Marzo 15 de 1912. (Portillo)
- EMEDELACU

- 22 nov 2024
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Xeim. Xeim. ¿Por qué vengo? ¿Por qué cruzo en rápido vuelo nebulosas, constelaciones, sistemas y espacios, para llegar a un mundo ínfimo? Por la justicia, por la atracción, por la obediencia, por la ley, por el amor.
Vengo, porque una sacudida que ha conmovido la Cosmogonía, ha despertado el interés máximo del amor, en los espíritus de amor. Vengo, a la ayuda de la justicia, porque los contrarios al amor que no están en vosotros, porque no entran con vosotros, que no oyen las exhortaciones de vosotros y quieren entorpecer la acción del tribunal que representa el poder del Padre.
Vengo en verdad de verdad, lleno de amor; lleno de sentimientos de amor, a fin de aminorar el número de los desgraciados, que su maldad se opone a la justicia; vengo por el amor, por la satisfacción de que, al fin, este mundo insignificante en su categoría de volumen, pero grande, como todas las cosas del Padre cuando se ciñen al amor. Y el mundo tierra, entra ya en la paz y en la verdadera faz del progreso, en la cadena luminosa de los mundos que de su propia luz viven, porque los rige la justicia, la libertad y el amor.
¿Por qué esta sacudida? ¡Oh hijos de la verdad! Nada podréis contra mí, ni contra estos que en nombre de la justicia del Padre os juzgan; esta sacudida os probará que nada podéis, que la maldad no prevalecerá contra Sion. Habéis sentido el estruendo, habéis visto una luz intensa cruzar los espacios y llegar el lugar que ocupo y os ha estremecido; de ahí la sacudida, porque veis que se os echa, que se os arroja de la tierra cuya posesión por vuestros absurdos, creéis os pertenece.
Os creíste fuertes y vencedores en la terrible sacudida que disteis; pero observar, que, si me detuve un momento, fue porque me disteis compasión y me paré a contemplaros con dolor y lo tenéis probado en que mi voluntad fue seguir mi camino y llegué, os hablo y os descubro para vuestro bien y así veis vuestra impotencia.
¿Os ha extrañado que vengamos de mundos tan lejanos? Pues la Justicia del Padre os enseña, que nadie es ajeno a las comunicaciones de la Cosmogonía y que nadie es extranjero, allí ni aquí.
Venimos para justificar los Juicios que dentro de la ley el Juez celebra, para lo cual, de Sion recibió la orden y de Sion recibe el poder.
¡Pobres mis hermanos! Estáis en el último momento; no hay más tiempo; oíd la exhortación del Juez; y oíd a vuestro hermano; que sí, vengo de Sion, pero pertenezco a un mundo muy remoto de la tierra, de Sion y de vuestra nebulosa; pero en Sion se asienta el Espíritu de Verdad y allí se reúnen los Consejos de Dios y reunido está en Consejo permanente, hasta el cercano día de vuestro Juicio Universal.
En Sion estoy porque soy de los Consejeros y el Espíritu de Verdad, al sentir el llamado de este tribunal, me ordenó venir y mi alegría es grande y grande mi dolor.
Ya lo sabéis; pertenezco a un paralelo muy distante, pero no vengo de Sion. Venid, oídme y entren en vuestras conciencias mis palabras y sentir mi amor y canto a Eloí. ¿Estáis tiznados? El arrepentimiento es el agua que lava las manchas y al efecto os señala el Juez que tiene su Código de Amor; que oirá vuestras confesiones y os juzgará en amor, pero con justicia inexorable, porque esta es la ley. La contienda, ha de resolverse ahora, en definitiva, porque vuestra maldad, no cabe más entre los hijos del trabajo.
¿Y vosotros por qué tembláis? En amor se os llama; acudid sin temor y se os vestirá vuestra desnudez, con un traje de suficiente luz, aunque prestada en amor, hasta que el trabajo vuestro la devuelva al centro, acrecentada y adornada de perlas por vuestra acción. El Padre es de misericordia y se os dará la luz para que tengáis fuerza para vivificarla. Pero daros prisa; sabed que estáis al último segundo de la tregua, porque la tierra está al fin del sexto día y el séptimo es de descanso, de amor, para los obreros del progreso.
No quiere el Padre que perdáis vuestras afecciones, vuestras afinidades que habéis creado en la tierra, que es cierto que han sido perniciosas, pero con voluntad las podéis santificar.
No tembléis pues y formar el propósito del trabajo y convertiréis vuestro tizne en luz que irradiará vuestros espíritus y confiad en el “Dios de amor”, que es Padre de misericordia, del que, el Maestro del Tubeg, os dio el nombre universal: ELOI…
No tembléis, pero estudiad siempre, espíritus tiznados, que la carne es la base para la elevación del espíritu, pero que pasa a ser secundaria por la ley, cuando el espíritu adquiere por su esfuerzo la primacía.
