Hora 20 y 30. (Posesión Portillo)
- EMEDELACU

- 29 oct 2024
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Se reanudó la sesión y posesionado dijo. Manuel Papa del siglo XII. Heme aquí otra vez. No soy, no somos lo que éramos y afirmamos que estamos dentro de la gracia de la justicia y equidad de la ley, en virtud de los santos principios que sostenéis y en virtud de las plegarias y de la misericordia del Padre, atendiendo los dictados del hombre juez. Gracias.
¡Cuántos siglos de aberración los que manchados estamos del negro barniz de nuestras obras!... Pero llegó el momento dichoso, que llegáramos a esta piscina de las aguas de la justicia basada en la ley de amor. Santo principio que de ese Dios habéis recibido y que nosotros no quisimos conocer, bendito amor y benditos los Mesías del amor.
Pero hace dos horas estaba al margen de la ley; y si el juez no cediera... ¡Oh dolor!... Ahora, llego ya dentro de la gracia, primero y segundo a reivindicar a los que comulgaron en mis erradas ideas y en mi maldad.
Quedan ahora, sobre la tierra, los prejuiciados y mal inspirados por nosotros y quisiera verter esta gracia sobre ellos y la luz, como lo hacen vuestros Maestros sobre vosotros; vuestros Maestros... y ... nuestros Maestros desde hoy.
Mas, no me toca a mí que tengo que lavar mi hollín, ser el plenipotenciario del Padre de las misericordias, ni soy digno de ser el portero de ese ministro. Pero digo en nombre de todos los que hemos jurado, no dejar de ser hombres de valor para el bien, como fuimos para el mal por aberración y malicia, por el imperio de la carne y de las pasiones por prejuicio de los que se arrodillaban ante nosotros que bendecíamos y dábamos las gracias que no teníamos, a costa de bienes que no trajimos con nosotros y a costa de nuestros prejuiciados y cortando existencias que tenemos que pagar... Que tremendos secretos, juez nuestro, encerraste en la Kábala. En tan hermético viril, en vano en 19 siglos, hemos tratado de descubrir…
Hemos visto el cuadro tremendo que se nos ha presentado; mas no nos hizo toda la impresión que podíais suponer, por nuestra maldad y por qué en nuestras existencias, reproducíamos para nuestros engañados creyentes algo de ello, aunque no en todo su horror. Más nos impresionó la inmersión que nos han hecho en aquel río nauseabundo de aguas azufradas y color de sangre; y, aunque Mesías fuéramos entre antropófagos, no nos libraríamos de los horrores que presenciamos y preferimos ser los últimos soldados en las filas de nuestros mesías y juez de amor, donde esperamos, por nuestro esfuerzo, un día, cantar el Hosanna de los vencedores.
Reconocemos que nuestra obra era en perjuicio de la humanidad y nos llegaron unos misioneros con doctrinas de Jesús, que su fundador, el gran Loyola, tomó reveladas por el Maestro Jesús: pero nosotros los dogmatizamos e hicimos los hijos del Dios que representábamos; pero éstos luego, se apoderaron de nosotros mismos.
Más hoy, humildes volvemos al redil del Padre; al rebaño del buen pastor, como hijos pródigos a la casa paterna, como náufragos que con ansia de salvación nos asimos del ancla que nos tendieron vuestros Maestros… y nuestros Maestros. El Gran Xavier, Maestro de los Maestros que supo elevarse, aunque vistió alba y estola como nosotros, jefe de los espacios y Espíritu de Verdad anunciado por el Maestro Jesús, a quien tanto hemos vilipendiado. Perdónanos Jesús. Ya te seguiremos; conocemos y confesamos nuestro error de principios y nuestro sistema de mordaza.
Ya vemos el espíritu de luz, que nos enseña su luz mil veces más brillante que el Sol y nos enseña la hora que marca la esfera del Padre y, un minuto más y sería tarde para nuestra reconciliación.
El acuerdo está tomado; pero es necesario pronunciarlo. ¿Qué hacemos? Contestad todos. Rompamos ya banderas y estandartes de todos colores y vayamos hasta la tierra que hemos deshecho en mil jirones y sacudámonos para que no nos quede ni el polvo de nuestro hollín.
