Febrero 27 de 1912. (Portillo)
- EMEDELACU

- 7 nov 2024
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Dibili gabis, gabis fi degui, degui qui agui, ju angui begui.
Divina vida, que Dios da a sus hijos con puro amor.
Dice así. Vida divina, vida que Dios da a sus hijos con puro amor.
Continuó y dijo:
Oh, Padre mío… Padre del Universo. Padre del Universal Amor. Padre de la universal familia…. Gracias.
Paz hermanos, el amor os una. El amor impreso en la luz; el amor ley universal; el amor, por el que palpitan todos los seres de toda la Cosmogonía; el amor, principio y fin del progreso, es el galardón que el Padre da a sus trabajadores de todos los mundos del Universo.
El Universo está conmovido y fijo sobre vosotros… Oh, hermanos heroicos que juzgáis en la balanza del amor que el Padre os confió, a los espíritus de los espacios que pertenecen a la tierra y a los hombres que la pueblan, cuando se cumple la profecía del advenimiento del Espíritu de Verdad.
El Espíritu de Verdad, que ya había pasado del progreso dado a la tierra y vivía en mundos de felicidad rigiendo los Consejos del Padre, en su amor, ve acercarse el mundo tierra a la meta que en sus sucesivas existencias había jalonado sobre ella, conviene ser anunciado su advenimiento y a anunciarlo vino Jesús, espíritu libre y de amor y se impone el sacrificio de habitar entre vosotros y llevar los hermanos de la tierra, a la comunidad universal.
Se acerca la hora de llegada, El Espíritu de Verdad toma carne y explota los flacos de los hombres y va llenando los preliminares de su anunciado advenimiento y hace descender, precediéndole, en cumplimiento de la profecía, los ángeles y los santos, representados en los espíritus sabios, de libertad, de justicia y de amor, que han predicado entre los hombres esos dones.
Volvieron al espacio estos ángeles y santos llevando a la balanza los progresos de la tierra y la Universalidad reclama la entrada de este planeta en la cadena luminosa de los mundos que viven de su propia luz.
Se dio el aviso y cumplidas las señales de los truenos y las lenguas de fuego representadas en el descubrimiento de los secretos de la naturaleza y las ciencias, que se acercan a la sabiduría del Padre; repercute la profecía en los mundos de la Cosmogonía y desciende en toda su majestad a los hombres, el Espíritu de Verdad y, hoy… ¡Oh dicha para mí!... Vengo a dar la confirmación de que su voz la hemos oído.
El astro genésico, respondiendo a su amor, manda y descendemos los ángeles y santos, espíritus de luz, de progreso y de amor, que no pertenecemos al mundo tierra y que habitamos en mundos de amor, somos ordenados por el Padre y autorizados por el Espíritu de Verdad. Mesías Regenerador, para llegar a nuestros hermanos y confirmaros en nombre de la Universalidad, que la hora de la Verdad os llegó.
Al descender hasta vosotros en virtud del llamado y la voz estridente de… JUICIO, corremos los espacios… Y… ¡Pobres hermanos!... Tienen miedo de acudir al Juicio, porque al oír la tremenda voz de la justicia que ha sonado en forma de sonora trompeta… Ha sido un momento de debilidad, un momento de confusión, un momento de vergüenza al verse desnudos.
Pero la calma se restablece en ellos, porque el Padre que es de misericordia, les dice por los misioneros, ángeles y santos de otros mundos que hemos descendido a los hombres; seréis juzgados en amor y nadie es desheredado; y para fortificarlos, se les ha hecho ver las distintas moradas, para que por voluntad propia elijan la que les acomode, de lo que sólo ellos son responsables.
A fortificarlos, descendió antes como sabio y los ilustró, el que ahora ha descendido en toda su majestad anunciado en las profecías y prometido por Jesús, el Espíritu de Verdad, a confirmar el tribunal que forma el hombre que en verdad lo reconoce la Cosmogonía.
Venir vosotros, espíritus del espacio de la tierra los que aún no habéis sido juzgados y reconocer al hombre que había de venir entre las llamas de fuego de la sabiduría. Venir hombres de todos los ámbitos del planeta tierra y someteros a la ley que el Juez trae, porque vuestro mundo pasa a la luz y os lo afirma en nombre del Padre Universal, un espíritu que pertenece a un mundo de dicha y felicidad, que en la grandísima distancia que lo separa su órbita de la vuestra, no son ajenos aquellos mis hermanos, de las luchas y del progreso de vosotros, terrestres, porque estáis con ellos, incluidos en el índice del amor del Padre.
Al pasar la tierra a la luz, no puede llevar sobre ella hombres desnudos y tiznados por sus obras y se abre el Juicio para pedir cuenta de los talentos que el Padre os dio.
