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Joaquín Trincado

2ª Réplica del Sr. Podestá (8)

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 24 nov 2023
  • 30 Min. de lectura

Actualizado: 4 dic 2023


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Católico


En mi primera réplica al señor Montemayor dije que las dos características del método por él empleado en su exposición, eran la afirmación gratuita y el argumento inoficioso. Debo añadir ahora una nueva, que se revela en su respuesta: la tergiversación. En el curso de este artículo tendré oportunidad de ponerla de manifiesto.


El señor Montemayor persiste en su afán de confundir las cosas, y se empeña en enredar a sus lectores en un fárrago de citas, emplazando a todas las ciencias en bloque, para que digan, unas veces, cosas inofensivas, inoficiosas, que nada prueban contra la existencia de Dios ni contra la verdad de la Creación, y otras, simples hipótesis, como tales discutibles y discutidas, y a menudo absurdas, como lo haré ver, siquiera de paso.


Ya es algo, sin embargo, que el señor Montemayor ensaye esta vez demostrar aquello que antes hizo decir, pomposamente, a "la Ciencia", esto es, que Dios es "un fantasma". Le seguiré en su ensayo, en cuanto me lo permita el abigarramiento y el desorden de las afirmaciones, generalmente infundadas, que acumula con el propósito manifiesto de impresionar a los lectores.


Introducción en chanza


Ante todo, debo decir que el señor Montemayor se siente fuerte para la chanza, para el chiste, pero flaquísimo para el razonamiento sereno, claro y ordenado. Es así cómo inicia su escrito con una introducción en chanza, que, por lo demás, le sirve de pauta para todo él. Aparece preocupado, menos por llevar la convicción a las inteligencias, que por despertar la hilaridad de sus lectores. Si el señor Montemayor quiere discutir, debe hacer a un lado, de una vez, ese procedimiento tan poco serio, aunque ello le cueste el sacrificio de sus recursos más eficaces de polemista. . .


Una contradicción reveladora


Había preguntado el señor Montemayor, en su primera exposición, por "sabios modernos" que creyeran en la Biblia. Seriamente, sin bromas de mala ley, le dí la respuesta, la cual, acaso por demasiado clara, le ha molestado. Y ahora el señor Montemayor, dice que no se trata de "saber cuáles fueron las creencias particulares de Fulano o de Zutano". Observaré a este respecto dos cosas:


1°. Que el señor Montemayor había formulado una pregunta, y ahora resulta que la respuesta no encierra, para él, ningún interés. ¿Para qué preguntaba, entonces? Considérenlo los inteligentes.


2°. Que la respuesta es de positivo valor, porque tratándose de establecer si hay incompatibilidad entre la religión y la ciencia, importa muchísimo el saber si hay o no hombres de ciencia que profesen una religión, ya que, si ésta y aquélla se excluyesen mutuamente, no podrían coexistir en ningún cerebro equilibrado.

Por lo demás el mismo señor Montemayor confirma este claro razonamiento cuando se empeña en hacer creer que la totalidad de los sabios son ateos, salvo -según él- "raras excepciones que, si existieran, no harían más que confirmar la regla" (v. su primera exposición). La contradicción es manifiesta y revela muy a las claras el desconcierto que le ha causado la larga y magnífica lista de sabios cristianos que le ofrecí y que ampliaré oportunamente.


Una acusación. . . que le acusa


El señor Montemayor dice, muy suelto de cuerpo, que esos nombres son robados. Cómoda manera de salir de un mal paso, pero poco honrada. El señor Montemayor no podrá probar jamás que los nombres citados por mí no son de sabios creyentes, que es lo que yo he afirmado. Eso no quiere decir que la iglesia los canonice. Y aquí incurre el contrincante en una tergiversación de mis conceptos. Ya le citaré, si quiere, -y aunque no lo quiera- solamente los nombres de los católicos. Tengo un buen catálogo. En cambio, ya podría pedirle, de acuerdo a su razonamiento, que no me cite más que sabios anarquistas... ¡y estaría lucido! El señor Montemayor debe tener muy poco respeto por sus lectores, cuando así pretende engañarlos. Por lo que a mí me toca, no espera conseguir nada con esos recursos, ni piense que me va a desconcertar con sus tergiversaciones, como cuando me hace decir que la ciencia "es una opinión nuestra" (del señor Montemayor). Yo no he dicho eso.


Lo que yo he dicho


He dicho, y lo reitero, que aquello que le hacía decir el señor Montemayor a "la Ciencia", no era la ciencia que lo decía. Y agregué que podía ser la ciencia de él, quien lo dijera, es decir, sus opiniones científicas, sus hipótesis a las de algún sabio, pero no de "la Ciencia", entre comillas y con mayúscula.


Otra tergiversación


El señor Montemayor haya pretexto para escribir un cuarto de columna refutando lo que yo no he dicho. Escuchémosle:


"...Como por religión se entiende no como afirma el adversario, la sola creencia en Dios... sino todo el conjunto de las creencias y de los dogmas...", etc.

El señor Montemayor falsea mis conceptos. ¿Dónde he afirmado yo tal cosa? Yo he dicho lo que él mismo reconoce más adelante, esto es, que toda religión -luego entonces, también la católica- tiene como fundamento la idea de Dios, y que para poner un poco de orden en la discusión, convenía comenzar por ver lo que dice la ciencia sobre esa cuestión fundamental. Y con tanta más razón lo decía, cuanto que el señor Montemayor encabezaba su primer artículo con aquella sentencia:... Dios no es más que un fantasma, etcétera, sentencia que en mala hora puso en boca de "la Ciencia".


Remito a los lectores a mi primera respuesta, y rechazo la falsificación de mis conceptos.


