Desde la unión de Peris y Fulo hasta la catástrofe de la Atlántida
- EMEDELACU

- 5 mar
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Hemos visto desprenderse un rico gajo de la gran familia del Oriente (China e Indias), para llegar al septentrión de aquel inmenso continente y se llevaban, bajo el nombre de un hombre, Peris, en fetiches y jeroglíficos, nombres de mundos que serían dioses. Sabéis que les fueron traídos por viajeros espirituales que venían a encarnar por justicia, que se saciaban de sus instintos y dejaban los conocimientos rudimentarios de los progresos de sus mundos.
Sabéis también, que todo se adapta al ambiente mayor y que el ambiente de la tierra era bárbaro, cruel y apasionado, producto de la fuerza bruta que aumentaba el goce de las pasiones; y como es lógico que sucediera en esta familia que había sufrido en tres mundos y tenía en sí los instintos animales de aquéllos y de éste, se adaptó fácilmente a lo que recibió de los otros mundos, en lo material por supuesto.
Al que tiene hambre muy vieja, todo le parece poco y en mucho tiempo no se harta, aunque coma mucho por varios días. Necesita que todo su organismo se sature de hartura y es necesario, para apagar su hambre, no sólo que coma hoy, sino que sepa que, en adelante, no le va a faltar; mientras tanto, no está satisfecho y cree que puede llegarle el hambre que le horripila y no mide el perjuicio que hará por guardar, sino que lo que él buscará es, que a él no le falte. Sólo cuando ya se cerciora que no le ha de faltar, cesa su pasión; se hartó. Esto mismo pasaba en aquellos tiempos con las pasiones.
Y como eran los dos látigos mayores, la esclavitud, que ocasionaba la fuerza bruta, es decir, la supremacía de creerse más los que poseían la fuerza bruta, obtenida por la imbecilidad de los más, en la necesaria ignorancia; y los instintos de todo el reino animal contenidos en el alma y el cuerpo, pero descollando como es natural el goce de la carne, porque es instinto y deber por ley en todos los animales y éstos radican todos en el hombre, había, en predominio, en toda la tierra, esta terrible enfermedad; fuerza bruta, pasión e ignorancia; por lo que había mayoría de esclavos, todos brutalmente apasionados por el goce de la carne y por la ignorancia, todos los sentimientos dormían; tanto, que el pago (muchas veces) a la hembra, que daba el goce al hombre, era la estrangulación u otra muerte; es que la pasión es frenética y era y es patrimonio del más fuerte y del más astuto y este era indudablemente, el sacerdote. Por eso, la mejor ofrenda a sus dioses era la doncella y después los vencidos hijos de otros dioses.
Pero todo esto cesaría después que llegara al grado máximo, porque haría despertar en la mujer, el deseo de dominar al hombre su verdugo, en todas las castas; por el sufrimiento y el amor de madre, aprendería a hermosearse y el hombre lucharía por defenderla y saldría él también de ser esclavo en su persona, aunque lo sería por el trabajo; pero el trabajo le enseñaría al hombre el progreso y se unirían en paz y mandarían al supremático. Este era el proceso, que ha llegado ahora a culminar.
Veamos, pues, ya, lo que hacen Fulo y Peris, que no quieren ni pueden desunirse porque la ley de justicia los juntó, para ser el todo del progreso material.
Fulo es la potencia, y aunque allí domina porque es el fuego y éste les proporcionó sanos alimentos, eran menos agresivos, pero más apasionados por su culto al que todo lo sacrificaban, ya que veían que el fuego todo lo consumía. Ante el ídolo representante, todo lo exponían. Es obvio decir, que allí el sacerdote, todo lo dominaba. Allí sólo encontraremos fanatismo y necesaria esclavitud, por la razón de vivir.
Peris, tiene más progreso material; pero encuentra en Fulo, más de la mitad del trabajo hecho de sus relucientes industrias, las que, si antes habían de modelar y aun extraer las pepitas minerales a golpe de martillo, vio que en el fuego le era más fácil el trabajo y las formas; y como llevaban los rudimentarios conocimientos recibidos en la China e India, eran como doctrinas que venían a rendir homenaje a Fulo, el que las divinizaba con sus efectos del calor, por el que los de Peris, hacían más primores con los metales que se le ofrecían luego a Fulo, como obra de su potencia. Peris razona: lo toma por su dios y se unen en lo moral para dominar luego toda la tierra conocida; pero sin desconocer, que la doctrina y por tanto la rudimentaria inteligencia, la recibían de más allá; por lo que, Fulo, en trono mayor, consiente en ser llevado por Peris hasta el Sol naciente; y llegó allí Peris, pasos atrás, “hasta su nacimiento". Era el reflujo que volvía fortalecido en su marcha del flujo. Allí tomaría nuevas fuerzas, porque ya habían llegado otros dioses mayores, muy burdos aún, pero más espiritualizados. Había allí grandes pasiones; pero existía la lucha entre el sacerdote y el guerrero, y de estas luchas, aunque todos eran esclavos unos de otros y la pasión de la carne parecían no satisfacerse nunca, sin embargo, medraba la humanidad. El guerrero necesitaba hombres y sin mujeres no los podía haber; se consideraba ya bastante a la mujer por ser madre y tanto más, cuantos más hijos tenía. Primeros frutos que recibía la tierra de los visitantes del sistema solar, incluso de Neptuno, que luego dominaría en verdad la tierra. Malas son las pasiones; ¡pero, benditas pasiones, que, para satisfacerlas, hubieron de venir los rezagados de aquellos mundos, desde Venus a Neptuno y nos dejaron en la tierra la raíz de la familia, la semilla del progreso y, pusieron el jalón para las ciencias!...
