Doctrina Espiritista Racional
- EMEDELACU

- 16 oct 2023
- 15 Min. de lectura
Actualizado: 21 nov 2023

PUNTO PRIMERO
Proclama de esta escuela.
_ El Universo solidarizado.
_ El mundo todo comunizado.
_ La ley es una; la sustancia una.
_ Uno es el principio; uno es el fin.
_ Todo es magnetismo Espiritual.
En la cual está contenido todo lo que la ciencia ha comprobado, todo cuanto la metafísica encierra y todo cuanto atañe a la vida del hombre en sus tres entidades de cuerpo, alma y espíritu.
Los juicios sobre toda la creación y sobre cuanto al hombre le interesa y necesita saber, los tenemos en toda nuestra obra y anunciados algunos de los libros más interesantes a las ciencias y a la filosofía.
En este punto debemos explicar los versos de la proclama, para que nos dé margen al punto culminante del alma humana.
El universo solidarizado: es el axioma terminante de cuanto se ha discutido en todos los tiempos sobre si este mundo es el único o hay otros; punto el cual en estos momentos y en todo el mundo se discute la posibilidad o no de la comunicación radio-eléctrica con Marte o Venus, lo cual en todo caso no es más que la potencia del espíritu, llevando al hombre a confesar la existencia de esos mundos, poblados de hombres semejantes y la necesidad de la comunicación por medios materiales y científicos con ellos. ¿Se puede? ¿No se puede? No es de este lugar tal cuestión, hable la ciencia y la electricidad dinámica diga, hasta dónde puede alcanzar. Nosotros sabemos desde hace años lo que hay al respecto. Pero no hemos de animar ni desanimar a los que en ello trabajan, porque es necesario que el análisis sea hecho. Pero, de todos modos, aplaudimos este segundo golpe de muerte y final del dogma católico y de otras religiones, concretando el universo a la degenerada Europa; el primer golpe lo dio España, agregando al mundo viejo un mundo nuevo.
Este es el fin primordial de esas señales de todos modos inteligentes y que la ciencia por sí sola jamás resolverá tal problema. Sobre que nuestras pruebas son incontrovertibles e incontrarrestables, nos bastaría saber la cláusula del testamento secreto de Abraham que dice: “Los mundos son infinitos; y el hombre ha de vivir en todos los que existen, pero la creación sigue y no se acaba”; y en otra: “Todos los mundos se comunican entre sí en amor y solidaridad de Hellí”. Para nosotros, racionalmente, Espiritistas sin amalgama ni prejuicio, nos bastarían, repito esas cláusulas. Pero al estudiante de filosofía no le deben bastar; no queremos que les basten; es necesaria la prueba científica de la solidaridad del mundo en que actuamos con los infinitos que a nuestra vista registramos. ¿Está esa prueba irrebatible? Sí, la presión universal formada por el Éter que todo lo llena, formando la presión para que cada mundo se mantenga en su zona adecuada sin poder salirse, ni parar, ni estorbar a su vecino. Prueba científica de la física, la astronomía y la electricidad.
Entonces siendo el Éter la única sustancia tiene una única ley de vida; y nadando todos los mundos en ese infinito lago de Éter que les sirve a todos de placenta, no puede menos que reconocerse que todo es solidario, porque tiene la misma ley y son de la misma y única sustancia existente.
Ahora bien; alma de una cosa es aquella cosa que la hace mantenerse unida por cierta fuerza magnética que une las demás cosas que componen la unidad. Entonces, el Éter es indiscutiblemente el alma universal que mantiene a cada mundo y a cada molécula de un cuerpo unidas, equidistantes suficientemente para ser movida constantemente cada molécula y bañada por ese mismo Éter. Lo que a la vez nos dice que, el Éter es el principio de la vida orgánica y la misma vida. Quedando así probada toda la máxima verdad de nuestros principios, los primeros que se dan a la humanidad, como doctrina Espiritista de verdad abierta y descubierta.
