El espíritu es omnipotente, pero no omnímodo
- EMEDELACU
- 11 feb
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El espíritu llega a vencer todos los obstáculos que la naturaleza le opone, por su omnipotencia, ostentada en su inteligencia que crece cada día, por la experiencia de sus hechos y por el amor que en las obras demuestra e imprime como sello y patente de sus mandatos; lo que indica claramente, que no es omnímodo, porque está sujeto a las leyes que ya hemos expuesto que lo rigen en todas sus obras.
Pero es omnipotente dentro de esas leyes y por su plenipotencia, todo lo domina; todo lo transforma, una, mil y millones de veces, hasta llegar al ideal de belleza y perfección de que es capaz la materia del mundo que se le entregó.
Es omnipotente, porque procede directamente del omnipotente omnímodo y forma unidad en el conjunto universal que suma sus potencias en una sola potencia; y cada individualidad usa de esa omnipotencia de la suma de todas las potencias; pero sólo puede usar de lo que es capaz en su inteligencia y grado de progreso en la infinita escala de los grados de sabiduría.
Más por pequeña que sea la obra a ejecutar (según su inteligencia) no la podría realizar, si no le acompañara la omnipotencia del amor universal, que es plena potencia, porque es la del creador.
Y así, el espíritu, aun en las obras más pequeñas, necesita de la omnipotencia de su procedencia, sin la cual no sería obedecido, porque siempre hay fuerzas brutas superiores a la suya como fuerza individual, la cual, sólo podríamos medir, por la fuerza física del organismo.
¿Cómo, pues, el hombre había de dominar al león, al elefante y al caballo, con sus débiles fuerzas físicas? Es cierto, que cada uno de éstos ve en el hombre su especie y esto le infunde respeto hacia el hombre; pero también ve a su enemigo y esto le subleva en su instinto; y si el hombre vive en aquellos momentos el instinto del contrario de la fiera o bestia que tiene delante, ésta se enfurece y acomete y vence al hombre por fuerza bruta y más debió hacerlo cuando el hombre no tuvo los medios de defensa con que hoy cuenta.
Pero en él está la omnipotencia y solo una ley fatal que está en la justicia, lo dejará ser vencido por la fiera; mas será siempre resultado de su ignorancia, de no conocerse a sí mismo y porque se expuso y buscó el peligro en el que es forzoso que sucumba, porque no invocó su omnipotencia que siempre está en la unidad de la fuerza universal, en la que no son ajenas, sino parte primera, las fuerzas naturales y elementales, que son las primeras en acudir y aun salvar casi siempre al imprudente que se suicida en su imprevisión; pero esto le enseñará prudencia y a usar de su omnipotencia, que no es omnímoda en la individualidad, sino que cada uno es el complemento de la omnipotencia, que aun en la universalidad no es omnímoda, sino en Eloí.
Esto parece reducir la omnipotencia del espíritu y no es así. Tened presente que todo es relativo; que sólo Eloí es omnímodo, y que no lo es un espíritu, ni aun todos, pues todos juntos formando el espiritismo y cada uno en su individualidad, están sujetos a leyes ineludibles. Si obramos en la individualidad, nos salimos de la unidad universal y entonces, no obramos dentro de la ley común, sino bajo una ley parcial y esto es de los dúos que no viven la vida del espíritu y entonces sólo son plenipotentes, pero no omnipotentes, pues esto, solo puede serlo, obrando acordes con la omnipotencia universal.
¿Quién en el mundo, podrá decir que ha llamado y no le han contestado en el espacio o Universo? Nadie puede negar que ha sido contestado, y quien lo dijera, se mostraría más abajo de la ignorancia de su ser.
Lo que hay es que, los hombres en la ignorancia, se hacen orgullosos y llaman a los de su grado porque todo es correlativo y todo está armónicamente engrandado y a quien en su pensamiento no tiene fuerza más que para llegar a la atmósfera de la tierra, ¿cómo le van a contestar desde el Sol? Pero el hombre que por la fuerza de su pensamiento puede llevar su voz al Sol, su centro, ya es potente; ya está en relación con la omnipotencia; ya no se apagará su eco en el infinito; ya obrará como omnipotente, porque la omnipotencia universal llega a él por el camino que deja trazado la onda de su pensamiento; es trino, vive su espíritu en la armonía universal; es omnipotente por la unidad del Universo.
Por tanto, mientras el hombre es dúo, es plenipotente; cuando descubre su trinidad, es omnipotente, aunque no es omnímodo, pues esto, sólo pertenece al que nos da la omnipotencia; a Eloí.
Libro: Conócete a ti mismo
Autor: Joaquín Trincado