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Joaquín Trincado

De Moisés a Juan y Jesús

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 5 mar
  • 11 Min. de lectura

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De esta época, ya tenemos más datos históricos; pero no por eso he de dejar de recorrerla en grandes rasgos generales, porque, aunque la encontraréis minuciosamente descripta en la biblia israelita y los hechos sean ciertos (a excepción de todo aquello que se relaciona con milagros y cosas antinaturales) el buen criterio advierte pronto lo que es verdad, por la razón. Pero anulemos ya ese libro y hasta el decálogo, porque éste ha cumplido su tiempo marcado en el testamento de Abraham.

           

Mas téngase presente, que aquellas gentes, era de necesidad atemorizarlas, porque estaban en ellas la ignorancia, la superstición y la idolatría de Egipto, en la que tenían que caer por el ambiente y porque les era prohibido su culto.

           

Por esto fue que Moisés hiciera de los ocho artículos diez, agregando el noveno y décimo mandamientos para reprimir el escándalo y el pillaje y se vio en la necesidad de escribir las leyes (bastante terribles) y hacer reyes y jueces, como para dejar bien organizado un pueblo, aun sin tener más territorios que los desiertos.

           

Lo tremendo del trabajo de Moisés, se explica, solo pensando lo que es un pueblo de más de dos millones de seres sin ciudades ni territorio y sólo él por jefe y con 120 años sobre su cabeza, con una vida tan azarosa, sobre todo, desde los 80 años en que liberó al pueblo; pero cuando se tiene conciencia de que se hace un mandato del creador, todo se lleva con alegría, aunque esto no quite los sufrimientos morales y materiales.

           

Empezaron la conquista de los terrenos ocupados antes por Abraham y Jacob y esto no podía ser sin guerras de armas, ya que ellos eran atacados con éstas y no se podía hacer sino igualar sus leyes, a las que les presentaban los reyes de los territorios, que ninguno quería dejar paso a aquél pueblo y menos, cuando de antemano sabían las doctrinas y hasta las promesas que se le habían hecho; porque Abraham y también Jacob, lo habían dicho a Melquisedec  que aun cuando éste reconoció a Abraham y su Dios, por él sabían en toda la tierra aquella, que el pueblo de Israel la conquistaría para establecerse; pero la cautividad de este pueblo en Egipto durante cuatro siglos, restó valor al reconocimiento que hiciera Melquisedec; y los reyes de cuatro siglos más tarde, porque lo sabían, oponían resistencia y de aquí las cruentas luchas sostenidas. Hoy estamos en el mismo caso para la comuna de amor y ley que el creador nos mandó establecer.

           

Desencarnó Moisés sin llegar a la tierra prometida que sabía que no era la del norte del Jordán y luego veremos por Isaías, que no era aquélla, sino una tierra no conocida. La promesa de Jehová a Abraham y Jacob es, "que su simiente cubriría toda la tierra y que se la daría en heredad y él sería conocido y adorado en toda la tierra.”

           

Al retirarse del pueblo Moisés (1) tomó la jefatura dada por él a Josué, y los jueces seguían instruyendo y juzgando al pueblo y los reyes y levitas estableciendo las tribus, hasta que se establecieron las doce, con autonomía, pero bajo una rigurosa federación, pues tenían las doce la misma ley y un solo jefe; hasta que la tribu de

 

1.     En la “Filosofía Austera Racional” y en “El Espiritismo estudiado” hemos hecho clara la historia de la causa de retirarse Moisés del pueblo, y la fundación por él de la “Escuela Escénica” con la “Kábala”, en la que encerró sus grandes secretos, que no se habían de descubrir hasta que la mayoría de los hombres se conocieran a sí mismos y después de celebrado el juicio de mayoría, la que ha acatado “El Espiritismo Luz y Verdad” y su gobierno.

 

Efraím prevaricó del principio de unidad, escandalizó al pueblo con sus libaciones y cayó en la idolatría por lo que se hicieron dos partidos; lucharon largo tiempo entre hermanos y aún se encuentran divididos, representados por el pueblo judío y el israelita: aquél, sufriendo lo que el profeta le anunciara; e Israel, por causa de la religión cristiana nacida en forma de iglesia después de la muerte de Jesús. Todo lo cual se le mostró a Juan el apóstol, quien lo dejó escrito en el "Apocalipsis" que ahora se cumple.

