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Joaquín Trincado

3ª Contrarréplica de C. Montemayor (9)

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 24 nov 2023
  • 40 Min. de lectura

Actualizado: 4 dic 2023


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18 de Septiembre.


"Perdido en una selva inmensa durante la

noche no tengo más que una pequeña luz

que me conduzca… Surge un desconocido, que me dice: Amigo, sopla tu bujía… para

mejor encontrar el camino. Este desconocido

es un teólogo". –DIDEROT.


Si la primera réplica del señor Podestá fue una homilía inmensamente vacua y misericordiosa, con mayor razón se puede definir la segunda: un gran mar de palabras, sin un grano de sal. "Verba et voces", como todos los sermones franciscanos, como todas las jaculatorias de la iglesia. En su kilométrica exposición - que es con pocas variantes, una repetición de la otra -encontraréis el arte de Don Basilio: Adulteración de principios religiosos, profanación de ciencias, arbitrariedad y falsedad de interpretaciones, febril afán de salvar, por lo menos del ridículo, al gran edificio religioso que amenaza ruina, -todo, en fin, lo que queráis, menos, se entiende, un argumento sólido o una seria objeción.


Empieza mi contrincante, mostrándose nervioso y agitado. El chiste a que la Sagrada Escritura se presta con sus frívolos cuentitos, lo vuelve agresivo e insolente[1]. Supone él que se puede seriamente hacer la anatomía de la Biblia sin provocar a su alrededor las más solemnes carcajadas, y exige que el público tenga estómago bastante fuerte para digerir, sin reventar, las bestialidades solemnes que el taumaturgo Moisés, con la más grande comicidad de este mundo, supo coleccionar en aquel burlesco ensayo de historia que se llama el "Viejo Testamento".


Pasa, luego, a refutarme. Repite, y amenaza repetir hasta la consumación de los siglos, que mis argumentos son "inofensivos e inoficiosos", que no he demostrado nada.¡Inconformable adversario! ¿De qué modo podré yo convencerlo que el vaniloquio de las denegaciones y de los sofismas es insuficiente a colmar el abismo que separa estas dos eternas irreconciliables enemigas: la Religión y la Ciencia? Nada lo convence, nada lo satisface. Lo que es indiscutible realidad para todos, no tiene evidencia para él; lo que es axioma para el filósofo se reduce para él a un simple juego de palabras. No hay ciencia, no hay razón, no hay verdades fuera de las paparruchadas de los teólogos y del misticismo delirante de los metafísicos. Inútiles son las argumentaciones que lo aplastan, los dilemas que lo encierran. Cree poderse evadir, como una anguila, merced a la viscosidad del sofisma, y sobre el tenue hilo de tan mezquina esperanza suspende toda la causa de la santa madre Iglesia. Le evidenciáis el abismo que separa la ciencia la religión, y él os pide "las pruebas"; le presentáis toda clase de pruebas, haciéndole constatar la incompatibilidad de los principios científicos con los dogmas religiosos, el estridente contraste entre las concepciones evolucionistas de la ciencia y las creencias místicas de la Iglesia, el conflicto secular existente entre la una y la otra, y os responde que son simples "opiniones"; le arrojáis encima todos los postulados materialistas de las ciencias modernas, lo enterráis debajo de una avalancha de aforismos y de opiniones de hombres de ciencia, le hacéis notar como de todos los dominios de la física, de la química, de la astronomía, de la geología, de la paleontología, etcétera, se rechaza la hipótesis de una fuerza sobrenatural, la leyenda mística de la creación, la compasiva historia del mundo relatada por Moisés, todos los hechos milagrosos que constituyen los dogmas principales del catolicismo, y nuestro ameno adversario se escapa por la tangente, sentenciando catedráticamente que "las ciencias no prueban nada al respecto". Le hacéis constatar que los dogmas de la Iglesia se fundan sobre la revelación, mientras que las concepciones científicas son hilaciones de las experiencias, y él no ve en esta chocante diferencia de métodos ninguna oposición; le hacéis observar cómo la Biblia anda a puñetazos con la ciencia en lo que se refiere a la edad de la Tierra (que se extiende, según ésta, a través de millones de siglos, según aquélla solamente a 6,000 años), y él contesta que la Biblia es muda al respecto y que los días de la creación deben entenderse como "períodos indefinidos de tiempo". Consumid aliento y pulmones para hacerle comprender toda la mezquindad de la concepción geocéntrica establecida por la Biblia, y a hierro y fuego defendida por la Iglesia, en presencia de las grandes concepciones científicas del Universo que reducen la Tierra a la modesta proporción que todos conocen, y él sale del apuro sofisticando que "la concepción geocéntrica... no pertenece a la Iglesia". Le mostráis que el hombre no es un pedazo de barro, que nada tiene de divino, que no fue de reciente creación, como la Biblia pretende, que su origen se pierde en la lejanía de los tiempos, que, según todos los descubrimientos científicos, existía ya en la época glacial -¡casi un millón de años atrás!- y él salmodia que... "el hombre cuaternario es un dogma bíblico". ¡Dios mío!, si es verdad que existe en tu beato reino un paraíso para los "pobres de espíritu", reserva un rinconcito para mi buen Podestá, que merece más que todo otro mortal, el premio de tu inmensa bondad.


Recorramos ahora el rosario de sus objeciones. Pretende, con la primera, sorprenderme en contradicción por haberle yo preguntado cuáles son los "sabios modernos" que creen en la Biblia y no haber dado, después, ninguna importancia a la respuesta, es decir, a la lista de sabios y sabihondos por él presentada –lo que es absolutamente inexacto, ya que en mi contrarréplica, como él mismo confiesa, le hice observar que aquellos hombres –teístas, pero no católicos, los unos; neovitalistas o panteístas los otros, –habían sido robados a la ciencia para amontonarlos en el calendario de la Iglesia. Ni se apercibe, el buen Podestá, como el argumento se retuerce contra él, cuando dice: El señor Montemayor no podrá probar jamás que los nombres citados por mí no son de sabios "creyentes". Entonces, ¿son de sabios "creyentes" o de "sabios católicos"? No pretenderá, mi contrincante, que católico y creyente sean la misma cosa. Creyente fue Calvino, y no fue católico; creyente y no católico fue Lutero; creyentes y no católicos son todos aquellos millones de budistas, de braminos, de mazdeos, de mahometanos, de sionistas sembrados en toda la superficie terrestre y que la Iglesia encarnizadamente persigue; creyentes, pero anticatólicos, fueron los Hugonotes, los Valdenses, los Albigenses, Copérnico, Galileo, Giordano Bruno, Vanini, Ramus, supliciados, asesinados, exterminados por el catolicismo, y, entre los más recientes, Newton, Mayer, Lavoisier, Du-Bois-Reymond, Lord Kelvin, Clausius y muchos otros de la famosa lista que creyeron en los dogmas de la Iglesia como creo yo... en la cuadratura del círculo.


No confunda el señor Podestá las estrellas del cielo con las bujías de Moisés. Una cosa es creer como varios sabios han creído, en la existencia de "una fuerza vital" que pone en juego todas las fuerzas de la naturaleza, y otra distinta es la de creer en las mastodónticas bestialidades de la Biblia. Por consecuencia, siendo ésta una cuestión de capital importancia, urge barrer del campo de la discusión toda clase de equívocos y encerrar a mi contrincante en este otro dilema: O reconoce que esos sabios, en su casi totalidad, no son católicos, y en este caso desista de invocarlos en apoyo del catolicismo; o persiste afirmando que lo son, y entonces demuestre, con las debidas citaciones, cómo, cuándo y en qué forma aceptaron los dogmas de la Iglesia.


Vamos a la segunda. El señor Podestá espera que yo le demuestre "que alguna ciencia, física, química, etc., excluye la idea de Dios y de la creación". ¡Modesto de veras en sus pretensiones!... Como si yo no hubiese demostrado nada hasta ahora, y como si mis demostraciones para ser válidas y reconocidas tuviesen que obtener el pasaporte y el visto de su excelencia, el señor Podestá. ¡Estaría fresco... yo! Vamos, amigo; no es usted que ha de juzgar: es el público que se interesa en nuestro debate. Y este público sabe que todas las ciencias han depuesto, deponen, depondrán contra su eterna enemiga –la Iglesia– y que si hay uno que nada ha demostrado, es precisamente mi contrincante, que sofistica sobre todo, que todo confunde y todo interpreta... al revés, inclusive las leyes de la gravitación universal del gran Newton.