Pero la carne es carne y hasta tiene gérmenes de putrefacción; pero estos, el espíritu sabe que los tiene que depurar en el crisol del amor y modular la materia para nuevos productos y transformarla al fin de que cumpla la ley primordial del progreso y entonces es que el espíritu ve el final del sexto día y espera con ansia el séptimo de descanso; pero esto, no se regala; hay que ganarlo.
El Padre es tan justo, que espera el momento de poder dar su denario; si revivís, recibiréis el denario; y en su posesión, estaréis satisfechos para multiplicarlo por el trabajo y podréis disfrutar del séptimo día de la tierra.
Más si estáis tiznados por el negro de vuestras obras y no buscáis las aguas límpidas donde lavaros, seréis echados al crisol, hasta que os depuréis; pero llevaréis muchos siglos de retraso.
Ved esa pléyade de espíritus luminosos que ya empiezan a celebrar el séptimo día, que aún viven en la carne y se han elevado por ella y en justicia la elevan también con el fin de que alimente con sus átomos depurados el germen de la putrefacción, una nueva pléyade de trabajadores y la tarea les sea más fácil.
Venid hombres y oídme, que justifico a los hombres abnegados que se sacrifican en desinteresado amor hacia los demás hombres, aunque saben que contra ellos son todos los espíritus tiznados; pero ellos que viven con el cuerpo en la tierra y el espacio en mundos lejanos y tienen su asiento en Sion de donde proceden y de allí desciende el Espíritu de Verdad y allí somos ordenados y de Sion les viene la fuerza irresistible que os presentan y, nada prevalecerá contra ellos; mas no es por gracia; lo han ganado con su trabajo.
Vosotros, espíritus que en la tierra tenéis afinidades; no queráis perder el derecho que os da la ley, porque esta comprende que, aunque habéis hecho mal, también habéis sufrido; pero es la hora llegada del amor y hay que separar los perturbadores, los supremáticos, los mentirosos, los que no quieren reconocer al Espiritismo y los que han hecho la amalgama del Espiritualismo. Ha sonado la hora y ni un segundo más se os permite la perturbación en la tierra.
Habéis sostenido la razón de la sinrazón y viene la razón a descubrir la sinrazón.
Ahí veis, al frente, todas esas moradas a las que habéis de descender. ¿Por qué no vais? ¿Por qué os detenéis? ¿Por qué esperáis? ¿Deseáis justificaros? ¿No queréis perder los afines de la tierra? ¿Esperáis vuestro denario? El Padre es todo misericordia, es todo amor, pero es también todo justicia.
Él quiere que os lavéis el tizne que el reinado de la carne ha puesto a vuestra alma y quiere que trabajéis y os elevéis en espíritu, por el progreso, sacudiendo lo erróneo de vuestros principios y acatéis la ley de amor, su código que se dicta para la tierra, cuya constitución es el Espiritismo y no el espiritualismo, que es vuestra amalgama en oposición de la verdad.
El espiritismo es el amor; sabiduría, madre de las sabidurías y le habéis opuesto el espiritualismo con la caridad y, la caridad es una hermana menor de las virtudes y la sanción de la opresión como ya expuse. El amor es el todo de las virtudes y el amor es el Espiritismo y es la ley que se os da, cuyo aroma embalsama a los espíritus en la unión con los hombres de voluntad recta y llena al Padre de satisfacción y es la gloria de los espíritus.
La caridad, palanca del espiritualismo, fue un paliativo, para su tiempo; pero dogmatizada por la religión y sostenida por el espiritualismo, es la corona de la maldad y venimos a retirarla y pasarla a la historia de las lágrimas y del baldón de la humanidad, porque sólo da satisfacción a la carne sobre la carne y mora dentro de la noche de las tinieblas y no puede tolerarse más, porque el Padre dio una ley; porque la Cosmogonía pide que la tierra entre en la cadena de los mundos de luz, con el Amor; con el Espiritismo Luz y Verdad eterna.
Venimos pues, para dar testimonio de la ley que se entrega a la humanidad de la tierra por nuestro Padre Eloí, en el testamento de Abraham que ya se ha escrito y cuyo dictado es del Padre. Sí; damos testimonio a los espíritus y a los hombres de esa ley de amor y de que fue dictada por el Espíritu de Verdad y venimos también para dar testimonio al Padre, del Juicio que celebra su enviado y según su justicia.
¡Espíritus!... ¡Hombres!... El momento solemne se acerca… Quedáis citados; responder ante el hombre Juez y los secretarios que con él vinieron de Sion, de lo que doy testimonio. Ellos os hablan de amor y os enseñan la justicia. Nosotros, en cumplimiento de la ley, venimos obedeciendo órdenes del Espíritu de Verdad, cuya luz, anubla todos los soles, porque es la luz del Padre que le ha sido dada en galardón del gran amor ganado por el esfuerzo, ante el que nos arrodillamos los Espíritus Maestros de mundos de luz y no por humillación, sino por reverencia, porque en él vemos al Padre y porque por su grado de amor, él es la luz y poder del Padre y el Juez que tenéis es su brazo ejecutor para este mundo y doy testimonio. A esto vine y por esto esas tremendas sacudidas que disteis. ¿Por qué no os oponéis a mis declaraciones?
