Marzo 24 de 1912. (Portillo)
- EMEDELACU
- 22 nov 2024
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Posesionado el médium, fui advertido de la maldad del posesionante que, con terribles golpes en la mesa que teníamos delante, dijo:
Pobres… Miserables… Libertarios… Falsos. ¿Quién sois vosotros para hacerme presentar ante este miserable y despreciable, que nosotros hemos anatemizado antes de ser? ¿Quién eres tú, pobre reptil, para que nos obligues a presentarnos ante ti, si eres la negación de nuestros derechos, de nuestra institución, de nuestra doctrina, de nuestra supremacía, que es justa porque hasta en los cielos hay jerarquías? No te reconoceré, ni mi grey te reconocerá, aunque por la fuerza nos obligas a presentarnos.
Aceptaríamos, que, por el progreso, nos propusieras una fórmula de arreglo; pero no eres tan caballero, sino que despreciando toda nuestra labor; pisoteando todos nuestros derechos que hemos ganado en justa conquista, vienes a desterrarnos, esto no es justo y nosotros defenderemos nuestra conquistada supremacía. ¿Quién eres tú, plebeyo miserable para apropiarte los derechos de justicia y demoler aquel palacio desde el que ordenamos al mundo y el mundo tembló a nuestra palabra; donde dictamos sanas doctrinas de respeto a los ministros de Dios?
Basta ya, blasfemo. Si educación tuvieras, entrarías con más comedimiento donde hay hombres, que por humildes que sean merecen respeto; más si a la condición de hombres agregas que es el tribunal que juzga en nombre del Dios de amor a los vivos y los muertos, tu respeto debiera ser mayor; pero ya que no quieres reconocer la autoridad del Juez que ves en traje humilde; ya que preguntas de dónde vengo, te diré, que vengo de Sion; que en la tierra fui un apóstol de Jesús, que prediqué la verdad pura, el amor, cuyo código se escribe hoy y el Juez, es el que juró a las edades sobre el calvario, imprimiendo la huella de su mano sobre una piedra que testigo es, mientras Jesús agonizaba pendiente de tres clavos como ahora se os presenta. (1)
El vidente comprobó a los asistentes que Jesús se mostró pendiente de la cruz en todo su horror y como lo vilipendiaban, en la congoja del Vidente, se podía apreciar con dolor esa salvajada.
He venido después a la tierra, a preparar el camino a mi obra y por vuestros sicarios fui colgado, lo que hoy no podréis conseguir, porque la Cosmogonía pide en justicia derribar la cruz infame y descubrir el falso Cristo, baluarte de los falsos sacerdotes y Papas criminales e incestuosos y sodomías, y el “Monstruo” bajo cuyo adjetivo habéis desfigurado y condenado al hombre hijo del hombre, viene a salvar a Jesús; a salvar a la humanidad; a decirle la verdad del “Dios de amor” que vosotros no sabéis. ¿Sabes ahora, reptil venenoso, quien es el Juez? Pues aún os invita en amor a que acatéis la ley.
Títulos invocas, pero en los cielos hay jerarquías y nosotros no queremos perderla ni los derechos conquistados; pero no te reconoceremos ni acataremos tu sentencia, hasta que sea Dios el que nos la de; hemos oído ya los dos toques, pero hemos de aprovechar hasta que toquen el tercero para llevarnos; pero de ti no hacemos caso, (se mofaba) y acataremos la ley por la fuerza y después…
Y después nada… Ni más trompeta ni más brazo de Dios, ni otra voz que pronuncie la sentencia que la de este reptil que no quieres reconocer. Pero yo veo tus intenciones de maldad: no te dejaré un segundo más morar en la tierra ni en los espacios de la tierra y partirás allí, a donde viven los reptiles ahora mismo…
“Nos iremos al tercer toque…”
__ Te marcharás ahora, por voluntad o por fuerza.
Quisiera ser hombre y nos mediríamos; pero no me iré hasta el tercer toque y me llevaré el recuerdo del miserable reptil que me impone el destierro de la tierra donde hemos imperado.
__ Tú no eres digno de estar más aquí. Hice un llamado de ayuda y se presentó el Dante y los mandados por Xavier y fueron conducidos a la triste morada que largos siglos ocuparan, quedándome triste recuerdo de lucha tan tremenda, la letra es sombra para describir la realidad. No me cuidé de saber su nombre desgraciado, porque debe pasar incógnito a la historia, para que no se carguen los pensamientos sobre ese desgraciado.
El Juez.
