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Joaquín Trincado

Enero 2 de 1912

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 17 oct 2024
  • 3 Min. de lectura

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En sesión de pruebas y desarrollo, se posesionó a mi evocación y dijo:


La paz sea entre vosotros.


Aquí me tenéis otra vez; vemos tu pedido y he sido designada para dirigir la palabra breves momentos a los que en nombre del Padre se reúne con nuestros afines.


Ejemplo de amor os damos, hijos amados y hermanos queridos, aquí me tenéis; aquí tenéis y os habla la virgen de la Paz y os habla la Virgen de la Paz, la Virgen del Pilar, la de Luján y cuántos nombres me llaméis; pero llamadme madre, María de Nazareth, que eso me agrada.


No me llaméis Virgen ni madre de Dios, que tales epítetos me hacen sufrir: (Lloraba) “No llores madre mía, pues, poco falta para que te conozcan cómo eres, y a propósito, quiero, si ya es hora de saberlo. ¿Qué hay de verdad de lo que hoy celebra Zaragoza?


Otra de las tantas invenciones: otra de las tantas cosas irracionales; hoy no te lo contestaré pero pronto lo sabrás, pues los maestros te lo han prometido y es necesario que lo sepas para decirlo al mundo; más esto, me hace sufrir a mí sin que os perjudique a vosotros más que en lo que tienen de error y os prejuició; pero lo que me hace sufrir y nos hace sufrir a todos los espíritus, es vuestras discordias; el que no os entendáis; el que no se hagan luz en su espíritu esos “Espiritistas cristianos” que se disfrazan con un nombre aparente para no obligarse y creen en su supremacía sin estudiar en el principio que se les dio; ¿Por qué no buscáis la unión dentro de la luz nueva que se os trae? ¿No sabéis que el progreso sube por grados y que, en la niñez, no se puede realizar la obra del adulto, ni el adulto lo del anciano y Maestro? Uniros, ver la luz de la verdad, porque ya descendió y desciende el Espíritu de Verdad anunciando y la dice entre sus afines, entre los que lo entienden, entre los que han vendido preparados para recibirla y por sus promesas y juramentos y porque el grado de progreso de su espíritu puede resistir la fuerza de la luz de la verdad. Si habéis estudiado el prólogo que dimos, ¿por qué en ello no veis que era el paliativo que necesitaba la larga enfermedad que la humanidad padecía y padece? ¿Cómo podíamos deciros las cosas que hoy decimos y aún reservamos los últimos puntos para el último momento?


Ved en todo ello la disposición del Padre y el cumplimiento de la ley de justicia y de la afinidad, que reúne a los hombres y los espíritus. Dejad el prejuicio, desechad todo lo que vuestra conciencia pone en entredicho, sin tener el valor de escudriñarlo para confesarlo error. El cristianismo es apócrifo. ¿Por qué no lo confesáis? ¡Ay! Es que miráis a las conveniencias. Pero ¿por qué fatigáis al que tiene valor de confesar? ¿Es qué sois orgullosos y queréis, por años de profesión o filiación conveniente, pero sin fruto, ser los maestros? ¿Pero sabéis serlo? Mostradlo; dad ejemplo en vuestras obras; confesaros espiritistas; no os disfracéis con un espiritualismo que hace prefecto parangón con el catolicismo, cuyos efectos desastrosos tocáis.


Hijos míos. Hermanos míos. Mi dolor es grande en ver la desunión y la resistencia a creernos; no pudimos antes de ahora dar la luz descubierta y a pesar del progreso, encuentra esta verdad cerrado el camino en los que se precian de practicar las doctrinas del espiritismo salvador; ¡Oh, hijos míos! No tengáis prevención contra el que os diga la verdad que les comunicamos en virtud de la afinidad que nos atrae; no importa que sea humilde; nosotros no podemos entrar donde reina el orgullo; necesitamos que se nos entienda, porque ha llegado la hora señalada en el reloj de los tiempos sin fin.


Hijos míos, por el amor de vuestra madre os tiene, buscad la unión y la paz por todos los medios, pero sin ceder en el terreno de la luz. Decidles a vuestros hermanos, que estudien la Cosmogonía que ese es el gran libro que todo lo enseña; que trabajen en la conversión de los espíritus obcecados del espacio y cesarán las influencias malas que los exaltan y les caerá la venda que les cubre la razón; vosotros tenéis la llave.


Hijos míos, hermanos queridos, luchad con el valor, que en este año se os ofrecerán motivos de grandes combates, pero afrontadlos con entereza y amor; el que os da vuestra madre.


María Nazaret.


María nos dio la clave

de la regeneración

Y no hay duda en su eficiencia:

Quitando la contumacia

la niebla y la aberración,

es por lo menos probable

la renovación en luz

como lo dijo Jesús...

Yo, pues, usé de esta llave.

  

Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo II

Autor: Joaquín Trincado

 
 
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