El lenguaje y la conciencia
- EMEDELACU
- 10 oct 2023
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Actualizado: 26 nov 2023

(Concepción)
Ahora conocemos la percepción reproducida: es igual (como estado de conciencia), a la percepción original, difiere de ésta empero, en dos elementos: en su intensidad, que es menor para la reproducida; y el proceso previo, que es central y sin excitación periférica.
Pero las sugestiones e inducciones asociacionistas, son tan inconscientes y se verifican tan automáticamente, como las corrientes impresionales determinadas por un estímulo externo o interno. Y también se verifica en ambas clases de percepción, la llamada evolución a la inconsciencia, que es justamente la función de la 5ª. Ley de Armonía inconsciente para la materia, pero de conciencia en el alma, por el espíritu.
Si la ciencia no vio antes de ahora esa ley, es porque ella escapa a la balanza y cúbica de la química que, por muy sutiles que sean esos instrumentos, no lo son tanto, que puedan salir de la materia, siempre rústica (comparada con el espíritu), así sea su pureza de 5ª esencia, como lo es nuestra alma, aunque esté obscurecida por las pasiones.
Las percepciones originales pasan a archivarse, como estados latentes, pero inconscientes, a la memoria psíquica, esperando ser suscitadas para mostrarse en la forma que lo hemos visto atrás o como lo vemos luego por la palabra.
Si la suscitación no ocurre en mucho tiempo, la percepción retenida, no se debilita como han creído muchos Psicólogos, sino que queda cubierta por otra posterior, como una hoja de un libro queda cubierta por otra, y para leer la de abajo, hay que levantar la de arriba: lo mismo sucede en nuestra conciencia o memoria Psíquica, que no es otra cosa que nuestra alma, que es nuestro eterno archivo, en la que el espíritu asienta para siempre todas las percepciones; pero tiene que hojear su archivo, siempre que le pedimos una rememoración de una percepción.
Puede parecernos olvidada una percepción; parecerá haberse desasociado, pero no puede ocurrir tal cosa, porque nada de lo que una vez fue, puede dejar de ser. Lo que tarde en reproducirse una percepción evocada, será el tiempo que el espíritu necesite para remover su archivo.
Hay algunos casos en la evocación de una percepción que es pedida por individuos extraños, sugerida por influencia para molestarnos con el sufrimiento o ponernos en un nuevo peligro, tocándonos un mal entendido honor o amor propio y acude a nuestra memoria una parte sola; (la que sabe nuestro enemigo sugerente), pero la otra parte no aparece y es que nuestro espíritu ha entendido la treta y cierra herméticamente esa percepción, por sabiduría y por justicia.
Ahora que sabéis la causa de muchas incertidumbres o incompletas reproducciones, vamos a ver cómo se presentan las percepciones reproducidas.
Comienzan éstas por presentarse localizadas, es decir, con la ubicación que les corresponde entre los demás recuerdos que las acompañan, en virtud de la simultaneidad o sucesión; pero con el transcurso del tiempo, y en virtud del aumento de las asociaciones, las percepciones conservadas acaban por emanciparse, a punto de que, al reproducirse, es posible la conciencia de su localización.
A esta evolución que se cree inconsciente, debemos sin embargo, casi todas las manifestaciones ordinarias de nuestra vida Psíquica: el lenguaje y el cálculo, suministran ejemplos patentes de ese automatismo de la memoria Psicológica; y en los estudios, no hacemos sino reproducir los conocimientos asimilados, perdiendo el recuerdo del momento y del libro en los que los hemos adquirido, y en tal caso las percepciones quedan definitivamente incorporadas al dominio de nuestra inteligencia y se suscitan sin conciencia anticipada. Recordar aquí lo que os he dicho sobre lo que es la memoria y comprobaréis una vez más que ésta es un vacío.
Os quedan establecidas las diferencias generales entre las percepciones originales y las reproducidas; pero observar que no es absoluta la falta de excitación periférica en las reproducciones perceptivas, y ya hemos dicho atrás que la localización y objetivación de las sensaciones se debe a una onda nerviosa centrífuga, o sea el retroceso de la excitación nerviosa hasta la periférica.
Así, dicho retorno no tiene objeto en percepciones reproducidas porque falta el estímulo o causa de la excitación. Pero, sin embargo, es fácil comprobar que las reproducciones van acompañadas de la onda centrífuga anexa a las percepciones originales; aunque el retroceso es tan débil que apenas alcanza a la periferia de los órganos en que deberíamos encontrar el estímulo.
Prueba de esto son los fenómenos reflejos que en los órganos locales del gusto (como la sensación de la saliva) y del tacto nervioso (como el temblor), se verifican en nosotros al solo recuerdo de un manjar que hemos gustado antes de la impresión desagradable o la tocar un reptil.
