La Verdad y el Asentimiento
- EMEDELACU

- 18 oct 2023
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Actualizado: 5 oct

Por verdad se entiende una perfecta conformidad entre el conocimiento y el objeto; por consiguiente, se trata de una correlación Psico-Física, en cuya virtud se conexionan de acuerdo con las leyes fisiológicas y psicológicas, con el estímulo localizado y objetivado, o su imagen reproducida al estado de conciencia correspondiente y formado por apariciones de naturaleza intelectual.
Cuando tenemos la conciencia plena de la verdad de un conocimiento, a punto de parecer repugnante y contradictoria su negación, se dice que tenemos la evidencia del tal conocimiento.
La evidencia puede ser interna y externa. Esta se obtiene mediante el examen de comprobación, comprobados con el auxilio de los sentidos; las pruebas suministradas por la percepción exterior sirven para acreditar la verdad de nuestras imágenes, inducciones y deducciones, así como de nuestros juicios y raciocinios, fundados sobre la experiencia.
La evidencia interna consiste en el sentimiento con que confirmamos nuestros conocimientos reputándolos exactos o verdaderos. Se debe comprender que dicho asentimiento puede ser un resultado de la evidencia externa; en cuyo caso es suficiente subjetiva y objetivamente, mientras que, si sólo nos satisface la evidencia interna, el asentimiento será suficiente subjetivamente. En el primer caso habrá certeza o certidumbre; en el segundo caso habrá creencia o fe; pero puede ser que esa verdad sea por un dogma, o por la superstición e ignorancia universal, como sucede, por ejemplo, con la fe en Cristo y la encarnación de Jesús, por obra y gracia del Espíritu Santo; la concepción de María inmaculada; la infalibilidad del pontífice católico; iguales verdades que la de que “el universo era aquellas tierras donde el Cristo hacía sus fechorías”, desmentido por el descubrimiento de América y hoy, segunda vez, con la confirmación de los mundos habitados.
Es preciso crearse la verdad por la convicción, y la fe por las obras, porque entonces la verdad será eficiente y la fe viva.
Sí; ocurre que el asentimiento puede no ser completo o suficiente, siendo susceptible de verificación o rectificación, con el concurso de nuevas pruebas (como el caso del descubrimiento de América), cuyas pruebas pueden ser capaces de evidenciarnos lo contrario de lo que asentíamos, o por lo menos de darnos otras evidencias externas o internas, con las cuales la evidencia asentida se cambie en parte. Pero que será, por lo menos, un caso de duda y modificaciones de opinión.
En la opinión o estado consciente provocado por la evidencia externa e incompleta, el conocimiento se descompone en ideas o emociones parciales que, sumadas, o consideradas aisladamente, pueden constituir una evidencia objetiva.
Cada uno de los elementos que sucesiva o simultáneamente asociados determinan la evidencia exterior, la denominamos prudentemente posibilidad. La concurrencia de posibilidades suficientes para darnos la certeza del conocimiento, puede ser matemática o filosófica; en este segundo caso, todas las posibilidades elementales son diferentes y debe apreciárselas individualmente, porque la filosofía debe juzgar con matemática pura, sin quebrado.
Llámase probabilidad al grado de certidumbre medido por el número o valor intrínseco de las posibilidades evidenciadas objetivamente.
La posibilidad matemática se mide dividiendo el número de posibilidades adquiridas por el de las que son necesarias para adquirir la certidumbre; si hemos comprado v.g.: 10 billetes de una rifa de 100 números, la probabilidad de sacar la suerte será de 100:10, o sea un décimo de probabilidades; comprando los 100 billetes de la rifa la probabilidad es de 100:100, o sea la unidad; esto equivale a la certeza de obtener el premio.
La probabilidad filosófica es más difícil de apreciar, porque depende de la importancia respectiva de cada elemento adquirido del conocimiento; pongamos un ejemplo concreto:
Un juez de instrucción averigua que A fue asesinado en la casa de B; que éste vivía solo; que había resentimientos entre A y B y que se les vio juntos poco antes del asesinato de A; que el instrumento el delito pertenecía a B y que éste presentaba manchas de sangre en sus ropas.
Parece que dicho juez debe aceptar como cierto que B fue el asesino de A. Sin embargo, basta un detalle que los juristas llaman Coartada, la evidencia de que el acusado estaba en otro lugar cuando ocurrió el hecho, para que el cargo se torne en imposible, a pesar del grado aparente de probabilidad. A causa de este hecho (ocurrido muchas veces) el derecho criminal suele no tener en cuenta ni la confesión del presupuesto acusado cuando algún detalle la hace aparecer como inverosímil, pues no es tampoco raro que un padre, por dar tiempo a que se salve un hijo o viceversa, se declare autor del delito, tratando de despistar la persecución de la policía y la justicia.
Sí; en la probabilidad filosófica que tiende a la certidumbre mediante el avalúo de las probabilidades, es donde más se advierte la influencia decisiva de los prejuicios (que siempre son perniciosos), o sea conocimientos formados en virtud de las leyes del hábito y la herencia, que nosotros rigurosamente llamamos Contagio. El prejuicio obedece por consiguiente a las mismas causas predisponentes y ocasionales del Contagio y las expuestas en el curso de Psicología que serán:
a) Las tradiciones, las científicas y dogmáticas.
b) Las autoridades de quien aprendió.
c) El aliciente de la novedad y del aplauso.
Esto es lo que no debe tener el verdadero filósofo: estando libre de esas plagas hará sus juicios filosóficos en la más alta justicia y buena lógica.
Libro: Filosofía Austera Racional, Cuarta Parte.
Autor: Joaquín Trincado
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