La Observación y el Experimento
- EMEDELACU

- 23 oct 2023
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Actualizado: 26 oct 2023

Veamos las explicaciones universitarias.
Las inferencias inductivas tienen por punto de partida hechos concretos, o más bien percepciones. La operación intelectual que tiene por objeto reunir las percepciones necesarias para formar un juicio inductivo, constituye la observación.
Esta abarca el análisis del fenómeno percibido y de las circunstancias que con él aparecen conexionadas.
Mientras mayor y más rico en detalles sea el campo de observación, más certera será la inferencia de sus antecedentes, condiciones y consecuencias. Por consiguiente, las inducciones dependen de las buenas observaciones.
Pero no basta observar un caso aislado o varios casos rodeados de circunstancias semejantes. Estas últimas pueden variar y determinar un cambio en la naturaleza del fenómeno observado: un huevo se va al fondo en un vaso lleno de agua pura, pero se mantiene a flote en una vasija llena de agua salada (salmuera).
Por consiguiente, la inducción debe apoyarse en el mayor número de casos practicando la observación en presencia de todas las circunstancias posibles. Y como es sobradamente difícil encontrar casos que se nos presenten espontáneos y naturalmente, hay que apelar a producir los fenómenos difíciles de dicho efecto a lo que llamamos experimento.
Ahora bien: el experimento reúne varias ventajas sobre la observación:
a) Puede multiplicar las variaciones de las circunstancias adecuadas.
b) Puede someter a medidas apreciables, tanto los fenómenos artificiales, como las circunstancias que los rodean.
c) Y puede producir el aislamiento de los fenómenos.
Empero hay fenómenos, que no son susceptibles de producción artificial (como los astronómicos), o que no es posible aislarlos de sus circunstancias, (como los Fisiológicos, los Psicológicos y los Sociológicos)
Entonces, la observación tiene que ser integrada por la deducción completada a su turno por la verificación perceptiva de las conclusiones deducidas y predichas.
Cuando percibimos los efectos y procuramos encontrar las causas, la observación nos hace conocer las condiciones, antecedentes y concomitantes del fenómeno observado; y si descubrimos que entre esas condiciones existe una invariable constante y necesaria, esta será la causa que podemos someter a la experimentación a fin de verificarla, haciéndole reproducir el efecto conocido. Principio en que se apoyan la física, la química y la mecánica.
Pero si se trata únicamente de individuos vinculados por sus calidades analíticas, y de las cuales no podemos conocer sino contigüidades y similitudes, sólo es aplicable la observación simple: razón por la cual es imposible obtener relaciones de causalidad (historia natural).
Las explicaciones precedentes, son buenas y muy prudentes, pero de ahí en adelante, no puede ser que sea un misterio la vida, porque el misterio no existe: no puede existir.
Más la idea materialista que prejuició a la casi totalidad de los científicos, dejó dudas, vacíos y extravíos al estudiante, anulándose los autores de textos irracionales que trajeron la mayor plaga que puede sufrir una humanidad: el escepticismo; creando a la vez dos terribles manías, dos clases de cobardías funestas: los sistemáticos y los fanáticos, que ninguno puede ser racional.
Al encontrar Schopenhauer la sentencia materialista “Del polvo viene el hombre y al polvo vuelve”, sostenido, por una desgraciada religión, llega estudiando hasta el borde máximo de la materia y exclama: “Si este es el fin de mi vida, maldita la vida, maldito el Dios de la vida, que no vale la pena de vivirla; si es así, yo tengo derecho al robo, al estupro y a la vida de otros, para alargar mi vida”.
He ahí lo que en verdad encierra el materialismo ¿ciencia?
No puede ser y no es ciencia, como la religión no puede ser moral, y por fin, ¿puede ser ciencia ningún sistema ni doctrina que no tenga por base y por fiel de su balanza el espiritismo?
El espiritismo no tiene más fe que la que dan las obras; tiene por la solidaridad, la llave de todos los secretos, desde que tiene la sabiduría sumada de todos los espíritus del universo; no admite el fanatismo, el sistema, ni el misticismo. Entonces tiene las cualidades necesarias y verdaderas para internarse con conciencia en todos los campos y romper los misterios, lo que implica por lógica razón, terminar toda observación y experimento bajo el fiel espiritismo que no es el espiritualismo.
Tan pronto los hombres obren de este modo, ya no habrá vacíos en las ciencias, ni místicos, ni fanáticos, ni escépticos, porque todos serán racionales, espiritistas, que, aunque no quieran lo son aun negándolo, pero detractores, religiosos; por esto son espiritualistas.
Libro: Filosofía Austera Racional, Cuarta Parte.
Autor: Joaquín Trincado
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