Semejantes ejemplos pueden citarse para el oído y el olfato, aunque el sentido que más claramente nos presenta el fenómeno es el de la vista, la que nos suministra las percepciones más numerosas y adecuadas, para que podamos reconstruir el estímulo de forma, dimensiones, color, movimiento y posición; tanto que aunque cerremos los ojos, la reproducción se origina, porque a los ojos materiales los reemplaza el estado de conciencia, menos equívoco que los mismos ojos, reapareciendo las formas, color, posición, movimiento, etc., en nuestro interior, como si los viéramos en un perfecto estado de vida en nuestra mente, como por ejemplo, hemos presenciado una escena cualquiera, un juego, una figura o un cuadro, libro, etc., estos objetos se presentan in mente y los reproducimos en el lenguaje y sonidos por la palabra y el canto, por el escrito y el dibujo y aun los sujetamos por los números y la pauta musical.
La imagen mental es debida, pues, al predominio del sentido de la vista, la que lleva anexos todos los otros sentidos.
Las imágenes mentales que llaman concepciones, son por el poder Psíquico de nuestro espíritu; pero que se sirve de las corrientes nerviosas derivadas de las percepciones reproducidas; y será más o menos rápida la concepción, según el grado de memoria y de asociaciones del individuo, arreglado a la constitución del sistema nervioso y por todo según el despejo mental o desarrollo Psíquico e intelectual.
Puede ser la Concepción adulterada y también viciada, lo que dependerá de la moralidad del individuo en su mayor parte y a causa de un deficiente desarrollo intelectual y facultades psíquicas, más por las siguientes causas:
1ª. Causa: Anormalidad y Anomalía: En esta causa entran toda clase de enfermedades que atacan la mentalidad sobre todos los estados febriles.
2ª. Causa: Incoherencia: Puede ser una concepción incoherente además de por las causas del anterior punto, por influencias extrañas que se oponen a nuestro espíritu y le es difícil presentar la imagen y la concepción, porque se vician y mixtifican y entonces aparecen las asociaciones sin conexión con los estímulos, y aun se dan muchos casos en que ni las palabras son coherentes y se puede observar en algunos maniáticos que hacen Logomaquias sin poder unir conceptos: son disparates, científicos, poéticos, o literarios (tienen su gallinero revolucionado).
3ª. Causa: Lentitud y Celeridad; de las dos causas anteriores puede producirse esta 3ª. y es general que así suceda: resultando la concepción adulterada y viciada, lo mismo por la lentitud que corta y borra las conexiones, como por la celeridad de los conceptos que amontona sin ser posible la distinción de los elementos de concepción lo que observamos en los hipócritas y maliciosos, que crean otra.
4ª. Causa: Intensidad: La intensidad puede ser excesiva o perversión del retroceso centrífugo, derivado de las percepciones reproducidas y originadas fisiológicamente; pero Psíquicamente, por la voluntad perversa del mixtificador que por desgracia para la humanidad hay abundancia de esos individuos que son los que traen en entera disensión y lucha a los pensadores, como lo vamos a ver en el siguiente caso, en el que han sentado un gravísimo error que hemos de anular.
“Ocurre en efecto, que una imagen mental produce una excitación central de gran intensidad y recorriendo las vías habituales periféricas llegan a localizarse en los órganos sensorios en la forma representativa reproducida exactamente, como si se tratara de una percepción original; en este caso el sujeto tomará por realidad sus aspiraciones, confundiendo éstas, con las directamente provocadas. Dicho fenómeno es el designado con el nombre de Alucinación, siendo frecuente en los alienados, en los enfermos con delirio, en los hipnotizados y los sonámbulos.
“Sucede, empero, que existiendo en realidad un objeto presente que actúa sobre los órganos sensorios, su imagen mental, es substituida por otra en virtud de la corriente nerviosa, es decir que aparece un objeto distinto del que, impresionados los sentidos es la “ilusión”. Las ilusiones o errores de los sentidos suelen presentarse durante la excitación producida por estados emocionales y pasionales, como acontece a los miedosos, a los celosos, a los iracundos, etc.”
“Refiérase el caso de un marido víctima de una pesadilla, durante la cual soñó ser asaltado por un ladrón y que despierto continuó dominado por las emociones correlativas, apoderándose de una pistola que disparó sobre su esposa, a quien tomó por el asaltante, siendo así que había acudido a las voces que diera el cónyuge durante su funesto ensueño”.