Reconozcamos; correspondamos a esas sílfides de luz y progreso que nos enseñan su luz; esos que fueron como nosotros y hoy son estrellas de gran magnitud por su luz. Loor a sus misericordias, loor a su trabajo; loor a su amor; contestadme hermanos, por todos hablo, pero no puedo responder más que por mí mismo: Los Maestros dicen: “Solo debe haber voluntad” ¿Oís el clarín? Ved la fiesta preparada para celebrar la vuelta del hijo pródigo. Veis las horribilidades del mundo a que somos destinados. ¿Qué preferís? Si esto, el horror os acompaña; si lo otro, empezamos el camino para llegar al solio de la sabiduría; de la sabiduría que sirvió a ellos y a nuestros humildes jueces como sílfides de luz. El momento es llegado. ¿Juráis?... ¿Sí? ¡Oh momento feliz!... Yo, en vuestro nombre lo repito... Juramos seguir al maestro Jesús, quinientos mil cincuenta y cinco jefes que fueron de la religión cristiana; no de Jesús. Juramos ante el Dios de amor y los Espíritus Maestros del espacio; ante los hermanos intermediarios los Mesías enviados del Padre, ante la iglesia universal donde no se levantan altares más que en los corazones que sienten el amor puro y santo del Padre, juramos seguir los caminos de luz que se nos muestran y, acatamos la justicia de la ley y reconocemos la autoridad del Mesías Jesús a quien hemos ofendido y pedimos a nuestro juez que recoja y acepte nuestro juramento. En nombre del Padre, en Justicia, lo acepto.
Y ya que hemos jurado y acatado la ley, hermanos míos, consideremos ahora, que, aunque los últimos soldados de las filas, militamos bajo el gran Xavier, Maestro de los Espacios a quien conocemos; tenemos por jefe a Jesús Maestro de Amor y libertad; por instructores a María la gran mujer, toda bondad, al Patriarca Joaquín, Teresa de Jesús y todos esos infinitos sílfides de luz.
Aún más; nos recibe el juramento y nos sentencia el Juez enviado del Padre; el que esperan los israelitas entre nubes de oro y carros de fuego, pero... ¡Oh inmenso misterio! ... Él vino en humildad y pobreza, porque el orgullo y la ostentación perdió siempre a los hombres y ¡Oh...dolor! ... Es aquel que hemos ahorcado en Sinigalia porque luchó y derrotó al Papado en Alejandro VI y él era y es el tan esperado y tan temido juez que hoy en nombre del Padre nos absuelve en verdad de verdad. Hoy, no podemos medir este acto y, solo podemos decirte... Gracias por tu amor.
Aún más; un hombre de tiara, viste el sayal del obrero; lo encontramos intermediario; es el sabio de ayer y más sabio hoy y me sirve de intérprete; él era Pío II, y que fue y es hijo del profeta que unió 50 imperios; este es el instrumento, intérprete e intermediario que me ha ofrecido el juez y es justo descubrirlo.
Somos los últimos soldados, pero nos queda un honor; no estamos excluidos del amor del Padre.
Aún hay más; se nos abre un cartel para alentarnos; en él vemos escritos muchos nombres de compañeros que vistieron nuestro traje, pero ellos supieron tejerse y vestirse de aquel otro que visten hoy; nosotros no lo hicimos y nos vemos desnudos, pero nos enseñan a tejerlo. En este cartel veo a muchos, pero cito a Loyola y al Gran Xavier que es el Espíritu de Verdad y la luz más grande que hay en el espacio y, todos nos ayudan, todos nos enseñan, pues mientras ellos aprendieron la verdad, nosotros quedamos ignorantes.
Yo, que ya me veo más grande; que ya me siento más etéreo, ya siento amor por todas estas razones y por qué amamos al Dios de la unidad.
Ya me siento con ánimos; sentirlo también vosotros y, ayudemos a demoler de una vez a la iglesia pequeña como la llamó Jesús y Xavier, porque fue causa de nuestra derrota, ¿Qué hemos de temer? ¿No somos nosotros derrotados en esa Iglesia? Pues ayudemos al que viene a demolerla.
Felicitamos a los misioneros, a los vendedores de sí mismos, a los vencedores de la mentira y de nuestros errores, sin necesidad de recurrir a las armas y al derramamiento de sangre de que tanto hemos abusado; impongámonos esta obligación en agradecimiento a la mediación y al amor que nos demuestran.
Juro por toda la comunidad y firmo en 4 de febrero a las 8 y 30 de la noche, ante Jesús el ofendido y no el Cristo; ante María de Nazaret, Juana de Arco, Loyola y el Gran Xavier Mesías Regenerador y los espacios de luz que presentes están y pedimos como prometemos, el amor de nuestros hermanos en nombre del Padre, que nos envíe su luz.
Manuel Papa del siglo XII.
Y vosotros Mesías heroicos, lleváis la batalla ganada con el arma poderosa de la sabiduría del Padre y del Amor Universal de que sois depositarios; nosotros ayudaremos a que nuestros hermanos que en la tierra quedan, a que quiebren sus armas, para que no derramen más sangre.
