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Joaquín Trincado

Enero 12 de 1912

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 17 oct 2024
  • 3 Min. de lectura

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Sesión de pruebas y desarrollo.


En el desarrollo de los médiums no hubo nada de particular.


Pedí al vidente González que advirtiera lo que teníamos delante y comprobó ser el sonámbulo Crespo: me desdoblé trasladándonos a Madrid.


Había sido concedido el indulto de los 6 reos de Cullera y quedaba Juan Joen. Dificilísimo era salvarlo, pero encontré bien dispuesto la opinión que habíamos influenciado fuertemente desde el día 9 y vi una mesa en la presidencia del Consejo de Ministros, en la que había una gran pila de telegramas y mensajes pidiendo el indulto;  estaba el presidente cabizbajo y agobiado por una pena rayante en agonía, su conciencia luchaba entre el cumplimiento de la ley que no podía librar de la muerte a aquel desgraciado joven y con el deseo de oír los millones de voces que a él le llegaban y comprendía que esa voluntad popular era la ley real.


En su corazón había una gran amargura y lágrimas; lo semiposesioné, le hablé y fortalecí su espíritu y le dije: “Los hombres no son criminales; son enfermos e ignorantes, que hay que curar y enseñar; hay que dar el ejemplo al mundo de civilización; hay que librar a este hombre de la muerte del cuerpo, para curar a su espíritu; lucha y vencerás; yo te ayudo”. Fui a Palacio, allí vi a mis maestros que influían en el ánimo del monarca; me fijé en él, leí su gran deseo de indultar a Joen, pero tenía delante el código que condenaba a aquel hombre. Le advertí que, sobre la ley civil y militar estaba la ley de amor que yo anuncio al mundo; y me volví. Pedí fuerzas a mis acompañantes e invoqué con un gran esfuerzo psíquico unido a José Canalejas, que bien ayudado pudo tomar posesión; pero su agobio era tan grande, que no pudo pronunciar palabra y por qué la médium que había a disposición no tenía aun gran desarrollo; pero bien ayudado por los maestros escuchó y por señas y movimientos de cabeza, asentía.


Le hice conocerme, dándole una seña que él recordó pronto y ya en la confianza le hice atinadas observaciones; le hablé de mis doctrinas, que no desconoce; le recordé los términos de mi carta de 16 de Junio. (El vidente vio que se ponía las manos en la frente para recordar). Le pregunté: ¿Tienes fe en la política de... (1) ...? Afirmó, yo le dije; “Duda de su buena fe y vive prevenido; será muy difícil que no luche España no solo con ... (1) ... sí que también con... (1) ... ¿Tienes conocimientos de la deuda de... (1) ... a España? afirmó. Pues la quiere pagar, llevando una guerra a España. El vidente vio como rechinaba los dientes y apretaba los puños y le dije: Yo he visto el descarrilamiento de un tren en... (1) ... y uno de los muertos llevaba un plano de Algeciras; cuidar más; (se asombraba). En Marruecos, continué, hay oficiales europeos disfrazados de moro que manda las Harcas; pero así y todo por ahora no temas y cumplir vuestro deber, porque decretado está y te lo participa uno de los compromisarios que la bandera gualda y roja paseará el mundo todo, pero no como una monarquía, sino como una república comunal universal. Ahora bien: quiero el insulto de Juan Joen porque es de Justicia del Padre dar tiempo a ese espíritu a su enmienda. Continuaré mi influencia y lo obtendré por encima de todo. Retírate, que tu materia te necesita. Confía y recuerda mis palabras.


Joaquín Trincado.


(1) Todo lo que cubren esos puntos suspensivos se ha cumplido.



Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo II

Autor: Joaquín Trincado

 
 
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