Pues bien; Fulo es llevado por Peris, de trono en trono, y él también va triunfando unido a su potencia y luz y así, en la China y la India, donde empezaba la primera moral, ¡qué mora! pero en fin, era el germen de la moral, pues se respetaba a la madre por los hijos que daba para la guerra y las doncellas para la concupiscencia de los dioses, o sea de los sacerdotes y guerreros; aunque esto fue el principio de tantas desastrosas castas y clases, ya se encuentran juntos, potencia, fuego e industria por inteligencia, aunque sólo fabricase dioses y armas y el germen de la moral, todo rudimentario, pero ya era una buena trinidad con la que aquellos niños barbudos empezarían a ser adultos traviesos. Y tanto fue, que desde las aguas del Oriente donde ya se sentaba Fulo bajo el Krisna, hasta mucho más allá, hasta el mar del Norte llegó su reflujo y su nombre y el Krisna llega hasta hoy, avergonzado sí en su historia, pero triunfante ya en su lucha. Y, entendedlo bien, hermanos míos; se llegó a la sabiduría, complemento de todas las ciencias y progresos, que han sido forzados a pasar por el crisol de su potencia y hoy; Peris, Fulo y Krisna ceden y se anulan, porque el que viene a vencerlos trae la luz del "Electro Magno", que es el fuego original del que el Krisna salió y no se avergüenza por él, sino por la historia que los hombres le han dado por sus hechos bárbaros, cuya rebosadura son las piras de la Inquisición.
Los hombres de la tierra son bárbaros, niños barbudos que todo lo rompen a cada momento, pero la justicia está sobre ellos; ésta no la cumplimentan, pero no la burlan; llegó el flujo de la India a Egipto y obligó a establecerse el reflujo, para no parar ya; pero no solo es el vaivén de la ola, sino que en los dos puntos de partida, arañando, socavando, ganando la resistencia, hasta que logra romper barreras y extenderse por los declives y, del Egipto pasa al Norte; y como allí estaban los niños más traviesos en los valles más ricos de la tierra, al llegar el Krisna, que ya forma una trinidad potente con Fulo y Peris y disfrutan de los beneficios que el Krisna encerraba, fue el desborde de la pasión, ya que allí parecía nada más que el Edén de la carne y allí fueran dios y diosas los hombres y mujeres más pudibundos, hasta avergonzarse la tierra.
La justicia velaba y el tiempo se cumplía. Los hombres no se acordaban de sus deudas al creador, ni aun con la llegada de Krisna y el fuego y, poco a poco, por las guerras y el continuo sacrificio, fue sacando de aquellos valles la justicia divina a los más adelantados; a los niños que ya se hacían párvulos y les inspiraba a subir y poblar las montañas al norte y sur de lo que hoy es el África, que estaba dividido por un mar por medio, que era todo lo que son los conocidos desiertos de Sahara y Libia, hasta el Mar Rojo, que elevándose su profundo lecho, envolvió los dos valles frondosos y... allí duermen los recuerdos de lo que dejo anotado como esencia de lo que fue, apareciendo a su vez las Américas, como dejé anotado atrás.
Esta hecatombe fue el gran aviso a la naciente conciencia de los del Krisna que, en el dolor de su recuerdo, llamó el alma al espíritu. Pero, en conjunto, han pasado (desde que vimos a los hombres levantando ciudades, bien que fueran chozas o cabañas, aunque os prevengo que en ese tiempo ya hacían ladrillos), han pasado, digo, cerca de 24 millones 999.000 siglos; pero sólo unos 4 millones de siglos, desde que Peris, hizo, diríamos, la sublevación; y desde que se hunde la Atlántida y el Mediterráneo, hace ahora 87 siglos solamente; mas desde la aparición del hombre, son 44.999.250 siglos, cuando escribimos estos puntos de prehistoria; y ciento veintidós millones doscientos cincuenta mil siglos, desde el nacimiento de la tierra.
Estos 4 millones de siglos, fueron fructuosos. Peris, con Fulo hizo primores y recuerdos pueden buscarse en el fondo del Nilo, en la Persia y más recientemente (en lo material) en la China e India; pero aquí hay más antigua ciencia o doctrina o civilización (como queráis llamarla) pues sólo era la semilla y, digo en propiedad, el germen de la civilización, que por la hecatombe va a arraigar, porque van a llegar otra vez los que dejaron los nombres de sus mundos, que los van a encontrar convertidos en dioses de todas clases y armas.
Yo sólo os voy a decir en este punto, que el Krisna, es la representación de Peris y Fulo, donde se juntan moral o doctrina, industria o arte, con el fuego o potencia; y está representado por una imagen, así: dos trozos de madera muy dura, sujetados por sus centros por un clavo o tornillo, u otra cosa resistente (los fúlicos los sujetaban con colmillos de fieras y aun con huesos), de modo que abierto, forma una cruz con una manija en un extremo, con la que le daban vueltas rápidamente, untándolo de grasa y al girar largo rato aprisa, producía calor y al fin, fuego. Este era el Krisna, como figura, elevado aún hoy en la India como el mayor dios, pero alrededor del cual la humanidad tomó la primera luz. ¿Es acaso un invento pequeño de aquellos tiempos?...
Libro: Conócete a ti mismo
Autor: Joaquín Trincado
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