Febrero 11 de 1912. Hora 21. (Portillo)
- EMEDELACU

- 7 nov 2024
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Buenas noches... Cuánto placer. Cuánto júbilo. Cuánta armonía. Cuánta satisfacción en la Universalidad de los mundos, solo por ser el feliz momento de la resurrección de la humanidad terrestre, miembro integrante de la familia universal, porque el hombre y el espíritu que una misma cosa son, se unen, después de haber vivido divorciados en su unidad, en un presentimiento errado por la malicia de los sacerdotes supremáticos; por la división del jardín terreno en girones de razas y religiones antagónicas todas de todas y, todas viven del error y de la ignorancia; pero todas sienten el vacío, pero ninguna se ha atrevido a llenarlo, porque saben que su dogma se anularía y esquivan la solidaridad y por esto no han conseguido la estabilidad pacífica y sólo han podido vegetar a costa del sacrificio y de la ignorancia.
Pero, por fin, llegó el venturoso día de la justicia y el deseado momento en que, los unos y los otros han de comparecer y responder de sus obras y ser juzgados en justicia y amor, ven la verdad y se unos los unos y los otro en el espacio y trabajan luego en la unión de los encarnados.
El uno y el otro mundo, el corporal y el espiritual, girados por el mismo eje cardinal del movimiento universal que sale del ser increado, empiezan a girar en consonancia cada uno en su grado; y la semilla que había vegetado ahogada por la cizaña, empieza a extender sus ramas, se llena de hermosas flores y pronto el fruto estará sazonado y podrá ser comido, porque ya, las espinas de que ha estado rodeado, han sido arrancadas por los obreros del Padre.
La esperanza nos alentaba, porque veíamos, que a pesar de las redes tendidas y las espinas con que habían rodeado la verdad, ha habido espíritus valerosos que han remontado su vuelo en raptos de amor, rompiendo las mallas de la enredada red y con los pies ensangrentados de hollar las duras espinas, llegaban en atrevido desdoblamiento del ser consciente y daban voces de auxilio; inquirían la verdad; escudriñaban los movimientos; conversaban con los seres de los mundos a donde llegaban. (Siendo yo testigo de estos raptos) y los espíritus de amor, les daban valor, los alentaban en la lucha y, llegaron hasta Sión, donde los Consejos de Dios decidieron el alistamiento inmediato de la tierra a los mundos que viven de su propia luz. Lo que vengo a confirmar.
¡Justicia... Justicia!... Clamabas. ¡Oh, hermano mío! Y los espacios te oían y secundaban tu pedido; los Consejos del Padre se reunieron y la esfera universal marcó la hora y la justicia fue decretada.
Y como la ley es única y representada en todo el Universo, la sanción del decreto de justicia fue sancionada en amor.
Feliz momento, porque la verdad se yergue en su pedestal de luz y todos la pueden ver; feliz momento en el que, y por el cual ha sido hecho el juramento de trabajar en la obra del Padre, bien como espíritus o ya como hombres, por lo que, el espíritu acepta y el hombre acata la justicia; y como tiene la verdad a su vista, conócela sin prejuicios y establece la unidad.
Ya en la unidad, crecen y se iluminan e irradian su luz a los pequeños, estableciendo el equilibrio y la ley única, que es el galardón primero; el amor; porque no se niega a cada cual lo que le pertenece.
Con esto, su luz es hecha. Y como la luz viene de Sión, allá se encaminan los hombres y los espíritus; éstos en su libertad y los hombres en su desdoblamiento, todos van buscando el centro de su afinidad por voluntad y porque la ley los lleva.
En la oscuridad del error, se deliberaba por reconocer supremacías y empequeñecer a otros. En la luz, se han dejado las deliberaciones, porque cada uno en su conciencia se siente igual y reconoce un principio de autoridad en la virtud. Entre los dos puntos, ha habido un largo lapso de tiempo, que ha costado mucha sangre y esta, clamaba en odio, por la materialidad en que el hombre vivía; pero ya, muchos han oído la voz de redención y de entre éstos, han salido los misioneros que fueron enviados de Sión. Pero muchos también han desatendido la voz amorosa que de los espíritus llegaba, por el vacío que sentían que no se atrevían a llenarlo por el prejuicio y porque se verían ignorantes siendo tenidos por sabios.