El testimonio de las ciencias


El señor Montemayor -entrando ahora en materia- procura hacer deponer a todas las ciencias contra la existencia de Dios y contra la creación. Las convoca a todas, sin advertir que bastaría el testimonio de una sola de ellas (la física o la química, la astronomía o la geología, la biología o la paleontología), para demostrar su "tesis", si pudiera citar una conclusión cierta e indiscutida de cualquiera de ellas -la que él eligiese- que excluyera la idea de Dios o rechazara la Creación. Pero esta cita, a pesar de haberle yo invitado a que la hiciese, no aparece en la exposición del señor Montemayor. He buscado ávidamente en toda ella el argumento concluyente que demostrara que Dios es, "según la ciencia", un fantasma. He hallado en cambio repeticiones sobre la "teoría egocéntrica de la Iglesia", sobre los "6000 años bíblicos" y sobre la "fábula de Josué". Haré, al final, algunas anotaciones a toda esa literatura; pero antes, y para concretar, "porque es indispensable circunscribir la discusión a un punto determinado", para no perder el tiempo en generalidades y divagaciones, me ocuparé en analizar algunos argumentos con los cuales el señor Montemayor intenta demostrar que la ciencia rechaza a Dios y a la Creación.


Invoca, por ejemplo, en apoyo de su "tesis", las leyes de la gravitación universal, debidas al genio cristianísimo de Newton. (Atrévase el adversario a decir que es "un robo" el mencionar a Newton entre los sabios cristianos). Y bien, ¿qué es lo que prueban estas leyes en contra de Dios, o de la Creación, o de la Biblia? Nada vale decir que ellas demuestran cuán ridículo es la concepción egocéntrica de la tierra frente al cuadro egocéntrica de la tierra no es ni fue nunca dogma de la iglesia, y nada significa que la profesaran hombres de la maravilloso e impotente del universo, porque la concepción iglesia cuando todavía no había logrado triunfar en el terreno científico la nueva concepción, formulada por otros hombre de la iglesia, tales como el cardenal Cusa, el canónigo Copérnico y el sabio católico Galileo.

Invoca, también, la ley de "la conservación de la materia", formulada por el gran químico Lavoisieer (católico), y que se expresa así: "Nada se crea, nada se destruye".

Esta ley no puede ser interpretada en sentido ateo. Si por ella se afirma que de la nada no puede salir nada, no se opone en manera alguna a la Creación; quiere decir, sencillamente, que ninguna cosa puede comenzar a existir sin "causa eficiente", pero no niega la existencia de esa causa eficiente de la cual es efecto el Universo. El hecho de que haya interpretaciones diferentes, no prueba sino que los ateos han pretendido apoyar sus absurdos en esa ley científica. Y quiero llamar la atención sobre un hecho elocuente: el descubridor de esa ley, que se pretende calificar de ateo-, no sólo fue creyente, sino cristiano, y a mayor abundamiento, católico. Yo rindo honores al cerebro poderoso de Lavoisier, pero protesto contra los que quieren hallar en su labor científica la expresión de un ateísmo que él desconoció explícitamente. (Lavoisier, 3e. edit., París. Alcan. 1899).


Si se interpreta la ley de Lavoisier en sentido ateo se viene a parar en la hipótesis de la eternidad de la materia, que el señor Montemayor también invoca, presentándola como una conquista definitiva de la ciencia. Veamos si lo es.


Cita, por allí el señor Montemayor, a Du-Bois-Reymond, -materialista-, quien decía en la Academia de Berlín, el 8 de Julio de 1881: "No siendo el movimiento esencial a la materia, la necesidad de casualidad exige, o la eternidad del movimiento, y entonces nadie en su sano juicio podrá comprender nada; o un impulso sobrenatural, y en este caso hay que admitir el milagro. Esta dificultad es la desesperación del positivismo". ESTA NO ES OPINIÓN DE NINGÚN TEÓLOGO.


Ya ve el señor Montemayor con cuánta sinrazón afirma que todo eso es cosa averiguada, y con cuán poco buen acuerdo argumenta con tales hipótesis para negar a Dios. Hipótesis, sólo hipótesis absurdas, es lo único que trae el señor Montemayor en apoyo de su "tesis". ¿Y es así como debe discutirse?

El señor Montemayor abusa de la credulidad presunta de sus lectores, cuando da como resueltas cuestiones que promueven las más graves disputas entre los hombres de ciencia, aceptando las soluciones que le parecen convenientes. Tanto valdría que se limitara a decir, como la vez pasada, en nombre de "la Ciencia", que Dios es un fanstasma. Habría acabado más pronto, y no habría probado ni menos, ni más.


De la misma manera, ¿cómo se atreve a invocar a la embriología para negar "el origen divino" del hombre? ¿Qué leyes averiguadas e indiscutidas -por los hombres de ciencia, se entiende- puede invocar para ese objeto? La ley biogenética falsamente atribuida a Haeckel, carece de demostración. Y no basta que el señor Montemayor afirme que "todos" los embriólogos piensan lo mismo que él, para que se le crea. Por lo pronto, el señor Montemayor, al mencionar a los fundadores de la embriología, no incluye a su legítimo decano Von Baer, ni al creador de la "ley Mendel". El primero, sin duda, porque quema, y el segundo porque... es fraile.


La autoridad de un ilustre biólogo evolucionista, Ives Delage, me parece que ha de bastar para que se convenza el señor Montemayor de la imposibilidad en que se encuentra de convertir todas las hipótesis en leyes a fin de esgrimirlas como armas contra la fe: "No tengo dificultad -escribe- en admitir que jamás se ha visto que una especie orgánica engendre otra, y que de las observaciones realizadas tampoco resulta que ese hecho haya tenido lugar en épocas anteriores. Quizá no pocos transformistas se escandalicen de esta mi declaración, pero estoy plenamente convencido de que nadie es o deja de ser transformista por razones tomadas de la historia natural, sino según propias opiniones filosóficas". (L'heredité et les grans problemes de la biologie genérale; París, 1895).


Y bastan las observaciones hechas para demostrar que el señor Montemayor no ha conseguido, a pesar de sus esfuerzos, que las ciencias llevaran agua para su molino. Cuando ha citado verdaderas leyes científicas, hemos podido comprobar que ellas en nada se oponen a la fe. En las demás ocasiones, hemos visto al señor Montemayor argumentar con simples hipótesis, muy distintas y combatidas como absurdas por eminentes hombres de ciencia.


