Leyes Empíricas
- EMEDELACU

- 23 oct 2023
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Actualizado: 23 feb 2024

Se da el nombre de leyes empíricas a las que son derivadas de la experiencia, y cuyas fundamentales o explicativas son desconocidas.
Las leyes empíricas proceden del método inductivo de las concordancias que, como sabemos, no nos dan a conocer las causas de un fenómeno, sino otro fenómeno conexo con el observado.
Sin embargo, algunas leyes racionales o de causación pueden ser también consideradas como empíricas, cuando entre ellas y sus efectos existen leyes intermedias ignoradas, o cuando el antecedente de la ley es un fenómeno demasiado complejo, siendo imposible conocer todas sus causas.
Resulta de lo expuesto que las verdaderas leyes empíricas tienen un carácter común con las leyes de causación; expresan también relaciones uniformes. Pero no es posible, en cambio, atribuirlas al otro carácter de las segundas: la estabilidad.
Esta última condición significa persistencia y universalidad. Ahora bien, ¿cuándo podremos reputar como ley permanente y universal determinada ley empírica?
Sabemos que las leyes empíricas son inferidas mediante concordancias que pueden presentarse como productos iguales de factores idénticos o diferentes, representando dos concordancias, por los números 16 y 16, la primera puede ser efecto de la multiplicación de 4 por 4 y la segunda de 8 por 2, por lo que dos o más fenómenos pueden coexistir sin que estén vinculados por ninguna relación de casualidad, por lo siguiente:
1°. O por ser el uno permanente o tan frecuente que el otro ocurre siempre en su presencia sin necesidad de vínculo alguno.
2°. En virtud de una consideración casual.
En el primer caso es con facilidad discernible, pero no ocurre lo mismo con el segundo.
Efectivamente, el Acaso o la Casualidad consiste en una coexistencia, sucesión, semejanza o diferencia de fenómenos, tan imprevistos como inseparables. Sin embargo, ¿cómo sabremos si se trata de una coincidencia y no de una concordancia o viceversa? Para esta averiguación debemos atenernos al número de casos observados y al de concordancias ofrecidas por aquellos. Por ejemplo, si un fenómeno A se presenta cuando ocurre otro fenómeno B, mayor número de veces que en ausencia de B, y si éste se presenta existiendo A, con mayor frecuencia que estando A ausente, puede afirmarse empíricamente que existe una relación de casualidad entre A y B.
Este medio de eliminación del Azar es tanto más eficaz cuanto mayor sea el número de experiencias y mayor la proporción de concordancias sobre el número de casos concordantes.
Entre éstos debemos calcular las llamadas excepciones o conjunción de nuevas causas, o leyes, que modifican o anulan los efectos de las conocidas.
Muchas veces estas causas concurrentes son de naturaleza contingente y variable, de modo que no hacen sino modificar el efecto, de la causa constante, a punto de observarse siempre diferencias entre fenómenos sucesivos que debieran ser concordantes. En estos casos debe recurrirse al sistema de las experiencias múltiples, cuyos resultados se suman para extraer el término medio que nos dará el efecto aproximado de la causa constante, con prescindencia de las variables concurrentes.
Por lo que toca al cálculo de las probabilidades de los efectos que pueden producir determinadas causas; nos referimos a lo que hemos expuesto en el estudio del conocimiento.
Ya sólo hay que observar que nuestro asentimiento a las leyes de causación no es tan incondicional como parece, lo que corrobora el carácter relativo a su estabilidad. Así afirmaremos que mañana y en los días sucesivos saldrá el sol, extendiendo nuestra certidumbre hasta muchos años venideros: pero no sostendríamos seriamente tal afirmación respecto a un plazo de 10.000 años, dentro del cual puede ocurrir alguna modificación en los movimientos del mundo solar.
De modo que, si las leyes empíricas sólo rigen un futuro adyacente, las leyes de causación llegan a un futuro muy remoto, pero distando mucho de la Eternidad.
No podemos dejar pasar este final universitario: “Las leyes de causación llegan a un futuro muy remoto, pero distando mucho de la eternidad”.
Ese aserto de esa conclusión supone que las leyes de Causación pueden modificarse; lo cual es un gravísimo error que, infiltrado en el estudiante, es un valladar insalvable en sus estudios laberínticos, de los cual no sacará más que cansancio sin provecho y se verá impotente para la conclusión de todo argumento, o le quedará trunco o vacío y errado si se atreve (como lo han hecho muchos) a poner la conclusión. Pero si su conciencia es útil y entiende que no puede concluir porque le falta un elemento, el cansancio y la impotencia lo lleva al espantoso escepticismo que hoy domina en la mayoría de los científicos y la causa es la falsa idea inducida por la enseñanza de que: “Las leyes de causación distan mucho de la Eternidad”.
¿Cómo y quién probará que, aunque se haya descubierto ayer, la ley de gravitación no existía Ab_Eterno y que es necesario que no deje de ser Eterna? ¿Si hasta hoy no hemos descubierto la electricidad, fuerza omnipotente y madre de todo lo creado, habrá ningún hombre que pruebe que no existía Ab_Eterno y que es forzoso que no deje de existir en la eternidad? ¿Puede dejar la vida de existir?
Pasarán las generaciones; disgregándose los mundos; pero no es acabarse la vida, ni el universo infinito. Donde desaparece una de estas individualidades, el Éter ocupa su lugar manteniendo la presión, la gravedad, para que la marcha de la Creación Eterna, de la vida eterna, siga sin cambio y sin interrupción. Por tanto, esa Ley Causal y única de la se derivan las demás leyes causas de todos los efectos son Eternas. No distan nada de la eternidad.
Las leyes causa, la eternidad, la vida, el Éter causa de las formas eternamente, no es para la comprensión de las ciencias; sólo penetra en ellas el espíritu con su sabiduría, que sólo puede inspirar a sus cuerpos los efectos, hasta que consiguió que el cuerpo y el alma vivan la vida del espíritu: y entonces también el hombre_Materia_ penetra en la ley causa: pero no la puede rebajar a la ciencia Miope porque pertenece a la sabiduría: y la trae esa ley a la filosofía maestra de las ciencias, a las que suministra la comprensión de los efectos para percibir las causas.
Compréndase por esto, ¡cuán pocos filósofos han habido aún! En cambio, hay muchos filosofastros que acaban como los megáricos, obligándolos la ley a castigarse a sí mismos, viviendo y no viviendo: pareciendo hombres y no son más que el embrión del hombre.
Conviene, pues, que nuestros discípulos, con luminoso razonamiento, sean filósofos y no encontrarán fin, ni modificación posible, a las leyes causales; que sólo dejan de ser si el Creador acabase su existencia. ¿Pueden dejar de ser eternas las layes causas? ¿Puede el Creador dejar de ser?... La vida universal dice que NO… Luego las leyes causas son Eternas como el Creador.
Libro: Filosofía Austera Racional, Cuarta Parte.
Autor: Joaquín Trincado
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