Escuchémosle al respecto: "¿Qué es lo que prueban estas leyes en contra de Dios, de la creación o de la Biblia"? Prueban que el movimiento general y eterno de las esferas siderales en los abismos inconmensurables del espacio no es determinado ni empujado por el dedo de Dios; prueban que la Luna gira alrededor de la Tierra, la Tierra alrededor del Sol, el Sol alrededor de otro sistema solar más grande, éste alrededor de otro más superior todavía y, así sucesivamente, hasta el infinito en fuerza del doble movimiento de atracción y de repulsión que es propiedad de todos los cuerpos; prueban, a quien no está acostumbrado a hacer oídos de mercader, que la fuerza centrípeta y centrífuga de los mundos (gravitación), descubierta por Newton, ha hecho limpieza en todo el Olimpo, suministrando el golpe de gracia al castillo bíblico de las creaciones milagrosas y sepultado en el ridículo el grosero dogmatismo de la Iglesia. ¿Qué más podrían probar las leyes del cristianísimo Newton? ¡Que "uno y uno más uno, hacen uno", conforme la fórmula aritmética empleada por la Iglesia para descifrar el misterio de la S. S. Trinidad? Escuche el buen Podestá lo que piensa Leibniz, el gran teólogo físico, matemático y jurisconsulto del siglo XVII: "Newton arrebató a la divinidad algunos de sus mejores atributos y minó los cimientos de la religión natural". Y si hubiese querido ser más lógico, habría podido agregar: Esta divinidad que se deja arrebatar sus mejores atributos por un hombre, es la burla más grande que he conocido. Pero... ¿para qué tantas demostraciones, si yo no pruebo nada y Newton prueba menos?.


Vamos a Lavoisier, cuyo mérito principal consiste en haber descubierto la ley de la conservación de la materia, es decir, de haber establecido el hecho de que "nada se crea, nada se destruye", conforme la definición aceptada por mi contrincante. La fórmula, como se ve, es clara; pero, cuando se trata de interpretarla... "¡autre chose!", todo se confunde; lo que es claro se obscurece; interviene el sofisma, y el ameno Podestá salmodia: ¿”qué quiere decir nada se crea y nada se destruye"?... Y el mismo responde: Quiere decir sencillamente, que "ninguna fuerza puede comenzar a existir sin causa eficiente".


¡Muy bien, "tres-bien", bravo! Seis puntos y los "boms-boms" al digno discípulo de Don Basilio por la originalísima idea de agregar a la ley de Lavoisier aquel apéndice caudal de la "causa eficiente", extranatural, creadora y dominadora del Universo.


Saque el señor Podestá lo que tan imprudentemente le ha agregado de suyo, y verá como la ley de Lavoisier "nada se crea, nada se destruye", significará únicamente que, "si nada puede ser destruído, nada puede haber sido creado", o en términos más explícitos, que la materia es eterna, lo que implica la imposibilidad de la creación y lo absurdo de la hipótesis-Dios. En cuanto a la calificación de cristiano o de católico que se pretende dar al glorioso decano de la química, que no encontró en la materia residencia posible para Dios, es una cuestión de gusto que no tiene importancia ninguna. Lo que sí nos interesa sumamente son sus principios científicos, sus teorías, sus leyes esencial y fundadamente materialistas.


Por lo que concierne a Du-Bois-Reymond, pienso que la Iglesia ha de sentirlo todavía como un hueso muy duro en la tráquea. El eminente sabio dió el tributo de su genio al desenvolvimiento de las ciencias evolucionistas, y sí en los últimos años de su vida lanzó al mundo, con su famoso "Ignorabimus", un grito desesperado por la solución de ciertos problemas del universo que él consideró "insolubles", es este un hecho que nada demuestra en favor del catolicismo ni contra la ciencia.


Por todos los demás sabios modernos, volvemos a repetirlo: demuestre el señor Podestá cómo, cuándo y en qué forma aceptaron los dogmas de la Iglesia. Entre los antiguos, cité yo a Empédocles, Demócrito, Heráclito, Anaxímenes, Anaximandro y otros, que fueron materialistas. Sócrates, Platón y Aristóteles, citados por mi contrincante, eran creyentes, pero paganos, bien lejos de pensar en las paparruchadas de Moisés. Sócrates, principalmente, anteponía los sentimientos del corazón, la verdadera moral humana, a todas las creencias en el más allá de la vida. Platón habla del "Logos", del Verbo, en el cual parece idealizada toda la moral y la sabiduría humana; pero no conoce a un Dios antropomorfo que devora, como Saturno, sus propios hijos y se deja por ellos devorar. Este Dios debían inventarlo los frailes. ¿Y Aristóteles? Muy mal; a propósito, mi opositor evoca de los profundos silencios el fundador de la escuela peripatética, el padre de la Historia Natural contra el cual se desencadenó toda la ira, todo el odio de la Iglesia.


Demos ahora una mirada retrospectiva a la historia negra del catolicismo y veamos cómo la Iglesia marcha de acuerdo con la ciencia.


En el tercer siglo de nuestra era, el cristianismo, elevado, bajo Constantino, a religión de Estado, se desencadena como un huracán de muerte sobre el mundo pagano. Aristóteles es condenado, sus libros puestos en el "índice", su escuela destruída, sus discípulos perseguidos. Los templos de Gáula, de Apamea, de Osiris, de Serápides, los más soberbios monumentos del arte pagano, son arrasados. La biblioteca palatina en Roma, las de Córdova y de Alejandría incendiadas. Ipacia, la gran filósofa alejandrina, destrozada por orden de San Cirilo. La gramática, las matemáticas, la anatomía, la astronomía, el estudio de los clásicos severamente prohibidos[2]. Durante todo el medioevo, las ciencias gimen aplastadas bajo el peso de la Iglesia. La geografía es una impiedad: Marco Polo, volviendo de las Indias, es perseguido; Magallanes excomulgado; Colón condenado por el Concilio de Salamanca y encarcelado. La astronomía no tiene mejor suerte. Copérnico es anatematizado; Galileo torturado[3]; Kepler exiliado. La filosofía es también uno de los siete pecados capitales: Giordano Bruno, Savonarola, Arnaldo de Brescia, Vanini, Simoncelli, Ramus, el caballero de la Barre y otros mil condenados al extremo suplicio. Hugonotes, Albigenses, Valdenses masacrados sin piedad ni misericordia; trescientas mil víctimas torturadas y quemadas vivas por la Santa Inquisición.


No es todo. La Iglesia, cuando no puede torturar la carne, sofoca el pensamiento. Las "Provinciales" de Pascal, el "Telémaco” de Fénelon, el "Diccionario Filosófico" con muchas otras obras que se me escapan son arrojadas a las llamas; las de Racine y Corneille condenadas. ¿Continuamos? Imposible. Centenas de volúmenes no bastarían a compendiar la historia sangrienta del catolicismo y a demostrar en qué forma la Iglesia ha protegido la ciencia, o marchado con ella en conmovedor acuerdo.


Pero todo esto –"ca va sans dire" –no demuestra nada, como nada demuestra, para mi contrincante la pública "declaración de guerra contra la ciencia" a base de anatemas y de fulminaciones hecha en 1870 por la suprema autoridad de la Iglesia.