Ahora y mientras quedo esperando que el señor Montemayor, sin volver a hablar de todas las cosas a un tiempo, invoque una ley, demostrada, cierta, indiscutida, que autorice a rechazar a Dios y a la Creación en nombre de la ciencia, me voy a permitir hacer algunas citas de opiniones de sabios, ya que el señor Montemayor, a la vuelta de haber dicho que no se trataba de "saber cuáles fueron las creencias particulares de Fulano o de Zutano", trae una cuantas opiniones de sabios ateos, v. Gr., la siguiente de Enrique Bayle: "Lo que debe escusar a Dios, es que no existe".

Vayan aquí, pues, algunos textos, ya que el señor Montemayor se queja de que no haya citado más que nombres en mi anterior respuesta.


Las opiniones de los sabios


NEWTON escribe en sus "Principios Filosóficos": "El hombre que no admira a Dios, es un loco".


LINNEO, uno de los más grandes naturalistas de la edad moderna, exclamaba: "He visto a Dios, de paso y por la espalda, como Moisés, y he quedado sobrecogido, mudo, herido de admiración y de asombro. He acertado a descubrir las huellas de su paso a través de la creación, y he visto que en todas estas obras, aun en las más pequeñas y en las que parecen nulas, hay una fuerza, una sabiduría, una perfección inexplicable".


PASCAL, geómetra y escritor, en sus "Pensamientos" dice a sus lectores: "Si este discurso os agrada, y os parece conveniente, sabed que lo hizo un hombre que se puso de rodillas antes y después, para rogar a aquel Ser infinito y sin partes, a Quien somete todo lo suyo, para que os someta también, a vosotros, para vuestro bien y gloria Suya; pues que de este modo se armoniza la fuerza con la humanidad". Y búrlese el señor Montemayor de Pascal. ¡No por eso será menos grande!


EDISON -no es un sabio medieval, sino contemporáneo- al visitar en 1889 la torre Eiffel, escribió en el libro reservado a las grandes celebridades, este pensamiento: "Al valiente constructor de un monumento tan gigantesco y tan original del arte de la ingeniería moderna, un hombre que tiene la mayor veneración por todos los ingenieros sin hacer excepción del más grande de todos: Dios Nuestro Señor".


VOLTA, fue un devoto de la Virgen María. Esto hará sonreír, probablemente, al señor Montemayor, pero no por eso es menos elocuente. Escribía el gran sabio: "He dudado e investigado mucho; ahora veo a Dios en todo".


HERSCHELL, astrónomo y naturalista del siglo pasado, decía: "Ha llegado el momento en que la ciencia y la religión, siempre hermanas, se den la mano". Y él mismo, en su "Discurso sobre el estudio de la filosofía natural", afirma que: "las pruebas de la Divinidad que la ciencia misma nos ofrece, son tales, que ante ellas la duda es absurda y ridículo el ateísmo".

CUVIER, ese de quien dice el señor Montemayor que "no dio nada en apoyo de la iglesia", dice lo siguiente, que no sé si será en apoyo del señor Montemayor; sospecho que no: "Les athées ne sauraint étre que des fous ou des frippons". (Los ateos no podrían ser sino locos o pícaros).


LE DANTEC, a quien ha citado el señor Montemayor, en su reciente libro intitulado: "El ateísmo", hace esta declaración: "En nuestra época, dígase lo que se quiera, no existe más que una minoría de ateos". Hablando de las razones para no creer en Dios, dice: "No me forjo ilusiones sobre su vaciedad; y soy sobrado prudente para decir, con M. De la Palisse, que si no creo en Dios, es porque soy ateo. Esta es la única buena razón que puedo dar de mi incredulidad".


Y debo quedarme con el sentimiento de omitir otras opiniones tan elocuentes como las citadas, porque sería muy largo citar las que tengo a mano.


Una estadística sugerente


Y confirmando a Le Dantec me parece oportuno recordar los resultados interesantes obtenidos por el doctor Demert, recientemente, con su estadística sobre las opiniones religiosas de más de 300 sabios, especialistas en cada una de las diversas ciencias; respecto de 38 de ellos, no ha conseguido datos; y de los restantes, 242 han resultado teístas, "y sólo 20 indiferentes o incrédulos".


Algunas observaciones sueltas.


Podría concluir aquí; quiero, sin embargo, como prometí al principio, anotar algunas de las afirmaciones, tergiversaciones y errores que se encuentran dispersos en la exposición que estoy analizando.


Hablando de las teorías materialistas, dice que también fueron profesadas por los más grandes filósofos de la antigüedad, y cita a Empédocles, Demócrito, Heráclito... No cita, por cierto a Sócrates, ni a Plutón, ni a Aristóteles, ni a tantos otros, que fueron teístas. Por lo demás, debe advertirse que el señor Montemayor, tan aficionado a ridiculizar la Biblia, invoca a Heráclito, quien afirma la identidad de la recta y de la curva, de las tinieblas y de la luz, del bien y del mal. ¡Defiéndalo¡


Hace el señor Montemayor una cita de Gustavo Le Bon, y lo cita pésimamente. Léalo de nuevo, y verá que la síntesis de toda su labor científica gravita contra Lavoisier. "Nada se crea, todo se destruye". Me quedo con Lavoisier, y le dejo a Le Bon, ateo.


Trae una opinión de Beraud en sentido ateo. Debe ser el literato y autor dramático de ese nombre; por lo que respecta al sabio maestro de Lalande, era completamente teísta.


Recuerda también el señor Montemayor la anécdota de Laplace contestando a Napoleón, en la cual se funda la versión sobre su ateísmo. Esta anécdota ha sido bien ventilada por la crítica. Laplace, en la última edición de sus obras la suprimió. La versión exacta es la siguiente: Newton, abrumado por unas perturbaciones que escapaban a sus admirables leyes, supuso la mano de Dios, del "celeste relojero" (frase de Leibniz), retocando periódicamente su sistema para impedir la catástrofe final. Preguntado sobre el punto, Laplace, que encerró en el cálculo las susodichas perturbaciones, aseguró a Napoleón que él no había necesitado de "semejante hipótesis" (la de Newton).


