Enero 28. Hora 21. (Portillo)
- EMEDELACU

- 29 oct 2024
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Paz hermanos míos.
Heme aquí; vuelta entre vosotros; hablo al mundo; hablo a los hombres; a los descorazonados; a los que hacen letras y números queriendo encontrar en la materia lo que no es de la materia. Sin embargo, los aplaudiré; los alabaré; porque, aunque equivocados, trabajan; pero su equivocación, hace casi siempre estéril su labor; pero a pesar de mi aplauso y de mi alabanza, pondré algunos datos a vuestra ciencia; a vuestra astronomía; a esa ciencia que mide las distancias con aparatos que, química, física y mecánica, han confeccionado con grandísimo trabajo. Habéis entrado en un algo material y no habéis podido entrar en los fluidos del éter, donde radica el principio de la vida de las cosas; en ese laboratorio, cuyo químico único, es Dios.
En ese laboratorio universal, es donde el espíritu descubre su ser; y el hombre de la ciencia, si estudia espiritualmente, encontrará lo que no reside donde lo busca; y si sabéis buscarlo en esos corpúsculos, en esos átomos, en esos electrones, lo encontraréis.
Pero si tomáis en la tierra lo que queréis buscar, estudiad la tierra; porque en ella, sólo tierra encontraréis y perdéis el tiempo en buscar la cifra, la regla y la ley, que en la tierra sólo existe por reflexión; hay que salir de la tierra y engolfarse en el gran Cosmos.
Cuerpos tenéis que, primero, segundo y tercero de sus estados, es líquido; pero en el Cosmos encuentra lo necesario para hacer luego el compuesto del que habéis podido apreciar de lo que depende la vida de los mundos, Oxígeno, Hidrógeno, Nitrógeno y Carbono, del mismo estado del contenido del cuerpo o masa de que están llenos los espacios.
Para la exploración de los espacios, muchos han ahondado y en especial los astrónomos; pero muchos lo niegan por sistema y por esto adelantan muy paulatinamente la ciencia de las ciencias.
Estudiemos la tierra. Su peso específico, lo conocéis. Pero venir conmigo. ¿Habéis estudiado la estructura del granito berroqueño que afirmáis? ¿Sabéis su constitución? Si la estudiáis mucho os aproximáis: Loor a vosotros. Pero bajad a las partículas que componen el todo heterogéneo y empezar a estudiar cuanto el Sol pudo ordenar y hacer los organismos; y de ese organismo, hasta la constitución del organismo del hombre y hasta la metamorfosis del hombre, hay un grado. ¿Cómo se operó? ¿Cuánto vale ese grado? En vuestras ciencias, hoy, cero.
Habéis empezado del corazón de la tierra y habéis salido hasta la superficie y llegado a la atmósfera; estudiáis las sustancias que la componen y veis que son vuestras mismas sustancias, que analizáis; estudiáis las primeras capas y las primeras sustancias nitrogenadas y medís las capas geológicas superpuestas y veis que cuanto más salís al exterior, las capas son más etéreas pero sin vegetación, hasta la capa que le sirve de corteza; es porque se aleja del mayor grado de calor y se acerca a un medio ambiente adecuado, comunicado por el calor interno y por la atmósfera que liquida sus vapores y los convierte en esos gérmenes de vida que recibís. ¿Cuál es la causa? No es difícil la solución conociendo el efecto.
A medida que os eleváis al centro atmosférico en el cual está la órbita de la tierra, os acercáis más a la ley que os debe poner en conocimiento y posesión de leyes que presentís; pero vuestra materialidad en el análisis, no os da valor para entrar en el principio de esa gran ley cósmica y universal.
Pero salid de la órbita terrena; elevaos y encontraréis mayores secretos. No lo sabéis hacer más que por el aparato óptico, harto deficiente: la materia no puede salir de la materia su homogéneo, aunque se compone de todos los elementos heterogéneos y su vida y su poder radique en la densidad.