Consideremos un último aspecto de la cuestión. El señor Podestá dice que la concepción geocéntrica no pertenece a la Biblia. Consultemos, pues, este gran libro de revelaciones y demostremos al adversario que no lo conoce. ¿Qué nos dice la Biblia? Nos dice que el único Universo creado por Dios fue la Tierra (día primero) y que el Sol y las estrellas fueron creadas para iluminar y adornar la Tierra (Génesis, I. 18)... ¡especie de lamparitas eléctricas, marca Edison! "El cielo y la Tierra fueron, pues, acabados con todos sus adornos". (Génesis, II. 1). Tan es verdad que las estrellas son consideradas en la Biblia como lamparitas eléctricas o bujías que Isaías (XXXIV, 4), San Mateo (XXXIV, 29), San Marco (XIII, 24-25), el Apocalipsis (VI, 13), las hacen caer en el suelo como... peras podridas. Además, el cielo bíblico es una especie de techo sólido y cristalino del gran edificio terrestre. La misma palabra hebraica "raquiah", en vulgar latín "firmamentum", tiene el sentido de una substancia sólida. Job (XXXVII, 18), dice que el cielo es un espejo de bronce; Ezequiel (I, 22), que el firmamento está hecho de cristal; el Salmo, (C. III) que es de agua; y Lactancio concuerda que es un "coelumvidrum". En cuanto a la distancia que separa el cielo de la Tierra es... cuestión de metros. Nembroth construye una torre para ir a patinar en el cielo, y Jacob ve en sueños una escalera por la que los ángeles bajan a la tierra y vuelven al cielo. (Génesis, XXVIII, 2).


¡Entre el firmamento cristalino y la Tierra, apenas existe una escalera, justamente como entre el primero y el segundo piso de una casa!


Y después de todas estas herejías que desbordan de la Biblia por boca de Moisés, de los profetas y de los evangelistas, se tiene el coraje de sostener que la concepción geocéntrica no pertenece a la Iglesia, y que las revelaciones de la Sagrada Escritura (la tierra creada repentinamente de la nada, el hombre plasmado en barro, el cielo cristalino, las estrellas parecidas a lamparitas eléctricas, etc.), hayan plena confirmación en los experimentos científicos, en las inducciones y deducciones de las ciencias modernas.


La audacia del buen Podestá transpone los límites de lo inverosímil. En la preocupación de sostener lo absurdo, no se apercibe, siquiera, de la figura, no sé si más burlesca o mezquina, que hace hacer al buen Dios "revelador", cuando le atribuye la paternidad de todas las bestialidades que la Biblia nos ofrece en materia de astronomía, biología, antropogenia, etcetera.


No es necesario tener almacenada toda la sabiduría humana en el cerebro, para saber cuán profundo es el abismo que separa las doctrinas místicas de la religión de los postulados científicos. Basta abstraerse un instante de la influencia deprimente de la sacristía, tener una cultura mediana, conocer someramente las obras magistrales de Dupuis[4], de Jacolliot[5], de Malvert[6], de Augusto Dide[7], de Svoboda[8], de Draper[9], de Viardot[10], para no seguir citando aún; o interrogar uno por uno a todos los sabios de nuestra época, para oírlos unánimemente afirmar que: "El conflicto entre la religión y la ciencia es tan grande que no terminará sino con la completa derrota de una o de otra".


Podrá, repito, citarse el nombre de algunos sabios que, como Galileo, Kepler, Cuvier, Pascal o Flammarion creyeron en Dios. Pero, yo desafío a mi contrincante que designe entre éstos uno solo, que admita los dogmas de la Creación de la S.S. Trinidad, de la Encarnación, de la Virginidad de María, etc.; que no rechaze desdeñosamente la religión católica en el conjunto de sus dogmas y de sus creencias. Ellos creyeron en un Dios que no es el Dios de los católicos, el creador y destructor de todas las cosas, el protector de los ejércitos, el monstruo sanguinario que llena el Universo de venganzas y exterminios. Es, en su concepto, una "fuerza" coeterna a la materia, que obra sobre la materia, un "quid" indefinible que invade el espacio, una simple "concepción panteísta". Este Dios no tiene nada en común con el Dios católico, y sus creyentes están tan lejos del catolicismo cuanto las "Provinciales" de Pascal de los ñoños sermones del padre Franceschi. El argumento, pues, de que Cristo o Barrabás crean en un Dios, que no habita la Iglesia católica ni la protestante, no puede absolutamente servir a la tesis de mi opositor, ya que no aporta prueba alguna a favor del catolicismo. Mucho menos puede servirle, cuando toda una legión de sabios, los más eminentes de nuestro tiempo, físicos, químicos, anatomistas, embriólogos, paleontólogos, etc., ha destruido por completo el último reducto de aquel vetusto espiritualismo, más o menos panteístico o "vitalista" de unos pocos.


No es posible considerar la cuestión bajo ningún aspecto, sin llegar a la misma conclusión que entre la Iglesia y la Ciencia se interpone un abismo. El conflicto palpita en todos los campos; y, cuanto más los católicos procuran reducirlo, más se extiende. El diablo, echado por la puerta, entra de nuevo por la ventana. Los creyentes insisten diciendo que el hombre es hijo de Dios, que el origen de todas las especies data aproximadamente de 6,000 años. La ciencia demuestra, a su vez, que el hombre existe desde hace casi un millón de años, y que el origen del mundo animal (del cual es hombre es una forma tardía de las más evolucionadas) se pierde en las lejanas épocas geológicas que se miden por millones de siglos.


Los paleontólogos nos muestran los restos fósiles del hombre miocénico (período terciario) y pliocénico (cuaternario) que vivía hace un millón o quizá más años. Y el señor Podestá, fundado en las fábulas del buen Moisés, nos dice que "el hombre cuaternario es un dogma bíblico”, ¡entendiendo por "cuaternario" al místico personaje de Adán, creado en la forma que todos conocen 4,000 años antes de Herodes y de Tiberio! Para él, según parece, los maravillosos descubrimientos paleontológicos en muchas partes de Europa, en Norte América y en la misma Argentina, no son más que simples comprobaciones... del dogma bíblico. Los fósiles del terreno miocénico o pliocénico de prehistórica formación, el Pitecantropo erecto de la isla de Java, el cráneo de Neanderthal, el tetraprothomo de la Patagonia, ¿qué diablos pueden representar en el cerebro de mi contrincante sino los despojos mortales de Adán, de Esaú o de Jacob? ¿Quizás que Ameghino, continuando en sus pacientes investigaciones, no llegue a encontrar los despojos de aquel pobre Abel, tan querido al señor y tan bárbaramente muerto por Caín? ¡Quizás!... Pero, mientras tanto, el "dogma bíblico del hombre cuaternario" quedará, como los demás dogmas de la Biblia, suspendido en el vacío.


"Pido perdón –dice G. De Vitry– a nuestros señores los cardenales; pero, en lugar de descender del cielo, la especie humana parece mejor subir de la tierra, y los monos serían más próximos parientes nuestros que los ángeles".


Y con esto, punto para hoy.

CESAR MONTEMAYOR


Mis observaciones


Leo y salgo borracho. ¡Qué cúmulo de citas! Y ¿para qué? Es machacar en hierro frío.


Se ve que Diderot, estudia y comprende que entre Filosofía y Teología, hay la respetable distancia que entre ciencia y religión: el filo corta, desata: el teo, ata, aprisiona: Filosofía es sabiduría abierta: Teología ciencia cerrada, limitada, con término fijo, por lo tanto no es progresiva; pero esa exclamación de Diderot, revela, que también el Teólogo no está conforme con luz prestada desde que dice "enciende tu bujía", es decir, la luz de la razón; por lo que hasta el Teólogo va contra la Teología y por lo tanto contra la religión, que necesita la Teología.


Pero veo (si no soy mal profeta) que ha cerrado las puertas al señor Podestá y será esta contrarréplica la última de la presente controversia, al menos de fundamentos de alguna trascendencia y debo aquí, por ello, no perder conceptos vertidos, ya que en esta exposición está coleccionado todo el argumento del abismo entre la Religión y la Ciencia.


1


Sí, tiene razón, que en ninguna de las dos exposiciones del señor Podestá hay un grano de sal, ni para bautizar a sus hijos, por lo que tendrán que quedarse moros, si piadosamente no se la presta el P. Blanco. Y esto que, entre Jesuitas y Salesianos (interiormente), como entre todas las especies frailunas que señala el rabioso Juan

Meslier, hay tanto antagonismo como diferencia entre Ciencia y Religión.


Todos son mejor que los otros y mejor que todas las otras Congregaciones, es la de cada especie; todas las otras son peor que la "nuestra". Es lo que se dice en todos, y doy fe por mis propios oídos, lo que me ha afirmado en que todos son "peores"; es decir, más que "malos".


