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Joaquín Trincado

Diciembre 3 de 1911

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 14 oct 2024
  • 17 Min. de lectura

Actualizado: 13 nov 2024


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Razón tenéis, venid pues, rodeadme y oíd mi voz.  Se dirigía al espacio.


Amor, Amor es una, hermanos amados.


Yo os comprendo y mi espíritu se agranda al oír vuestras argumentaciones, que son la aspiración de los dos mundos, del material y del espiritual, ni se necesita mover, ni promover la pelea de las armas: al hombre de razón, basta los sanos principios, cuando como ahora inspiramos y hablamos los espíritus de Verdad; en consorcio con nosotros, bien podéis explanar las creencias y la causa del Dios Amor, que os hemos encontrado.


He leído en el pensamiento de mi instrumento; ha querido reivindicar a éste, al Maestro, que su reencarnación, en una existencia, tocaron las consecuencias que acabáis de leer en su compromiso y en el lugar que hoy ocupan y que antes de ahora lo contrajeron.


Él, el Maestro, al reivindicarme, lo hace por el conocimiento de su espíritu; él, el médium, en materia, conoce solo de mi historia, un algo mistificado con lo que no está conforme, porque su espíritu conoce otra historia, que es la verdad; él, el Maestro, me conoce y conoce y ama al Maestro Jesús, porque está en su afinidad; conviene decirlo y que el mundo lo sepa, para sacarlo del caos; para que las humanidades le rindan honores por el amor, aunque la ley humana, lo ha hecho en un código que significa amor y no lo comprende, porque desconoce su procedencia; porque no ahonda en las leyes de la Cosmogonía; y porque ignora la grandeza de la ley de los afines.


Me conoce y conoce al Maestro Jesús, a quien yo amé y amo en espíritu; y él que nos reivindica, es el designado por el Consejo de Sión, para terminar con todas las leyes de opresión; con todos los prejuicios y con todas las religiones y cuando tienda a perturbar la ley de amor.


Una salutación me llega; ella dice el agrado de los espíritus del Padre al hacer estas declaraciones. Afirmo pues, en Verdad.


Me conocía y conocía al Maestro Jesús y depositaron sus derechos y cargos en Xavier, en el humilde Xavier, que cuando me mostraron a mi instrumento, junto con Jesús, formamos la trinidad del amor.


Hemos seguido nuestros trabajos, dando en épocas los grados de luz, civilización y ciencias y llevando a las instituciones nuestra inspiración, hasta que ha llegado el tiempo de escribir el código de amor del cual, todos beberán el agua cristalina; todos han de beber el néctar dulce de la ley de amor; esa agua pura y cristalina libre de arenas y arcilla cenagosas, las cuales aún reinan en las leyes del mundo tierra, oponiendo turbia resistencia al entendimiento humano, en conocer la conciencia de las leyes, que están salpicadas de saludables artículos que hemos inspirado; pero que los prejuicios y la arena y arcilla que aun arrastraron las aguas de esas fuentes donde brotaron, le abren camino a la concupiscencia. Pero el código de amor que se les dará a las humanidades, es la ley de la Cosmogonía, que es unidad, que es trabajo, que es amor.


La Cosmogonía es el jardín universal donde en su estudio tienen que estudiar y cuyo jardinero, no podía ser, otro ser, que el ser universal, el Padre amoroso, el Dios Amor.


El misionero, hijo predilecto del Padre, ha recogido de ese jardín las mejores flores; se ha impregnado de sus aromas, que a los que quieren estudiar les dará aliento con esas fragancias y con las mismas, anestesiará la malicia de los parásitos, porque todos esos aromas, son elaboradas con la virtud de todo el jardín.


El misionero quiere implantar la ley de amor y a eso venimos nosotros, para ayudarlo y defenderlo, porque quiere aplastar la serpiente astuta que quiere llevar a la concupiscencia nuestras manifestaciones; y como él no se hace invulnerable, sino que presenta un cuerpo material como todo hombre, para dar testimonio de nuestras manifestaciones, de nuestros movimientos, de la vida de los espíritus, porque dirá lo que nosotros decimos validos de los médiums, que en todas partes están y más vendrán.


Él quiere llevar la luz y el desengaño cuando dirá; el área solar nos pertenece, por solo un período de la vida.