Más oíd ahora. Todo lo que se escribe en el polvo de la tierra, el polvo lo ahoga y sólo puede leerlo el hijo del polvo. El hombre que se eleva, escribe libertad, justicia, fraternidad, amor. Y cómo toma la tinta del éter, escribe la ley de la Cosmogonía que ennoblece y el hombre ve y palpa la belleza de la luz.
Dejad la noche solitaria y fría, que sólo puede dar flores heladas e inodoras; pero ni aún esas dejan de tener gran valor; y si las tenéis, con solo un pequeño esfuerzo, podéis cambiarlas en flores fragantes, vivificándolas por el amor; pero este, está más allá de este jardín que ahora se embellece y venimos a cultivarlo para enseñar a los peones retrasados, para que puedan cobrar su denario y continuar en el nuevo jardín; porque si tenéis voluntad, para todos hay parte de trabajo y vida de primavera.
Estáis, espíritus y hombres, donde nacen las flores que la semilla del amor hace brotar. Pedid ser readmitidos a trabajar el jardín, para que como nosotros aprendáis a ser expertos jardineros para ir a trabajar en jardines más extensos y no queráis ser leñadores de bosques lúgubres, donde los reptiles dominan.
Pedid, pedid en los momentos que faltan, que el Juez os brinda con amor. Y… Vosotros, hermanos míos, que oís la palabra de testimonio, sois testigos. Más no seáis testigos y meros espectadores para vosotros solos, por qué; “La luz no se da para ocultarla debajo del celemín” como os dijo el Maestro Jesús, al que muy mal habéis entendido y tratado peor. Derramarla sin temor y defenderla con calor, pues para eso estáis entre las flores del jardín del más allá y sois bendecidos del Padre y benditos de vuestros hermanos mayores. Las flores del Padre que os dan su aroma no pueden daros el veneno que anestesia el alma, porque su aroma, es néctar que endulza la vida; y si la comunicáis a otros hermanos, es el agua que lava las manchas y de su blancura y pulimento nace la luz refulgente que ilumina las tinieblas y embellece al espíritu con su túnica de fiesta, con la que celebráis el séptimo día.
Tú hermano y Juez. El Padre te dio el plano de sus moradas, que debes ocupar con la ley y con la acción del hermano mayor, pues se ha de demostrar en ellos, que la ley no se equivoca. En su Código te ordena, buscar la vía rectilínea, para llegar con tu cargamento a Sion, dejando en cada morada, las flores que le corresponden dentro de la ley. ¡Oh, hermano! ¡Dura! ¡La más dura de las tareas que la tierra debe presenciar, es la que has de desempeñar por tu juramento! Pero, contigo está la fuerza, el poder, la justicia y el amor de tus hermanos de toda la Cosmogonía, que son experimentados jardineros y el Espíritu de Verdad que te ordena está satisfecho del principio de la jornada y todos como él, esperamos el día de la victoria; bendito el Juez, benditos los secretarios, benditos todos vosotros, todos que la ley os trajo a oír la orden y ser testigos de que la di como me fue ordenado.
¡Hombres! ¡Espíritus! ¡Oíd! Esa es la voz del Padre. Este es el último llamado, oíd, sabed que, ni un segundo más se os permitirá la presión sobre la tierra y todos quedaréis juzgados.
Hermano mío. Ten presente que la ley engendra amor; pero que se convierte en justicia inflexible para el hombre de la carne; para el hombre de la supremacía; para el hombre sistemático; para el hombre de la amalgama; y si después de brindarles con el amor, quieren seguir con su malicia, la justicia inexorable tienes en tu mano.
Oíd mi última confirmación: el Espiritismo Luz y Verdad es el camino recto que el Juez ha marcado. Condenamos el Espiritualismo amalgama indescifrable. Después del Juicio al que se os hace el último llamado, todo quedará juzgado. Y, el Espíritu de Verdad retirará su ancla de salvación, hasta otra epopeya.
Vosotros, sois testigos, de que en la tierra todo esto se declaró o de orden del gobierno del Padre y por su mandato cumplí, sois testigos, hasta vosotros los que tembláis.
Justicia, libertad, fraternidad, amor.
El eterno amor y la bendición del Padre Eloí os da vuestro hermano.
Xeim Xeim.
Concuerda con sus manifestaciones del día 1° de Marzo y me doy por enviado y recibidas las órdenes del consejo superior que cumpliré.
Joaquín Trincado
Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo II
Autor: Joaquín Trincado
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