("Henri Poincaré: his scientific work: his philosophy", por Charles Norman-1913).

El señor Montemayor incurre en una interpretación dolosa de un párrafo en el que yo expresaba un concepto exactísimo, y que voy a sintetizar: Los errores de los hombres de ciencia no se imputan a la ciencia, sino tan sólo a sus autores; en cambio cuando se trata de la religión se pretende imputar a ella los errores en que incurren algunos de sus adeptos, en lo cual hay una injusticia evidente. Este concepto, el señor Montemayor lo explota torpemente, para hablar -con muy poca delicadeza- de "la hiel y del odio del fraile contra "la ciencia", y se vale, sobre todo, de la comparación de que me valgo para expresar ese concepto, presentándome así a los lectores bajo un aspecto antipático. Repito al señor Montemayor que debe ser más serio, y más honrado.


Lejos de odiar a la ciencia y de ver en ella a un enemigo, los católicos ven en sus conquistas el "perpetuo cumplimiento de aquella palabra que dijo el Señor en el principio de los tiempos: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; y tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo y sobre las bestias y sobre toda la tierra".


Dice de Copérnico que "murió no se sabe cómo". "No se sabe cómo"; he aquí cómo se forjan todas las calumnias. No traiga fábulas.


Añade que Galileo fue torturado. Otra cosa dicen las constancias de su proceso, publicadas recientemente. No hubo tal tortura. Sino una prisión en un palacio donde el sabio fué objeto de todas las atenciones, y que no tuvo de prisión más que las formas. Yo repito entretanto lo que el señor Montemayor no ha sido capaz de desmentir: que Galileo fue un sabio católico, que gozó de la amistad personal y de la protección de cardenales y del papa Urbano VII.


Colón, dice todavía, murió repudiado. Yo no sé si pretenderá que eso es delito de la Iglesia.


Dice que los antiguos profesaban la concepción heliocéntrica de los mundos... porque adoraban al sol. ¿Cuál será la concepción cosmogónica de los pueblos que adoraban la cebolla, por ejemplo?


Y voy a incluir en estas notas sueltas el examen de la respuesta que da el señor Montemayor a lo que yo dije en mi anterior exposición a propósito de la edad de la tierra según la ciencia y según la Biblia.


Respecto a las conclusiones de la ciencia en esta materia, bueno es advertir, que entre la cifra máxima y la cifra mínima que dan los geólogos, media la "pequeña" diferencia de "trescientos millones de años". Ya se ve, pues, que tampoco hay nada definitivo sobre el particular. Pero, yo quiero admitir la cifra máxima, y sostengo que no está en contradicción con la Biblia, ya que ésta no impone ninguna cifra, no hay, ni hubo nunca dogma definido por la Iglesia a este respecto. Y repito que ya San Agustín, y añado ahora a San Juan Crisóstomo, a Alberto Magno y a Santo Tomás de Aquino, interpretaban, mucho antes de los modernos estudios geológicos, que los días bíblicos no eran días solares, sino períodos indefinidos de tiempo.


El señor Montemayor me presenta una dificultad; dice que "la Biblia especifica que cada uno de los días de la creación se dividía en día y noche", y que, en consecuencia, no puede tratarse sino de días solares.

Pero el señor Montemayor debe también haber leído en la Biblia que el sol fue creado por Dios el cuarto día; lo que quiere decir que, por lo menos hasta el cuarto día, no pudo darse la sucesión del día y de la noche tal cual acaece ahora, y no pudo tampoco, por lógica consecuencia, hacerse la división del tiempo en períodos de veinticuatro horas, o días solares.


Otra chanza de mal gusto; por transformista, quiso el señor Montemayor entender un Frégoli. Sólo que no contestó nada a mi argumento: Darwin no es el primero ni el más acreditado de los transformistas. Ahí queda.


"Una respuesta" ¿Qué quiere decir que el hombre cuaternario es un dogma bíblico y el terciario el retortero de la ciencia materialista? Pues, sencillamente: que los que andan en busca del hombre terciario no lo pueden encontrar.


Alude también varias veces al "reverendo Blanco". También al señor Montemayor se le ha atravesado el sabio jesuita? ¡Qué le voy a hacer!


CONCLUSIÓN


Para terminar, por hoy, repetiré una vez más que es indispensable que el señor Montemayor deje de lado la chanza y las frases gruesas. Que no hable de "misericordias homilías", ni de "sacristanes", ni de "tonsurados", ni de "diablos de agua bendita", ni de "tangos arrabaleros". Seriedad y concreción, argumentos y método, claridad, deslinde de las cuestiones, y no confusión, es lo que le exijo. Lo desearán también los lectores; que solamente de esta manera podrán apreciar el mérito de nuestras respectivas argumentaciones. De otro modo, perderemos nosotros el tiempo, y lo haremos perder a los lectores.


J. B.PODESTÁ.

Septiembre 12 de 1917


Mis observaciones


No tomo en cuenta su observación en "Chanza" ni lo que le antecede: son dimes y diretes de uno y otro que no hacen fundamento a la cuestión y entremos en la réplica y exposiciones.


1

"Una contradicción reveladora"... Que no revela nada.


Quiere el señor Podestá una corrección en el tema que no observa él mismo porque no puede ser argumentar nada sin aducciones.


Se extraña que diga su contrincante "que no hace al caso las creencias que tuviera fulano" y pregunta el señor Podestá: ¿por qué hizo la pregunta el señor Montemayor sino encierra interés para él?


En juicio frío, esto no es una contradicción: pero puede ser un rechazo desde que el señor Podestá se apropia sin justicia como hemos de ver al final y como ya queda estudiado atrás de lo que no es de la Religión porque es lo opuesto a la Religión.


El error está en el señor Podestá en contestar la primera exposición de Montemayor; porque si no estaba dentro del tema, debió decir sencillamente: "Declino en el señor Montemayor la responsabilidad (o lo que fuere) a lo pactado". Pero contestada su exposición y citando el no menos nombres que supone católicos sabios, queda entendido, que ambos contendientes tomaron las mismas armas; por lo que no hay lugar a culpas de uno.


