cuando se quiebra su voluntad no perdonan. Pongamos aquí un velo a muchos puntos. (3)


Amparado por una noble señora, reina de la tierra Hispana a quien le debo reconocimiento, proveyó y crucé los mares en naves pequeñas pero lo suficientemente grandes para mi gran empresa forzado por la ley.


Hube de arrostrar por todos lados las dificultades y llorar a mis solas y orar a Dios y confieso, que la oración hizo efecto y pude dominar la sublevación de los que me acompañaban, porque ya empezaban a dudar de mí. Supliqué, pedí y ¡Oh gran Dios! Pocos días más y las montañas del nuevo mundo, se reflejaban en las aguas del Atlántico.


En el Viejo Mundo, la estrella del Norte endereza los pasos del navegante; en el nuevo, yo había visto y mostré la hermosura de la estrella del Sur que guía a los de aquí. (4)


Gracias Dios mío, dije, cuando la volví a ver, (5) qué tienes esos luminosos faros que enderezan y animan al agobiado navegante; y era ese el día en que pude dominar a los que creyéndose engañados querían acabar conmigo.


Divisada la tierra en que estáis (6) la calma volvió. Salté a tierra y enarbole la cruz del Mártir del Gólgota; en ella bendije a Dios. Yo la creía signo de luz y salvación. Mi intención fue buena y Dios la recogió, pero la cruz, queda hoy derribada en tierra porque es signo infame de los que me negaron auxilio y luego se cebarían en mí, con la calumnia, porque los sacerdotes no perdonan y poseían un secreto de conciencia que ellos pudieron explotar(7).


Yo estaba en la realidad, no era un sueño porque encontré el Edén de mis locuras. Cargo los presentes que harían testimonio inequívoco, cosa que mis contrarios no podían desmentir y vuelvo llevando el presente, hombres y mujeres con plumas adornados y nos recibe aquella matrona que había dado su protección.


¡Ay de mí! No estaba acabada mi obra: yo había desmentido la pequeñez de su Dios y había agrandado la Creación y eso era dar un mentís a los dominadores, el nombre de un Dios tan pequeño; pero la teología no perdona tamaño atrevimiento y la calumnia ya que no se podía desmentir mi descubrimiento, se cebó en el atormentado Colón, que obligado, había dado un mundo para ensanche y riqueza de toda la Europa, que luego la poblaría. No quiero recordar mis sufrimientos; ya los sabéis por la historia, en un algo.


He aquí representada la justicia de los hombres de la teología que hoy son medidos con vara justa y me llena de satisfacción que, Dios, el Dios de Amor que el Juez ha sabido buscar su asiento, en esta América, que yo agregué a la geografía, son sentenciados después de juzgados todos los hombres y los espíritus.


Hoy vengo a justificarme y a justificar a esta tierra bendita que sabe dar albergue a todos los hombres de la tierra, porque he oído los dos toques de llamada a Juicio y el tercero va a sonar estridente haciendo temblar todos los hemisferios.


Y vosotros, legatarios de Dios, hijos de Sion, benditos sois por mí (8) y benditos por todos los espíritus de amor, porque habéis descubierto la amalgama de la cruz y el Cristo. Yo lo creí de buena fe; me equivoqué en el instrumento; no me equivoqué en la fe. Habéis derribado la cruz del sufrimiento y la dominación déspota y habéis enarbolado el ancla salvadora con la doctrina del amor, que a nadie elimina y a todos da alegría y satisfacción. Confieso mi error, pero me justifico en la fe y acato la ley y soy obligado a justificaros.


Habéis salido de la vieja Madre porque la ley del Padre así lo había dispuesto; unos, como desechados por ella pareciendo no querer manteneros y el otro persiguiendo algo que no encontraba en ninguna parte y por la ley debería encontrarlo en esta tierra bella, que casi la vieja Madre envidia.


Estáis en el continente a que yo os conduje (9) y estáis haciendo la unidad de la ley y da hospitalidad al que escribe el máximum de la ley en el Código de Amor, por fin el humilde Colón es satisfecho en la justicia de Dios.


Y vosotros los que me acompañasteis (10) quedáis justificados, aunque sois muchos, luminosos en vuestros espíritus. El mío, es de mediana luz, porque le inferí una infracción; de esas, que necesitan siglos para curarse; pero veo y con dolor, que otros que me juzgaron, están completamente negros y no ocuparán cuerpo en la tierra en largos siglos, porque de ella son expulsados.