Como se ve, el caso es de lo más vulgar, y todos sabemos más de uno y muchos similares y diferentes. ¿Es una ilusión? ¿Una alucinación? Están bautizados esos casos con esos y otros nombres; para la ciencia es un fenómeno; un misterio. Pero no hay tal ilusión ni alucinación, aunque sí cabe la aberración.
En primer lugar, repetimos, que no cabe la fantasía, como tampoco hay fantasmas... pues la imaginación no alcanza a forjar lo irrealizable, lo que no existe o ha existido, o existirá; en cuyo caso último eso que llaman alucinación, ilusión, pesadilla o sueño, no es más que la rememoración de hechos sucedidos o revelaciones de lo que sucederá.
En segundo lugar, decimos que la materia llámese cerebro, nervios o músculos no tiene la potencia facultativa de crear tampoco lo irrealizable, pero ni aun de idear lo a crearse, porque no es de su ley y mucho menos tratándose de actos biológicos y espirituales, los que sólo y siempre son competencia del espíritu; aunque algunas veces (pero por concomitancia), los pueda manifestar el alma humana, la que se sirve de la materia por consentimiento u orden del espíritu.
Pero concretándonos al caso transcripto, lo que hay es que aquella esposa, en existencia anterior, ha sido realmente un ladrón que ha robado o perseguido al que ahora es su esposo, que por la sabiduría de la ley a pedido del delincuente, han vuelto a una nueva vida, para apagar el odio y pagar a su robado, porque “Si odias tendrás que amar”; “Si matas, con tus besos resucitarás al muerto”, dice la ley inflexible y todo espíritu lo sabe.
Y bien: el espíritu de la esposa se ha presentado al del esposo representando el ladrón antiguo. El espíritu del esposo, que odiaba, ve a su ladrón y consuma, lo que antes no pudo obrar. Era más virtuoso el espíritu del ladrón que el del robado; aquel se hace mujer para ganar el amor y con él y la administración de la casa, restituir lo que le reclama. Pero he aquí que ha pagado; y el espíritu avaro y egoísta descubre en la visión al delincuente (según la ley de la sociedad), y no tiene en cuenta más que su deseo de venganza y mata, obrando por la materia. Estaba aberrado; no hubo ilusión ni alucinación.
Esa es la filosofía espiritista probada en millones de casos y para la cual no existen los misterios ni los fenómenos; ni separa la filosofía y leyes de la materia de las del espíritu, porque son las mismas, aunque la diferencia de grado las haga aparecer diferentes. Pero ya esos errores desaparecen y a descubrir la incógnita, vienen estos cursos austeros, preparando así una sola filosofía que siempre será la misma, pero ascendiendo siempre en perfección.
Ahora llegamos al momento oportuno de examinar y aclarar una propiedad común a todos los fenómenos que hemos alistado: “La propiedad de revelarse al individuo en el cual se producen”. Cuya propiedad es sólo de la conciencia, percepción en la que se identifican el sujeto activo y el objeto pasivo. En las demás percepciones se conexionan el yo y el No-yo, en la conciencia; cuya conexión existe entre el yo y sus modalidades.
Al respecto, Kant reconoció que existían dos estados conscientes: la conciencia pasiva, en cuya virtud el yo se confunde con los fenómenos percibidos, y la conciencia activa, derivada de la asociación de los fenómenos internos, vinculados por el centro único y originario, que es el sujeto pensante.
Conforme con esto y observando el desarrollo progresivo de las aptitudes psicológicas del niño de generación en generación, Baldwin, llegó a la conclusión de que “la conciencia infantil se formaba mediante la siguiente evolución;
a) Por la asociación entre las percepciones de individualidad y movimiento, por las cuales el niño distingue las personas de los objetos.
b) Las asociaciones por semejanza y contraste entre los movimientos regulares de las personas y las irregulares de los objetos.
c) La percepción de los fenómenos constitutivos del carácter personal de los individuos, y
d) Por la identificación de los fenómenos internos asociados a movimientos que el niño experimenta con los observados en los demás individuos.
Y la verdad es que, la percepción es capaz de abarcar las modalidades Psicológicas de un individuo: la imagen física de éste, asociado a sus calidades percibidas, forma la idea concreta de un sujeto. Este, puede ser el mismo yo pensante y entonces la idea concreta se confunde con la conciencia.
La conciencia entonces es un sentido íntimo probado por la ley de deducción y según lo estudian y sostienen los eclécticos sirve de punto de partida a las sensaciones y percepciones del Yo.
Nosotros hemos sentado que, la conciencia es el archivo del espíritu y queda confirmado por el principio ecléctico; por lo que, sí, el yo pensante parte de la conciencia en la demostración de las sensaciones y percepciones ya realizadas. Pero es que primero al originarlos, los depositó allí porque es su cofre de valores donde eternamente guarda todo y nada olvida; pero tiene que remover las que están sobre las que evocamos, causa del retraso en rememorar algunas como hemos expuesto atrás.
