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Joaquín Trincado

José Echegaray Eizaguirre

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 13 may
  • 9 Min. de lectura

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Insigne poeta, matemático, economista y político español. Nació en Madrid el año 1833, pero siendo muy niño aún fué llevado por sus padres a Murcia, donde cursó las primeras letras y la Filosofía. Pasó luego a Madrid a estudiar Matemáticas.


Apenas había cumplido la edad reglamentaria que marcaban los programas vigentes para el ingreso en las escuelas especiales costeadas por el gobierno, se presentó un exámen en la de ingenieros civiles y los brillantes ejercicios que hizo, fueron aprobados con la honrosa calificación del número uno.


Echegaray conservó esta nota durante toda su carrera. Su aplicación llegó a ser tan grande, que su salud se resintió de tal manera que por espacio de algunos meses hizo temer por su juicio, pues los continuos esfuerzos mentales unidos a un descuido en alimentarse a su debido tiempo, le ocasionó un debilitamiento general que degeneró en una monomanía de no querer comer de día, lo que causó gran aflicción a sus padres, hasta que un plato de lentejas que comía uno de los criados de su casa acabó con el antojo de Don José.


Acabó la carrera trás cinco años de extraordinaria aplicación, Primero en el escalafón de ingenieros, después de haber actuado como jefe en Almería y Granada, entró de profesor en la misma escuela donde tanto se distinguiera como discípulo. En ella desempeñó durante muchos años varias cátedras de Cálculo diferencial, de Mecánica, de Estereotomía (arte de cortar piedras y maderas) y de otras asignaturas de la propia carrera. Intentó al propio tiempo establecer una Academia particular en su casa, pero hubo de renunciar a ello porque la enseñanza oficial y privada se habían declarado incompatibles.


Sentíase también atraído por las ciencias sociales, y se dedicó a la Economía política, afiliándose a la escuela librecambista. El verdadero fundador del librecambio en España, durante el siglo XIX ha sido Don Luis María Pastor, quién hacia el año 1856 fundó la Sociedad Libre de Economía Política, a la que pertenecieron desde el primer día Don Laureano Figuerola y Ballester, Don Manuel Golmeiro, Don Gabriel Rodríguez, Don Segismundo Moret y Prendergast y Don José Echegaray y Eizaguirre.


Aún cuando es cosa consabida no carecerá de interés reproducir aquí los principios elementales del librecambio y sus antítesis el Proteccionismo:


Librecambio: Sistema según el cual los individuos han de comerciar libremente entre sí, pertenezcan o no a una misma nación, sin encontrar para ello obstáculo alguno. Se distinguen dos tendencias: el librecambista absoluto y la del restringido o moderado.


Los argumentos principales del librecambio absoluto aceptado por la escuela de Manchester son:


1. Que el hombre es dueño absoluto de sus facultades y del producto de su trabajo, debiendo por consiguiente, tener las facultades de cambiar sus productos con quien quiera y en las condiciones que le plazca, y constituyendo toda restricción a este derecho un ataque al derecho de propiedad;

2. Que la protección impide que las industrias se desarrollen al asegurarles beneficios sin competencia, constituyendo un privilegio que permite a los productores obtener beneficios anormales y que eleva los precios en perjuicios de los consumidores; y

3. Que la verdadera protección de la industria nacional se obtiene merced al librecambio, pués con él los productos de un país irán a hacer competencia a los de otro, donde la industria esté menos desarrollada: de modo que los perjuicios que la industria de un país sufre por la concurrencia de la de otro, quedarán compensados con los beneficios que aquella obtenga de la competencia que haga, con lo cual todas las industrias tendrán por mercado el mundo, no podrán ser destruídas y se evitarán los perjuicios de las guerras de tarifas. Los partidarios. del librecambio moderado, sin dejar de llamarse librecambistas, admiten numerosas restricciones que varían según el autor que las propone. Así unos rechazan los derechos de importación y aceptan las primas y las subvenciones; otros rechazan las primas y subvenciones y admiten una protección aduanera; algunos proponen la adopción de los derechos llamados compensadores; muchos, sin dejar de llamarse librecambistas, aceptan la intervención del Estado (se refieren al gobierno) en ciertas materias de reglamentación, organización y hasta de protección.


"Llámase Proteccionismo al conjunto de medidas político económicas adoptadas por un país con el fin de favorecer el desenvolvimiento de su riqueza. Así, dentro del proteccionismo no sólo se comprende el establecimiento de un arancel de aduanas que grava la entrada de productos extranjeros en un país para dificultar la competencia que podrían aquellos hacer en el mercado interior a los productos de origen nacional, sino también todas aquellas medidas tendientes al propio fin, y aun aquellas creadas en vista al favorecimiento de la exportación. El proteccionismo es un medio, por tanto, para fomentar la producción de un país, unas veces por el aumento de las mercancías y otras por la artificiosa reducción de los mismos".