Cuando dirá que los rayos siderales de todos los mundos, nos son solidarios y nos iluminan, para hacer de toda la unidad y por lo cual no hay destrucción. Cuando dirá y afirmará; los destinos de la aún naciente astronomía, es el A. B. C. de los conocimientos humanos; y esta ciencia, es la que ha de comprobar la existencia real de mundos habitados como la tierra y que hay muchos mundos de la categoría de la tierra, que ya viven de su propia luz y hay otros más opacos, que el que os sirve de pedestal.


Y si os presenta principios que en mundos tierra son elementales, no podréis dudar que él va en acción común con el progreso de esos mundos, de los cuales conoce vida y leyes que en la tierra quiere implantar. Él va, como Maestro de los Consejos de luz y lleva mandatarios, afines de los nuestros, que vigilamos y recordamos a sus materias, lo que por la imperfección de ellas opaquiza al espíritu, por las naturales luchas del obrero del trabajo, aunque este lo ejerce con el principio de libertad que el alma aspira; pero que la imperfección de los que no conocen aun, más que la ley material del trabajo, lo envuelven en las luchas de éste, para conseguir el sustento que el mundo verá luego y valorizarán su acción.


Busca más: y en las cosas y en las leyes, sale de la letra y entra en la Cosmogonía, porque, comprende que “la letra mata al espíritu”; sí, tú, Jesús lo dijiste: “La letra mata al espíritu y el espíritu vivifica a la letra”. Por eso él, se fija en la planta, en las avecillas y en sí mismo y del efecto se eleva a la causa, en cumplimiento de una ley de Amor.


La madre vela la cuna del infante por que ama, y donde ama está su corazón. El reptil se arrastra, porque esa es su ley y no otra cosa puede hacer. La madre que solícita vela los movimientos del niño, representa al misionero, que lleno de amor quiere el bien de la humanidad; el reptil se arrastra son los hombres de la concupiscencia, que astutamente quieren sorprender a la madre y tomarle el pecho, dando el veneno al niño, por la cola.


¡Humanidad! ¿Por qué tú no sientes esa ley, sostienes los falsos principios y te obstinas en no conocerte? Pero el misionero te dirá, de dónde vienes, por qué estás aquí y a dónde vas; entonces te verás grande y te revolverás contra las serpientes que te han aprisionado; pero el misionero te dirá: que también son hermanos tuyos, que el amor los regenerará.


Hombres de la concupiscencia; no tenéis derecho a llamaros sabios y menos civilizados; mientras tengáis sin solucionar, principios que son de la A, de la ley de amor, no concederemos ese rubro.


¿Qué habéis de hacer? Oíd al mandatario del Consejo de Sión, que hoy hace letra de la ley, para una generación; porque la siguiente, no tiene que necesitar la letra, para que ésta no mate al espíritu; pero se da en la letra, para saludar el progreso de vuestra imprenta que solo se ha dado para que sirva de lengua al Maestro. Pero si reducís la ley, el espíritu de la ley, a la letra, os oponéis al progreso del espíritu y seréis aplastados por las ruedas triunfantes del progreso; estudiad, ahondad, buscar el alma, de las cosas desechando prejuicios y falsos principios de las religiones y sociedades retrógradas, que son la rémora del espíritu y llenaréis el gran vacío de vuestras ciencias.


Queréis desarrollaros, llenar los vacíos que sentís con los medios materialistas y no podéis, porque os faltan medios ópticos que la materia no puede dar, por que pertenecen al espíritu. Queréis conoceros por la ley escrita en la letra y esta, no puede suministraros lo que necesitáis para llenar los vacíos, porque la letra mata al espíritu de la ley, cuando se materializa todo y se prejuicia todo; y aun la ciencia materialista más refinada, es más admisible, más progresista que la imposición y prejuicio del dogma de esa Iglesia pequeña, y de nombre apócrifo.


Desnudaros del prejuicio; oíd la vos de los que vienen acompañando al Maestro, que ellos traen el depósito que se les ha confiado, para llenar los vacíos que sentís. Los médiums están en todas partes y más vendrán y serán utilizados por los espíritus de verdad, que harán una imposición mental y general, los unos y los otros.