Por el prejuicio, se ha hecho chiquito el hombre de la tierra y los prevaricadores les hicieron creer que estaban desheredados. Pero hoy se les dice, que todo en virtud de la ley del Padre está sujeto al engranaje admirable del progreso, indefinido e infinito, a que todos somos sometidos; y todos trabajamos, ora como espíritus, ora como hombres, ora habitando mundos tierra, ora en mundos más perfectos y siderales.
Esta es la ley y se le dio al hombre de la tierra, largos siglos ha; pero se interpusieron los que querían vivir de la materia; se mandaron misioneros y se les aniquiló por la interposición de añejos errores y parecía triunfar la voluntad de la supremacía: y, los unos extraviados por su materialidad y los otros prejuiciados por los prevaricadores, parecía no llegar la hora deseada. Pero clamasteis... Justicia... Y la justicia empezó los juicios definitivos.
Los que no quieren oír; los que han retenido el día de la luz, se encastillan en sus formidables trincheras; y a pesar de su prevaricación porque se estimulan los unos a los otros para seguir viviendo de la carne, no comulgan con el credo de la unión donde no hay supremacías; quieren seguir siendo lobos alimentados con sangre del mismo lobo y, a pesar de todo esto, quieren ser libres; protestan de que se les someta a la justicia; quieren seguir viviendo de la sangre que los tizna, sin buscar las aguas cristalinas donde se refleja la verdad, pero acusa al delincuente.
Mas es tan grande la sabiduría del ser increado, que en todo ha marcado el derrotero que ha de seguir la ley, sin coartar la libertad del espíritu; y, para el que quiera vivir de la carne; moradas hay de carne; como el que busca luz encuentra luz sobre luz.
Coloca el Padre al hombre, sobre el néctar de su amor; pero el hombre se desvía por seguir el canto y atracción de la materia y por prejuicios se han hecho unas ciencias llenas de vacíos y ha prejuiciado en el terror, a la grey ignorante atribuyéndole castigo, porque un día no salió el sol a su vista, en que cifran toda la belleza, porque no han comprendido la belleza que hay más allá.
Aún la misma ciencia de la astronomía naciente que tenéis, la llenáis de vacíos por el mismo prejuicio; pues viendo mundos habitados a donde llegan sus aparato, no han querido comprender, que éstos mundos, son ovejas del rebaño universal y que más allá estará el Pastor; y aun con estos conocimientos que se os han revelado, por el espíritu de secta, por una falsa posición de esa lepra social que divide a la humanidad en clases, falsean la verdad que con sus ojos ven; y cuando un hombre, en virtud de sus facultades ganadas con el desarrollo de su progreso, desdoblándose, se eleva y atrae las enseñanzas que en mundos de luz recibe, lo han anatematizado; y ellos en cambio, siguen sintiendo los vacíos que no pueden llenar con las leyes de la materia y su corazón se llena de melancolía y se vuelve contra el que le descubre los secretos que él no puede encontrar, por su falsa posición de aberrado.
Con ellos, no estamos los espíritus del progreso, ni pueden llegarles nuestros efluvios, por su orgullo y falsa posición; en cambio, entramos hasta la materia del obrero humilde y hablamos a los hombres de buena voluntad que giran en esa rueda del progreso, ganosos para trabajar para todos y no por simple egoísmo sino con el lema: todos para todos.
Los sabios pretenciosos, estudian libros y leyes que hacen para la supremacía y con prejuicio de la mayoría y, nada entra en su cerebro que no sea la exaltación sobre los demás: por eso, su orgullo no les permite leer la verdadera sabiduría, escrita en la naturaleza.
El obrero del Padre, abnegado y no cuidándose de sí mismo, se hace hombre y se levanta, porque dentro de una ruda y desgreñada cabellera, vibra una inteligencia despejada y clara, para ver y comprender la ley de la Cosmogonía y no se para en la maleza y el polvo de la tierra: sacude el polvo de la polilla y del orín, y se convierte en el rocío sagrado de las almas nobles, que siempre han existido; es el consejo de los... Sabios... el que retarda su progreso, por el vacío que no quieren llenar, porque no abandonan los vicios. Pero el espíritu del hombre humilde y sabio, escribe poesías de los mundos visitados y hace lecturas nuevas y amenas, describiendo la figura noble y hermosa de sus moradores, haciendo latir el corazón en el amor de los que le oyen.