En la sombra de un templo, puede decirse todo lo que pueden tragar los ignorantes del sabroso manjar de la sabiduría; pero, a la Luz del Sol, ya hay que esmerarse en la limpieza, porque se ven las manchas.


Mas no toque nadie una congregación o un dogma católico, porque entonces desaparecen los antagonismos y se unen en manada y busca cada uno a las levitas que cubren cuerpos de frailes, y polleras que cubren cuerpos encenagados o de Celestinas y éstos llegan a los jueces y los sobornan; a los congresos y los compran (no importa el precio y condiciones) y entre todos obligan al jefe de Estado, que hará lo que le ordena la "caterva de ladrones" que denunció Jesús. ¿Y se lamenta usted de que "se vuelva agresivo e insolente" su "descontentadizo adversario"? Veo que desconoce los claustros, como veo también que desconoce a Moisés y le carga lo que no es de él, como a los anarquistas les cargan los actos del terrorismo, de los que 99 por ciento salen del claustro, sacristía y Vaticano.


Sigue usted chasqueando el látigo, y dice "le evidenciáis el abismo que separa la Ciencia de la Religión", y él os pide "las pruebas", y aquí no hay más que lo que hace usted y todos los materialistas; y lo hacen las dos tendencias tan desastradamente, que causa lástima y dolor.


Sí. Lástima y dolor trae el que los... "estoicos" sean tan ciegos que no vean sus crímenes divinos y sacramentados que los acusa a la vez de culpables de todo el mal mundial, y su sordera, es capaz de resistir hasta la estridencia de la apocalíptica trompeta del Juicio final, que ha tocado y no la han oído, aunque ven, quieran que no, que la liquidación se está haciendo.


Pero para éstos ya habló Isaías, al que no creen los religiosos y los anarquistas lo burlan y esto también da lástima y pena; porque, a pesar de todo, tampoco hacen más que como los católicos: palabras y palabras, y a las dos tendencias les pasa, como al que ante un rival no tiene para esgrimir más que un revólver sin balas, que hace temblar a los dos.


¿Cómo quiere usted que se dé por enterrado, aunque le eche encima todo el peso de las ciencias materialistas, si los materialistas tienen otro desplante que anula todo su ser y esto lo saben los católicos y no católicos, causa por la que no les temen? Hace lo justo el materialista en negar al Dios religioso, y no hacen más que lo que han hecho Moisés e Isaías, Jesús y todos los misioneros y hombres de ciencia que no son materialistas ni religiosos, a los que motejan los anarquistas, sin entender que aquéllos han proclamado un Creador Padre Universal, con el que han matado al Dios ídolo de las religiones. Pero los materialistas anarquistas, al hablarles de ese Creador (que todas las ciencias tácitamente confiesan y con afán siguen su camino hacia él) los anarquistas, digo, se ríen, y no comprenden que la risa es del imbécil, y ésta es justamente la causa de que no les teman los católicos y se les retiren los que no niegan, pero investigan y dan cabida a la razón.


En el juicio que exige este proceso sentaré como es debido las cosas, para darle al César lo suyo y al Dios no le daré nada, pero sí al Creador, pues ahora me veo obligado a seguir comentando y razonando lo que hay de nuevo en la exposición, que no es mucho, pero sí importante, y lo más trascendental de toda la controversia.


2


Escuchémosle al respecto: "¿Qué es lo que prueban estas leyes en contra de Dios, de la Creación o de la Biblia? Prueban que el movimiento general y eterno de las esferas siderales en los abismos inconmensurables del espacio no es determinado ni empujado por el dedo de Dios: prueban que la Luna, etc., etcétera."


¡Señor Montemayor! Ese estribillo es demasiado sabido entre materialistas; pero en el mismo está demostrado el sistema y éste es peor aún que el dogma religioso.


Decir que el movimiento eterno de las esferas siderales, en toda la inconmensurable profundidad o abismos del espacio, no es empujado por Dios, es una tangente escapatoria: es una centrífuga de efecto literario y aun cómico, y no se debe tener por principio fundamental de ciencia, desde que sabemos que la razón descarta a Dios de todo, desde que Dios representa analíticamente, por los hechos de los deístas, ídolo. Pero entendiendo Creador, Padre del universo, ¿qué contestarán los materialistas, ni los anarquistas, ni ninguna ciencia, que pueda negar que todo es empujado por una ley indómita, infalible e inextinguible? ¿No pedís que se os muestre al Creador? Ahí lo tenéis; negadlo, deshacedlo, parad el movimiento eterno e infinito; dadle, si sois capaces, otro giro; cambiad su rumbo; y si no podéis, ¿no es bastante a la más obtusa razón a desechar el sistema de negar y optar por la observación y esperar a que la razón encuentre el término del progreso? ¿Que el progreso no tiene límites? Entonces, ¿con qué razón ha de tomarse la ley de Newton como infalible? ¿Acaso, al encontrar Newton la gravedad, la hizo él? Y si él no la hizo, ¿quién la hizo? ¿Ha cambiado tampoco la gravedad después de haber encontrado, no la ley, sino el principio en que se apoya la ley? Todo gira y marcha como marchaba y giraba; luego lo que no modifica, lo que no mejora al efecto, no es una causa eficiente; y así, lo que llamáis ley de Newton no es una ley de Newton y mucho es que sea un principio que ilumine el camino que nos aproxime a comprender la ley, que jamás podremos mejorar ni darle nada, sino que, mal que les pese a los materialistas y anarquistas, y aunque no quieran, sólo por ella vivirán para... negarla.


Dígame si esa misma ley no es bastante grande para amarla y creerla como nuestro Padre, nuestro Creador, (no Dios); pero esa ley es de todos y nadie la monopolizó y, por lo tanto, no es de ninguna religión ni tendencia científica, pero sí es de la sabiduría y ésta, es sólo del Espíritu en todos sus grados; y la solidaridad de los espíritus se llama "espiritismo" (que no es religión ni aun credo) y éste es el que representa por los hombres, en cada mundo, al Creador.


Negad, afirmad, haced como os plazca; jamás podréis deshacer ese axioma que sostengo y confirma Newton. Ese girar de la Tierra y los mundos sus hermanos alrededor del Sol y éste alrededor de otro superior y aquél de otro, y el otro de otro, ¿no confirma igualmente lo que acabo de afirmar? ¿Quién lo puede destruir? Mas ¿creéis que sea tal la locura de esa ley, que no responda toda a una fuerza... central... (¿?) ¿A un centro vibratorio del cual pende y depende todo? Los imbéciles que ríen declarando su ignorancia, que vuelen, que asciendan, que escalen aquel centro y allí encontrarán la causa primera y única; y cuando desciendan a este mundo de los sistemáticos, quiero verles la cara y corazón y entonces podrán decir si no puede llamarse el hombre, hijo del Creador, Padre universal, y aun afirmar que el hombre es de origen divino por el espíritu, por el que sólo se es hombre. Hasta los materialistas, aunque no quieran y nieguen y renieguen.


II


Pero metámonos en terrenos más explorables, para los que aún no tienen sus alas para volar tan alto.


Hemos mentado la luna, de la que se debía saber ya por la Astronomía, lo que es, su procedencia y su misión. Pero ¿creéis que de esto no es culpable la Religión? ¿Creéis que no tiene, (sobre todo la Religión católica) certidumbre de lo que es y procedencia de la Luna? El saberlo y ocultarlo, como muchas otras verdades (porque declarándolo hubiera dejado de ser hace mucho tiempo) es lo que constituye su prevaricación, y esa ley del más infinito, le señaló un tiempo preciso, pasado el cual no existiría, porque todo ha de transformarse en más: la injusticia en justicia, la ignorancia en sabiduría, el odio en amor; y ese tiempo, ya llegó; por lo que, el espíritu, por la ley de las armonías, se hizo esclavo hasta que llegado el momento marcado en esa ley, reclama su reinado y de esclavo se hace señor del alma y del cuerpo (aunque ya lo era oculto) y, hete aquí el conflicto y la lucha de la materia por conservar injustamente la supremacía prestada, sólo por no desarmonizar, repito, porque la rusticidad de la materia primitiva, en cada mundo, tiene por grados que purificarse e ir tirando escorias, como las tira el cuerpo después de aprovechar lo asimilable de los alimentos con que se nutre y, sólo hay una ley de purificación perpetua para todos.