           

El pueblo de Israel siguió derribando ídolos de los antiguos dioses y ensanchándose, hasta que en David y para preparar un solo reinado (porque ya solo quedaban los filisteos que vencer) se preparaba un solo templo, no porque se quisiera formar iglesia, sino para dar asiento al arca de la alianza donde se guardaban las dos tablas de Moisés, que durante siete siglos andaban rodando por las campiñas, y esto indicaba, que ya se asentaba toda aquella gran familia e iba a llegar el tiempo de grandeza y descanso. David lo preparó todo: cantos, ritos y caudales para el templo, pero no le fue permitido levantarlo, porque los misioneros no habíamos venido a levantar templos de piedra, porque eran los que veníamos a derribar.

           

Como el espíritu sabe todo lo que es de justicia, con tiempo y aunque David tenía una intención saludable y era uno de los 29 y hoy es el asesor vidente del tribunal y uno de los jueces que acompañan al juez, como espíritu, era lo que era: más como hombre era como todos los demás hombres que viven en un ambiente y aquel en que David vivía, era ya dominado por los sacerdotes que habían mistificado los escritos de Moisés aun antes de la huida del mismo, que se los presentaron y no los quiso firmar, sino que se despidió del pueblo, con estas palabras que revelan toda la amargura de su espíritu, pues pone de testigos a los cielos y dice: "Escuchad cielos, y hablaré; y oiga la tierra los dichos de mi boca”. Capítulo XXXII Deuteronomio, donde acaba anunciándoles el juicio y la renovación de la tierra y que los gentiles despertarían a Israel.

           

Por eso, al intentar David (que había sido Aarón) hacer el templo, se apresuró el que había sido Adán, siendo el primogénito Absalón y así no se haría el templo, porque era contrario a los principios que traíamos, que eran, adorar al creador en el gran templo del Universo, sin más altar que el corazón del hombre, ni otro sacerdote que la conciencia.

           

Pero se entró en la familia de David el espíritu primero que vio la luz del sol en la tierra al salir de las bolsitas y era sabio, aunque en lo material, y no malo tampoco, pero sí supremático y nace de una de las mujeres de David, pero no de la legal, sino de una de las concubinas, la que inducía a David a que diera el cetro a su hijo Salomón, por lo que se rebeló Absalón y fue asesinado.

           

Este hecho entraña suma gravedad, pues la familia misionera es vencida en lo material, única sabiduría que poseía Salomón, aunque ya llevaba la sangre y el alma de la raza adámica; pero la concupiscencia dominaba aún por entero en él y era auxiliado por todos los primitivos espíritus, que aún no renunciaban al predominio brutal de sus pasiones. Por esto, Salomón, inspiró los pedidos de la concubina su madre, quebrando la ley de los primogénitos.

           

Todo esto lo había previsto Moisés cuando llamó a los cielos que lo oyeran; ya en David, prevarica el partido judío, como había prevaricado Israel en Efraím; pero se da la sentencia de su castigo anunciándose la destrucción del templo cuando no se había levantado y lo dice Isaías que profetizó para entonces y para hasta ahora que todo se cumple. Isaías era el mismo Isaac, (1) que luego lo veremos en Antulio y más tarde en Jesús.

           

En todo este tiempo, hasta Salomón, se hacían Evangelios y se rendía culto en Egipto a "Cristo", nuevo ídolo creado por la derrota de Faraón, del modo que dejé estudiado en su lugar, donde se ve, que los primitivos, en su concupiscencia y fanatismo religioso, nos disputaban por todas partes el verdadero Dios; y como en Israel, (aunque durmiera un momento bajo la dulzura de los deleites de la concupiscencia) tenía la sentencia de su castigo y no podía morir la raíz sino que en su día daría frutos, nosotros mismos nos adelantábamos a prepararle el camino de su sufrimiento y la vida de una religión que bajo el nombre de judaica, se amparaba en las tablas de Moisés; pero al mismo tiempo teníamos que atajar a los que usaban del santo y seña del pueblo de Israel, "Cristo", porque avanzaban los egipcios hacia la Europa y les pusimos una barrera en la Grecia, donde apareció Antulio que había sido Isaac y estableció una gran escuela filosófico - astronómica; pero a la envidia de los sacerdote del areópago, cayó bebiendo la cicuta; pero dejó muchos discípulos que siguieron sus doctrinas.