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A continuación, se presentó en Juicio la fracción de disidentes mahometanos del Juicio celebrado a ellos el 3 de marzo y entró diciendo:
Bendito Alá… Ya la luz se ha hecho en nosotros. Pedimos un momento más para considerar, que nos lo concedió el Juez y venimos convencidos de la justicia.
Pero debo justificar nuestro pedido de espera y digo: que estábamos ofuscados, porque en el tiempo que yo actuaba de jefe de nuestra religión, hubo uno (que hoy nos presta su materia) que escribió la doctrina de Jesús; que, aunque lo teníamos por libertario, vimos razón, amor y justicia en aquellas doctrinas; se adelantaba a nosotros, en que anulaba la supremacía; pero, así y todo, aunque veíamos progreso no quisimos acatar aquellas doctrinas. Pero, como el profeta, unificó más de cincuenta religiones paganas, fuimos engañados al hacer la alianza. Recibimos una comunicación del jefe de los cristianos y nos adherimos a la unión de buena fe, deseando que toda la tierra tuviera una sola doctrina; faltaron los cristianos a la promesa, no entregándonos el correspondiente ejemplar de la doctrina unitaria y en cambio nos llevaron una guerra y tuvimos que decretar la guerra santa.
Nosotros pedíamos la unión, bajo la doctrina de Jesús que se nos manifestaba en aquel libro.
La contestación fue otra guerra y es entonces que ya, nuestro odio a los cristianos se acrecentó y la guerra santa se hizo de ley y dogma, contra los “Perros Cristianos”.
Hoy vemos que estamos en mejor terreno, falso también es verdad; pero no desconocemos la autoridad del Juez, porque si Mahoma fue un profeta de Alá, ¿por qué no puede otro hombre el Juez de Alá, como Jesús (que hoy reconocemos) fue el Mesías de la libertad? Todo está en la ley. Es cierto que se anula la supremacía; pero como la igualdad y el amor vienen a ser la ley. ¿Qué importa la supremacía?
Se nos acusa de bárbaros. ¿Pero qué religión no es bárbara? ¿Qué nación no ha pasado por la barbarie? Europa tiene civilización sui generis en el centro de sus capitales, pero salir a los pueblos y registraréis la barbarie y la ignorancia. Diré, en justificación, de donde nace el mal contra nosotros y contra los pueblos de la tierra.
El Papa de los cristianos siembra el odio a las otras religiones y como es natural, que el rey o sultán esté identificado con su pueblo y religión, de ahí nace la discordia y las guerras incesantes hasta la más injusta que hoy sufre nuestro pueblo: ¿Quién es aquí causante? El cristiano, cuyo jefe ha dominado y aún influye en las testas coronadas. Hemos visto que el cristiano es un nombre falso y que Jesús no es Cristo, más que por malicia, pues comprobamos su doctrina, reñida con las guerras que nos presentaron, llevando a Jesús, desvergonzadamente, sobre la cruz y junto con la espada. Esto es contrario a su doctrina, que como la nuestra (que hoy solo descubrimos), se basa en la ley de amor que el Juez proclama, sublimada por el progreso al máximum de la sublimidad, que es el puro amor. ¿Quién no se convence de nuestro error y de que todas las iglesias son error; pero que todas juntas (desde Jesús hasta ahora) podrían haber sido la base de esta ley de amor?, pero que aun así necesariamente, el Juicio, tenía que llegar, ¿pero con menos pérdidas y más unión?
¿Y quiénes son los que no acatan la ley y la justicia? Precisamente los cristianos; es decir, los jefes de los cristianos, porque se ven descubiertos y avergonzados y acusados por todas las religiones.
Nosotros pues, nos justificamos y acatamos al Juez, el Juicio y la sentencia. (Hablando en árabe, consulto si había algún disidente).
Todos, todos, ni uno queda fuera de la ley, esperamos tu sentencia hombre-Juez.
__ Hermano; la sentencia tú mismo la has labrado. Al Juez, solo le resta, poner el cúmplase. Id pues en amor y que la luz sea con vosotros y cumplid vuestro deber.
__ ¡Oh… Gracias Juez de Alá! Gracias tribunal de amor. Gracias por Mahoma. Gracias por Alá y, ¡oh, qué grandeza!...
Por todos firma:
Solis de Amet.
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Vimos venir a Maria que venía con Jesús y Mahoma a los lados y los condujeron el Espíritu de Verdad que les tendió el ancla y partieron a Sion.
Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo II
Autor: Joaquín Trincado