Esto porque dice el señor Podestá "Considérenlo los inteligentes". Yo, no quiero excusarme de entenderlo.


Hay incompatibilidad sobre todo en los católicos, entre lo religioso y lo científico, porque como religioso, ha de creer sin ver: y como científico, está obligado a creer lo que comprueba únicamente; más claro: como religioso, está obligado a anular su razón; como científico, está obligado a pensar y razonar; y esté seguro el señor Podestá, que si el religioso pudiera serlo en los ratos que estudia ciencia, el antagonismo de lo racional y lo irracional llevaría al hombre al desequilibrio.


Lo que hay es, "que el hábito no hace al fraile", ni la levita revela al hombre civil; y el fraile, al estudiar ciencias, deja de ser el fraile: esto es todo. Pero todo hombre que estudia ciencia, no puede ser católico, porque está separado de la religión por el Syllabus y otras letras; pero aquí, sólo lo dejó apuntado para el juicio.


¿Cómo se hubiera apañado el señor Podestá, si él hubiera tenido que hacer la primera exposición? ¿Por dónde hubiera empezado si no hubiera sido citando textos y tiestos? "Por lo demás" y hasta ahora, el señor Podestá no dió nada suyo, ni el señor Montemayor tampoco. El pleito gira entre la religión y la ciencia y en juicio recto ha de haber un vencido y acaso sean los dos paladines vencidos, por no decir nada nuevo suyo. Andando veremos: pero siento en firme, que el ateísmo no existe, porque el que no ama a la justicia, ama la injusticia: el que no ama un Dios, ama un... Demonio: y el que no ama al hombre, ama un perro, o cualquier cosa y ese es su Dios; y si ama lo que sea, no es ateo.


2


Una acusación... Que le acusa. ¿A quién? "Todo el que se apropia de una cosa que no le pertenece, hágalo o no con la, o contra la voluntad de su dueño, comete robo o usurpación". He sentado indestructiblemente que, el llevar hábito en el momento de descubrir una raíz de una ciencia o ley, no es el religioso. Y reforzaré ese principio sentado, que la Religión no autoriza al religioso a sondar nada fuera del dogma, y por lo tanto, la Religión, no puede dar lo que no está en ella, y reafirmaré, que tan pronto un religioso (con hábito o levita) toca un punto fuera de la fe ciega exigida por la Religión, es apóstata y está condenado por el Syllabus y otras letras de los pontífices y concilios. Acuérdese el señor Podestá que él también está bajo esas excomuniones, y entienda bien que "No puede servir a dos señores a la vez".


¿El señor Montemayor engaña a sus lectores? Y el señor Podestá ¿no quiere hacer comulgar con ruedas de molino?... Sin embargo, en cualquier punto de ciencia, habrá mucha más verdad y fortaleza que en las dos columnas del cuento del famoso don Bosco, aunque esas dos columnas tengan la una, una hostia más grande que la rueda de un molino y la otra la imagen de la ¿Virgen? ¿Inmaculada? y con muchos… ganchos... querrá decir que cada fraile y cada fraile de levita y cada monja y cada dama soberbia y déspota es un gancho de lo ajeno? Si es esto el significado, las columnas imaginadas son verdad; pero está penado por todas las leyes de Justicia. Si no representa eso, es una solemne mentira. Deífico-Católica. Elija: cualquiera de los dos resultados, es bastante más irrespetuoso que el poco respeto del señor Montemayor.


3


"Lo que yo he dicho". El señor Podestá, no ha dicho nada: lo ha hecho decir a la Religión, y en el mejor de los casos, a su reverendo Rector y Cía. que examinan antes todo lo que escribe para contestar, y, esos sí que sacan las castañas con la mano del gato y hacen mal y faltan a la "Caridad cristiana"; pero ya no sirve de espanto, ni causa sorpresa el procedimiento y, adelante: no ha dicho nada en el 3.


4


"Otra tergiversación". Aprecio la rectitud, pero dígame. ¿No es lo mismo decir "Un hombre mentiroso" que "Un hombre que miente mucho"? Es cuestión de benevolencia: pero donde encontré tergiversación en el señor Montemayor, es en la raíz de "Religión" porque (aunque sea si es preciso contra la academia y los académicos). Religión, dice "Relegación de Derechos". Destierro de la razón conservando los demás derechos animales. ¿Qué no? Que sí digo yo, con la razón libre, contra todos los que digan que no, con la razón desterrada de su ser por un dogma cualquiera religioso, social, doctrinal o partidista. ¿Qué toda religión tiene como fundamento la idea de Dios? Tiene razón. ¿Pero por qué usted mienta todas las religiones, si todas son contra la cristiana y católica? ¿Cómo podría usted salir de este cepo que usted mismo se ha calzado sosteniendo la religión católica "que fuera de ella no hay salvación"? ¿Cómo, pues, tienen las otras religiones, como fundamento, la idea de Dios? Tiene razón Isaías, al condenar a todos los Dioses de todas las religiones, cismas y sectas. No hay nada falsificado en la controversia: donde está la falsificación es, en querer hacer religioso lo que no puede serlo: La ciencia.


5


"El testimonio de las ciencias". Se han encerrado los dos adversarios en un círculo vicioso y viciado. Podestá, porque debe atenerse al número dos de este ciclo; y Montemayor, porque toma a los hombres por las ciencias. Los hombres aun en contra de verter opiniones y las vierten, aun en contra de lo que palpan y esto obedece a la educación falsa o falseada. Pero de que lo diga el hombre a que lo diga la ciencia hay tanta diferencia, como de la ciencia a la religión que es en justa comparación, Luz la ciencia: y Tinieblas la religión.


La ciencia no tiene palabras, es muda, habla con los hechos demostrando la causa por los efectos y jamás la ciencia llega al máximum de los conocimientos: por lo que, lo que digan mal educados los hombres de las ciencias, no lo dicen ni es de las ciencias.


La ciencia es camino a la sabiduría: La sabiduría es el creador y es innegable que está demostrado en el concierto armónico del Universo y en la constitución del cuerpo humano y, en una palabra, en el hombre (para no subirme a lo abstracto), aunque tampoco hay nada abstracto, pero sí hay negación en la Religión y no vacíos en las ciencias; sino en los cultivadores de las ciencias.


