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Joaquín Trincado

Deberes del estado

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 5 oct 2024
  • 2 Min. de lectura

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Queremos inculcar que el estado no es un gobierno. El estado, repetimos, es la federación de todos los individuos del territorio con todos sus emolumentos, seres y enseres, bienes móviles e inmóviles, lo que quiere decir, categóricamente, que el estado es el pueblo.


Entonces, los deberes todos del estado son del mismo estado. Y su primer deber es, elegir la persona digna que lo ha de representar. Si malo es el estado, malo será su mandante, y no es bueno un estado que abandona ese primer deber y lo aprovecha el político ramplón, apoyado por el inmoral parásito.


¿De qué se queja, pues, el pueblo, de que lo azoten, lo vituperen y le nieguen sus derechos? Dese el pueblo el gobierno que cumpla la voluntad soberana de la mayoría que siempre fue, es y será el trabajador. ¿Acaso es necesario algaradas ni revoluciones? Cuando un pueblo se levanta como un solo hombre, impone su voluntad; para ello no creáis más que en vuestras obras de moral fraternal. No oigáis al que os promete cielos o amenaza con infiernos y haga esperar en gracia que nunca llega y que jamás llegará, porque la gracia es injusticia y hasta la gracia de un indulto es injusta. El hombre no ha de aspirar a que lo perdonen, y para ello no faltar a ninguno de vuestros deberes.


El segundo deber del estado, del pueblo, es la instrucción gratuita y obligatoria; y debe exigirse que cada hombre sea maestro en su arte, oficio y agricultura, porque esto da la moral eficiente y la conciencia de su valor y valer. El hombre no debe jamás confesarse indigno, ni ante el Creador su padre, porque el que es indigno del Creador no será más digno ante sus criaturas. Esa es una gran maldad porque: si tú, discípulo, confiesas que no eres digno de mi padre, ¿cómo serás digno de mí, que soy tu hermano?


Cuando el estado, el pueblo, ha cumplido esos dos primordiales deberes, todos los demás se cumplen solos, como derivados y dependientes de ellos.


Por fin, las elevadas funciones sociales de la autoridad pública, desempeñadas por un órgano, elevado por el estado-pueblo, es un director y puede políticamente llamarse y lo llamamos estado, “Poder del estado”. Pero el fundamento del estado reside en el poder natural e inmanente que existe en toda sociedad para organizarse, cuyo poder y facultades es y se llama Soberanía, cuyas facultades únicamente son las que constituyen la fundación y función del estado.


Si el pueblo no se conforma con las funciones del estado director, es porque lo descuidó y no cumplió sus deberes soberanos o le han usurpado la soberanía. En el primer caso, no puede quejarse de sus males; en el segundo está obligado a imponer su soberanía.


Libro: Filosofía Austera Racional Quinta Parte

Autor: Joaquín Trincado

 
 
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