Éter es el cuerpo humano; y terminada la tarea para que se lo crea el espíritu, al Éter vuelve. “Uno es el principio y uno es el fin”. “La sustancia es una, como la ley es una”. Y como todo vive de esa vida única y común, se confirma por sí sólo que, El mundo todo es común de todos; por lo que, nosotros requerimos esa comunicación en todo: “El mundo todo comunizado”. ¿Nos hemos separado de nuestro hilo para decir lo que es el alma humana?, no, por cierto; hemos fundamentado que sólo una sustancia existe; por lo cual, el alma no es diferente del cuerpo, sino en su grado de perfección y cargos. Y diré por fin que, todo llega a ser alma y por ésta, hasta el más rústico mineral, es un día espiritualizado entendiendo por ello que todo se lo adipa el espíritu por el alma que, una vez que cada espíritu toma una parte del alma universal para tomar forma humana, esa alma, ya será Eternamente con ese espíritu, sin que él la pueda dejar ni ella dejar de ser. Y como por la voluntad armonizada y eterna, todo espíritu ha de volver a su padre en el tiempo, no a confundirse en él, sino a graduarse de maestro de la creación, cuyo examen será el gran archivo de todas sus obras y ese archivo es su alma, resulta que, como el alma es las esencias extraídas a la materia que depuró el Espíritu, la materia es elevada, espiritualizada al centro de las vibraciones, al Creador común y universal, al que rinde su homenaje y recibe su ósculo de amor y su bendición, saliendo aquel espíritu hecho maestro y con su inseparable archivo-alma a continuar la creación, siendo un maestro, un misionero; y como éste, han seguido su proceso todos los misioneros y maestros regeneradores de las humanidades.
Hasta ese momento trascendental y terrible (pues allí el espíritu se ve como un purísimo cristal, ante el omnipotente ojo del creador) hasta ese momento repito, aquel espíritu, sólo pudo ser instruido, aunque instructor. Desde ese momento, es maestro y forma parte de los consejos de los mundos, sujetos éstos a los consejos superiores del Plano. ¿Terminó su carrera? ¿Terminó su aprendizaje? Recién comienza su carrera que jamás terminará. “Los mundos son infinitos y el hombre ha de vivir en todos los que existen; pero la creación sigue y no se acaba”. Ha dicho Hellí a Abraham, en el testamento Alianza. Y nosotros sentamos: “El universo solidarizado”.
PUNTO SEGUNDO
No podemos aquí describir las infinitas evoluciones y metamorfosis necesarias en la materia, para que mida las esencias necesarias para la creación del alma humana.
Nuestra Química es absolutamente pobre, nula, para tan extremo experimento y aun la potente alquimia, millones de veces más poderosa que la química, no alcanza más que apenas a señalar el proceso y no es poco. Pero el espíritu tiene un laboratorio capaz y es él, el alquimista que opera todas esas evoluciones, metamorfosis y transformaciones, porque él solo es maestro de las formas, que nos muestra la creación.
Estas materias están estudiadas y expuestas en orden de sucesión, en nuestros libros “Buscando a Dios y Asiento del Dios Amor”, “Profilaxis de la vida” y “Conócete a ti mismo”, cuyo estudio abarca 123 millones de siglos de historia de la tierra a cuyos libros os remitimos, por lo que aquí sólo vamos a decir la formación y lo que constituye el alma humana.
Hizo Moisés el símbolo del Arca de Noé y no debió explicarlo porque no era tiempo; pero lo hizo a base de la creación descripta por Shet en el Sánscrito, porque aquella doctrina era y es la verdad, por lo cual aun no ha sido comprendida; no había el suficiente progreso en la mayoría de los hombres; había aun muchos instintos sin saciarse y había que esperar que hubiera mayoría de instintos dominados, hechos conciencia y entonces se aclararía el huevo de Shet y el Arca de Noé y todos los símbolos, como el de Caín y Abel, el Diluvio Universal y los 7 días de la Creación, con todos los misterios que éstos encerraron como el nacimiento del Satélite, que tanto papel manchó inútilmente y tantas horas malgastaron los llamados Científicos, Intelectuales y Literatos.
