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Joaquín Trincado

Marzo 19 de 1912. (Portillo)

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 22 nov 2024
  • 6 Min. de lectura


PAZ. AMOR.


Bendito día, bendita esta hora

Venturoso momento que es de alegría

¡Por fin!... llegó el tan esperado día

De contestarte: ¡Hijo mío!...

No era hora antes de ahora…

Ya de los doce de mi gran familia

Todos en la luz del Padre se recrean

En el espacio y algunos, en la tierra,

Pero todos bajo el manto de María.

¿Me pides que te quite la duda que te empaña?

Pues bien, hijo predilecto de la gran María.

De los doce de mi gran familia…

Eres tú, nuestro Jaime Apóstol de España.

Estás satisfecho hijo mío y yo me ensancho,

Porque esta luz, era de este gran día

Para gloria de Jesús y vuestra Madre María

Y alegría de todos vuestros hermanos.

Más de mí ¿Qué te diré hijo de mi alma?

Mucho sabes y solo te recordaré

Lo que a la materia se le oculta en ley

Pero tu espíritu lo sabe y lo palpa.

Porque el hombre, rodando por los siglos

Con educación mal guiada

Por el régimen religioso falso y estúpido

El hijo que para un fin preparaba

Sufrió las consecuencias del régimen corrompido.

Más yo fui fuerte y tú intrépido.

Y sucumbiendo y triunfando

El tiempo se fue alargando

Y esperábamos el día

Cantado en la profecía

Por mi otro hijo anunciado

De cumplir lo que has jurado:

Y como la vida no se interrumpe,

Llega la hora y se cumple

Tu juramento sagrado

Cuya voz hizo trueno en el espacio.

Hoy llegan los espíritus de luz.

Nos dicen, “el día le llegó a Jaime

De decir al mundo las verdades

Que antes dijo y juró a las edades

Y tiemblan y la tierra barren

Y todo esfuerzo los injustos hacen

Y se oponen, porque les daña la luz:

Pues si él levanta a Jesús

La bestia y el Dragón, caen”.

Pero yo qué sé tú temple y las edades

Les digo: Jaime es más fuerte: ya es tarde.

Porque el odio prima en estos

Y el amor prima en nosotros,

Es justicia que fracasen sus intentos,

Ellos, viven de lo transitorio.

Nosotros, de la vida eterna. Triunfa la verdad suprema

Y celebramos hoy su desposorio.

La tierra y los espacios hacen la unidad

Empieza la Nueva Era y la alegría

Que veo en la gran María

En Jesús y el Espíritu de Verdad…

A mí, el humilde José

Me hace cantar, como sé

El Hosanna de Sion,

Y cómo no he de cantar

Aunque sea humilde obrero

Si mi hijo amor dio al pueblo

¿Y otro escribe el Código de Amor?

Cómo no he cantar digo

Si vi el Espíritu de Verdad

Que descendió y dijo a mi hijo…

Es solo el Espiritismo

¿La verdad de la verdad?...

Pues esta verdad, que es,

La eterna verdad de Dios

La niegan los sin razón,

Con su fuerza y su tesón,

Viene a afirmarla José.

Ya recibió la verdad

Aquel temido ¿Anticristo?...

Sea… Si así lo queréis,

Ya que solo queréis mitos;

Mas ya puso en libertad

A Jesús, mal puesto Cristo

Por vosotros, que me oís (dirigióse al espacio)

Y no queréis acatar

La ley justa que se ha escrito…

Por qué es injusto decís

¿Obligaros a abdicar?...

Abdicar ¿de qué insensatos?...

La ley dice… ¡libertad!...

Y si de carne y vicios vivís

En mundos (claro es que bárbaros)

Los tenéis, así está escrito.

Dónde está la cantada imposición

¿Qué os empeñáis que os impone?

Oponeros a la ley si sois legiones…

Pues el último segundo hoy se anuncia

Y tenéis que marchar a donde

La justicia, en justicia os anuncia.

Elegid de propia voluntad;

Allí, podéis usar los galones;

Más los habéis de ganar

Porque hasta el dominio en el mal,

Al trabajo corresponde,

Así es la ley de igualdad.

¿Por qué os quejáis del Juez?

Por qué el Espíritu de Verdad

¿Lo confirma y lo sostiene?

O por qué el Juez se mantiene

Inflexible y no sabe caridad,

Que para vosotros fue

¿Encubridora del mal?...

Hace bien y yo lo afirmo.

Él quiere, el Espiritismo

Que es la santa ley de amor

De la gran Cosmogonía

Que rige el eterno día,

Porque es ley del Creador.

Quiere que el Espiritismo luz

Del cual aprendió Jesús

Y por él pudo anunciarlo

Aún para tiempos lejanos

Con truenos, fuego y relámpagos

El Juicio que celebrando

El ¿Anticristo? Ahora está…

Que descendió cual en la profecía

Se señala para este día,

De, el Espíritu de Verdad

Más de vuestros improperios

Que solo son gatuperios,

Se defiende con tesón

Y llora en su corazón

Vuestra ceguera que os lleva

A mundos de lucha fiera

Y… aún os pide con amor

Que hagáis una reflexión

En el último segundo

Y estaréis en este mundo

Que ahora comprendéis bello.

