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Joaquín Trincado

Enero 7 de 1912

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 17 oct 2024
  • 9 Min. de lectura

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Habló en árabe un momento y comprendí perfectamente que relataba máximas de la antigüedad, extrañándose de la tristeza de la tierra, cuando tantos motivos de alegría tenemos; declaró que la tierra es un mundo y llegado a un alto progreso y que el hombre debe de vivir alegre en la esperanza del Padre y reasumió en estas palabras.


Tened la tierra por centro; pero el espíritu libre, para llegar a Alá.


Un espíritu de Alá


_________

A continuación, dijo:


¿Por qué y por qué? Y repito, ¿Por qué y por qué la tristeza? Esta tierra que sirve de base al hombre que la habita, está ligada al corpulento árbol de la Cosmogonía y en el árbol está el fruto sazonado en todas las ramas que reciben la luz; todas las ramas han de madurar su fruto a su tiempo: y la rama del mundo tierra, ya le llegó la luz de la verdad y está en el fin de la primavera y pasó de la flor; hay que custodiar el fruto, para que los gusanos no lo dañen; y el gran jardinero, mandó a sus hortelanos  con conocimientos y tienen camino libre para consultar en los casos complicados al laboratorio universal, cuyos químicos son, los espíritus depurados.


A la tierra ha llegado la luz y la luz es causa santa y el lazo magnético de unión fluido-sideral-armónico y por lo mismo trae la alegría en la esperanza y el llenar los vacíos.


La alegría aún no reina, porque los hermanos de la tierra caminan con sus prejuicios y con los elementos necesarios hijos también de los prejuicios; no han llegado a utilizar los elementos del espíritu, únicos que pueden traerle la alegría, por méritos del espíritu, únicos que pueden traerle la alegría, por el descubrimiento de la grandeza de su destino.


Y es que, los prevaricadores de la ley divina, prejuician a los hombres; ellos buscan la palpitación del espíritu o de la tangibilidad de la materia y retardan el encuentro de la alegría en la luz, hasta que el desengaño rompe el lazo oprimente del sentimiento de religión pequeña y se engolfa y se baña en la congregación del espíritu.

Ante el sentimiento religioso antagónico de la verdad, se para estupefacto el espíritu cuando encontró la verdad, la adoración de la gran causa y se admira de la ignorancia que le cegó; pero no se resuelve contra los hermanos que le prejuiciaron; pero entonces entiende su deber y destino y trabaja para destruir la causa que lo prejuició y extravió de su camino.


Pero ¡Ignorancia, ignorancia! No por ignorantes sois libres de responsabilidad, ¿Creéis que por llamaros ignorantes es atenuar vuestra responsabilidad? Ni aun en las leyes que os rigen en la tierra, sois libres por ser ignorantes.


Muchos de vosotros estáis analfabetos con respecto a vuestras letras y lleváis un mundo de conceptos que no desarrolláis por cobardía y por prejuicio; no atenúa la ignorancia vuestra responsabilidad, porque vuestro espíritu eligió la posición; porque vuestro espíritu sabe el camino donde reside la luz y por qué hizo juramento de luchar en esa posición.


No sólo en las clases media y baja, con que distinguís posiciones en la tierra; ni en la clase elevada hay conocimiento del destino del espíritu; no saben por qué han venido, por qué están en la tierra, ni a dónde van y la causa es una causa, que venimos a destruir.


Esa causa, prejuicia al hombre cuando niño, poniéndole barreras infranqueables mientras no sacude el yugo con valor y se desnuda del prejuicio; pero tenemos que trabajar mucho, porque si todos a la vez se desnudaran del prejuicio, la pequeña parte de cólera que queda en cada uno, se sumarían y atacarían con furia a la causa y al efecto; y el efecto, son los hombres negros de hollín, que aunque tales, son hermanos de los hijos de Hellí o el Padre que no los ha desheredado y espera, que sus hijos le llevarán a sus hermanos.


Estos hombres, efectos de la causa religión, quieren que a todos les sorprenda la muerte de la materia, bajo el prejuicio, para no ser descubiertos en la carne; no os vituperamos; os damos tiempo hasta que la luz entre, entre en las ramas del árbol y dé su fuerza a los frutos que cubre la hojarasca que retardó su madurez.


