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Joaquín Trincado

¿A dónde va?

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 1 sept
  • 5 Min. de lectura
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De lo expuesto está ya contestada esta pregunta. El espíritu va a su centro, con su archivo pobre o rico y con sus goces o sus penas. Pero hay tantas consideraciones y sublimes afirmaciones que hacer en este punto, que no me basta decir, lo que se concibe en los párrafos anteriores. Quiero probarlo todo y no dejar lugar a interpretaciones ni dudas, a la ciencia y a la ignorancia.


Desde luego, está sentado y admitido por todas las ciencias y la religiones, la supervivencia del alma; de lo que resulta esta afirmación. “Que la muerte no existe; sólo es una ficción”.


Pero también, todas las escuelas discrepan en lo que se refiere al destino ulterior del espíritu. El espiritismo, en frente de todas las escuelas, sostiene y confirma. “Que las existencias de ultratumba, son una continuación de la presente: fases nuevas que con la actual se enlazan en el infinito, sin transiciones bruscas y sin absurdos rompimientos”.


El prejuicio y la gravitación de lo físico tienen tanto imperio sobre los hombres, que aún muchos de los que se llaman espiritistas, creen distanciados los dos mundos: el espiritual y el material. Es decir, el de los espíritus y el que habitamos. Conciben una distancia incalculable y nada más erróneo.


Yo os digo, apoyado en la argumentación de Jesús y en la ley de amor que traigo: “donde amas allí está tu corazón” lo que quiere decir: los espíritus (con sus almas) están donde tienen amor. Y no os asuste a los pusilánimes saber, que en vuestra propia cama, envueltos en vuestras sábanas y asidos a vosotros, están en todo momento los espíritus de vuestros muertos; si aman por amor y si odian por odio [1]. Esto, os lo puede probar cualquier médium vidente de los muchos que han llegado al mundo en este tiempo para dar testimonio de los juicios, escudriñar los secretos del corazón de los hombres y leer sus pensamientos.


Al espíritu, no le rigen y gobiernan las leyes que a nuestros pesados cuerpos, sino las del pensamiento y el sentimiento. Para el hombre, hay límites naturales como las montañas y la atmósfera. Impedimentas, como la pesadez de los cuerpos que salva o contrasta, en virtud de otras leyes. Para el espíritu, el único límite y dificultad es la ignorancia. Donde conoce, allí está; donde ama, allí vive. Podrá hallarse (metafóricamente) a gran altura sobre vosotros; más como el sol, vivifica con su esencia a los hermanos de la tierra. Por esto es impropio las palabras, muerte, este mundo, el otro mundo, si con esto se indica la transformación del ser, o se quiere significar distancia.


El ejemplo de una bola de nieve, os indica el modo cómo los espíritus progresan y llegan a la elevación y la fuerza; una gota de agua congelada, a fin de rodar por la superficie de la vertiente de una montaña y sobre una capa de su misma especie, aumentará poco a poco, hasta llegar a ser una esfera de colosales proporciones. Así el alma rudimentaria que se manifiesta sólo con instintos, llega por el trabajo continuado a la fase inteligente, con la agregación de nuevas ideas y sentimientos. Esto no se verifica en una existencia breve como la que disfrutamos una vez en la tierra, sino en la sucesión de continuas existencias, en los infinitos mundos y en interminables siglos.


El cuerpo, es una forma de manifestación; un traje de los tantos que se amasa el espíritu para cada prueba.


De estos hechos verdad, nacen dos axiomas: la pluralidad de mundos habitados y la pluralidad de existencias que se suman en un solo hecho: la reencarnación, necesaria a la ley de igualdad y compensación de la justicia del creador, sin la cual, su amor, no sería la ley suprema.


No ignoro que la ciencia es recelosa con tan necesario principio como es el de la reencarnación, aun habiéndolo predicado abiertamente Jesús. Yo sé que es por el prejuicio en muchos y en los demás porque las doctrinas de Jesús fueron adulteradas por los sacerdotes y la humanidad ha caído en un escepticismo lamentable. Pero ha llegado el momento de renovar la faz de la tierra; y como a los otros mundos superiores se les dió el contrato de Dios y los hombres, a su hora, a la tierra se le manifiesta en el momento histórico de pasar a la luz, en el testamento de Abraham que se nos ha entregado, el que desde hoy, es el principio de la verdad suprema y la credencial del credo espiritismo que es, la comunión de los espíritus de luz, de todos los mundos de la cosmogonía y, ahí ... es donde va el pequeñito hombre de la tierra.

 

Ya hemos llegado en grandes rasgos, al punto de partida del espiritismo, después de las grandes luchas del espíritu, caídas y revalidaciones y entra en su luz y es suyo todo el universo. ¡No te apenes, ciego materialismo! Las almas no mueren. La materia no muere tampoco. Todo cumple su fin más pronto, o más tarde. Vosotros mismos, materialistas, llegaréis a ser grandes en espíritu, aunque os empeñéis en ser microscópicos: tardaréis uno, mil, cien mil millones de siglos... llegaréis y sólo vosotros habréis perdido, porque más habréis luchado por no querer tomar el camino que se os señala. Pero dejaréis esta existencia y a la tierra no volveréis, hasta que hayáis acatado la justicia de estas doctrinas de esta ley de amor. Se os deja juzgados para su día por la misma justicia de la materia, por que ha llegado su día y veréis que la faz de la tierra será renovada en testimonio, desapareciendo continentes viejos y apareciendo otros nuevos del fondo de los mares, en los que aún la malicia, no posó sus pies de fango.


En verdad os digo, que estas cosas están pasando y los hombres y los espíritus, serán testigos y justificarán la ley de amor y lo conocerán y amarán sus hijos todos, a su Padre Eloí, nombre universal.


Más vosotros, qué insensatos habréis pasado largos siglos en lucha de armas iguales, en moradas que por vuestra voluntad elegís, a la tierra volveréis, cuando hayáis querido ver la luz y la confesaréis lo que ahora negáis: que el espiritismo es la verdad y que no se puede ir más allá del espiritismo. De esto, seré extenso hasta atomizarlo en el “Código de Amor” y en el “Conócete a ti mismo” que luego os daré.


Llegado a este punto; quedando expuesto ya todo lo que el hombre debe saber para conocer “El espiritismo Luz y Verdad” que esta escuela sostiene y proclama; con más, importantes leyes necesarias para el verdadero estudio, voy a dar cabida en los capítulos siguientes, a algunos hermanos espirituales; lo que servirá de confirmación de que, la tierra está solidarizada ya con los mundos del universo.


Sé que es demasiada luz para la generalidad de los hombres; pero no se puede ya tener miramientos con los que niegan el espiritismo por sistema y aún menos con los espiritualistas, antagonistas feroces del espiritismo, si se queman sus retinas, no es culpa de la luz, si no de su hipócrita vista que se ha disfrazado con anteojos ahumados y de otros colores, con los que amalgamaron la Electro-Luz del Espíritu. Y además ellos son causa de las acusaciones que les hacen en justicia y autoridad. Leédlos y meditad.


[1] Conviene aquí advertir que, una vez celebrado el juicio final y universal, los espíritus de odio, no pueden quedar en la tierra ni en los espacios, porque desaparecen las tinieblas.



Libro: El espiritismo en su asiento

Autor: Joaquín Trincado

 
 
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