Como podemos deducir de lo expuesto, implica el principio del libre cambio la anulación de las fronteras, lo que ha de llevar el hombre hacia el desconocimiento de las leyes que convierten en extranjeros a los hombres de otras regiones, aun cuando está fuera de toda duda que los efectos que surta este sistema de intercambio depende de la moral de sus sostenedores, pues mientras no quede sujeto a una reglamentación de verdadera economía pública (la que tampoco puede ser perfecta mientras no sean aplicadas las otras trece economías) bastará la mala fé de algunos legisladores sin escrúpulos para fomentar a su sombra una explotación más inicua que la que se podría esperar de la degeneración del proteccionismo.


Don José Echegaray y Don Segismundo Moret asistieron en representación del gobierno español al Congreso de economistas celebrado en Bruselas (Bélgica), en donde recogieron gran número de datos y noticias de no poca importancia para los fines de la Sociedad Librecambista Española. A fuerza de laboriosidad y constancia los partidarios del librecambio llegaron a establecer en 1859 la Asociación para la Reforma de Aranceles.


Desde aquel día Echegaray propagó con entusiasmo sus doctrinas, ya en la tribuna del Ateneo Científico y Literario de Madrid, ya en las columnas de los periódicos políticos y mercantiles. Los librecambistas celebraban sus reuniones en el edificio de la Bolsa, edificio que ha desaparecido y adonde acudían casi todos los hombres de estudios sin distinción de colores ni categorías, donde mantenían notabilísimos discursos que se publicaban en el órgano de los librecambistas "La Revista".


Pocas veces dejaba Echegaray de tomar parte en las reuniones de la Bolsa: su palabra era fácil y galana, a la par que su vasta instrucción, le conquistaron una envidiable reputación entre los hombres de ciencia, así nacionales como extranjeros. Gran número de Sociedades, Ateneos y Academias le remitieron el título o los diplomas de socio, y en periódicos de gran importancia y circulación de Alemania e Inglaterra llegaron a publicarse juicios críticos, en extremo favorables, acerca de Echegaray.


Al discutirse los presupuestos en las Cortes Constituyentes de 1869, Echegaray que era diputado, hizo una brillante explicación de sus ideas en materia de Hacienda, combatiendo el proteccionismo de Don Francisco Pi Margal. Cuando Ministro de Hacienda, procuró restablecer en lo posible el crédito y fomentar la producción, base de toda riqueza. También cuidó del exacto cumplimiento de las obligaciones y compromisos del Tesoro.


El día 6 de Mayo de 1869 pronunció un elocuentisimo discurso defendiendo la libertad religiosa que impresionó tan hondamente a todos los hombres políticos, que cuando a los pocos días se verificó la crisis que dió por resultado la modificación del Ministerio que presidía el marqués de Castillejos, que fué nombrado ministro de Fomento en reemplazo del no menos famoso Don Manuel Buiz Zorrilla (véase su biografía en LA BALANZA Nº 83), cuyos planes siguió con tal entusiasmo, que a no haber Zorrilla casi agotado todas las reformas en sentido radical, hubiera adquirido nota de, revolucionario como su antecesor.

Como representante de la fracción democrática tomó asiento en las constituyentes de 1869 al lado de Don Cristino Martos y Balbi, Don Manuel Becerra y Bermúdez y demás hombres políticos que desde 1854 venían bregando por las doctrinas democráticas en España.


También figuró en la comisión que en Cartagena recibió al príncipe de Saboya que por algunos años fué rey de España (Amadeo I). Y cuando renunció este soberano a cuyo gobierno contribuyó como ministro de Hacienda, se desterró don José Echegaray voluntariamente a Francia, donde residió medio año no con mucha holgura y menos con sosiego y complacencia. Cuando fueron disueltas las Cortes republicanas por el general Pavía, tomó parte en el ministerio de conciliación formado por hombres de diversos partidos. Triunfante la Restauración, tachóse de inmoral, por algunos diputados de las primeras Cortes Borbónicas, la conducta de los radicales. Con este motivo a petición de algunas personalidades de la oposición, abrióse en 1876 una información parlamentaria para juzgar la gestión económica de los Ministros del período revolucionario, a la que Echegaray asistió como diputado. Pronunció con este motivo un discurso de protesta, terminando el Congreso por declarar que la conducta de los Ministros de Hacienda desde 1868 a 1874 había sido íntegra.


Don José Echegaray y Eizaguirre que además fué senador vitalicio, presidente del Consejo de Instrucción Pública y Director de la Compañía Arrendataria de Tabacos y Timbres, ha sido sin disputa uno de los mejores matemáticos de España, goza de fama de gran calculista. Nuestro Amado Maestro ausente nos recordaba siempre con cariño las reuniones que se realizaban en el café ''Universal" de Madrid, donde el eminente sabio presentaba a sus interlocutores problemas matemáticos tan difíciles de solucionar que algunos de estos problemas 'han quedado sin resolver.


En 1865 fué elegido miembro de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, y en 1882 miembro de la Academia de la Lengua.