Mas hoy que el árbol de la ciencia entra en el camino de dar el fruto y pide luz y más luz sobre sus conocimientos y no puede adelantar porque los hombres de la tierra se resisten, venimos nosotros a darles el golpe decisivo a las ramas que ponen sombra al fruto de la ciencia que empieza a colorear, porque vemos, que el tallo que contiene el fruto retardado estira sus fibras y levanta la cabeza para ver por dónde y más cerca le llega la luz. ¿Qué más alegría para nosotros? ¿Qué mi satisfacción para los espíritus libres, que aman por amor al Padre, encontrando en el corazón del hombre el germen del amor grande y universal? ¿Qué más podemos desear, que venir a llenar los vacíos que sentís cuando os desnudáis del prejuicio y os hacéis conciencia?


Estudiad, hermanos, en la etimología de las afinidades y no encontraréis extraño que los espíritus de verdad vengan a los humildes. Tenemos necesidad de la afinidad para venir a vosotros, como necesidad tuvimos para nacer, de elegir el padre que habría de engendrar nuestro cuerpo y la madre que nos había de llevar en sus entrañas.


Todo esto es de necesidad que así sea en la ley de igualdad.


Y ¿Por qué no habéis de ser iguales en derechos? Cuando entráis en la posesión de la carne, las mismas leyes, los mismos privilegios que da toda la naturaleza; y aunque parezca a los ojos de los hombres que a unos la naturaleza favorece más que a los otros, no es así; sino que el espíritu eligió todo aquello, que a uno sume en la miseria y a otro lo lleve a la riqueza; la naturaleza no hace más que cumplir su deber en la ley que tiene impuesta.


Pero el espíritu que viene a la opulencia y la representación, se ve luego acosado por el prejuicio y éste hace que no se dé cuenta de la igualdad de la ley y en vez de dar luz y calor a los indigentes cuando  le piden su apoyo, la razón le dice que tiene el deber de darlo; pero su razón se embarruña con el prejuicio y con vuestras leyes y costumbres del Eclesiastés y creéis hacer buena obra dando limosna que degrada en los atrios de vuestros templos y no veis que eso es la miseria que os sale al encuentro a acusaros de que aquella indigencia, es obra vuestra.


Mas dejad que la luz penetre, que, si dejáis el prejuicio, penetrará aun con las puertas cerradas y la satisfacción del deber cumplido os abrirá las puertas de la ciencia y veréis, que el Padre tiene amor solícito por igual para todos.


Pero si vosotros cerráis las puertas del altruismo que vuestro espíritu juró practicar al tomar carne, hacéis la desgracia material del que vino a pedir hasta que la plegaria dirigida por él, sea el rocío que, dirigido por vuestros guías, refresque vuestra conciencia: pero no será esto, si no estáis libres de prejuicio.


Esta luz de verdadera ciencia, os la han mostrado los misioneros de todos los tiempos, que vinieron a preparar los caminos y yo, los preparé en la razón y alma pura de mi hija, no porque yo supiera que de ella nacería el Mesías sino porque mi espíritu estaba bañado en la luz del bien; así preparé el camino cual correspondía a mi nombre y vino el intermediario  Jesús, con la bandera de libertad discutida, hasta que se ha cumplido el testamento del Padre dado a nuestro mayor Abraham, que ha descubrirlo ha venido el que enarbola sobre el mástil del amor, la libertad y la justicia.


No es extraño pues, ante la proximidad de la gran epopeya, la reacción que se nota en el mundo tierra en este momento, que todos los estados presienten un algo que no se explican, pero que les llena de pavor porque aún el prejuicio les hace ver el fin del planeta y sus habitantes.


Es obra del prejuicio y las doctrinas dogmáticas que habéis forjado y aun viviréis en las tinieblas, porque son muchas las moradas que tiene el Padre; tú que no quieres la luz: tú que te cierras la razón por sistema, tú... te vas al mundo primitivo; pero te llevas conciencia de lo que no has podido dejar; te llevas tu concupiscencia, tu supremacía como recuerdo no satisfecho y allí, lucharás por la fuerza bruta contra la fuerza bruta y nadarás en la tiniebla de tu tiniebla hasta que escarmentado, te convertirás en misionero de aquel mundo: hasta que des luz que tú recibirás  de los que se despojaron del prejuicio que tú les infundiste.


Tú, mujer vanidosa y carnal, que sólo la hermosura de tus facciones para agradar la concupiscencia insaciable cuidaste, irás al mundo primitivo donde la concupiscencia reina y serás brutalmente codiciada y cebo de la pasión no satisfecha y no encontrarás reposo a tu cuerpo hasta que tires la pasión y ames por amor.

En verdad de verdad os digo; estás cosas pasarán si no habéis entrado en la luz que se os ofrece, antes del cercano día del juicio; este no será de llamas de fuego que consumirán vuestros cuerpos; serán lenguas de fuego sobre vuestras conciencias y abrasarán vuestro corazón por el remordimiento; el día del juicio, no habrá lugar a dudas, ni los autos se pueden enmendar.