Más elevaos; salir de la órbita de la tierra y encontraréis atmósferas mucho más rarificadas y seguir elevándoos y encontraréis la acción continua y sus leyes, en el movimiento.
En todo esto, hasta estáis conformes; pero cómo queréis ser de materia, encontráis la complicación donde no la hay y no podéis llegar a la medida exacta.
Estáis conforme en que, un cuerpo se mantiene por la gravedad y que un aerolito yace en el espacio por la atracción que lo inclina siempre la misma gravedad. Loor al esfuerzo que representa este conocimiento. Pero la materia es sólo materia y tiene leyes, aunque grandes, harto pequeñas para la ley universal, en que los seres adquieren la vida-conciencia.
Es esta ley la que humildemente habéis de estudiar; ley que da vida a los millones de millones de trillones que pueblan la infinita órbita estelar.
Pero cómo llamáis “Vacíos” el trayecto que hay entre una estrella y otra estrella, “Os estrelláis” (hablando en vuestro lenguaje) en todas vuestras ciencias, porque no hay nada vacío en el universo; y, en esos vacíos, que son como los espacios en el pentagrama musical, sin los cuales no hubiera armonía en sus notas.
…¡Cuánta vida y movimiento hay! Ese movimiento, atrae y repele y fija, como el jardinero que coloca la flor en armonía al plano que ha de embellecer el jardín y esta ley, es la única ley del Padre, que desconocéis.
Fuerte y duro es el hierro acerado y fuerte y duro es el metal de vuestra ciencia.
Pero, no hay metal más duro que el Cosmos que ajusta todas las cosas y les da desarrollo y ley de progreso indefinido; ley inflexible que nada ni nadie, ni el conjunto de los mundos puede torcerla, aunque si retardar el cumplimiento. El hombre es el árbitro de retardar el cumplimiento de la ley, más no de evitarlo.
Duro, muy duro es lanzaros esta piedra a vuestro tejado de vidrio de vuestra materialidad. ¡Pero es el momento propicio y señalado en la ley, porque sin esto, no podríais dar un paso más y estáis obligados a caminar, siempre adelante, siempre hacia el progreso, siempre a la Cosmogonía!
Sin embargo, de nuestro aviso, no tomáis cuenta pronta y esperáis de vuestras ciencias lo que no podéis recibir y sólo después de escarmentados y descorazonados os dejáis llevar en alas de... “Una locura” ... decís, en el primer momento; pero a fuerza de comprobaciones más o menos erróneas, más o menos hipotéticas, tomáis un número hoy, otro más tarde y constituís una primera regla, cuando si dierais oído a la evidencia de vuestro sentimiento, de vuestra conciencia, de vuestro espíritu, podríais hacer una ley concorde con vuestros sentimientos y conciencia.
En la ley del éter, no existe el peso y la medida; pero sí existe la ley sabia del Creador, que solo se puede presentir después de muy depurado el espíritu de prejuicios; porque es tan sabia la ley, como el Creador.
¿Qué es el hombre? Un ser, hijo de las substancias más puras de la naturaleza universal, compuesto de todo lo más heterogéneo del Cosmos y destinado por la ley del éter, a la continua reforma de la misma naturaleza y aún de sí mismo y que es más pesado o más etéreo, según el plano en que gravita; más ignorante o más sabio, según el grado que ocupa el mundo donde se eleva en la eterna historia. Pero en todos los grados del hombre, su sabiduría consiste, en comprender que, puesto que vive siendo un conjunto de lo más heterogéneo, no puede existir efecto sin causa; y, el hombre ya explicado, es un gran efecto; luego viene de una causa grande, puesto que el hombre brilla dentro de ella.
El hombre, sólo tiene que ordenar sus pensamientos; y cuando recibe los efluvios de la inspiración, conocer que es una voz de amor que alguien le dirige y que su espíritu ve al Maestro que le inspira. Pero la materia, prejuiciada por la religión pequeña y la ciencia miope por materialista, se previene por un orgullo sin nombre, hasta que el desaliento y su poquedad lo conduce a la inercia, o se decide a oír la voz de su razón.