Retirad ya de vuestras bibliotecas tomos inútiles y errados, o conservarlos como novela de risa de todo lo que haya tratado el alma humana y de los símbolos que he subrayado y asentad bien lo que sigue: que hombre, ni espíritu maestro, os dirá otra verdad.
El fin de la creación de los mundos es sólo para dar cabida a una familia espiritual y no puede tomar posesión de un mundo esa familia sino bajo la forma humana, hombre y mujer.
El espíritu viene del Creador y debe encontrar materiales adecuados para formar su primer cuerpo, naciendo como todos los demás seres, porque “La ley es una y la sustancia una”.
En la creación nada hay muerto; todo es vivo, porque todo es vida natural. Lo cual nos dice (dejando aquí un inmenso abismo de estudio) que todo es espíritu vivo y cada uno de su grado, por lo cual todo lo que creemos tierra o materia, cada molécula es un espíritu natural que son regidos por un maestro encargado de toda la naturaleza de ese mundo, y los elementos todos son igualmente espíritus de su grado que llamamos espíritus elementales, con su Maestro Jefe, que obedece al Maestro Espíritu de la Naturaleza, que conoce todo el destino de ese mundo, desde su nacimiento hasta su perfección, cuando lo disgregará; cuyo maestro, obra todas las evoluciones en el instante exacto, marcando en el rol de la vida de ese mundo y de cada individuo, animal u hombre, como igualmente los movimientos del planeta, para que cada molécula cumpla su fin, sin mirar más que a su fin y no a la concupiscencia de hombres, dioses, ni ciencias, religiones o ideas, pero que, con el tiempo preciso, previene todas las cosas.
El instante terrible de este Maestro Espíritu, es el en que debe aparecer el hombre, último producto de la naturaleza, en el cual deben estar todas las especies de los tres reinos, que se les va a entregar en dote y patrimonio. ¿Cómo efectúa la maravilla? Para ese momento tremendo todos los gérmenes de especies vegetales y animales que el mundo recibiera al nacer, han debido aparecer y fructificar en muchas generaciones, purificando materia y creando esencias de los cuerpos animales y de sus almas, elaborándolas con la más alta química.
Pues bien; en ese momento en que la tierra contaba 68 millones de siglos de existencia, el espíritu maestro necesita recoger esas esencias con las que se formen sus cuerpos y sus almas, una familia espiritual, que ascendía de un mundo inferior y reclamaba otro, donde era destinada por el Creador, para expiar los hechos de tres mundos anteriores, de todos los cuales cada espíritu traía en su alma, la esencia de sus naturalezas obscuras y pesadas, embrionarias.
Ese espíritu Maestro tiene en sí toda la fuerza de ese mundo y cumpliendo la ley abre (diremos) sus válvulas y hunde todos los continentes, envolviendo todo cuanto existe en sus mismos escombros y lo baña con las aguas, descubriendo como nueva tierra, los lechos de los mares.
Ya queda fundida toda la naturaleza en una sola masa y obra la alta química, pudriendo todas las especies de las que extrae las esencias que va depositando en los puntos adecuados para la vida primera de los primeros hombres, en todos los continentes a la vez.
Ya queda extraída la esencia de todo lo existente; el alma de todas las Criaturas reunidas en una sola, en la que están todos a lo absoluto los instintos de todos los seres y ha de esperar el momento propicio en que la familia espiritual la utilice como Alma en los cuerpos que se han de crear con figura de hombres.
PUNTO TERCERO
Un nuevo proceso de creación y progreso
Se inicia en ese instante la aparición de nuevo de todas las especies que sucumbieron para entregar sus esencias más depuradas, para la formación del alma, de aquel que ha de llegar a organizar todo y embellecer la tierra con inteligencia.