Amaos los unos a los otros, dijo Jesús. Amaos los unos a los otros os dice Xavier Jefe superior de los espacios: amaos los unos a los otros os dice y os dirá el misionero, porque en ese amor, vemos nosotros los principios para llenar los vacíos.


Por esto, en el día y en la hora en que se hará oír la voz del misionero (para lo cual Jesús se multiplica en todas las naciones y en todas las lenguas y yo lo acompaño), será oída la voz de paz, de justicia, de amor, para unificar la humanidad, porque es obra decretada y encomendada en los Consejos de Sión. No lucharéis con las armas de acero y plomo; lucharéis con las armas de los santos principios; y cuando el enemigo en su derrota, querrá el pueblo acorralarlo, el amor del misionero lo librará del furor, que en justicia creerán los desengañados hacer; y ese ejemplo les dará luz, o confesarán su malicia. Mostraros amorosos, porque ya nada tendréis que temer que prohíba vuestra libertad de pensamiento; entonces desaparecen las injusticias detalladas en la comunicación que habéis oído leer bajo la firma de Che Auffer, dada como jurisconsulto, que es el mismo que ahora os habla, Xavier en una de sus existencias y que la puse con ejemplos precisos, por lo que mi instrumento ha querido reivindicarme.


La luz, nace en un punto; donde es de justicia que naciera y en el tiempo señalado se hace la obra, porque ya es hora; porque el prólogo, lo dimos hace cincuenta años por Kardec y hoy toca saber los artículos culminantes; que, aunque los dictamos nosotros, quedamos en la incógnita, porque no nos comprenden en muchas partes. Allí, sólo decimos veladamente las cosas, para preparar el camino y que sea conocido el Maestro al dar la voz; y será reconocido, porque comulga en la verdad de los mundos.


Nosotros descubrimos al mundo esta verdad y me congratulo de decirlo ante vosotros, para que seáis testigos, como es testigo todo el espacio entero que me oye y Jesús, el más interesado que a mi lado está: recordarlo bien.


Porque los hombres de las religiones dicen: si los espíritus están en paz. ¿Por qué vienen a traernos la guerra, recordándonos obligaciones que no queremos cumplir? Venimos en cumplimiento de una ley de progreso dispuesta por el Padre, para unificar familias, pueblos y naciones y que se amen; y a matar la improducción de seres impuesta por una familia, que no se cumple, que no puede cumplirse, porque es contra la ley impuesta por la naturaleza; lo veis que es así; pero vuestra concupiscencia, desoye las voces del espíritu y seguís usando la fórmula, pero dais a la carne, no solo lo que de derecho pide, sino lo que como vicio y degeneración quiere la concupiscencia y usáis medios antinaturales y matáis los derechos de la naturaleza; la naturaleza os da derechos de su ley; vosotros os salís por una fórmula absurda de esa ley, para burlar la carga que el cumplimiento de la procreación impone al padre; y mil y miles de veces, la naturaleza impone sus derechos, pero vosotros cargáis el fardo a la parte débil, y aunque esto es vituperable y no propio de hombres, es lo mejor que hacéis, pues millones de veces matáis al feto y la criatura y deshonráis ante la opinión a la mujer.


Yo soy el Maestro de los espacios y en la tierra trabajé en los códigos civiles y religiosos; y a pesar de los prejuicios, el espíritu que dejé en los códigos, por el tiempo y la evolución progresista que he seguido inspirando, ha de triunfar y para eso he preparado esta piqueta que no dejará piedra sobre piedra del edificio de las religiones.


La batalla se avecina y no iréis a ella con las armas del acero; son esas las que venís a combatir y hemos tomado el tiempo necesario para esperar que los hombres de la concupiscencia tomasen un átomo siquiera de luz que esparcimos sobre la tierra; no lo han querido tomar y hoy que se ha abierto la brecha por donde entrar en el castillo de la concupiscencia, la aprovechamos y os damos la orden de batalla en cumplimiento de la ley Padre.


Os querrán pedir pruebas porque aún creerán tener derecho de fiscalizar la conciencia y el pensamiento. Vosotros expondréis el poder de delegados del Padre; antes y hasta ahora, se les dio tiempo de volver por sus pasos y encontrar el camino de la luz; han desoído nuestra voz y aún aprovecharon las enseñanzas de los misioneros para reavivar los odios, las guerras, y desenfrenar la concupiscencia y, por más tiempo no se les permitirá.