           

Mas allí no se podría sino por las guerras hacer triunfar la verdad y las guerras se promovieron, siendo la batalla de las Termópilas llevada por el que había sido Aarón. Entretanto, Confucio había vuelto a aparecer en China, bajo el nombre de Chay Chi, para enriquecer sus antiguas doctrinas, porque China adelantaba más, porque reinaba más paz; pero también los sacerdotes allí hacían de las suyas, aunque por diferente camino que, en los otros pueblos, pues allí, los sacerdotes, extremaban la contemplación hasta el fanatismo.

           

Pero aquellos sacerdotes se contentaron con llamarse Brahmanes (o sea santos) que viven en la divinidad. Así, el mundo, estaba de extremo a extremo: unos sólo estimaban la carne y las cosas de la carne y otros sólo se cuidaban de lo que no conocían. Pero ya llegaríamos a que tomara todo el mundo el camino del medio, pues nosotros, entonces, sólo queríamos sembrar toda la tierra de la semilla que traíamos y dábamos leyes graduales en todo tiempo, teniendo que enfangarnos en nuestros cuerpos, en el fango de los hombres a quienes veníamos a redimir en amor.

           

Pero Grecia, (centro de una cultura exótica) amalgama todas las religiones y vicios de la tierra, porque allí existían los ritos de las primeras tribus y los de Fulo, en intimidad, para cuyo culto tenían las vestales; los progresos de Peris y el todo del Krisna y hasta algo del nuevo "Cristo", que dejaron los egipcios a su paso para la Iberia en su fuga de la batalla de Moisés, hacían que en Grecia, a pesar de su pequeñez territorial, tuvieran todos los caracteres de todas las nacientes civilizaciones y hubiera que darles allí los principios, más descubiertos que en otras regiones para poderles hacer conocer la diferencia de las doctrinas adámicas por el decálogo de Moisés, que era sobre todos los principios que tenían.


Con los conocimientos astronómicos que les llevó Antulio, verían que estaban errados; pero como los sacerdotes perdían su potestad y el pueblo ganaba en libertades, dieron la cicuta a Antulio y, Grecia se condenó al no ser. Pero aun queremos probar si Grecia puede regenerarse y un poco más tarde, aparece Sócrates que les probará la unidad indivisible de Dios, la vida eterna, el creador único y universal, lo que es el hombre, la inmortalidad del alma, y pondrá de manifiesto la comunicación del espíritu con el hombre, para darles así motivo, a los griegos, de reconocer la superioridad de esta doctrina y del principio espiritismo.

 

(1) Los que tienen la primera edición deben corregir ese punto, que equivocadamente, el dactilógrafo confundió y escribió “Moisés” por Isaías, y esas líneas que eran de otro escrito que sin duda traspapeló.

 

Los sacerdotes (que ya se llamaban divinos, ministros de sus dioses) no lo admitían; y como Sócrates completara su programa enseñando al pueblo la libertad, esto fue aprovechado para juzgarlo a instigación de una princesa viciosa del Epiro, que no pudo hacer caer en sus brazos al austero Sócrates. Esta, despechada, tuvo hombres que lo acusaron de "corruptor de la juventud". Sócrates se ve ante 505 jueces, todos los cuales le arguyen y él los rebate y reduce al silencio a todos con su sabiduría y en una votación, es sentenciado a beber la cicuta, por tres votos de mayoría.

           

Acababa de sentenciarse Grecia a su caída y ser esclava, para lo que ya habíamos promovido la vida de Roma por otro de los misioneros y allí acudían ya, como un río al mar, todos los hombres más adelantados de nuestras enseñanzas y encarnaban allí los espíritus más sabios de nuestras ya mayores huestes, porque se preparaba aquel centro para establecer la justicia equitativa, en lo civil al menos, en el derecho de hombres en cuanto lo permitiera el adelanto de las gentes, y de allí saldría luego la ola de reflujo que llegaría a los cuatro confines del mundo por el derecho civil, bien sentado por Servio Tulio, que era y es el maestro superior, Espíritu de Verdad.