Pues yo, por ese destello

Que descubro en vuestra alma,

Digo, mirad el mundo en llamas

A donde sois destinados

Por la ley de Creador

Y en el Código de Amor,

El Juez es justificado.

No os burléis, no os moféis,

Pues a fondo conocéis

Que, aunque soy un rudo obrero,

Soy el Patriarca José

Y en Sion soy Consejero.

No os burléis, más bien pensad

Que esta tierra diminuta

Ya es bella, ya no es abrupta

Y ni un segundo estaréis

Después del día cercano

Del juicio, no mistificado

A que citados estáis

Sino el Juicio por Jesús profetizado.

El Juez, es hombre sencillo;

Pero el Padre le dio su anillo

Que es toda la Cosmogonía

Para su fuerza en el día

Santo, del Juicio de amor

Y no arroja al pecador

Aún le pide en voluntad

Que la ley quiera acatar

Para otorgarles perdón.

Jesús mi legítimo hijo

Esto, bien claro os lo dijo.

María, mi amada esposa,

Os da el perfume de Rosa.

Los espíritus os ruegan

Y otros, de otros mundos llegan,

No os niegan la palanca

Puesto que os tiende su ancla

El Espíritu de Verdad.

Hermanos nos luchar más,

Yo mi lección os he dado,

Del trabajo me he elevado,

Todos pues a trabajar.

Ahora vuelvo a vosotros.

Fijaros a ser testigos

Porque solemne lo digo

Este, que es mi último hijo,

Es el apóstol de España,

Que aún sigue aquella campaña,

Y sostenedlo vosotros

Porque el espíritu dio fe

Ante Dios y ante vosotros

Y lo confirma José.

Ahí está la gran María,

Rodeada de su cría

Cantándole al mundo amores;

Ella os regala sus flores

Y a Jesús que no es el Cristo

Y a Jaime o el ¿Anticristo?...

Por juramento sagrado

Hecho allí, sobre el Calvario

Desde donde Hellí lo oyó

Transcribiéndolo en Sion

El que, José, Jesús ni María olvidan

Que, aunque el tiempo se alargaba

Lo veíamos llegar.

María le daba la paz

José le daba su tesón

Con el que se fue a retar

Al Papa y contra él luchaba

En su propia casa y tierras

Por la santa libertad,

Y en aquellas luchas fieras

Recordaba el juramento:

Caía y se levantaba presto;

Ya, rodaba a un prejuicio

Ya, se ganaba el suplicio

Más de esos sacrificios

Por su noble juramento,

Se hizo el espíritu fuerte,

Subió… La agreste pendiente…

Y… en aquella gran luz

Pudo derribar la cruz

Y dar al mundo el perdón,

Del “Dios Amor” que encontró

Cuando subió la montaña…

Justo es que fuera en España

Por la ley de afinidad,

Y porque allí, se dejara

La materia del apóstol,

Que su apóstol fue de Oriente,

Apóstol salió de Occidente

Y… nuestro Jaime fue apóstol.

Aquí quiero recordar

Una página divina,

Jaime en España da vida,

María, languidecía

En amarga soledad,

Se anima, el mediterráneo pasa

Yo timoneo la barca

Hasta hacer tierra en Tortosa

Y ya la veo dichosa

Pues las gentes la animaban

Y yo que bien la seguía

Vi a Jaime llorar de alegría

Dando a su madre la vida

Y el amor que le faltaba.

El río Ebro es testigo

Y testigo es Zaragoza

Y testigo son las madres

De aquella tierra dichosa

Que en sus hijos ven y adoran

Al amor, al Dios Amor

Que el apóstol y María predicaban.

Hoy conmemoráis mi feliz partida,

Es el primer día de alguna alegría,

Porque a celebrarlo vienen con nosotros

Muchas humanidades de la Cosmogonía

Que alegres quieren dar testimonio

Llegan cruzando constelaciones

Y a recibirlos sale Jesús,

Que ya, libre de aflicciones

Y de la afrentosa cruz,

Puede afirmar que la luz

Está ya en la humanidad,

Y el Espíritu de Verdad

Da testimonio y lo afirma.

Y como así debe ser

Sed testigos y dar fe

De que solemne firma

Vuestro Padre, conocido,

Por el Patriarca José.

_________


¿Estás ya satisfecho hijo mío?


__ Sí padre mío, pues todo, lo que no solo presentía, sino que escribí inspirado, era natural que me tuviera impaciente, ante tan grande responsabilidad; pero volví a jurar y cumpliré.


Esa es la historia poetizada. Muchos y todos los que obcecados se conducen, pueden hacerlo mejor que yo, porque son sabios en la letra; pero desconocen el espíritu y solo la materia tiene valor para ellos, se mofan. “No os moféis” la verdad es sencilla y yo con mi trabajo rudo me elevé, era la ley para mí; yo cumplí. ¿Por qué no habéis cumplido vosotros? ¿Por qué tembláis si no teméis? ¿O es que tembláis porque el filón de “la Sagrada Familia” se os terminó con mi histórico relato? ¿Por qué no lo desmentís?


Unos segundos os faltan y deberíais aprovechar nuestro consejo. Pero, recordaréis que lo oísteis cuando ya será tarde.


Hijos míos; María os da sus besos, yo mi amor y el Padre su bendición. Adelante.



José el Carpintero.


Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo II

Autor: Joaquín Trincado

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