Los espacios enteros me oyen la orden que acabo de cumplimentar; orden que se pondrá en ejercicio y ya lo comunicamos en todas partes; y hoy, solo temo por la lucha de la casta sacerdotal, que no perdona; y ya que de cara no puede defender su concupiscencia, querrá usar de la traición que siempre fue su último recurso, hasta con los que llevaron a la hoguera; pero nada temáis, porque nosotros salvaremos este último recurso.


No más opresión; no más hogueras; no más traición; los hombres hasta hoy, fueron conducidos como párvulos, porque las leyes algo débiles habían permitido la intromisión de los traidores; estos párvulos, hoy son hombres que han comprendido al enemigo y llama a sus puertas con voces destempladas y en todas partes la queja y el menosprecio cunde y es el trueno y el relámpago anunciadores de la tempestad: la tempestad viene imponente e irresistible; no temáis sus efectos, hombres de razón; después de ella, veréis apacentar el rebaño sobre sabroso pasto y cristalinas aguas; ya no escatimará el pastor el pasto, ni coartará la libertad del pensamiento, porque habrá puesto en la cumbre, un mastín que a todos llamará; que todos oirán su voz, porque todos guardarán su nombre y acariciarán al mastín; el amor.


Entonces, los vacíos que hoy no podéis serán llenados y habrán cesado los antagonismos; mi constitución que os doy es ésta, “Unidad”. Toda la tierra en una sola familia y en una sola creencia. No hay más diferencias ya, ni supremacía entre blancos, negros, amarillos y cobrizos; todos son flores del variado jardín del Padre y su conjunto, una flor del jardín universal solidarizado.


Ha llegado el aroma del jardín del universo y los hombres de la tierra como un solo hombre, han oído la voz del misionero, porque en toda la redondez de la tierra y en todas partes hay médiums que nos prestan sus materias a los espíritus del Padre, para anunciar su llegada y la proclamación de la ley de amor; hacemos conocer al Maestro y sus mandatarios, para que sean reconocidos y los anunciamos y comprenden la gran ley de los afines.


Los que han obstaculizado el progreso; los padres de la Iglesia tiemblan, porque a ellos no les ha quedado más que la sota de bastos; todas las otras figuras las han perdido; y esa sota, también la perderán muy pronto(1).


  1. Esa sota de bastos quiere decir, el Emperador de Austria, Hungría: Francisco José.


El progreso empieza; la rémora acaba; hombres de sotana negra y otros colores; es la única figura que os queda; pero el Padre, siempre está dispuesto a perdonar y recibir en su seno al arrepentido. No quiere la muerte del pecador, convertiros y entraréis en el Atrio de la Iglesia Universal; con esa comulga el misionero que os dará en vuestra derrota, el ósculo de paz, muestra de su amor.


No temáis que os pulvericen como vosotros habéis hecho, de cuyo polvo y cenizas de los mártires de sus ideas; está impregnado todo el espacio. El misionero, lleva la ley de amor, pero con todos los atributos y en vano intentaréis traicionarlo porque lleva material para llenar todos los vacíos.


Vosotros, hermanos, hijos amados del Padre, que me oís, vuestra parte tenéis en la lucha y prestar vuestro concurso a éste, al Maestro y sed testigos de lo que declaré como lo es todo el espacio y el Maestro Jesús que a mi lado está y formamos el Triunvirato.


La bendición del Padre y mi amor y un ósculo por todo el espacio os da el Espíritu de Verdad.


Xavier (En autos de Juez).


Hora es de Angustia para los Dioses,

pues se pronuncia y se dan voces

        que los denuncia como perversos.

Más sus maldades, sus hombres fieros

Crispan las uñas y un par de coces...

son sus modales, los de sus dioses

Nos amenazan ¡pobres, que ciegos!...

Ni al juez del Padre tienen respeto.

Más la justicia se les impone

que, aunque es de Amor, es rigurosa

y no la arredra tan poca cosa

de diosecillos que tanto imponen.


_________


Quedó posesionado el médium y dijo:


Que Dios sea bendito y que Dios os bendiga.