Pero las ciencias, repito, son el camino a la sabiduría y por lo tanto no rechazan, buscan al creador, en la creación; pero deshacen a Dios y Dioses Religiosos y más al católico por antropófago.


Salgan los dos paladines de su círculo vicioso y entren en este cubo en el que no hay quebrados; es todo entero.


¿"El genio Cristianísimo de Newton"? ¡Por la... dignidad humana señor Podestá! ¿Sabe usted lo que es Cristo y quién lo fundó? Yo no sé si su adversario sabrá sentarle que si roba la Iglesia Católica a Newton, como roba a Jesús, a Moisés y todos los hombres y nombres de la familia misionera que protestan del inicuo comercio para que se les destinó, en un todo contrario a sus principios y misión y aténgase al número 2 y basta.


¿Qué la concepción Geocéntrica no fue nunca dogma de la Iglesia Católica?... o usted es más ciego que un canuto, o más fresco que una lechuga, o las dos cosas a la vez, por las que puede escribir tales palabras y ha hecho como Pedro con Jesús. "No lo conozco" y eso, cárgueselo en cuenta a sus maestros si lo han revisado. Pero de todos modos, ha negado usted a la Iglesia que defiende. ¿No ha dicho usted que las responsabilidades o pérdidas y ganancias se importan "In solidum" a la Iglesia?: basta en todo lo demás de este número: si no ha perdido el juicio como ha perdido la razón, aténgase al número 2.


6


Malo es el fanatismo; peor aún que la ignorancia. ¿Cree usted que no hay reblandecidos en el materialismo?, pues aunque sea Du-bois Reymond como si es el más tenebroso teólogo, o el mismo Dios Católico y todos los Dioses habidos y por haber que sostengan el milagro. Mienten.


Todo es efecto Natural de causa natural y lo sobrenatural no existe. ¿Quiere usted apostar, señor Podestá, a que me entregan a mí las Ampollas que dicen contener la sangre de San Genaro y no hierven más? Usted sabe de sobra que cualquier medio químico puede hacer ese "milagro estupendo" como también poner un depósito de sales en cualquier depósito de aguas que curan alguno que otro dolor “milagrosamente” o hacer aparecer una fuente de las entrañas de la tierra con el poder de las "cañerías" como la de Luján, Lourdes y mil más. Yo he hecho algunos semisurgentes, y los surgentes lo explican eso demasiado claro y, en otros casos. ¿Para qué está el Magnetismo?...


7


¿Vuelve usted a provocar "El Dios fantasma"? ¿Por qué revolver el barro? Sabe usted, o debe usted saber que es la Iglesia Católica únicamente, la causante de esa fantasía que la creó por su concupiscencia.


A ninguna religión le ocurrió cosa tan descabellada como "Los artículos de la fe" que dividen un Dios en tres, tan irracionalmente, como luego quieren volverlos a hacer uno.


Luego han hecho los católicos a ese mismo Dios, a la vez de la paz y la guerra, del amor y del odio, del perdón y la venganza, de la victoria y la derrota, es decir, un Dios de dos caras, de dos sentimientos y aun omnipotente y siempre vencido (porque los hombres se condenan) y a cualquiera no le es dado encontrarlo, como no sea un teólogo tenebrista y tenebroso.


Es por esto que los escépticos por el desengaño religioso (pero sobre todo católico) encuentran con la ciencia y la razón, el fundamento indestructible de que "Dios es una fantasía". Y no sólo los escépticos civiles, sino más de las mitades de los tonsurados seglares y regulares están escépticos de Dios, siendo hoy el hábito y la sotana sólo un modus vivendi, muy innoble es verdad, pero modo de vivir al fin; y es vulgar oírlo de cualquier curilla o de cualquier cardenal. Lo que hay es, que al hombre se le ha ocultado a todo trance el conocimiento del Creador padre común, que sólo tiene por ley el Amor: y a cualquiera que lo haya manifestado, ha caído el Anatema Religioso en todos los tiempos, porque "Conservad la Iglesia aunque sea a costa de la sangre de toda la humanidad". Legó a su sucesor, Pío IX, que él heredó de sus antecesores, y no es extraño, desde que el sacrificio incruento de la misa se hace necesario para desagraviar continuamente al Dios de esa criminal religión.


Repetiré que la ciencia va siempre hacia el Creador y no tiene más remedio que destruir cuanto encuentra en su camino que la estorbe: encuentra los Dioses fantasía de la concupiscencia y los declara fantasmas, para quitar el miedo impuesto por la religión a los acobardados por el terror. Esa es la misión de la ciencia, y la cumple a Forciori, porque el progreso del espíritu individual y universalmente lo impone en ley de justicia, porque ha llegado la hora de su reinado.


Si, ha llegado la hora del reinado del espíritu y trajo todas las ciencias para investigar con las que el hombre, tropezando, adelante; cayendo, se duela y se levante y se encamine con más experiencia cada vez: pero en la ciencia, jamás hay errores porque no puede tenerlos, pero sí los tienen los hombres de las ciencias por causa de una educación de prejuicios y no tengo necesidad de repetir que esos prejuicios son sólo por causa de la influencia religiosa.


Lo veo a usted espantado sobre la negación por la embriología de que el hombre no es de origen divino. Ni usted, ni todos los católicos juntos, dirán fundamentalmente, que Adán fue plasmado con barro por Dios, porque no han entendido, que Moisés, de la realidad, hizo además un símbolo que hoy se explicaría y no han de ser los católicos, ni cristianos, ni los de otras religiones, y no debo, por ahora, decir más que lo que a este respecto dije atrás.


Pero, sin duda, el señor Podestá ignora absolutamente los principios sentados en el sánscrito, escritos viviendo aún Adán y Eva, por su hijo Shet; y sin embargo, están en el Vaticano probando a toda razón equilibrada, que el hombre muchos millones de siglos antes de Adán vivía en la Tierra: y la existencia allí de esos escritos, prueban muchas otras y todas las patrañas católicas, como el sacramento de la Eucaristía, tan verdad como las dos "Columnas de Don Bosco con "Hostia y Virgen Inmaculada" y muchos "ganchos".