Sí; la misma ley del espíritu es la de la materia de los cuerpos animales, como de los mundos y la Tierra, no había de tener ley diferente que Marte, Júpiter y el Sol y otros soles mayores y menores poblados de hombres símiles en todo a los orgullosos cuanto imperceptibles terrenales y tan ignorantes como presuntuosos e imbéciles.


La Tierra, pues, dentro de la misma ley, expulsa de tiempo en tiempo sus escorias que ya no son asimilables a su ser, como la ignorancia y tinieblas que arroja el espíritu de su cuerpo-alma, llamado astral, doble etéreo, periespíritu, o como queráis, pues siempre será el alma el cuerpo del espíritu, al que cuanto más lo purifica más se descubre él. Y no creáis que esto es "hablar de la Luna", como suelen decir cuando no se entiende una cosa: esto es fundamentar el argumento para decir, que la Luna o Satélite ha salido de la Tierra, siendo sólo "escorias" no asimilables ya al ser animal y atrás dije cuando ocurrió ese hecho: ese parto.


¿Negáis? ¿Afirmáis? Lo mismo es: pero los que niegan, se van a ver desmentidos muy pronto; antes de pasar tres generaciones de las que hoy existen, la Tierra hará un segundo parto y la Luna tendrá un hermanito que entre los dos, desterrarán de la madre Tierra, la noche plena.


¿Por qué, materialistas, no obligáis a la materia y a la ciencia de la materia que os descubra estos hechos? Y ¿por qué no lo evitáis, ya que podéis presumir que nada podrá quedar aplomado de lo que hoy se sostiene? ¿Es que tampoco os han explicado esas leyes (ni aún la pretendida ley newtoniana) la causa de la inclinación o grado 23, que penosamente mantiene este nuestro terrón, que no es otra cosa sino el contrapeso de un polo al descargarse el otro? y ya que no lo habéis querido comprender, y ya que todo lo dáis a la materia y le robáis todo a su único propietario, al Espíritu y en éste al Creador, esperad un poquito, muy poquito y os lo enseñara prácticamente la ley que obrará el cataclismo y la Tierra quedará equilibrada, horizontal.


Dice el señor Montemayor: "¿Cómo haría yo para convencer a mi adversario?", etc. Y, "¿cómo haría yo para decirle al señor Montemayor, que todo esto está claro como la luz meridiana en "La Biblia"?: "Y aparecerán nuevos cielos, nuevas tierras y nuevo sol". -Isaías-.


III


La Biblia, no es un libro sagrado; no es tampoco el espejo y la obra de Moisés; pero está muy lejos de ser una burla a la Humanidad, a pesar de haber adulterado hasta la irrisión la religión católica, de lo que tiene que responder ahora mismo para su mayor vergüenza y no quiere: pero por no querer, no se va a dejar vencer la ley que impone, y, quiera que no quiera, contestará: dará cuenta exacta de su prevaricación, aunque sea con su mutismo y le será hecho el vacío en el que la muerte es inevitable.


También han de rendir cuentas los que sin conciencia se ríen y niegan; pero éstos tienen una atenuante y la ley los admitirá en su seno para sostener la verdad que negaron, aceptando un error para matar mil errores; y es porque no es posible revolver el barro sin salpicarse, como al molinero le es imposible no aspirar el polvo de la harina y mancharse. Esto es lo que salva en ley justísima a los hombres de las ciencias y creo que nadie tachará a la ley de ignorante.


¡Razón, anarquistas!; razón se os pide: investigar, no negar; y no toméis lo que los otros hayan dicho sobre la materia como infalible y comprended que en la multitud de ideas es donde está la confusión y esta es la "Babilonia la grande", y no negaréis que esto es verdad.


Pues bien; digo, repitiendo, que la Biblia que conocéis no es la escrita por Moisés, ni es libro sagrado; que de Moisés, sólo queda intacto el Decálogo, que no será tan malo cuando perdura 36 siglos y lo tiene todo el mundo; que el pueblo israelita, es el que podía desmentir a la Iglesia católica en la Biblia que hizo tragar; pero para evitar esta catástrofe la religión católica sembró el odio en todo el mundo contra ese pueblo, destruyéndolo y persiguiéndolo a muerte y aún así no ha podido matarlo y vive para gloriarse de la vergonzosa caída de su verdugo y, aún podrá dar algo, muy poco es cierto, que desmienta a la Biblia católica y cristiana o de cualquier matiz que sea. Y el que sea muy poco lo que pueda desmentir a esa Biblia-sarcasmo, es causado por haber tenido que vivir ese pueblo disperso y perseguido y ha tenido por fuerza que amoldarse a las leyes e imposiciones civiles y religiosas, donde pudiera vegetar; pero, a pesar de todos los pesares, ahí lo tenéis desmintiendo a su verdugo y créanlo las ciencias materialistas y sus hombres, que esa conservación de ese pueblo, no es más que por causa de que todo el mundo no es capaz de destruir lo que es impuesto por la ley inflexible y dominadora, a la cual Newton se aproximó, pero no penetró, ni Darwin pudo desmentir; pero sí la afirmó y la penetraba Moisés que,repito, no mentó para nada a Dios sino a Jehová o Helli, significando Padre y Creador.


Sería curioso ver que en un aula de primer grado se les diera a los niños lecciones teóricas de Astronomía, Álgebra, Paleontología y Anatomía. ¿Qué diríais? Lo tendríais por ridículo o irracional. Sin embargo, el educador o maestro sabe esas ciencias y lo mismo le pasaba a Moisés. ¿Quién lo hubiera entendido hablando de la gravitación, de la Paleontología, etc.? Y, sin embargo, váis a encontrar en su desordenado "Génesis" esos principios; no sé dónde, pero sé que lo dice, "que los padres no conocían a sus hijos porque eran más bellos". ¿No es ésta la cuerda que puede descorrer la cortina a la moderna Paleontología? Yo no sé si los hombres todos de las ciencias no habrán encontrado el principio de sus descubrimientos en la Biblia; pero yo aseguro que hasta el loco Julio Verne encontró en ella los principios de su entonces cómica novela y hoy, convertida, cada capítulo, en una rama florecida de la ingeniería y de la ciencia. Sólo los anarquistas, no quieren encontrar nada en la Biblia y nada obran que no sea de ella, a pesar, repito, de tantas adulteraciones en ella.


Pero no os apuréis; también ésta tiene su término y estamos tocando el instante de que pase a la historia como libro sublime (no sagrado) pero se habrá transformado en otra Biblia (o Biblioteca) en la que las ciencias se transformarán también, hasta el materialismo, sirviendo de grado o por fuerza al espiritismo. ¿Protestáis? Igual es; así será. Mejor dicho: así es ya.


IV


Corro sin tocar un largo (chorizo) de aseveraciones, muy buenas (como los de Extremadura) por lo sabrosos y contundentes, para probar el abismo entre ciencia y religión, pero que, aún así no desmienten a la Biblia "in partibus", es decir, a lo que ésta tiene de Moisés; pero es inútil escribir sobre ello y voy a fijarme en eso de Lavoisier: "Nada se crea, nada se destruye", tan mal entendido por el señor Podestá, pero no menos mal afirmado por el señor Montemayor, en nombre de Lavoisier.


Podestá dice sobre ello: "Ninguna fuerza puede comenzar a existir sin causa eficiente". Montemayor dice sobre lo mismo: "Si nada puede ser destruído, nada puede haber sido creado". La otra afirmación más científica, más racional y más admitida y, por lo tanto más ley: "¿Nada muere, todo se transforma"? ¿A dónde queda Lavoisier? O ¿ha querido decir esto mismo? Y en caso afirmativo, ¿por qué la afirmación "si nada puede ser destruido, nada puede haber sido creado"? Yo vi a mi padre, que vivió con un cuerpo: alguien lo había creado. Se le cortó el hilo de la vida, se le enterró; a los siete años, en su fosa sólo había polvo; había sido destruido. Y, sin embargo, mi padre vive, aunque no bebe. ¿Qué se destruyó en él? La materia rústica, la escoria, la figura, "la estatua" (como diría Cicerón); pero se destruyó, aunque no murió; se transformó por su ley, yendo cada molécula, vivificada de nuevo por el eterno Éter, por el incesante movimiento, a ocupar otros cuerpos de cualquier clase, calidad y categoría afínica.