Que, aunque “Dios” no está bien dicho, aún conviene que “Dios” diga.


Qué bello es el encuentro y hermosa la armonía; ya encontró remedio la humanidad oprimida; pues van cayendo de su puesto, los que se llaman los padres, que no supieron ser tales y han sido engendros de males, de esta humanidad oprimida.


¡Cuánta ceguera los guía! No quieren abrir los ojos. Ciegos se van al escollo y aunque la luz la divisan, son hijos de la codicia, la mentira y el embrollo que siempre les dominó, y no entra en su razón, que vivir sin sacerdotes, podría la humanidad.


Pero como su ceguera, hizo ciegos a los hombres y en razas las dividió, como los pueblos, por calles, quieran que en las guerras hallen la paz y tranquilidad, destruyendo la armonía; y es que, la supremacía, que se empeñan sostener, de los tiempos al correr, nula se les declaró.


Y acuden a la pelea, y encienden la tea y roja la espada se eleva, bañada en la sangre moza, y movida en el postrero día de su imperio estulto, llena la tierra de luto y se devoran los hombres, por existir sacerdotes en todas las religiones, que unos a otros se devoran; y ser ministros pregonan, todos del Dios verdadero; pero que estas posiciones no tienen valor ninguno, hoy lo sabe hasta el potrero.


Pero la guerra encendida está y esto nos llena el alma, de amargura y desconsuelo; pues la promesa del cielo, al que muere en la batalla, ha sido la contra valla de los blancos y los negros, de la religión fatal.


Yo los veo como corren y los hombres se destrozan, y oigo proferir los nombres de Jesucristo y Mahoma y de ambos los sacerdotes, preces a su Dios entonan.


Como fieras se acometen y con odio se mutilan y la tierra los sostiene cumpliendo la ley divina, que no saben estudiar; porque un prejuicio les hace, olvidar que son hermanos; son restos, oídlo hermanos, de ignorancia y de barbarie que imponen las religiones, sólo por supremacía, de todos sus sacerdotes; y pues la religión causa éstas tristes hecatombes, caiga la religión causa, de que existen sacerdotes.


El hombre no debe luchar con el hombre, porque el hombre debe honrar su nombre; y si entre sí lucha, no es hombre, es la fiera, y niega los dones de su naturaleza.


Puede el hombre vivir en la tierra

Como en Edén que Dios le confía

Pero necesario es que aprenda,

A matar …. Las supremacías.

¿Acaso en la tierra no está

la ley de amor bien escrita?

Sí, está y la encontrarán

Matando las supremacías.

Hombre, cristiano o moro que seas,

Aprende que es falsa tu religión

Y cuando esto de cierto poseas

Entrarás de lleno en la ley de amor.

Poneos de acuerdo y pensad

Que la tierra a todos sostiene

A blancos y negros da igual

Los tesoros que ella tiene.


Entonces comprenderéis vuestras estériles luchas, y que no son más que duchas, que os dan muchos... Mesías... Que, en las supremacías, engordan, guardan y embuchan, la mitad de los sudores que, en el frío y los ardores, derramáis de noche y día; y encienden las pasiones y enturbian las relaciones por la intriga, mal fatal; no merecen que la tierra que ellos encienden en guerra, les sirva de pedestal.


¿Por qué gritáis? ¿No tengo razón si digo, que, siendo tan malos hijos, no merecéis el pedestal que os sostiene y mantiene, cumpliendo la ley divina? ¿Por qué cómo protestáis, no oís nuestros consejos? Y si tenéis el despacho que en palabras demostráis, dad a los hombres consejo, de que todos sois igual.


Más no queréis trabajar, y en vez de ser flor de aroma, inodora te conviertes y... ¡Me rechináis los dientes!... Porque digo, que, en justicia, la tierra por pedestal no merecéis, sois parias.


Si acaso os parece extraño éste lenguaje, os digo, de... “Dios”... soy uno de los hijos que se elevó por el trabajo, y en la tierra sembró el bien; trabajad pues vos también; levantad la vista y ved, estudiad esos brillantes y encontraréis ancho campo, donde el alma se extasía, porque en la Cosmogonía, está la ley del trabajo.