El sabio de la tierra que siente el vacío, en la enseñanza continuada de la hermosura y bellas costumbres de mundos de luz, lo toma alguna vez en su razón y, vacila, porque aún no ve la realidad: pero ya se cuida de conocer, que su razón no rechaza aquel sofisma y que no es pericia literata el escrito; porque, en frases sencillas aunque galanas, dicen lo que él no puede expresar con términos de academia; ya le atrae; ya su conciencia se hace luz y empieza por dejar el camino errado y pronto vence sus prejuicios, porque su alma presiente el camino y se eleva y encuentra luz; mucha luz; y vuelve satisfecho, por que trae conocimientos nuevos y reconoce la obra del hombre humilde y discierne la del espíritu y no se avergüenza de decir “Anduve errado”. Este ya triunfó y otros lo siguen.
Mas otros, no han querido ser conscientes y éstos taimados e hipócritas, han hecho su continente aislado, que no da en sus productos más que flores inodoras, que cuando se secan, perdieron la lozanía y lo perdieron todo; el estercolero solo las puede recibir y en él a fin de transformaciones y la hediondez de las materias, la semilla crece y busca el sol con su cabeza, en tanto que en su pie, da hojas grandes y frondosas que cubren a la vista del pasajero la podredumbre que alimenta su hermosura. Pero el hombre sabio; el jardinero entendido; ve que tal lozanía y hermosura, solo necesita un injerto para cambiar la sabia inodora y hace útil la exuberancia y frondosidad; la injerta y pronto se ve formando en los macizos del jardín, contemplada por el jardinero; he ahí el hombre, antes y después de ver la luz; y cuando estira su cabeza para elevarse, manifiesta que está pronto a ser injertado y venimos a avisarles y les decimos: Dejaros injertar porque llega el momento de la selección y en el jardín del Padre no puede haber planta parásita. Estas serán llevadas a los viveros, donde se tendrán que amoldar por el sufrimiento.
Este llamado, lo hacemos directamente al mundo de los espíritus y sorprendemos sus oídos lo que les causa sopor; no se resisten todos y la inmersión de los obcecados en el mundo de los horrores, les hace meditar y comprenden la justicia de la ley.
Se ven y confiesan que están desnudos y se dejan llevar al jardín de los aromas para ser injertados de frutos saludables y entran en el mundo de los espíritus en verdad progreso.
En el mundo de las teorías, hablamos a los hombres que sienten vacíos en sus conocimientos, porque buscan en el cúbito del análisis de la materia y no encuentran la ley que les llene esos vacíos porque pertenecen al espíritu. El espíritu no es materia que se lleve al análisis de instrumentos materiales.
Ahora bien, nos habéis oído, ¿qué ha resultado del juicio? Vergüenza de culpables. Pero habéis clamado convencidos de nuestra impotencia. ¡Amor… Amor... Amor! Y el hombre juez que representa al amor, pidió y el Padre, que es amor, su ley amor, y amor su obra, os abre los brazos y os dice: “Sois mis hijos y mi heredad os pertenece”. Pero mi casa es grande y se compone de muchos pisos; unos grandemente adornados a la supra perfección; otros más bajos, iluminados y ventilados; otros más bajos, con la luz, donde el trabajo dará comodidad; otros más bajos, con luz reflejada, donde se expía la ignorancia y la ceguera, pero allí llega la luz reflejada y los efluvios de los pisos altos; por fin, hay sótanos, donde la obscuridad, la falta de ventilación crea reptiles, que comparten la triste vida de sus moradores y donde arden en llamas de odio y de ira y destrozan las entrañas y se alimentan de sus mismos cuerpos. Ya veis, sí hay moradas para todos los gustos.
Esta es la casa del Padre, que un misionero os anunció y otro misionero hoy os dibuja y os explica; escoged hermanos míos por vuestra voluntad. El llamado, no es para imponer la fuerza; el llamado del día del juicio que se os viene anunciando siglos ha, ha principiado. Escoged, por que la justicia viene a separar el trigo de la cizaña. Porque el día de la paz ya alborea majestuoso, porque es llegado el reinado del espíritu y el imperio de la justicia.