Es necesario lavarse el tizne y vestirse el traje de luz de la sabiduría y del amor; y al caso, se os abre el tribunal donde se os juzga en amor, por el hombre que se ha impuesto el sacrificio en un juramento solemne y que fue anunciado muchos siglos ha.
Oíd su voz, acatar su ley que es de amor y no puede errar, porque venimos como lenguas de fuego y le traemos el Código del Padre y depositamos en él, nuestro grano de amor tomado de la misma ley, para vosotros.
Su código, es la ley escrita en toda la Cosmogonía e impera en las almas, pero que muchas veces se vela por las nieblas de la ignorancia; pero llegado el día señalado, venimos en llamaradas de luz y descorremos esos velos, dejando al descubierto vuestros equívocos y os avergonzáis al veros desnudos. Por eso corremos y os tendemos el efluvio de nuestra inspiración y empezáis a reconocer vuestra desnudez, que pronto queréis cubrir y buscáis el vestido único para todos los seres contenido en el amor; en ese Código que el Juez os lleva, donde su único capítulo es el amor del Padre, en donde están las brújulas que indican el Norte y los jalones que debéis recorrer. Más la confusión os detiene y venimos nosotros que somos obreros de la primera hora de los códigos, derivación del código de amor del Padre y os entregamos el hito, que no debéis romper, con el cual llegaréis hasta nosotros, para continuar después hasta otro jalón, hasta el infinito.
Nosotros, habitamos una morada armoniosa, tan retirada de la vuestra, que aún su luz no ha bañado a la tierra. Pero, está en la ley y venimos sus habitantes y os traemos el ósculo de amor, porque os oímos en vuestro clamor; porque os vemos en vuestras luchas y porque nos liga el amor.
Nosotros venimos como hermanos mayores; os alumbramos en las tinieblas y la ignorancia y os pedimos llenos de amor, que hagáis con nosotros la gran fraternidad, reconociéndonos como hermanos que sois y el Padre quiere que reconozcáis la fraternidad universal.
Nosotros, que hoy vemos cumplirse la ley, llenos de alegría, exclamamos. Benditos los ángeles. Benditos los santos que como llamas y lenguas de fuego llegan hasta las tinieblas, produciendo el horrísono trueno en su choque con las tinieblas y despierta al hombre de su letargo. Benditos los hombres que al estruendo del trueno y a la luz de las llamas y la palabra de la lengua prestan atención y se aprestan al trabajo. Benditos hombres que respondiendo al llamado forman el tribunal del Padre, imponiéndose el sacrificio de la tremenda lucha con los espíritus del espacio y los de la tierra. Benditos, porque arrostran con valor las imperfecciones de sus hermanos ignorantes. Benditos, porque rompiendo las telas de la atmósfera y cortando los espacios, vienen en espíritu entre los habitantes de mundos lejanos, de lo que testigo soy. Sí, benditos, porque supieron ser dignos de atraerse el amor y las miradas de la familia universal. Benditos, porque a ellos descendió el Espíritu de Verdad acompañado de los ángeles y santos que en vuestras letras tenéis anunciados y que son espíritus de luz, que hombres fueron y, benditos, porque con su esfuerzo nos ponen en comunicación con vosotros, hombres de la tierra, hermanos nuestros.
Esta es la voz del Espíritu de Verdad, que por mí llega hasta vosotros, y os dice; llegad hasta mi asiento, donde sólo la sabiduría, sólo el trabajo, sólo la humildad, sólo la justicia, sólo el amor, tienen cabida y en donde, todo es dicha, alegría y felicidad, porque sólo el amor reina.
Hermanos de la tierra. Oíd nuestra voz; acoged la palabra del Juez; no temáis su sentencia, que será de amor, si os desnudáis del prejuicio y la ignorancia.
Ese nombre, temido porque fue desfigurado, resuena en todos los mundos, porque encierra la justicia. Los hombres tiemblan en él. Los espíritus de luz cantan en él el Hosanna de los bienaventurados.
Él, como hombre, sólo sacrificio espera por vuestra ignorancia; pero la luz está sobre él y las tinieblas serán vencidas.
Deponed vuestro orgullo, cortad las discordias; elevaos en espíritu y verdad al Padre, que es hora de vestir el blanco velo de la paz del alma; es hora de cubriros con la luminosa túnica de luz, adornada de las perlas del trabajo; es hora de reconocer la justicia de la ley y con ello veréis, que el hombre a quien teméis, sólo amor os lleva, porque vive en el amor del Padre. Os dejo mi saludo en el idioma de mi mundo como sello de que hemos venido en nuestro deber.
La paz sea con vosotros.
Juilis Juilis del Gof Duf.
Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo II
Autor: Joaquín Trincado
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