Si aún a la Cosmogonía no puede ir tu conciencia, en ti, de pies a cabeza encontrarás la armonía y verás que ser debías entre todos tus hermanos, no el candil, sino el faro.


Pero llamamos hermano y tú la discordia siembras y has de saber que, en la tierra, negros, cobrizos o blancos, son plantas que aroma encierran, del jardín del Increado.


Más te intuimos el bien; que aquél que odias en tu hermano; y corrompes a su hija, aún logras sellar sus labios, y si siguen consecuencias le corrompes la conciencia y matas el feto y cuando, esto no lo consigues, aun no por ello te afliges, pues cuando nace, un hachazo dividirá la cabeza del cuerpo y olvidando tus deberes y aun con astucia cobarde, deshonras la compañera, para que oculte a su padre el deshonor de los dos.


Esos seres, abrumados quedan y el peso de su conciencia, agrava la situación, engorrosa, que les veda, de ser felices ya en la tierra; y si un buen espíritu no cuida, los dos seres serán suicidas.


Tu vida es acaparar, de lo que todos trabajan y en los medios no reparas. Haces que haces y nada haces de provecho comunal, y tu empleo es intrigar, a los hombres y los pueblos; si éstos se traban en duelo, retozas como un mastín, porque has logrado tu fin y aunque caigan muchas rosas, esas son pequeñas cosas... Porque es tan grande el jardín…


Pero el jardinero es Dios; tiene contadas las rosas y en el código de amor, no solo indica la flor, tiene índice de las hojas; y que a él no se le oculta, cuando se le arranca una hoja que no es su tiempo llegado, en él debe se le anota y se paga hasta una mota y un cornado.


En el cosmos estudiad y no seáis ilusorios; y sí ved con vuestros ojos, que hay la solidaridad de los mundos, de los hombres, de la materia y de todo.


Ved a los hombres de luz, que son unos misioneros, que en los Consejos de Sión de sus aromas bebieron y con la ley del amor, abaten el libertinaje, sin miramiento al linaje, porque del centro al anclaje y al confín tiene acción.


Lucha la Cosmogonía, de mundos diseminados, todos vivos y habitados que giran en la armonía y en la solidaridad y esto os lo predicará el verdadero Mesías, y dirá a los mortales que en el mundo tierra están, que aquellas humanidades, hijas son del mismo Padre como la tierra glacial y sufren, yo os lo digo, porque sois pródigos hijos; y ruegan yo os lo afirmo, por ti, pobre humanidad.


Lee en esa luz que rige a los mundos siderales y eleva tu pensamiento; ya te dije, sois iguales, no os creáis tan pequeños, queredlo y os haréis grandes.


Oídnos que os llamamos a juicio, porque oímos vuestra endecha, pero estamos en la brecha: yo os señalo la senda, no os salgáis de su juicio; seguid cual fieles mastines, que la ley de los afines que el misionero os enseña, os sirva de contraseña, para aprender a estudiar, porque... Vengo a protestar y como yo otros vendrán, que por un pequeño error que aún no es falta pequeña, cien mil hombres, en la guerra, se devoran como fieras, porque no tenéis el don del tan sencillo perdón que da la paz verdadera: que sea ésta la bandera y si te oyes insultar, de alguno, ese es un necio; y serás sabio verdadero cuando te sepas callar, porque ejemplo les darás al ignorante y al necio.


Imponeos el silencio, cuando oigáis hablar al necio; pero a sus puertas llamar, para darle buen ejemplo y no neguéis la amistad, ni a este ni al hombre carnal, porque el uso de la carne, es una ley primordial, para la procreación; más se toma en proporción y en amor y lealtad; hasta que vuestra ignorancia, reprima la libertad y ponga tantos ambages a lo que es muy natural, aviva el libertinaje y acrecienta la maldad y sobre vosotros mismos os llamamos a estudiar. Yo una cosa os pido, que os limpiéis de prejuicios perdonando a vuestro hermano y cuando se os llama a Juicio responderéis con honor, aunque el juez sea un hermano, hombre por la ley de amor, que así es el querer del Creador, que no juzga con lo divino, lo humano.


Ya he cumplido mi deber: y como yo fui mandado, en amor del Padre amado, a otros mandará Xavier. Por hoy fírmame.


Un enviado.


Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo II

Autor: Joaquín Trincado

 
 
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