Pero el alma, en la aflicción, siente renacer el principio que le fue impreso y que estaba ahogado por las aguas turbias y busca una piscina de aguas cristalinas donde bañarse y poderse presentar limpia, aunque desnuda porque le duele volver al lugar donde los espinos clavaron sus pies y atraída por el amor, viene al lugar donde está el bálsamo que curará sus llagas.
Mas, muchos llegaron al lugar del bálsamo y abusaron de la belleza y convirtieron el bálsamo del amor en veneno de amor carnal y la asfixia embotó sus sentidos y fue víctima de la atracción de la carne, porque no trabajó para estudiar ni medir las distancias.
El lugar de la tierra, casa de expiación, recibe los efluvios de los pisos altos de la casa del padre. En ella está el bálsamo eficaz para curar las heridas del alma de mundos anteriores, por y con el amor de familia.
Pero han abusado y tomado lo que no le pertenecía y se han anestesiado y no pueden ascender al piso inmediato, los prevaricadores. Pero están en mayoría los que trabajan, los que toman el bálsamo con medida justa y reclaman de la justicia sanear su piso, para establecer el equilibrio y hacer un jardín de flores aromáticas y, la justicia llega y es su deber trasplantar esas plantas anestesiadas para someterlas al fuego que purifique lo nocivo con el contraveneno de la carne, porque la carne fue su tóxico.
El hombre humilde; el obrero del progreso; encontrará el lago de su salud y el jardín donde el aroma satura sus sentimientos: y encuentra rosas hermosas en la joven mujer, que la providencia de la ley le pone en su camino y, se miran sus ojos; hablan sus corazones y la afinidad de sus espíritus los junta en puro amor por sus cuerpos y, unidos, viéndose pequeñitos, elevan sus miradas al Padre, porque es probable que el jardinero les confíe trabajo y les regale una flor de aroma de su infinito jardín, y por mutuo amor y puros sentimientos, atraen hacia su hogar un espíritu de amor que les colma de caricias y les recuerda el amor del Padre. Estos, por los ojitos del bienvenido, ven un infinito y se elevan hasta el Padre: no los unió el prejuicio ni la ambición; la ley les llevó al cumplimiento de la ley y consigo llevan la piscina del bálsamo saludable, que han sabido tomar en justa medida: el amor impreso en sus almas, fotocopiado en sus hijos.
Hermanos míos: no existe un panorama más bello y de cambiantes arreboles que la unión en el amor, por que es el grano de mostaza en toda su amplitud y desarrollo, hasta cubrir sus ramas el mundo entero, para luego llegar al universal amor.
Mas a los espíritus apáticos y anestesiados por el abuso del bálsamo salvador, no se les da la fruición del bien, porque ellos se han apropiado de lo que no les pertenece abandonando luego su fruto por querer seguir libando el bálsamo hasta anestesiarse y se insensibles al amor puro, que es el lenitivo dispuesto por la sabiduría increada y que se asemeja al supremo goce del espíritu en su mayor progreso, en su mayor ciencia, en su mayor luz.
Hermanos míos, muchos son los que desean saber, cómo vosotros habéis podido llegar y por qué escala, hasta Sión; pero son prejuiciados y pretendidos sabios; y cuando no pueden elevarse y ver como vosotros vivís desdoblados estudiando en la Cosmogonía en espíritu, mientras vuestros cuerpos desempeñan las funciones en la tierra, os bautizan de “locos”.
Pero no pasarán tres generaciones sin que seáis reconocidos en justicia y comunión; pero entretanto algunos apáticos se revolverán contra vosotros y se retirarán del palenque, corridos de su poquedad; sin embargo de la malicia que hace sus últimos esfuerzos, tendréis aroma en fruición y los espíritus de amor, de verdad, de luz, no cesaran de venir a vosotros en nombre del Padre, de donde viene la sabiduría, de donde emana la luz que es extendida con la acción de los espíritus y de los hombres de buena voluntad, de toda la Cosmogonía.
Mi amor os doy en nombre del mundo al que pertenezco.
Vuestro hermano que os dice, luego nos uniremos en verdad de verdad.
Chuilid de Lid. (Marte)
Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo II
Autor: Joaquín Trincado
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