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Joaquín Trincado

Comunicación Francisco Xavier; Agosto 19 de 1911

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 25 sept 2023
  • 3 Min. de lectura

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Amado hermano:


Feliz aniversario el de hoy; 45 años ha que me encontraba sobre tu cuna y juraba al Padre llevarte a la cumbre de la montaña; no se me oculta lo tortuoso del camino, por lo mucho que habéis pedido a tu reencarnación; de mis huestes descendían columnas de amor y de felicitación a tus honrados cuanto humildes padres, que no acertaban a comprender lo que les pasaba, pero presentían y aún tu padre te lo profetizó pocos días antes de su partida, que aunque temprana para él, era necesaria para el cumplimiento de tu misión, porque debías pasar por los caminos que has pasado para que nada ignores de lo que es la vida sobre la tierra.


Si registras la historia de la astronomía, encontrarás que, en esa venturosa noche del 18 al 19 de agosto de 1886, hubo corridas de luces en el espacio que convergían sobre aquella humilde casa de la calle de Pastores Nº 16 y la astronomía no pudo juzgar aún entonces aquellos juegos, cruces y carreras de luces en un reducido punto del espacio; pero corroboraron que no eran movimientos estelares. Hoy te lo digo; eran los espíritus de luz que mandaban sus efluvios sobre aquella cuna que ostentaba el emblema de una adoración en la cabecera. ¿La recuerdas? –Sí, era un corazón con cruz. –Pues no era casual; estudia y sabe, hermano mío, que el fenómeno de aquella noche lo sintió y aún recibió revelación el Papa Pío IX y concibió (equivocadamente, por cierto, por la relación) que eras el temido Anticristo y sin conocerte lo anunció al mundo. ¡45 años!... ¡Cuántos sinsabores he pasado! ¡Cuántas veces me he visto casi perdido en mi ardua tarea! ¡Cuánta ayuda me ha prestado el anciano Joaquín!... No ceso de darle gracias y a todos los que me han ayudado; Juan Bautista se creyó tan obligado como yo, porque con fe en un Dios orabas de niño y de joven; y el humilde Jesús dejó sentir en ti su acción fluídica en memorable día que te sentías morir y la fe te salvó y los ruegos de tu buena madre. ¿Qué caminos has seguido después? Los que tenías que recorrer para tocar de todo; para rememorar todo lo que tu espíritu ha sido; para que nada ignores en términos generales; para escribir el código de salud para las generaciones venideras y el rito que no es escrito, de la religión natural que dará consuelo a las almas y les abreviará el camino a las puertas de la ciudad santa.


Dos años hace en estas horas, no pensabas ni remotamente lo que hoy piensas y sientes y aún menos comprendías que podrías escalar el cielo fraguado por la religión y hundirlo en el caos de vergonzosa historia con la opulenta Babel y el castillo de la mentira, con la inexpugnable mazmorra de la oscura Iglesia Romana; tan oscura como la mentira de sus dogmas y ya cruje en sus cimientos.


Siete escalones tiene la escalinata que estás subiendo y en el quinto estás (y no hay quinto malo), pero éste es de lucha y progreso; el sexto es de la victoria y de la organización, y el séptimo el de la cosecha, el descanso y la gloria.


Ánimo, hermano mío, que ya los artilleros llegan. Sé tú, buen ingeniero y prepara los caminos y las trincheras.


Felicidad eterna para ti y cuantos te rodean; hasta luego.


No era un portal de Belén,

Más sí la calle Pastores

Sobre la calle de Reyes,

Donde se cumplieron leyes

Que hoy puede dar a los hombres

Aquel niño; aquel... Luzbel.


Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo I

Autor: Joaquín Trincado


 
 
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