           

Como el misionero que viniera como legislador había dado ya en todas las regiones de la tierra conocida la ley moral y divina, hasta nueve veces, ahora tiene que venir un legislador mayor a Roma, según su promesa a los misioneros; por eso, cuando ya Roma era un estado dispuesto con todos los progresos de China, Persia, Egipto y Grecia, y tenía senado modelo y plebiscito preparado por el investigador y sus compañeros, descendió el maestro del primer plano tomando carne; para dejar las leyes de gentes (que aún se estudian en todas las universidades bajo el nombre de derecho romano) y son las mismas que regían en Neptuno y las sabían aquellos 3.500 millones de espíritus de allí desterrados que ya son la mayoría nuestros; y casi toda la población romana entonces era de ellos, por lo que fueron bien comprendidas las leyes. Este pueblo tenía que llevar esas leyes a todas partes y dominar también por ese derecho de gentes a todos los pueblos y a Israel, que yacía embriagado en el opio del oropel del templo de Salomón, de la vanidad de los levitas, de la hipocresía de los sacerdotes (o escribas y fariseos) y se cumpliría lo que Moisés al despedirse les dijera y más tarde les repitió Isaías, que "los gentiles llamarían a Israel al evangelio", es decir, a la verdad.

           

El maestro (1) descendió hace ahora 23 siglos a dar la ley de gentes; y entretanto, desde que dejamos al pueblo de Israel bajo Salomón, habían descendido a él todos los misioneros, como profetas, para amedrentarlo y castigarlo; y si Isaías dio la profecía general hasta el fin de los días de la tierra, vinieron los otros, cada uno con una particularidad, pero todos atacando y destruyendo ídolos y trayéndoles castigos, siendo entre todos el más terrible, Elías, que los tuvo, (después de anunciárselo) tres años y medio sin llover; y todos, anunciaron a Jesús y al Anticristo.

           

Llegaba el momento de predicar la ley de libertad y anunciar el amor. Roma seguía el plan que se le trazara de conquista, porque para ella no faltaba nunca alguno de los misioneros; como Cicerón, que fue antes el profeta Daniel; y cuando ya había entrado Roma hasta el templo de Salomón, vuelve a tomar carne el maestro del plano y nace en España (país donde Roma encontró y sacó para el gobierno grandes hombres por lo que allí gobernaba y no dominaba) y nace en Callagora (hoy Calahorra), de un procónsul romano y luego sería el niño nombrado fiscal romano en Jerusalén, donde predicaban Juan (antiguo Elías) y Jesús (que fue Isaac y Antulio) y con ellos estaba casi toda la familia encarnada; pues Joaquín y Ana y sus hijos lo eran; José y María eran Adán y Eva; Jesús era Isaac, y su último hijo Jaime, era Moisés. Todos los otros, hasta 12 hijos de José, de Débora y María, todos eran de los 29 y de los allegados.

 

1.     Fue Servio Tulio que dio la Constitución Federal y estableció las ferias latinas, en las que los señores servían a sus criados. (ved la historia).


¿Por qué este lujo de fuerzas? Es que ya habíamos dado la ley en toda la tierra y era hora de sembrar las dos semillas más preciosas: la libertad y el amor, a la vez que condenar las religiones que iban a tomar entonces un gran desarrollo, porque se habían cumplido mil años de encierro del dragón. Es decir, hacía muchos siglos que no se les permitía encarnar a las bestias mayores de los hombres primitivos, y ahora, que ya estaba sembrada la nueva semilla, se les iba a volver a obligar a encarnar por la justicia y los dejaríamos en libertad de acción para acatar o no las doctrinas adámicas. Sabíamos, que las sacerdotes y los supremáticos, sacrificarían a aquellos dos sembradores y queríamos presenciarlo; por lo que estábamos el Espíritu de Verdad, que defendería la inocencia de Jesús, dentro de la ley de gentes, y el que sería luego el juez de vivos y muertos y juraría en el Calvario "derribar la cruz y enterrar al Cristo" y a los dos los anunció Jesús, como le había sido mandado; lo que ya se ha cumplido, cual también estaba en la profecía. No hablo de este hecho más, porque está en el "Buscando a Dios" y en la "Filosofía austera racional" obra esta última que hemos escrito después de este libro y la hemos entregado primero, como preparación para comprender el "Conócete a ti mismo".


Libro: Conócete a ti mismo

Autor: Joaquín Trincado

 
 
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