Ya los himnos se entonan; ya los abrazos se cruzan; ya vibran los clarines de retirada y una luz blanca anuncia Paz y una luz violeta amor.
Yo recibo el abrazo de todos para vosotros y me retiro con vuestra bendición.
Adiós.
El médium continuó sin perder posesión y dijo:
¡Pobres mis hermanos! horas deseadas: bendito el Padre; bendito el amor, bendito el Espiritismo salvador, benditos vosotros que el amor os guía.
Cuantos siglos en esta posición; por fin hoy se ha roto el instrumento de mi martirio, aunque no se han acabado mis sufrimientos, porque aún quedan muchos “Negros de hollín”; pero los que más me dañaban por su ofuscación y maldad, hoy los dejo libertos; los que amalgamaban los principios ya han jurado y cumplirán su juramento de rectificar su obra; los hijos pródigos, han vuelto a la casa del Padre.
Hace un momento, clamaba que era injusticia de la ley; pero al hablarles a su conciencia en el juicio definitivo, les asustó la administración de sus conocimientos y talentos; les asustó la morada que se habían creado: les asustó ser jefes de antropófagos y acataron la ley y ya se complacen en ser los últimos en las filas del Padre; ya lloran sus errores y los más bellos propósitos son hechos.
Su impotencia ante la ley; ante la justicia de esta ley por la que “No se puede servir a dos señores”, les doblegó; tal vez no medió en ellos el arrepentimiento en aquel momento; tal vez ha sido el terror de la morada que en este momento ocuparían lo que los doblegó; pero una lágrima, aunque sea de importancia tiene valor en la justicia y ley del Padre y, esa lágrima lavará las manchas de su aberrada conciencia y será el principio de su regeneración; bendita hora, bendita justicia, bendito el amor del Padre, bendita la solidaridad.
Tremendo fue el choque, ante la grandeza del cuadro que su vista presenció y fue motivo de confusión la luz frente a las tinieblas, como te lo anunciara Xavier, en la comunicación de hebilla de cierre para tu libro “Buscando a Dios”; ante la luz irresistible, ante el amor del tribunal que los juzgó, ante el cuadro de horror de la morada elegida, reconocieron su obra, se reconocieron a sí mismos y viéronse desnudos, pasando por su vista el poder del Padre confiado a la humildad de los misioneros, cayó el velo de sus conciencias y asomó la primera lágrima y el ancla les fue tendida y se asieron para salvarse, porque sus almas han pasado hasta el lugar donde no reside el amor ni la libertad, ni el trabajo.
Dominados por la carne; poseídos del orgullo de la supremacía que se han atribuido tantos siglos, se ofuscaban en ver injusticia en la ley; pero el juicio era inapelable; no cabían más tiempo entre los hijos obreros del Padre; era la hora de separar el trigo de la cizaña y empezaron a llegar los aventadores; enseñóseles el horno donde debería quemarse la cizaña con su misma paja, pero se les tendía el ancla. “Sólo voluntad se necesita” se les dijo; y el pastor, el Viejo Pastor, tendió su cayado y llevó al redil sus ovejas descarriadas; el Padre preparó sus mejores galas y recibió en su seno a sus hijos negros de hollín que le llevaron sus hermanos, cumpliendo la profecía de nuestro Padre Abraham en su testamento.
¡Cuánto tiempo pregonado este hecho por las profecías y los Mesías! ¡Cuántas veces intentado, ora por las prédicas, ora por fenómenos de terror y de amor! Pero siempre por la malicia, por la ofuscación, por las pasiones, fracasaron los misioneros; pero todos dejaron semilla, que fructificaba mal, porque había de crecer entre la cizaña; y, ya, solo una esperanza me quedaba; un deseo de salvar a esos desgraciados me sostenía en mis horribles padecimientos y se dio la tregua definitiva; era necesario por el amor del Padre: había de aparecer el que juró reivindicarme y en mí a la ley y ese llegó con sus poderes y comunión con los espíritus de luz.
Era llegado el momento; estaban reunidas las circunstancias contenidas en la ley y anunciadas en la profecía y se les llamó legalmente y legalmente han sido vencidos con el arma del amor.
El Padre se complace con su vuelta al hogar y la comunión con sus hermanos. Bendito amor, bendita hora, porque la victoria obtenida en esta fecha histórica, hará que los hombres, menos influenciados en el mal, en un lapso de tiempo corto se pongan de acuerdo, como el que se ha hecho en dos horas en el espacio.
Hoy, ya es menos difícil de conseguir la unión de los hombres en la tierra, no por la ley escrita en los códigos de letras, sino por la ley escrita en la Cosmogonía que es inmutable y justa y que la tienen en letra para darla a conocer en un solo día a los hombres que comulgan en la ley del Padre y en un tiempo corto darla a todos sus hermanos.