¿Se resisten los hombres a nuestro aviso? Su morada será la que se hayan fabricado. Se puede hoy recoger material bueno y el espíritu debe anteponerse a la materia, porque ésta, en la tierra queda y lo presienten así los hombres y por eso nosotros nos apresuramos a deciros en todas partes, que la hora señalada por el Padre ya llegó y que estamos en el tiempo de tregua; y puesto que la presentís, no hace falta más que un pequeño esfuerzo más y dejando los prejuicios, oídnos; poner en práctica nuestro consejo; solo os pedimos que os conozcáis a vosotros mismos y conociéndoos amaréis a vuestros hermanos.


Benditos vosotros que nos habéis oído y os habéis alistado en los ejércitos del Padre y os disponéis a la lucha; yo estoy henchido de gozo y me creo el más feliz de los espíritus. En mi última existencia, preparé el corazón de la madre de mi nieto; y, veinte siglos más tarde, preparó el de mi guiado y aun le doy mi cayado para triunfar en la batalla; gracias, guiado mío; y a todos digo; seguidle, porque la ley que propone en el “Código de Amor”, engendrará el aroma de la flor que marcará los rumbos de la armonía que os debe poner en el verdadero camino de Sión.

Aun os esperamos, prejuiciados; oíd la verdad que se os anuncia: ella es el aroma de atracción, donde se embriaga el alma en su gratitud. No es necesario macerarte el cuerpo; el alma necesita de las fuerzas físicas de éste; no digo que matéis la carne; ésta tiene su ley y ha de dársele lo que es suyo, pero en justa medida.


Cuando el espíritu se ha depurado por el trabajo y el estudio, comprende mejor lo que le pertenece a la materia y la regula para el disfrute de la materia y ésta, toma lo que ha de menester para ayudar a su espíritu.


Sí, hermanos míos; en vuestro tiempo y contemporáneos, tenéis los grandes motivos para llenar los vacíos y haceros grandes. Se os ha declarado el testamento del Padre que escribió Abraham y tenéis los misioneros de todas las ramas del inmenso árbol de la humanidad, en sus ciencias, leyes e industrias. Oíd a estos misioneros que ellos traen la luz del Padre y pronto los veréis obedeciendo a una consigna, juntarse para unificar las ideas bajo la ley de amor del Código Universal que trae el legislador de siempre.


Os prevenís al oír espiritismo; lo teméis los prejuiciados, pero los espíritus viven entre vosotros y nosotros, no hay más diferencia que el cuerpo físico y el organismo que os pesa y retiene pegados a la tierra: pero debéis saber que debe serviros para el progreso y para la ayuda mutua y así entraréis en el reino y verdadera patria del espíritu, cantando el himno del vendedor.


No arrepentiros de que vengamos y de oír a los espíritus del Padre; más si no nos escucháis y no nos queda más remedio que aventar y sacar el grano de la paja, no será la culpa nuestra, porque con amor os advertimos; y con dolor, pero con justicia, aventaremos; guardaremos el trigo y quemaremos la paja; es decir, iréis a depuraros en el fuego de vuestra conciencia y en mundos primitivos; aclaro este axioma, que por que ya, las parábolas no tienen cabida en el Código que hoy se escribe.


Más, aun así, no estáis desheredados; vais a un mundo primitivo que pertenece como todos al Padre y os será provechoso por el sufrimiento, aquella morada que habéis elegido.


La causa puesta a prueba se va a cerrar. “No seáis insensatos”, como os predicaba Jesús; podéis tomar de la materia lo que es justo, porque el Padre dijo: “Creced y multiplicaos”; pero no toméis lo que es abuso, porque matáis vuestra propia vida y quebrantáis la ley.


Hermanos: hombres de fe en vuestra misión; multiplicaos en la labor, porque la tarea es larga y ruda: pero aquí está con su cayado este viejo pastor, para apartaros los lobos si oís nuestra voz.


Sembrad el amor y llevad el mundo a la armonía universal y de llamados seréis elegidos; esto os lo dice y os lo desea el abuelo del que esto os dijo.

  

    Paz a todos.


Joaquín, Patriarca.


Joaquín, Patriarca y abuelo

que sabe tanto por ser viejo

y que nos descorre el velo...

¿Será en vano su consejo?

Yo os pediría, hermanos

que seamos decididos

y ya que fuimos llamados

merecer ser elegidos.


Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo II

Autor: Joaquín Trincado


 
 
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