Sabe el Espíritu Maestro que el ser que llega no puede tener noche plena y de las escorias acumuladas en la parte que hoy llamamos norte, tira al vacío un parte medida matemáticamente y la ley de gravedad la lleva hasta el punto que el magnetismo de la tierra permite y allí estabiliza aquella parte de la tierra sin gérmenes de seres que ya dejó y esa es la luna o satélite, destinado a reflejar la luz del sol, con dos fines necesarios principales: alumbrar al hombre para alegrarlo y defenderlo de las fieras que huyen de la luz y también para que sea la página imborrable del hecho tremendo, del nacimiento del hombre. ¿Se habrá de repetir esa escena? ¿Es más importante el nacimiento de los cuerpos que el descubrimiento del Espíritu, que representa la mayoría de edad del hombre y sus desposorios con la ley máxima? Es cierto que, sin nacer no se puede llegar a la mayoría de edad, pero también es cierto que hasta que el hombre no es mayor, no es libre en su acción ni se le cuenta en el número de ciudadano responsable. Entonces, llegar a la meta para lo cual se nace, es por lo menos tanto que el nacimiento, porque en verdad nace el hombre de respeto. Y como el hombre quiere señalar esas epopeyas con algo que inmortalice el hecho, ahora la tierra, el maestro espíritu que rige sus destinos, en nombre del hombre, hará la demostración conveniente y… aparecerá en breve un segundo satélite para que ya el hombre mayor no tenga noche y será otra firma del Creador nuestro padre.
Volvamos 55 millones de siglos atrás de nuestro siglo presente.
En ese momento que llamaremos el parto primero de la tierra, en el que parió el satélite, la vegetación era abrupta y lujuriosa más en leña y frondosidad que en frutos y las especies animales gigantescas e inadecuadas para el servicio del hombre que había de llegar.
La fusión de las almas todas en una sola alma, metamorfosearía la fiereza con la mansedumbre y la exuberancia perdería en magnitud, todo lo cual lo ganaría en finura y frutos, ya entonces necesarios para la nutrición del más delicado ser, en sus largos primeros días o infancia de la humanidad.
Brotaron, pues, de nuevo todas las especies vegetales que habían existido, más pequeñas, pero más finas y cargadas de frutos, absorbiendo de nuevo cada especie todo lo que le es afín en instintos y esencias, de aquella inmensa masa enterrada con tanta sabiduría.
Cada especie vegetal creó antes un animal y lo vuelve a crear segunda vez, modificado con arreglo a las metamorfosis sufridas en la fusión de “almas, esencias e instintos”.
El hombre no había vivido aún en la tierra; no había por consiguiente existido El Árbol que debiera producir al hombre y aparece el árbol nuevo que acapare, que extraiga la quinta esencia del alma fundida en una sola alma y ese árbol es el Quino, que el hombre le dio nombre y no por casualidad. Cuyo árbol le sigue siendo su casi única medicina, lo que afianzará científicamente esta historia de la creación del alma humana. Dejamos camino a la Química, para que ahonde en ese punto con ayuda del espiritismo.
PUNTO CUARTO
Ascendía una familia de espíritus de un mundo primitivo habiendo pasado por el de prueba y a éste venía del Embrionario, de cuyos tres traía cada espíritu las esencias burdas de aquellos infiernos que el Dante describió.
Salidos esos espíritus del mundo primitivo, sólo con conciencia de la vida adquirida en tremendas luchas por la existencia, todo lo salvaje que la mente puede imaginar, estaban rendidos de tantos miles de millones de siglos, y los encargados, guías, espíritus de luz, los llevan al descanso, a las grutas secas de la luna, donde nada les puede herir ni molestar en su letargo profundo.
El descanso y los toques de los guías van despertando a los más progresados y los transportan a mundos de expiación, donde ven el trabajo que necesitan aprender.
Cuando ya todos han despertado, son ilustrados por los espíritus maestros de la vida que les espera en el nuevo mundo, donde deben expiar todo lo anterior y graduarse de bachilleres, aprendices de la creación, adquiriendo el sentimiento, primer grado de amor.