Sí, señor. El hombre es de origen divino, pero no del Dios católico ni de otra religión. ¿Más qué es el hombre en su realidad? ¿Cuál es la procedencia del espíritu? ¿Cómo nace el alma humana o forma individualidad, y qué es y qué funciones son las suyas? ¿Tiene ley el alma? De esas dos partes del hombre, la religión no tiene más que sombras tupidas intransparentes: las ciencias no pueden penetrar en ellas, porque no les es encomendado: pero tienen el mandato, ineludible de llegar al borde de la sabiduría para percibirlas y han de llegar por el estudio del cuerpo, tercera entidad del hombre, cuyas funciones son conocidas por la ciencia pero negadas por la religión, desde que declara al cuerpo, a la carne, enemigo del alma, con lo que comete el garrafal error de darle ley al alma, haciéndola el más del ser hombre, cuando en realidad de verdad, el alma es animal y no tiene porque no puede tener ley, y basta esto para "El primer Rayo de Luz": pero "Medice curate ipsum", y más claro: vea su viga en su ojo y luego advierta la paja en el del vecino.


¿Quién le ha dicho al señor Podestá que Baer, ni Mendel, Delgue, ni ninguno del siglo XIX, ni en toda la desgraciada era cristiana, ni religioso ni civil, sean los fundadores de la embriología, como tampoco de la química ni aun de la astronomía?. Bien se conoce que no han podido entrar en los archivos de Gamaliel y menos en los de los Esenios, donde Juan y Jesús se instruyeron. Aquellas puertas se cerraron para la bestia 666 y el dragón que se sienta en ella……..…………………

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¿Ni tampoco saben, que ocho siglos antes de Jesús, en Atenas, vivió el asesinado Antulio, maestro de una escuela filosófico-astronómica? Nadie duda de los alquimistas, ni de los astrólogos; pero también estas ciencias las adulteró apropiándoselas la Iglesia católica y hasta ha publicado, por frailes, unos libros de magia y de sueños, para infamar cuanto pudiera esas ciencias antiquísimas, fundamento de las ciencias modernas. Esa es la obra del catolicismo: desfigurar, mistificar todo; hasta Jesús.


¿Le parece poco al señor Podestá, el solemnísimo "Mentís" que le da la Iglesia católica al Creador, con el celibato? ¿No es eso desmentir en la intención al Creador en el "Crescite et multiplicabimini? ¿No es eso salirse voluntariamente los sacerdotes de la religión católica, de la ley general, negándose a ser hijos del Creador? Si pretendían que la especie humana siguiera reproduciéndose y por lo tanto existiendo el mundo (porque un mundo sin hombres no es mundo), antes de establecer el celibato, debería "San Gregorio VII" tener el secreto de engendrar hombres, sin hombres ni mujeres; es decir, que deberían por lo menos hacer hombres de barro y llamar al Dios católico a que los soplara y les diera vida. ¿No tenía ese secreto? Entonces, el secreto del celibato es, acabar con la humanidad. ¡Desgraciadas las madres que después del celibato abren su matriz y dan hijos para que sean sacerdotes! Estrecha cuenta ha de pedirles su propia conciencia y no habrá comparación entre el sufrimiento que dicen del mentido Infierno, con el de su remordimiento!


¿Más cómo entender, que declarado el celibato, hecho voto, jurado de castidad, el católico pueda estudiar la embriología, que forzosamente, ha de ser viendo, palpando, anatomizando el vientre de la mujer... impura, por su santidad de madre? ¿Cómo han de saber los ultracientíficos, hechos que se realizan en la matriz de la madre durante la gestación del feto? ¿O son los sacerdotes tan... angelitos impecables, que no les diga nada a su insaciable concupiscencia? Que contesten los millones de hechos juzgados y castigados por los tribunales por actos bárbaros de estupro en doncellas y mancebos; que conteste la vida de Benedicto IX, Alejandro VI, Borgia, San Gregorio y la princesa Matilde, Pío IX con sus trece cortesanas o queridas y todos los papas y papisas; que conteste Rosa Tusso, que conteste Dora Díaz, de los colegios del Buen Pastor que en estos mismos días, en que el señor Podestá quiere sostener la Religión católica, donde no cabe ya. ¿O es que todo eso lo hacen para encontrar secretos divinos que desmientan a la ciencia? Razón, razón y razón, señor Podestá y no sirva de gato para sacarles las castañas del fuego a los degenerados religiosos; sí, señor, a los degenerados, porque se salen voluntariamente de la ley general de los hombres y no se puede tener por hombre al que a sabiendas reniega del hombre. Voy a cortar este punto, porque si había de seguir esa materia en cuanto me pone el juicio delante, necesitaría un libro del peso del globo terrestre; y además, no hago más que aducir puntos de juicio y no trato de convencer a usted, ni a Montemayor, porque no soy tan crédulo como para creer que nadie puede convencer a nadie: los hombres se convencen a sí mismos: a lo más, se les puede sugerir ideas, para que reaccionen y estudien parangonando principios y es lo que hago por y para la Justicia y la Verdad, por lo que, no hablo a dos hombres, sino a todo el mundo universal.


8


Ya he dicho que la ciencia no habla más que con los hechos; que es camino a la sabiduría y que la ciencia no tiene porque no puede tener errores: los errores son de los hombres de la ciencia, por prejuicios de educación; y además, que no hay ninguno que pueda ser ateo, porque si sólo hizo el crimen, éste es su Dios.


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"Las opiniones de los sabios". ¿Sabios? Muéstreme uno, por amor, por favor si quiere: "por caridad, no".


Newton. Ya dije bastante de él.


Linneo. ¿Se asusta? los asustadizos, los miedosos, los que tiemblan; no son hombres y, "el que teme es porque lo hizo, o porque medita el hacerlo".