Ha escrito varias obras científicas de las cuales citaremos: "Elementos de Agricultura teórico-práctica, acomodados al clima de España", "Teorías modernas de la Física", "Unidad de las fuerzas naturales, primera y segunda serie", "Problemas de Analíticas", "Introducción a la Geometría superior", "Teoría de determinantes", "Cálculo de variaciones", "Introducción a la Teoría matemática de la luz, "La Termodinámica", "El túnel de los Alpes", "La Exposición de Electricidad", "Observaciones sobre la afinidad Química".

De sus obras teatrales citaremos sus dramas: "El libro talonario", "La Esposa del vengador", "En el puño de la espada", "Como se empieza y como se acaba", "El Gladiador de Ravena", "O locura o santidad", "Para tal culpa tal pena", "Lo que no puede decirse", "Morir por no despertar", "En el seno de la muerte' "Bodas trágicas" "Mar sin orillas", La muerte en los labios", "IIaroldo el Normando", "Un milagro en Egipto"," "Manantial que no se agota", "Los rígidos", Siempre en ridículo", El prólogo de un drama", "Mariana", "Mancha que limpia", "El Estigma", "Amor salvaje", "El hombre negro", Silencio de Muerte" etc. son algunas de sus comedias: "Un sol que nace y un sol que muere", "Iris de Paz", "Correr en pos de un ideal", "Piensa mal ¿acertarás?", "Un crítico incipiente", "El primer acto de un drama", "El poder de la impotencia", "A las orillas del mar", etc. También compuso el tema para la ópera "Irene de Otranto" con música del compositor Don Emilio Serrano y Ruiz.


Don José Echegaray y Eizaguirre que en 1904 obtuvo el premio Nobel de Literatura, a medias con el poeta don Federico Mistral, falleció en Madrid el 14 de Septiembre de 1916, a la edad de 83 años, acontecimiento que ocasionó una honda repercusión en las esferas científicas y artísticas del mundo entero.


Don Juan Manuel de Rosas: La historia de este hombre ambicioso se asemeja a la de todos los dos tiranos. Fanatismos de toda laya han confundido a muchos biografistas e historiadores para señalar con claridad la causa de la conducta de todos esos hombres apasionados que, no teniendo fuerzas para resistir las adulonerías y sugestiones, terminan por ser un juguete de los que tuvieron que valerse para escapar el poder.


Rosas nació en Buenos Aires, el 30 de marzo de 1793. Recibió una educación muy mediocre y con este defecto de instrucción demostró siempre un orgulloso desdén hacia las personas cultas. A los 15 años se alistó como voluntario en él ejército para combatir la segunda invasión inglesa. Luego se dedicó a faenas rurales con lo que adquirió hábitos duros y ásperos. Por su actividad, así como por los bienes que le trajo su mujer, Encarnación Ezcurra, llegó a ser un gran propietario de la pampa. Día y noche sobre un caballo indómito adquirió Rosas las cualidades que resumen los hábitos de los gauchos: la fuerza, la agilidad, la astucia; sólo carecía de ese sentimiento que siempre ha caracterizado al verdadero gaucho: la nobleza.


En 1818 con el pretexto de combatir a los indios pidió armas al gobierno, pudiendo así reclutar una banda de paisanos a quienes exigió obediencia absoluta. Le favorecía el ambiente de violencia creada por la disputa de dos partidos en pugna: federales y unitarios.

Los federales anhelaban mantener la independencia y la autonomía de los Estados de la Confederación con la intención de aniquilar la influencia siempre creciente de Buenos Aires.


Los unitarios a su vez sostenían que la situación desesperante en que se hallaba el país podía únicamente ser remediada mediante la unidad política del Estado. El tan bien inspirado plan de los unitarios se vió furiosamente combatido por el ambicioso caudillo uruguayo José de Artigas que contaba con numerosos partidarios en algunas provincias argentinas y eran esos partidarios los más ardientes defensores del sistema federal como más propicio para sus planos de conquista.


Los unitarios, dueños del gobierno en las demás provincias, cometieron el error de hacer gestiones para implantar una forma de gobierno monárquica, pues esta medida dió pie a Artigas para desconocer públicamente el directorio y declarar traidores a la patria a los congresistas unitarios, haciendo a la vez que tres de sus caudillos invadieran la provincia de Buenos Aires, derrocando, gracias a la traición del brigadier General Soler, al gobierno unitario.


Estos federales que sólo se habían unido por mezquinos intereses, entregaron al país a la más lamentable anarquía, hasta que la aparición de unos hombres en el escenario político, que con su decisión y noble conducta se captaron por unos instantes el apoyo y la admiración del pueblo indeciso e ingrato; eran estos hombres el general don Martín Rodríguez y el general don Gregorio de Las Heras, quienes elevaron el prestigio de su patria a tan alto grado de cultura que varias potencias europeas se apresuraron a reconocer la independencia argentina.


Los mencionados gobernadores habían creado un ambiente conciliador que aprovecharon para colocar a todo el país bajo una suprema autoridad.


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Libro: Biografías de la Revista Balanza

Autor: Joaquín Trincado



 
 
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