Le ha llegado al hombre el conocimiento para ordenar de la materia un aparato que le lleve la vista material hasta los mundos más cercanos a la tierra, para que luego, en su razón y por parangón, comprenda la vida de otros seres y por el pensamiento de libertad a su espíritu y en su entendimiento, aprenda las leyes del Cosmos; escriba la astronomía y fije, sobre la sólida ley de la razón, la razón de la existencia, la razón de la vida inacabable y por ende, la razón de la necesidad de las múltiples existencias sobre todos los mundos de todos los grados para el progreso indefinido.
Y todavía no ha podido poner la mano sobre la llaga de su prejuicio que lo retarda en aclarar estos sofismas, aunque le llegó el día de la luz.
Por esto, el maestro Jesús, os dijo: “Es fácil curar muchos ciegos de enfermedad y no se puede curar la vista al que no quiere ver”. Sin esa voluntad, el progreso camina lento, conforme a la evolución. Pero el hombre es el obrero del Creador y tiene obligación de empujar la evolución y de acrecentar el movimiento, agitar las ondas para reanimar los gérmenes de vida acumulados en el Cosmos y adelantarlos y adelantarse él mismo, el día de la luz; y si buscáis la luz, recibiréis luz sobre luz y llegaréis desde el Alpha hasta el Omega.
No vituperéis. ¡Oh, hombres de la ciencia! Los que emancipados del prejuicio saben elevarse y revivir sus conocimientos en los mundos de la Cosmogonía, no precisan los aparatos ópticos; necesitan su razón sólo, para llegar donde encuentran hermanos de amor; sabios de los mundos que habitan que les enseñan sus secretos (que no son tales) aunque vosotros los llamáis así, porque se basan en la misma ley.
Vosotros hacéis aplicar el cúbito y el análisis y nada os pueden explicar estos aparatos fuera de la materia. Pero el espíritu que se eleva, ni aun de esos aparatos, ni del tiempo que vosotros empleáis necesita, para explicarse el porqué de las cosas; el porqué de los efectos con arreglo a las causas; cosa que no podréis hacer vosotros en vuestros penosos trabajos, por falta de formas, pero que idearíais éstas, tan pronto elevéis vuestro pensamiento llevado por la razón, al centro de la luz.
¡Pobres mis hermanos! Os entretenéis en la hojarasca y no podéis llegar a la flor que os dará el fruto, si sabéis cultivar la flor.
Cuando comulguéis en el amor, (ley que rige la Cosmogonía) sabréis encontrar el secreto que os falta para llenar el vacío de vuestra astronomía y os saturaréis de la sabiduría del Padre; no de esa sabiduría descorazonada que os desespera, que os hace pequeñitos, que os hace orgullosos ignorantes, que os hace declarar la guerra de principios a los que necesitan de vuestros aparatos ópticos, químicos y mecánicos, para comprobar la verdadera ciencia en su conciencia. Entonces comprenderéis y adquiriréis la sabiduría universal; pero entre tanto sed cuerdos; no vituperéis a los que se elevan en alas del amor.
Estos os adelantan el camino y os lo enseñan para llegar a donde los espíritus de luz viven y donde el espíritu, al espíritu sirve donde nada le estorba ni le distrae la materia, que la usa, dentro de la Gran Ley que derrama sobre todos por igual el amor, que es chispa que enciende el germen que el Padre depositó en cada ser y cae como copiosa lluvia, como benéfico rocío, sobre todos los mundos.
Esta es la luz que ilumina al universo y que al mundo mínimo y mínimos tierra ilumina y por ella todos han de llegar al amor; este es el faro que os dejo encendido por la solidaridad universal.
Virret de Abus Amet.
En “El Espiritismo Estudiado”
“Miopes de larga vista” los llamé
a los hombres de esa ciencia.
Trincado está en la “Demencia”
sé que dijeron los… hombres sabios:
¿Está también demente, Virret de Abus Ame
Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo II
Autor: Joaquín Trincado
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