Pascal. ¿Se arrodilló? es servil; perdió la dignidad humana. El Creador quiere que sus hijos le miren con la cara alta: el que la baja, es porque tiene falta. El padre que consienta u ordena que su hijo se le postre de rodillas, es un tirano; pero si Pascal se arrodilló por prejuicios de educación, sus educadores son culpables, pero él ni nadie se exime de responsabilidad, si en teniendo uso de razón se arrodilla.


Edison: faltó a sí mismo; vendió al dinero sus conocimientos, que son mucho menos que los cantados y apropiados por su Dios dinero; lo mismo que los católicos en este punto: pero al revés que éstos, que hacen más que hablan para amontonar dinero y aquél, habla mucho más que hace por la electricidad, pero que la reduce a dinero; y en el mejor de los casos, hace la muerte de lo que es vida.


Pero hablar en la torre Eiffel, monumento anatemizado por la Iglesia católica, es hablar contra ella y aun así, por decir: "Dios nuestro señor", basta para que los católicos lo hagan suyo.


Volta. Pobre de espíritu, le pasó como al que siempre se viste de ropa ajena y usada, que al ponerse un vestido nuevo, no encuentra dónde sentarse y, al fin, el cansancio lo derriba y se cae aunque sea en el barro.


Herschell: hizo un pan con varias harinas, que sólo lo puede comer el hambriento; es decir, el que no tenga discernimiento.


Cuvier, no hace más que decir la verdad de que, el ateísmo no existe, ¿pero cómo y por dónde apoya a la Religión ni a la Iglesia? Hay modos de ver, y "al fraile le parece que todos son de su aire": dice el proverbio.


Le Dantec. Ya se ha juzgado él mismo, es un convenientista. Presente otra lista.


10


No son muchos 200 sabios (a su modo), pero le repito, muéstreme un sabio: porque no se concibe que si hay un sabio, haya religión; y pues aun hay religión, es porque no hay un sabio. De ahí el desbarajuste mundial.


11


"Algunas observaciones sueltas". ¿Sueltas? Seguramente no serán morcillas que están atadas por las dos puntas: pero en cambio, veo un largo chorizo de nombres que algunos de ellos, siquiera por no ofenderlos, no los debía tocar el señor Podestá, sobre todo llamándolos ateos, como "Le Bon", que no podía ser ateo por no darle la gana de creer en la religión católica y con buen sentido. ¿Pero cómo lo había de querer esa Iglesia de luz de "vela", si Le Bon traía el gas, como intermediario entre la "vela", representación de la religión, y la electricidad, representación del espíritu? A todos no les ocurre amar a su verdugo, y Le Bon fué el asesino de las velas.


Cita a Sócrates. ¿Por qué lo mete en esta salsa, si nada tuvo que ver ni con la religión? ¿No sabe que está excomulgado por la católica Iglesia porque predicó el espiritismo puro y verdad? ¿No sabe que fué asesinado por el areópago sacerdotal griego? Verdad es que dicen que fué por corruptor del pueblo, pero se cuidaron muy bien aquellos 505 jueces sacerdotes que hubo necesidad de reunirse para juzgarlo y no pudieron vencerlo (tal es la fuerza de la verdad), se cuidaron bien, repito, de escribir en la historia que la principal acusación contra Sócrates provenía de la impúdica princesa del Epiro; pero en todas formas, estorbaba a los sacerdotes como estorbó Antulio, como estorbó Jesús, y los mataron "para la salud del pueblo", y ya en este tren y como Primer rayo de luz, digo: que aquel Antulio fué luego Jesús; y que Sócrates había sido el calumniado de Montemayor: Moisés.


No es necesario que lo crean; pero es necesario no tomar lo que no les corresponde a cada uno, porque... lea el número 2.


12


¿Conque el señor Montemayor incurre en una interpretación "dolosa"? No es mucho, pero es represensible y la culpa es de quien envuelve las cosas, o las dice en forma que se puedan interpretar en sentido erróneo: pero, repito: vea sus vigas y entonces avise a su vecino de la paja. Vuelvo a repetir, que la ciencia no tiene errores, ni admite, agrego: los errores son de sus hombres, porque ella es camino a la verdad.


Si usted y todos los que escriben o hablan llamaran las cosas por sus nombres y todos dijeran sólo aquello de que están convencidos por la prueba, no se vería el señor Montemayor precisado a explotar "torpemente" para hablar con muy poca "delicadeza".


Es verdad que es muy hiriente eso de "La hiel y el odio del fraile contra la ciencia". Pero, en mi tierra (muy brutalmente, pero con verdad) se dice: "El que se pica, ajos

come".


Si su conciencia está tranquila, si no tiene mala hiel, ni odio a la ciencia, ¿por qué inmutarse? Y el "Perdónalos, padre, que no saben lo que hacen" o lo que se dicen? ¡Ah!... es que una cosa es predicar y otra dar trigo.


¿Con que están lejos los católicos de odiar a la ciencia? ¿Y el Syllabus? ¿Y las hogueras de la Inquisición? ¿Y la prisión y muerte de Copérnico? ¿Y la prisión y forzar a retractarse a Galileo, que maldito si nos importa si fué bien o mal tratado?. La prisión es prisión, sea ésta un silo o un palacio de hadas; y la muerte es la muerte, sea la forma que quiera como se administre. La amistad con los papas y cardenales, o con un ínfimo curilla o déspota sacristán, es denigrante en cuanto a la mentida dignidad religiosa; no así del hombre desnudo de esa mentira oprobiosa que la llaman sacerdote, que está reñida con la ciencia, como el celibato con la máxima ley de la procreación.


13


No quiero seguir lo que resta de la réplica, porque son puntos ya espulgados en mis números de atrás, y hasta encuentro la palabra "Frégoli", que yo escribí muchos días antes de leer esta réplica; pero hago notar al señor Podestá que ha reincidido en la negación de Pedro.


Voy a buscar la réplica de Montemayor, a ver si encuentro algo nuevo: algo que sea más digno; algo que eleve al pensamiento: pero algo que sea propio de él, como deseo que el señor Podestá, dé también algo suyo: si no es así, tendré que resignarme y pasar a sentenciar lo hasta aquí expuesto.



Libro: El primer rayo de luz

Autor: Joaquín Trincado


 
 
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