Si podía ver la Cruz del Sur, no podía ver ni divisar, porque nunca vino a las tierras del Sur. Sólo las Antillas vio.


Benditos los que trabajáis; es la última hora de la amalgama y será fecha de horror para los tiznados, para los expulsados, porque la tierra se estremecerá y no dudarán de que hay otros mundos a través del espacio, como dudaron de que un continente había al otro lado del Océano.


Este nuevo mundo es el asiento del tribunal y vinieron los Jueces de la Vieja Madre que es señal de su gran misión.


En esta tierra se afianzaron las doctrinas nuevas y el Espiritismo salvador llena los hogares; el Juez viene a purificarlo en su código de amor, porque así está en la ley de justicia.


Bendito Espiritismo que hace una sola familia no de los habitantes de un mundo, sino de todos los infinitos mundos; bendito el Juez y el tribunal que sus espíritus vinieron de Sion tomando cuerpo en la Vieja Madre, para venir a cumplir la ley en el Edén que a la tierra dio para su descanso, vuestro hermano humilde.


Colón


(1) ¿Cómo?... Es pues una fábula lo de “Monte veo” ¡Cuánta mentira en lo que llaman historia! Pero Colón sabe cuánta parte le toca en los cuentos.

(2) Sí. Había visto y pisado “La Española” o sea la República Dominicana. ¿Cómo no iba a estar seguro?

(3) Él pone velo a muchos puntos: pero están escritos donde no pueden borrarse en la eternidad.

(4) Hasta que se dobla el Ecuador, no es guía la Cruz del Sur. Santo Domingo está muy al norte. Pero, por la altura, se ve e invita a venir al Sur.

(5) “Gracias Dios mío, dije cuando la volví a ver”. (La Cruz del Sur). Él mismo afirma que ya la había visto antes.

(6) Si podía ver la Cruz del Sur, no podía ver ni divisar, porque nunca vino a las tierras del Sur. Sólo las Antillas vio.


(7) “Porque los sacerdotes no perdonan y poseían un secreto de conciencia que ellos podían explotar”. En vez de “Secreto” pudo decir documento. ¿Dónde, cómo y cuándo lo hizo?... ¿Por qué antes estaba en posesión de ese documento, con el que el Padre Marchena hace callar al consejo de frailes y convence a la reina para la empresa de las Carabelas?


(8) Cualquiera puede bendecir a otro, ya que cuesta tan poco. Pero no podemos creer en su “buena fe” ni como hombre ni como espíritu, por todas estas observaciones que envuelven una tremenda historia y son la causa de que la humanidad haya recibido una falsa historia.


(9) ¿Y Américo Vespucio que dirá?... No puede el ciego conducir al lazarillo. En la justicia humana, a veces, el reo conduce al juez al sitio del crimen para reconstruir y hacer buena justicia. Mas el tono empleado en “Estáis en el continente a que yo os conduje”, revela supremacía.


(10) Si justifica, (él se acusa de lo que lo acusaron los que lo acompañaron no a este continente, al que nunca llegó) sino a las Antillas.


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Nota.


__ Los asteriscos puestos al comunicado del Espíritu de Colón, son autos para un juicio histórico, ya que por haber dejado envuelta la Verdad, no podemos tomar como juicio, esta presentación. Declaramos que estamos en posesión de la verdad de los hechos que se han pasado en la historia; pero en estos momentos, su descubrimiento, traería algunas funestas consecuencias internacionales unas y universales otras, sin ningún bien positivo para la humanidad. Cuando no podrán temerse conflictos, será llegado el momento de descubrir lo que ahora, guardarlo es de justicia.


El valor de este comunicado es, que confirme y reconoce al tribunal y se toma en cuenta.


El Juez.

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Se justificó el rey inca llamado Sum Puchap. Hizo una reseña de los primeros pasos de los conquistadores haciendo grandes elogios, por la civilización que hay hoy en las ciencias. Él se encontraba en la falda de los Andes. Luego, en espíritu, vio el progreso que vendría y quiso palpar y reencarnó; fue un estanciero en Catamarca que se llamó Teodoro Toribio. Desencarnó hace 50 años. Cuando indio dijo, que adoraban al Sol; y como rey que era, viene a justificar a toda la familia india, que sucesivamente reencarnan: al propio tiempo justifica el fin que tuvo Colón; y que la Vieja Madre (España) en la conquista de América, nadie, de no ser ella, habría fundido aquellas tribus en sí misma.



Sum Puchap. (Rey Inca).

Teodoro Toribio, Estanciero en Catamarca.



Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo II

Autor: Joaquín Trincado

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