José Canalejas y Méndez
- EMEDELACU

- 13 may
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Que es otro de los hombres que hizo temblar los solios de la supremacía, nació en la ciudad de El Ferrol, Provincia de La Coruña, España, el día 31 de julio del año 1854. Desde muy niño demostraba poseer una precocidad poco común, pues habiéndose con sus padres trasladado a Madrid, donde cursó todos sus estudios, ya a los ocho años componía él solo un periodiquito manuscrito que repartía entre sus condiscípulos en el colegio.
A los diez años tradujo del francés y publicó una obra titulada "Luis o el Joven Emigrado", y el año siguiente aparece ya como corresponsal político, firmando sus artículos con el seudónimo de El Cantor de Mugardo.
Terminado el bachillerato, cursó a un tiempo las carreras de Derecho y de Filosofía y Letras en la Universidad Central, confiriéndosele el grado de Licenciado en 1871 y el de doctor al año siguiente, en que fué nombrado catedrático auxiliar en la Facultad de Filosofía y Letras en la misma Universidad, explicando durante tres años la asignatura de principios generales, de la literatura española.
Su padre era Director de la compañía de los ferrocarriles de Madrid a Ciudad Real y Badajoz y el Consejo de ésta, apreciando las especiales aptitudes del hijo, le confirió la Secretaría General, en la que prestó excelentes servicios, sobre todo en ocasión de la porfiada contienda que dicha Compañía tuvo que sostener con las del Norte y de Madrid a Zaragoza y Alicante. Estudió todas las cuestiones que se relacionan con los ferrocarriles y obras públicas, sin abandonar por eso su Cátedra, haciendo aún tiempo para escribir un valioso compendio en dos tomos de Historia de la Literatura Latina, tomando también parte muy principal en los debates del Ateneo Científico y Literario de Madrid y de la Academia de Jurisprudencia, en la que obtuvo uno de los premios ofrecidos a los que sobresalían en las discusiones.
En 1880 acentuó sus aficiones a la política, colaborando en periódicos racionalistas como "El Demócrata" y otros Canalejas simpatizaba con los republicanos, en sus principios, más no con los procedimientos a que se inclinaba la mayoría del partido, porque su amor desinteresado por el progreso de los hombres sus hermanos, no admitía el cultivo de ningún antagonismo. Admirador de los profundos principios políticos que sostenía el austero cuanto célebre jurisconsulto Don Cristino Martos, optó Canalejas por seguir su alto ejemplo, y así cuando representó a la nación como diputado por Soria, en las cortes de 1881, a pesar de figurar en la oposición, logró merecidos triunfos que enaltecieron su prestigio como hombre y político.
En segunda legislatura, también como diputado por Soria, era gobierno el partido Liberal al cual se afilió, tratando siempre de armonizar les ideales de la democracia con el principio monárquico, luchando así por cimentar una base sólida para los principios republicanos, que sólo pueden ser valiosos ante una sana y ascendente educación del pueblo, que era el fin perseguido por Canalejas.
Su clarísima inteligencia, auxiliada por su hermosa palabra que reflejaba una limpia conciencia, alcanzó nuevos triunfos parlamentarios. Las Cortes de 1887 le encomendaron la presidencia de la Comisión de reformas militares, después de haber desempeñado durante tres meses la subsecretaría de la Presidencia del Consejo de Ministros. En Junio de 1888, siendo tercer vicepresidente de las Cortes, fué llamado a formar parte del Poder Ejecutivo como Ministro de Fomento, con cuyas facultades prestaba especial atención a la agricultura, dictando acertadas medidas, principalmente, en beneficio de la vinicultura.
Poco antes de la desastrosa guerra que España hubo de llevar con Estados Unidos, emprendió Canalejas viaje a Cuba (1897) del cual volvió a principios del año 1898 para continuar cultivando los principios republicanos sin salirse del partido liberal acaudillado por Praxedes Mateo Sagasta y en varios elocuentes discursos que pronunció Canalejas en el Congreso de Diputados, señaló claro y terminantemente sus aspiraciones democráticas y anticlericales, dando así otro paso más para ir quitando estorbos y preparar así la solución del problema social.
En 1902 formó parte del gabinete Sagasta como Ministro de Agricultura, Industria y Comercio, pero dimitió a los pocos meses por encontrar insuperables dificultades para poder desenvolver sus planes, especialmente en lo concerniente a las relaciones entre la Iglesia y el Estado, o, mejor dicho, entre éste y las órdenes religiosas, emprendiendo después de su renuncia, una campaña por las provincias españoles, pronunciando valiosos discursos en pro de la reducción de las órdenes religiosas y la supresión de los latifundios.
En 13 de marzo de 1900 fué elegido académico de Ciencias Morales y Política y en 15 de diciembre de 1904 académico de la Real Academia Española.
Después de la caída de Moret, fué llamado a la presidencia del Consejo (febrero 1910).
En la cuestión de Marruecos intervino con acierto, terminando las negociaciones diplomáticas en forma satisfactoria para ambos pueblos con la firma de un tratado amistoso.
Fruto de su política fué la aprobación de la llamada ley del Candado (27 de diciembre de 1910), que prohibía el establecimiento durante dos años de nuevas asociaciones pertenecientes a órdenes o congregaciones religiosas, si más de una tercera parte de sus individuos fuesen extranjeros; también sustituyó el juramento por la promesa en los actos públicos. Por estas y otras acertadas medidas antirreligiosas, interrumpiéronse las relaciones entre España y el Vaticano, levantando por lo tanto una ola de protesta entre los amantes de la supremacía religiosa; pero tan grande era el respeto y la admiración de todos los hombres liberales hacia la obra fecunda de Canalejas, que cuando se creía inminente una crisis de gabinete al plantearse la, cuestión de confianza (19 Enero 1911), le fueron ratificados los poderes y la crisis se resolvió rápidamente.
En el exterior empleó Canalejas toda su actividad en llevar a Marruecos la civilización española, y cuando la conclusión del acuerdo de noviembre de 1911 entre Alemania y Francia, hizo Canalejas negociaciones directas entre España y Francia, defendiendo con extraordinaria tenacidad todas las ventajas que el tratado de 1906 concedió a España referente a Marruecos.
Otro de los acontecimientos sobresalientes de su gobierno, fué la forma enérgica y conciliadora con que resolvió la huelga de los ferroviarios españoles y que aumentó su popularidad en el mundo entero (octubre de 1912).
Pocos días después (12 de noviembre de 1912), fué don José Canalejas y Méndez, asesinado por el anarquizante Pardiñas en circunstancias en que el ilustre político se hallaba detenido ante el escaparate de una librería. No queremos inquirir a qué fracción anarquizante pertenecía su asesino; sólo recordamos que Canalejas, a causa de la sencillez de sus costumbres salía siempre a la calle y en sus viajes como un simple t particular se encontró en uno de sus viajes con un curilla que iba sentado en el mismo asiento y que, sin reconocer a Canalejas, hablaba execramente del presidente de ministros, a lo que replicó éste sin inmutarse: "Si algún día asesinan a Canalejas, que busquen al criminal entre el clero y lo encontrarán".

Libro: Biografías de la Revista Balanza
Autor: Joaquín Trincado
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