Cualquiera, pues, ha visto pasar a sus padres por ese mismo período de destrucción y, sin embargo, habían sido creados como figuras, como estatuas, y así queda deshecha la afirmación de que "si nada se destruye, nada ha podido ser creado", pero se afirma que "nada muere, todo se transforma", y... se transforma... hasta el anarquismo, que se convertirá en "comunismo" y en él estará la esencia del anarquismo, del socialismo, del liberalismo, de la masonería y hasta del catolicismo y de todas las ideas religiosas, porque es la ley del más la dominadora; la que recoge las esencias de todo lo existente, depuradas en el crisol del eterno trabajo y no es obra de las ciencias, aunque sean unas buenas obreras de la sabiduría que saca bien del mal y toma del mal el menos.


V


Todas estas metamorfosis (llamadlas si queréis evoluciones) ¿por qué se obran? Por la ley de la vida. Pero la ley de la vida, ¿cómo la podemos demostrar? Científicamente, por la ley de las fuerzas, de las que sólo parece haber tomado las ciencias, dos: la centrípeta y la centrífuga. Pero ¿quién origina estas dos fuerzas, que una tiende a buscar su centro generatriz y la otra a escaparse de ese centro? ¿Quién podrá dudar que hay una primera fuerza generatriz y central?...


No hemos de pensar tampoco que esa fuerza generatriz resida fuera de la esfera giratoria en que consideramos las fuerzas centrípetas y centrífugas, porque entonces se deshace todo el argumento físico, sino que esa fuerza generadora está y es únicamente el centro exacto de la esfera o elemento y, por lo tanto, se llama "fuerza central", la primitiva fuerza de todo lo que consideramos con movimiento o con vida.


No estoy haciendo un tratado de física, por lo que no tengo que decir la principal función de esa fuerza que tiende a escapar de su centro y que no es otra sino expandirse cuanto lo permiten la fuerza del movimiento, para recoger, cargarse de nueva vida (o combustible) que conduce al horno, al centro, para mantener latente a su mandante, fuerza central primera y generadora. ¡Es tan grande esta ley! Tan divinas sus funciones y tan importantes, que sin ellas la vida no existiría; y no hay necesidad para demostrarla más que comprender la vida del hogar, aún en toda su materialidad y hay una gravísima responsabilidad en los hombres de ciencia, en no simplificar en esas formas palpables y comprensibles esas leyes que explicarían al pueblo la Ley de la vida.


¿Qué a qué traigo a colación estos puntos aquí? ¿Acaso es más importante la Biblia, ni Darwin, ni Moisés, que esas afirmaciones de "Nada se destruye, nada se crea" y "si nada puede ser destruído, nada puede haber sido creado" y el otro de "Ninguna fuerza puede comenzar sin causa eficiente"? Nada hay más importante que esto y las cuestiones teológicas y el estudio todo del Universo, no es más importante que este punto, único y primer escalón del estudio de la vida en su eterna continuidad y en su infinita variedad de demostraciones. He aquí por qué traje a colación estas cuestiones, provocadas por la afirmación del señor Podestá de que, "Ninguna fuerza puede comenzar sin causa eficiente". Afirmación divergente en la materialidad de la afirmación de Lavoisier, sostenida por el señor Montemayor; pero que en su divergencia, establece el dilema más tremendo que ha podido ponerse la Iglesia Católica, del que dependerá su triunfo o su derrota, no por la materialidad de la afirmación, sino porque entraña toda la causa de la vida de las cosas y del Universo.


Invocado como principio y dejado de lado la divergencia señalada, el señor Podestá tiene razón: "Ninguna fuerza puede comenzar sin causa eficiente". Pero el tener razón, es justamente lo que lo hace no tener razón de ser católico, ni puede invocar o esgrimir como arma, el arma que no es de la Religión; pero se apoyará para invocarlo en su derecho de hombre y, otra vez resultará que ese derecho de hombre, no le permite ser religioso y menos católico, porque nos encontramos enseguida con que, "Todo efecto natural, es causado por una causa natural también": que si corrobora su afirmación, destruye en absoluto la doctrina religiosa que él quiere imponer a esa Ley, porque, "Siempre que se reúnen las causas que originan un efecto, produce el mismo efecto".


Ahora bien: estudiemos religión y veamos si ésta es "cosa": porque sólo las cosas tienen "vida" tangible y por lo tanto, capaces de progresar, de vivir.


Dejo de lado la definición fantástica que la academia hace al decir que "Religión es culto a la Divinidad: Fe, Creencia, Devoción, Culto y temor de Dios" porque esto no puede ser y no es religión, sino efecto de causa. Qué es lo que interesa buscar y saber y sabido es que decimos "Culto religioso", "Fe religiosa", "Creencia religiosa", etcétera, etcétera. Por tanto, todo eso no es religión, sino el efecto de la religión.


Escudriñando, anatomizando, desentrañando la religión, encontramos latente como causa, como fuerza eficiente, como fuerza central de esa causa, una comunión de ideas concentradas en un símbolo que les sirve de cuerpo, no tangible, no anatómico por la ciencia, irreductible al entendimiento y por lo tanto, inexplorable: no es "cosa". Entonces esa comunión concentrada de ideas queriendo ser una sola idea, sin tener una causa inteligible, y para sostener esa comunión concentrada, se impone una fe incomparable, lo que es requerir, que el religioso "relegue" sus derechos en una fe jurada. Esto es matar su razón y poner un límite insalvable al progreso individual y esta falta de razón, lleva consigo la ignorancia y ésta, fuerza al hombre al fanatismo y el fanatismo es "pasión": lo que sin vuelta de hoja ni apelación, lo que constituye y es religión, es, "una comunión concentrada de Pasiones" y ésta es "La fuerza eficiente" que existe para comenzar la fuerza religiosa, única que podría invocar en su apoyo al señor Podestá, como religioso. Deseo que se pruebe lo contrario con la historia de los hechos de la Religión y las ciencias, juzgándolo un verdadero Plebiscito Universal, único juez válido para restar algún punto de mi juicio, porque invalidarlo no puede desde que está sentado en la razón pura, en la historia y la justicia de los hechos. Por tanto, no puede invocar como defensa de la religión ni del religioso en sentido científico, el principio, "Ninguna fuerza puede comenzar sin una causa eficiente". Porque este principio es científico y el fundamento religioso es anticientífico y antinatural por añadidura, como queda demostrado. Y sigo camino con la Luz en la frente y el escalpelo en la mano derecha y en la izquierda la balanza que no admite error.


3


Sigue otra larga lista demostrativa de los crímenes religioso-católicos y rompe usted el proverbio, "Para muestra basta un botón"; y ese botón sería, Constantino huyendo de Roma por haber él asesinado a su suegro; pero ya lo toqué en su lugar.


Sigue aportando datos históricos de las demoliciones y autos de fe de la católica y cristianísima Iglesia; de lo que le doy las gracias, porque confirma todo ello "La causa eficiente de la existencia de la fuerza Católica-Cristiano-Religiosa" que ya senté que es la "pasión" y nada más digo en este número.


4


Está plenamente demostrado ya el abismo entre Religión y Ciencia, aunque no existiera más que el Syllabus que las condena todas. Pero he aquí que dice usted, que el señor Podestá no conoce la Biblia porque afirma "Que la concepción geocéntrica no pertenece a la Biblia"; y en este punto, tomado por el señor Podestá en el sentido como interpretan los clérigos la Biblia, tiene razón; y el señor Montemayor, interpretando literalmente lo que se lee en la Biblia a este respecto, también tiene razón, y sin embargo, ninguno tiene razón achacando que la Biblia es de Moisés, puesto que no es de él, ya que Moisés tenía la doctrina Veda, donde los conceptos de la creación son bien diferentes y tampoco efectivos.