Mientras estos espíritus despiertan y son ilustrados en la vida del trabajo, por el que han de llevar el mundo que van a tomar al progreso, va cubriéndose el mundo de todo lo necesario en la vida y los árboles nuevos, los Quinos, llegan a su desarrollo perfecto, teniendo ya en sí todas las esencias destinadas al alma y cuerpo humanos, procedentes del reino animal, como de las otras especies del reino vegetal, tomará la cuarta esencia con la que habrá de producir el cuerpo y alma de los irracionales que, producidas, cada especie llevó todos los gérmenes de la especie, despojándose la tierra de ese depósito que llevó el tiempo necesario para la iniciación de la vida individual de cada especie, que se perpetuarán por sí mismas, no pudiendo ya la tierra producirlos otra vez, porque entregó su germen.
Estando pues los Quinos en el desarrollo suficiente (y en todas las partes de la tierra a la vez) son conducidos aquellos espíritus más despiertos y se encierran en los troncos del Quino, donde de su savia, que es la esencia quinta de la materia, extraída por sus raíces, cada espíritu toma la cantidad de que es capaz y la agrega a su antigua alma embrionaria, quedando engendrado el hombre.
La forma humana ya la tiene de mundos anteriores; el espíritu maestro cuida y ayuda a sus nuevos huéspedes en su gestación y allí, individualizándose cada espíritu, que se envuelve de la savia, créanse una envoltura verde como la bienza del huevo, pasando su gestación, como cualquier otro animal, porque “la ley es una”.
En esas mágicas bolsitas existe un espíritu (ha sido el nuestro mismo) que recoge uno a uno los instintos quintaesenciales para su alma, del alma de cada especie existente en la naturaleza; y otro instinto de cuarta esencia de las mismas especies con las que formará su cuerpo.
Cuando han recogido (cada uno de los encerrados en aquel tronco) todos los instintos, siguen su gestación muy paulatina, hasta que los grados de calor necesarios a esa función fisiológica ha dado la vida necesaria para el nacimiento: el espíritu ha ido modelando sus miembros y sistemas orgánicos comiendo la savia del árbol, su matriz, el que al fin, al empuje inteligente de un viento, dirigido por el maestro de los espíritus elementales, cae el Quino, quedando al descubierto un número considerable de bolsitas, que el sol y el aire reanimaron.
El Maestro Espíritu llama en ley y dirigió al gorrión que con su pico rasgó aquellas placentas, estirando sus miembros el hombrecillo de unos cuatro centímetros y somos nosotros mismos; nuestros espíritus; los que obraron esa tremenda y sabia labor, dirigidos por la ley, que el placer de la materia nos hizo olvidar.
Hemos asistido a la maravillosa, pero natural y espontánea aparición del hombre en la tierra, que nació siendo hombre y no procede por evolución de ninguna otra especie animal, sino en la forma metafísica expuesta; y es así el hombre la verdadera Arca de Noé, ideada por Moisés para explicarla hoy, lo que quedó hecho.
PUNTO QUINTO
Hay necesidad de concretar y decir la primera formación del alma individual, antes de que un espíritu haya encarnado en ningún mundo, pues cuando lo consideramos entrando al mundo de expiación, eleva cada espíritu su alma y ya muy agrandada y enriquecida, aunque todo lo debe, porque nada pagó a la creación, ni se han pagado ninguno, uno a otro, los daños que se causaron en los mundos anteriores, porque tampoco eran para eso, sino para iniciarse en la vida humana, en la que deben mostrar los espíritus la creación en formas, llegando a la armonía en el más alto progreso, en el que mostrarán a su padre, al Creador, del cual heredamos todo.
Pues bien; el Padre, lanza (por su querer) una partida de partículas de su mismo ser; son luz; son inteligencia; son potencia; son sabiduría, porque han convivido en Él, Ab-Eterno y en su amor, les dice: “Id hijos míos a agrandar y continuar la creación, y cuando seáis maestros de la creación, volved a mí y siempre os espero”…
Mandato Omnímodo; sentencia inflexible que todos en el tiempo, más tarde unos, más temprano otros, son maestros de la creación y a su padre vuelven; lo mismo que sean los que llamamos ángeles que los denominados demonios: a todos los reconoce por sus hijos en el testamento de Abraham.