Entre el hombre de la tierra y lo que es en espíritu, no hay diferencia más que en el cuerpo material, que muchas veces hasta que es sabio, es inconsciente a cuanto le rodea al primero, y el segundo, es consciente de sus hechos si se ha libertado del prejuicio y del orgullo; pero el espíritu, aun siendo consciente, en la época que reside encarnado en la tierra, se ve contrariado y sufre y es justicia darle tiempo a su rehabilitación y venimos a enseñarle el camino por medio de los misioneros que traen la luz y como bálsamo del Padre lo derraman sobre sus hermanos; sobre esa comunión de hombres de amor que están en comunión con los espíritus del Padre, ya sabios y luminosos.
El hombre, no es más uno que otro; sólo que la inconsciencia de muchos, es aprovechada por el orgullo de unos pocos y de ahí el desequilibrio; pero todo es hechura de sus obras.
Luego, en estado de espíritu y hasta que el escarmiento y desengaño les da valor para libertarse, se ven desnudos y toman el ejemplo que les ponemos por delante, de muchos que se tejieron hermosas túnicas que visten de bellos colores y radiante luz.
Esa luz que deslumbra a su conciencia, les da valor para volver a la lucha: pero ya en la tierra, la olvidan por el prejuicio y porque fueron débiles. Vuelven al espacio y otra vez se encuentran desnudos y su padecimiento es horrible y a veces nace el odio a la causa de su desnudez.
Pero los que en la tierra han tenido la supremacía y han vestido de escarlata y gustado con lujuria toda la atracción de la materia, cuya vestimenta solo podía representar la concupiscencia y el crimen, éstos, se rebelan contra la ley y la justicia y se reúnen en comunidad para hacer reinar la carne y llevan su influencia a donde están sus afines en la maldad y de ahí todos los desastres y hecatombes de la humanidad y la muerte de la materia de los misioneros del Padre.
Hoy, el primer día del juicio y ante tal cuadro de grandeza, hubo que someterse a la ley y la justicia; y el Padre, que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, les recibe en su seno y quedan comprendidos en el amor.
Ahora, caminamos con prisa y por caminos paralelos y rectos al estudio del infinito Cosmos y esta es la ley a que aludía en el día de mi martirio. Este es el día anunciado del espíritu en lenguas de fuego, que ha caído sobre los Espíritus Maestros del mal y ha sido presenciado por el que juró la reivindicación y es el juez nombrado por el Padre en los Consejos de Sión, acompañado de sus ayudantes que representan, uno, la voz universal y el otro el ojo del Padre que todo lo ve. Benditos sois del Padre, que en vosotros se complace; benditos sois de vuestro hermano a quien quitáis la negra cruz que le cargaron los insensatos y benditos sois del Universo infinito que os ayuda.
Aun, los que quedan para un segundo juicio, son auxiliados por el estudio a que se les somete; y los que están entre vosotros encarnados, no tendrán ya fuerza moral, porque, los hoy admitidos en la casa del Padre obran como misioneros; y en vez de influenciar para el mal, influencian ya para el bien, por los estudios que hacen de su estado; y tal será su influencia, que aun las madres se opondrán a dar hijos a la causa del mal.
En el segundo juicio, no les queda más remedio que someterse a la ley, porque los pastores que descarriaron el rebaño están bajo el cayado del Viejo Pastor y están asidos al ancla salvadora de la Universalidad y unidad cosmogónica.
Es el día del juicio que reclaman los espacios para los escépticos; y en miraje a ellos, como espíritus engañados, les juzgareis en amor, pero con justicia en la ley.
Los que quedan entre vosotros; hijos de la carne, apóstoles del error, serán vencidos en su carne y a la faz del mundo los juzgaremos en el rigor de la ley dentro del amor; y los equivocados ya verán el sendero que les conducirá al camino ancho de Sión; los que no acaten, serán remitidos a la morada del terror, pero todos al final, reconocerán la justicia de la ley y el amor reinará entre los hombres.
La paz sea con vosotros.
Jesús de Nazaret.
Las comunicaciones y trabajos de desdoblamiento, contenidos en este libro como en los anteriores, han sido escrupulosamente copiados de los apuntes tomados durante la manifestación, debiendo advertir, que al copiarlos, he sentido la presencia del espíritu comunicante, intuyéndome el complemento de los apuntes; además han sido leídos correlativamente a los ocho días de haber sido dictados por los médiums o sea en la siguiente reunión a los mismos oyentes que han ratificado su conformidad de lo oído de boca del médium y los escrito y leído.
Doy fe yo.
Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo II
Autor: Joaquín Trincado
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