Aquí debería hacer historia para demostrar, que los azares de la vida de Moisés lo descartan en absoluto de los cargos que con tanta injusticia se le cargan en la controversia a Moisés. Pero en un folleto publicado con el "discurso del obispo Strossmayer", está relatado, aunque compendiado, el nacimiento del Cristo-Dios, el mismo día que Moisés derrotó a Faraón y allí hay fundamentos históricos que deshacen las leyendas y cuentos católico-cristianos: y aquí, conviene decir que, si Moisés hubiera podido abrirse camino seco por medio de las aguas, millones de veces habría podido mejor evitar la batalla que lo puso en grave peligro.


No habría acampado, habría hecho el milagro antes de perder muchos hombres: lo que hay es que, acampó porque la marea estaba alta y cuando bajó y pudo pasar su impedimenta, arremetió a Faraón y lo llevó lejos, de manera que, cuando rehecho el enemigo pudiera llegar al Mar Rojo, la marea estuviera otra vez alta y no pudiera pasar sino rodeando 6 u 8 horas, y pisar tierra asiria, lo que sería comprometer aquel reino.


Su plan estratégico, le salió bien como todo lo que bien se mide: y cuando Aitekes llegó al Mar Rojo, éste, ya le prohibe el paso y su derrota era inevitablemente confirmada, sin esperanza de revancha.


Aitekes piensa, discurre, cómo podrá justificar su derrota y no teme a Faraón, su suegro, sino al Dios, a los sacerdotes del Dios egipcio. ¿Cómo se conformaría aquel Dios, en ser derrotado y burlado por el Dios de los israelitas?


La superstición hace milagros estupendos: y Aitekes, propone a los vivientes capitanes, que "Dirían a los sacerdotes que Moisés abrió con su vara camino en medio de las aguas y que cuando pasaban los ejércitos de Faraón, éstas se cerraron y los envolvieron".


Ya, la ciencia no materialista, no duda del sonambulismo, ni se atreve ya a negar las facultades medianímicas y desdoblamientos, ni las videncias y todo esto sí que lo poseía Moisés y tenía a su hermana María llamada la profetisa y por propio interés, Moisés, la ponía en posesión y sorprendió los secretos de Aitekes, sobre el milagro de abrir Moisés las aguas y, Moisés lo aprovecha para intimidar al Rey de Siria, el que al saber el relato por los egipcios, deja a Moisés acampar y pasar por su reino, temeroso de que a otro golpe de vara le destruya el reino: esta es la verdad ocultada.


Y bien. ¿Es responsable Moisés, de que el miedo, el temor a Dios de los egipcios, le hagan hacer un tan estupendo milagro que él sabe aprovechar, ya que necesitaba de todos los extremos, de todos los medios, para llegar al fin que se había propuesto de salvar al pueblo esclavo? Una religión inventó el milagro; los levitas de Israel lo sostuvieron y otra religión que nace más de 20 siglos más tarde, deshace aquel pueblo y sigue ella sosteniendo aquel milagro; es decir, mata lo racional para robarle lo irracional.


Por consiguiente, no es Moisés el que se burla de la humanidad; no es él místico; no es él religioso; no funda ninguna religión, ya que como misionero y legislador viene a salvar a los hombres de la esclavitud, implantando el decálogo, como única ley.


Todo lo demás, son embustes religiosos, antiguos y modernos, de los que nada tiene que ver Moisés: y sería de ver, si el señor Montemayor, ni todos los que motejan a Moisés, ni Darwin y todos sus monos, serían capaces de la acción libertadora de aquel "Dramaturgo burlesco", del que ninguno seríais digno Lazarillo y... "Res, non verba".


Los católicos, sólo con mentar a Moisés, pronuncian una asquerosa blasfemia: y al tergiversar los hechos de Moisés, cometen el más grande de los sacrilegios y, ojalá que pudiera Moisés hacer lo que dicen, porque es seguro que ya habría acabado y mejor dicho, no habría acabado, no habría nacido la religión católica, ni ninguna, desde Moisés. ¿Qué más he de decir?


Un punto muy interesante acude a mi pluma; leo algunas obras y autores que merecieron la confirmación de su valor, con los autos de fe de la Cristianísima Religión y el señor Montemayor, ha arrimado el ascua a su sardina solamente.


Todas esas obras y autores, son de los siglos de las tinieblas y no es mucho de extrañar, aunque sí de sentir. ¿Pero qué me dice usted del auto de fe, hecho a las obras de Kardec, en plenísimo siglo XIX, siglo de las luces? ¿Qué significa esto en un tiempo en que ya, hasta la electricidad había nacido, es decir, los hombres, libertos del yugo opresor de los Papas, en que la masonería se imponía y el liberalismo triunfaba y el anarquismo tomaba cuerpo? ¿Cómo se explica, que el anarquismo desconozca el espiritismo que sufre un auto de fe en plena luz de las ciencias? ¿Es que las ciencias lo temen porque el espiritismo es sabiduría, como lo teme la Iglesia de las tinieblas y la mentira, porque el espiritismo es luz y verdad? ¿Y qué valen, en tal caso, las ciencias más que la religión? No es esto declararse las ciencias (o sus hombres) cómplices de la religión en contra del espiritismo, del que, quieran que no, cada hombre forma parte, porque "sólo por el espíritu se es hombre".


Mas ya veo la causa; los materialistas, en su error, prefieren que nada viva después de la muerte del cuerpo, lo mismo que la religión católica quiere que la humanidad acabe antes de que ésta descubra que la dominó con su falsedad; pero ya es tarde para todos; ha llegado el espíritu a su reinado como estaba dicho, "como ladrón de sorpresa" y todos tiemblan del... fantasma: y la fantasía ya sabéis dónde está; en la ignorancia, en la negación de lo que no se estudia para comprenderlo.


La religión católica ha sabido denigrar al espiritismo, creando el espiritualismo, que es la negación del espiritismo, y ha fomentado las adivinas, los charlatanes y supercheros.


¿Pero qué importa? Al fin, la verdad se descubre siempre dominadora y acaba el error.


El espiritismo no tiene Dios; el espiritismo no es credo ni religión;


El espiritismo tiene al Creador por padre y maestro y sus leyes son su credo, en las que lo conoce y lo ama, "amando a su hermano" cada hombre, en el que ve el universo, microscópico sí, pero completo y entero y es la universalidad más contundente.


He ahí todo el secreto de la esciencia sin error y sin vacíos: "Conócete a ti mismo".


II


Veo una partida de citas bíblicas y no tomo las del génesis, anteriores al versículo 25 del Cap. IV, porque lo anterior a ese versículo, ya dije en su lugar que es un índice de cosas que nadie entendería entonces; pero que tampoco se habían de dejar olvidadas, reduciéndolas a símbolos, hasta que los hombres fuesen capaces de comprenderlas: y aún habría que preguntar hoy si las podrían digerir; y hay que preguntar más; hay que preguntar a los educadores: ¿Cómo se hubieran arreglado hace 36 siglos para explicar el llamado firmamento? ¿Acaso no es risible en muchos casos hoy en las aulas, ver de los medios y métodos que han de valerse los profesores para meter algo en las calabazas que muchos llevan por cabeza? Pues, con todos los medios científicos que contamos y después de 36 siglos pasados, aún muchos no logran entrar en la comprensión de lo que es el hombre. ¿Cómo han de conocerse a sí mismos? ¿Y sin conocerse a sí mismos, quieren conocer el universo y ser científicos? Esto tratándose de hombres libres, que si hablamos de hombres religiosos, ya lo confiesan ellos mismos: "Domine non sum dignum", y apaga y vámonos.


Veo también algunas citas de los evangelios... "Ni me los nuembres", como diría un gaucho. Que me digan primero ¡Cuántas palabras en vano por culpa de la mentira! Pero veo, por qué esos cuatro sí y los otros cincuenta y tantos no. Apocalipsis VI, 13, vamos a ver lo que dice: "Y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus no sazonados higos, cuando es sacudida de un vigoroso viento", no dice peras: y ya ve, que si el señor Montemayor ha cambiado una palabra o nombre, en tantas traducciones y más intencionadas interpretaciones, ¿a dónde estará lo que escribió Juan Apóstol? Pero, en el todo, ya se puede sacar algo verdadero, y ya que estoy con las manos en el barro, voy a ver si yo saco polvo asfixiante y tomo sólo (sin mirar más) lo posterior de ese versículo.


14. "Y el cielo se apartó como un libro que se ha arrollado: y todo monte e islas fueron movidos de sus lugares".