Con esto ya conocemos el papel característico de la conciencia, dentro del orden Psicológico y su calidad distintiva de los fenómenos del alma.
Hartmann, ha complicado esta cuestión en su “Fisiología de lo inconsciente”, porque este filósofo buscaba solo una ley científica material, que, si puede hacerse en el conjunto atómico de las cosas, no puede aplicarse estrictamente a cada átomo por igual, porque sus instintos son semejantes, pero no iguales; causa por la cual la ley o ciencia material que prescinda del espíritu no hará más que confusión. Y porque en las ciencias se ha prescindido del espíritu, sólo hay confusión, dudas, hipótesis sin resolver y deshonor en todos los hombres.
En verdad, ¿Cómo explicar el tránsito imperceptible de la modificación fisiológica inconsciente, a la modalidad Psíquica consciente y de ésta al hábito otra vez inconsciente, prescindiendo del espíritu que en todo forma el todo de las causas?
En cuanto a lo físico, ya hemos explicado que las impresiones fisiológicas necesitaban pasar de cierto grado de intensidad, para generar un proceso consciente, y que, alcanzando dicho límite, sólo pueden revelarse al sujeto mediante un previo proceso que han llamado “Cerebración inconsciente”, pero que nosotros conocemos y adjudicamos, al examen que el espíritu tiene que hacer antes de demostrarlo.
El fenómeno demuestra que la conciencia no es el árbitro exclusivo de manifestar las percepciones, sino por orden de posición y de orden del Director espíritu. Y demuestra, además, que, sólo cuando las sensaciones han sido perfectamente grabadas, puede mostrarlas al momento de nuestra evocación y de no ser así es necesario el proceso previo.
Es verdad que el trabajo mental se opera en el umbral, o puertas de la conciencia, porque este sentido es el encargado de proyectar la visión, sensación o estímulo, lo que llamamos memoria que significa recordar, presentar.
Refiriéndonos a la unidad de la conciencia ya nos podemos dar cuenta de que está constituida por la asociación de percepciones próximas y remotas con la de nuestra personalidad en la que se ha revelado.
En algunos estados mórbidos, suele romperse esa cadena de asociación, por la eliminación de los órganos que la contenían, lo que se debe estudiar en sus causas, por la anatomía.
Se ha sentado por algunos que esos estados mórbidos, o uno de ellos son “El desdoblamiento de la conciencia en las que se desvanece el yo, para atribuir a otro individuo todos nuestros actos”. No; la conciencia no se desdobla; la conciencia se abre.
El que se desdobla es el espíritu, para irse a estudiar, a enseñar o ayudar y también para dar entrada a otro espíritu en su cuerpo; pero para esto, es forzoso tenga facultades medianímicas, lo que aprenderéis en nuestros libros “Método Supremo” y “El espiritismo en su asiento”, a donde os remitimos.
Hay algunas anomalías y anormalidad de la conciencia, procedentes de enfermedades mentales, pero por desgaste cerebral, o elevación, o baja temperatura: mas los llamados Crepúsculos Psíquicos es una blasfemia denominarlos enfermedades, aunque causen efectos Patológicos en individuos que no se rinden a las facultades medianimicas de su espíritu.
Estos individuos sufren accesos anormales e intermitentes o crisis, durante los cuales se borra el conocimiento propio; desaparece su yo; pero el individuo no recuerda nada, salvo que también posea la videncia en cuyo caso habrá visto al que se posesionó de su materia, o los cuadros que le quieran presentar; fenómenos éstos que han querido tener por alucinaciones e ilusiones y a esos individuos se les ha tratado de locos, siendo (si la locura existiera), los locos, esos maliciosos que obraron siempre contra el espíritu, siendo así que sólo por el espíritu son ellos hombres y ¡¡sabios!!
Hay individuos tan aberrados que antes de responder a su espíritu, prefieren que éste los castigue con la continua absorción de un pensamiento trágico, que los llena de estupor y otras veces se creen perseguidos, perdidos en continuada pesadilla, o también encerrándose el espíritu dentro del individuo para hacer vivir a su materia en una desesperación, o en un éxtasis, que, al fin, lo anula para la vida, porque llega a no creer ni acordarse de su propia personalidad. La ciencia médica califica estos, casos patológicos. Su curación no está en la medicina, porque la conciencia no vive de pan, es decir, de cosas materiales según quieren conocer la materia, separada del Espíritu.
Libro: Filosofía Austera Racional
Autor: Joaquín Trincado