Así, pues, saca de sí el Creador esas partículas que son nuestros espíritus sabios pero sencillos; inteligentes, pero sin forma. Pululan entre la vida universal estudiando las leyes establecidas por su padre y van alejándose del centro de las vibraciones y tomando del Éter materia, la materia necesaria con que se envuelve para poder ser lo necesariamente densos para vencer la gravedad de cada plano que cruzan. Esa es su alma tomada del alma universal Éter, única substancia de la que toda materia procede y que, por rústica que sea la materia, es siempre Éter, del que cada corpúsculo es un instinto, el cual produce una especie, en infinitas evoluciones.
Ya, aquella familia de espíritus hermanos han tomado cada uno su alma, parte del alma universal, y dominados por el mandato recibido “Id a continuar la creación”, llaman a la ley y un maestro consejero los recibe a su cargo, llevándolos a iniciar la vida en un mundo preparado al efecto, que llamamos embrionario, donde caen y se envuelven del alma animal, en la misma forma descripta, para la tierra y para todos los mundos.
De aquel mundo exprimirán las esencias que agregarán a su alma, con la que entrarán en otro mundo de prueba del que igualmente extraerán su esencia que llevará agregada a las anteriores, que se fundirán igualmente con la del mundo primitivo, donde ya los instintos luchan con su vida animada; pero al fin aquel pobre mártir creador de formas triunfará allí también y habrá extraído la esencia del mundo Primitivo, pero se ha creado grandísimas deudas por causa de su sencillez y la ferocidad de los instintos brutales que dentro de sí lleva, porque ya es un universo completo.
En ese estado y con esa riqueza y terrible carga con que se encuentran todos los espíritus de aquella familia que vimos encerrarse en los troncos de los quinos, en este nuestro terrón, mundo quizás el más crudo, resistente y rebelde de todo el infinito, pero que aunque sea por la fuerza de la justicia que quita a los aberrados, la inmensa mayoría se gradúa de bachiller, aprendiz de maestro de la creación, por lo cual se celebra su Juicio de Mayoría, estableciéndose la Comuna, bajo cuyo régimen de Paz, Justicia y Amor, el espíritu se descubre a su plena luz, rico, con un alma que lleva la esencia de cuatro mundos perfeccionados, pasando a su tiempo, cuando ya la tierra no tendrá más secretos que descubrir, a mundo feliz, el que empieza en progreso, donde éste termine: y ya todos los terrestres que hayan reconocido esa ley serán Maestros.
La tierra será escorias, saldrá de su órbita, enriquecerá a otros mundos, pero ella vivirá ya en el índice de los mundos y en el alma de cada espíritu que lleva su esencia, computado su peso en luz.
Esto es y así se forma el alma humana y no dirá otra forma ni verdad el Creador o sus espíritus maestros.
¿Qué dicen las religiones? ¿Qué piensan los espiritualistas? ¿Qué, los materialistas? ¿Y las ciencias? Estas no dirán más que: “¡Gracias, porque tenemos el camino abierto: avanzaremos!”.
Termino preguntando: ¿Es el cerebro la causa del pensamiento? ¿Es el alma diferente del cuerpo como materia? ¿Hay otra doctrina más pura, más sabia, que el espiritismo?
Si yo debía esta página a la humanidad, por deuda o mandato, en este momento me siento aliviado, pero rendido por mi esfuerzo y voy a tomar mi descanso al uso del gran Quijote: “Mis arreos son las armas; mi descanso el pelear”.
Sí; mi escalpelo va a clavarse en las teorías de los hombres nuevamente, en la parte que el estudiante necesita recorrer para aprender la lógica de las cosas.
Libro: Filosofía Austera Racional.
Autor: Joaquín Trincado
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