15. "Y los reyes de la tierra y los magnates y los ricos y los capitanes y los fuertes y todo siervo y todo libre se escondieron en las cavernas y entre las piedras de los

montes".


16. "Y decían a los montes y a las rocas: caed sobre nosotros y escondednos de la cara de aquel que está sentado sobre el trono y la ira del cordero".


17. "Porque el gran día de su ira es venido. ¡Y quién podrá estar firme?"


¿No le parece al señor Montemayor que esos higos no sazonados, sean esos capitanes, reyes, magnates, fuertes, etc., que hoy caen y se esconden de la cara airada del cordero "Pueblo" que rasga y arrolla el cielo de los holgazanes? Porque justamente condice esto con Isaías, XXXIV,: "Y todo el ejército de los cielos se corromperá; y plegarse han los cielos como un libro, y todo su ejército caerá, como se cae la hoja de la parra y como se cae la de la higuera".


Yo no veo aquí las tales lamparillas; lo que sí veo en todo su articulado, tanto de Isaías como del Apocalipsis, la caída de los poderes autócratas, plutócratas y parásitos; cómo si usted registra, verá también explicado hasta el número de combatientes de esta hecatombe y hasta las proporciones del terremoto que, si usted tiene menos de 60 años y ha de llegar a los 90, verá: y ya me dirá entonces si son higos, peras u hombres.


¿No ve usted que todos esos escritos y sobre todo el Apocalipsis, Isaías y el Génesis, son figuras, símbolos y aun veo que en algunos casos Juan Apóstol hace una advertencia en la que manifiesta claramente su sentido figurado, pues dice: "Esto encierra sabiduría; el que tiene entendimiento entienda, o el que tiene ojos vea y el que tiene orejas oiga".


Otro punto y basta. Génesis XXXVIII, vers. 2. Busco, no habla ahí nada de escalas: habla de Súa, mujer de Judá; pero le dispenso el error de citas y busco eso de la escala... Encontré; es el Capt. XXVIII, vers. 12, que dice: "Y soñó y he aquí una escalera que estaba en tierra y su cabeza tocaba en el cielo: y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella".


En el testamento de Abraham, llama ángeles a los espíritus de Luz: y negros de hollín y demonios a los espíritus aferrados al mal; así, pues, Jacob, heredero (como primogénito) del testamento de su abuelo, llama ángeles a los espíritus de Luz y le manifiesta esa visión, la vida eterna y continuada, encarnando y reencarnando los espíritus, lo que usted ni nadie puede negar con fundamento; pero, en cambio, si no fuera así, no podría existir el progreso ni individual ni colectivo, porque el espíritu no puede hacer conciencia más que por la experiencia: y usted mismo, negando, fué hombre muchas veces para poder tener la ciencia y conocimientos que hoy tiene y lo volverá a ser continuamente aunque no quiera y de cada existencia su espíritu guardará en su archivo cuánto aprende: sólo así puede llegar a la sabiduría y esta es la causa de esa ciencia y sabiduría innata que se observa en muchos hombres.


También esto lo condena la Iglesia católica, con prevaricación y maldad, puesto que lo sabe; pero destina al alma al infierno o al cielo, pasando por el purgatorio. Todo eso sí que es el colmo de la fantasía y de la ceguera: pero inventada la mentira de "su único hijo", había que inventar 13 más y aún más estupendas, para sostener la fundamental; y aún les ayudan los anarquistas, negando el espiritismo que la Iglesia católica condena porque la descubre en su falsedad y la deshace sin misericordia, y usted y todos verán que sólo el espiritismo la enterrará y ya le dice: "Paz en la tumba".


Desengáñense; anarquistas y materialistas, no conseguirán anular esa ni ninguna religión con las ciencias materialistas, porque son el mismo polo que la religión: son corrientes negativas e iguales que se repelen y no se pueden encontrar para destruirse, porque, repito son el mismo sistema en diferente potencialidad.


Hagan esas ciencias polo vivo: denle cabida al espíritu que es la vida del hombre y del universo y verán cuán pronto los extremos se tocan y la fusión del polo muerto, o negativo, se operará al contacto del polo vivo o positivo: no haciendo así, es en vano que le echen encima al catolicismo todo el peso de las ciencias y el cúmulo de los crímenes religiosos; ni aunque le enseñéis el sol, le haréis confesar que es de día, porque el materialismo tiene errores como los tiene la religión y los dos son sistemáticos; por lo que, jamás acabaréis la discusión.


Callaré lo de la escalera que no señala altura y puede ser infinita, como infinitos son los grados de progreso.


III


Ya dije atrás que todo es Trinidad y no quiero repetir.


La encarnación, sin obra de varón, que nos la pruebe el celibato.


Ni físicos, químicos, anatomistas, embriólogos, paleontólogos, ni simples materialistas han destruído nada, y lo único que sí han herido es, la religión, pero no la han muerto, porque han rechazado dos puntos que justamente son los que les sirven de base a todo su ser: el Creador y el Espíritu. Y son dos puntos que siempre los usan y los niegan y de aquí sus vacíos y luchas infructuosas: puntos que la Iglesia católica dice tener y miente, pues los hechos demuestran lo contrario, salvo que confiese que es prevaricadora con meditada maldad; en cuyo caso, la culpabilidad se multiplica por el número de seres engañados.


En cambio las ciencias y hasta los materialistas anarquistas los niegan con las palabras y los cumplimentan y confiesan con los hechos; con lo que se acusan de sistemáticos y esto es aprovechado por su adversario, la religión, pero son dos puntos perdidos por gusto y capricho.


No vuelvo sobre el hombre primitivo: ya señalé su antigüedad y no debo seguir las bromas sobre fósiles de este y otro continente; pero sépase que, en todas las tierras o continentes, el hombre apareció a la vez: por lo que es demasiado pueril creer que en América apareciese el hombre para ir a poblar la Oceanía, el Asia, el África y la Europa.


En los costillares o cordilleras de cada continente, es donde ha de buscarse el recuerdo de los primeros hombres, sabiendo que la primera generación alcanzó más o menos la altura de dos pies de 55 a 60 centímetros, y pueden aparecer en figuradas capas cuaternarias o terciarias, debido a que no todos los continentes han sufrido los mismos cataclismos.


Es un egoísmo propio y mal fundado de cada hombre, el querer que su país o el país donde hace un hallazgo fósil, creer que de allí partió la especie humana: si oímos al francés, debió ser el hombre de París el primero; si escuchamos al inglés, será en Londres; si quiere el chino, será en Pekín; y ahora por Ameghino, habría de ser América del Sur, y todos tienen razón, pero no se entienden, como no podemos entender a la religión católica, haciendo dogmático al Adán como primer hombre; no entendiendo a Moisés en su significado de ser Adán el cabeza de una raza regeneradora, que en verdad ha cubierto la tierra en 57 siglos.


Por fin digo que todo el mundo conoce y reconoce a Moisés y pocos lo entienden más que en el Decálogo: pero por la ley que dió que ha perdurado 36 siglos, merece en justicia el respeto de todos los hombres, y, fuera del Creador, nadie pudo dar otra ley mejor por tan largo período y ella es la base para ley más alta, siendo la misma, pero más simple y concisa.


¿Y Darwin, lo mandaremos con sus monos? No. El merece su respeto, y cada uno en su lugar.

[1] Me acusa de ser "poco honrado" en la discusión; y yo lo perdono en el nombre del Padre, del hijo... y de Estebanito. [2] Don Jacobus –L'église et la morale. [3] Yo, Galileo, a los 70 años de edad, constituído prisionero, de rodillas ante Vuestras Eminencias (7 cardenales) y teniendo bajo mis ojos los santos evangelios, con fe y corazón sincero, abjuro, maldigo, detesto los absurdos errores, herejías del movimiento de la Tierra". Idéntica retractación, bajo pena de tortura y muerte, es obligado también a hacer. [4] L'origine de tous les cultes. [5] La Bible dans los Indes. [6] Science et religión. [7] La fin des religions. [8] Les formes de la croyance. [9] Erreurs scientifiques de la Biblie. [10] Apología de un incrédulo.



Libro: El primer rayo de luz

Autor: Joaquín Trincado


 
 
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