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Joaquín Trincado

Moral Social; Las virtudes sociales

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 15 ago 2024
  • 3 Min. de lectura

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Ramas a desarrollar en este párrafo:


1°. La naturaleza social del hombre.

2°. La coexistencia armónica de voluntades o el orden social.

3°. La formación de una unidad llamada patria.

4°. La soberanía: naciendo todos del orden doméstico, hogar y patria potestad.


La naturaleza social del hombre nace de la impotencia para sostenerse aisladamente en primer término; segundo por el lenguaje articulado que induce, dulce, pero necesariamente a la sociabilidad de los individuos y en tercer término, pero esencial, de los impulsos llamados sentimientos que sólo se explican y desarrollan en la vida social, dándole a la sociedad humana sus caracteres progresivos en la evolución superorgánica. Todo esto dice que, no pudiendo bastarse a sí mismo el hombre individualmente, el único régimen de progreso y de justicia equitativa es la comuna.


En todas las formas que se estudie, la sociedad es una institución natural constituida en forma de organismo, cuyos elementos individuales se agrupan en sus hogares.


La familia es, pues, el embrión de la sociedad: y ésta resulta de la aplicación de la primera; es decir, que la vida social como la doméstica implica necesariamente: 1°. La coexistencia armónica de todas las voluntades constitutivas en una sola voluntad, de lo que resulta el orden social; 2°. El arraigo de la agrupación para coexistir con otros análogos sin estorbarse en sus beneficios, pero cumpliendo toda la constitución establecida, lo que llamamos Patria, alimentándola como si fuera la casa u hogar individual y 3°. El poder de mantener el orden social, cambiar el régimen y la defensa de la patria o nación como si fuese la casa individual, por lo cual la soberanía reside en el grupo mayor de cohesión de un querer y sentir.


Ya se ha demostrado por ese solo argumento que esas nociones de orden social, patria, soberanía, equivalen a las de orden doméstico, hogar y Patria Potestad, su raíz y sostén.


Y bien: Por cuanto se diga y discurra sobre las causas de la existencia de la sociedad, sólo se encontrará que, siendo el hombre el progreso de la naturaleza, necesita de todos los recursos de la naturaleza. Y no pudiendo cada hombre recoger todos esos recursos, sino que cada hombre recoge uno, se ve obligado el hombre al hombre, por mutua necesidad.


Luego eso es una ley dominadora y, por lo tanto, el hombre en la sociedad ejerce y desempeña un mandato; el que es mandado, no es libre; el hombre no es libre, pues, como pensaba Condillac. Pero tiene un derecho natural y otro individuo no puede tener mayor ni menor derecho, ni dos derechos; y como esto lo quieren sostener algunos estados exóticos, como las religiones creando dignidades y diferencias, el hombre de conciencia pura o menos pura ve su derecho natural de oponerse a lo absurdo: y aquí tenemos rota la unidad de la sociedad y por tanto la lucha entre los que aportan un recurso de la naturaleza y los que no aportándolo acaparan con engaño de un derecho mayor y aun de dos derechos, uno natural y otro divino: lo cual es el destrozo de la naturaleza del organismo social, como hoy se ve en toda la tierra; y, sin embargo, la sociedad existe y coexiste por vínculos irrompibles y comunizados en los espíritus de todos los que toman por su trabajo un recurso a la naturaleza.


Pero que ya no quieren tolerar a los supercheros de mayor derecho y dos derechos y empieza por su voluntad el soberano pueblo social a depositar los recursos en un solo montón común: para los que tienen igualmente un solo derecho, el de la vida.


Libro: Filosofía Austera Racional Quinta Parte

Autor: Joaquín Trincado



 
 
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