De Jesús al juicio de la tierra y al anticristo
- EMEDELACU

- 5 mar
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Terribles han sido nuestros trabajos hasta aquí; más ahora van a ser dolorosos los pinchazos para escardar el sembrado.
Repartidos los apóstoles de Jesús por la tierra y los discípulos de Juan, se predican las doctrinas según las han aprendido y el mundo las acepta; pero ya he dicho que se iba a dar suelta al dragón y nacerían las bestias que estaban enjauladas hacía muchos siglos, para que los misioneros pudieran sembrar la tierra.
Jaime se fue a España y se llevó a su madre María, es decir, ésta fue a buscarlo allá. Lo encontró en Zaragoza y ya no se separaron hasta que la madre desencarnó en sus brazos y le dio el último beso para la humanidad. Cada uno de los apóstoles, se daba prisa a divulgar las doctrinas de Jesús; pero Jaime fue allí, porque allí estaban la mayoría de los israelitas. Pero he aquí que se vaticinó por Juan apóstol lo que vendría presto y más tarde y se señaló el dragón y la bestia que ascendía, porque Pablo, fundaba una iglesia llamada cristiana, y aunque Juan no sabía de estas cosas, le fue revelado y explicado.
Jaime, rogó a Pablo, que solo predicara a los gentiles, porque ya llevaba hecha una amalgama de doctrinas que se parecían al evangelio del Cristo y ésta era la bestia que surgía; una iglesia nueva en la que el Cristo se asentaba como dragón, que no en vano, Jacob lo tomó como santo y seña de Israel, porque significa peligro.
Pablo respetó a Santiago, porque sabía que era hermano de Jesús; pero no respetó a Pedro y surgió el primer conflicto y a Roma fueron a dirimirlo; y es entonces, que Juan, en la revelación, habla de la bestia de las "siete cabezas y diez cuernos", porque Roma se asienta sobre siete montes o colinas, y de los 10 cuernos, porque había o habría 10 reyes que juntarían sus coronas en la tiara del pontífice cristiano; y todos sus súbditos, son los que fornicaron con la prostituta ciudad y están representados en las aguas que rodean a la ciudad y su imperio.
En buen término representa a la bestia 666 o iglesia católica que nacería del consorcio de siete religiones, como sucedió el año 325, bajo Constantino y concilios ecuménicos nicenos y constantinopolitanos.
La existencia de los apóstoles pasó rápida, pues la mayoría cayeron sacrificados, porque la doctrina imponía matar a la esclavitud y esto soliviantaba a los señores y reyes; pero como la doctrina era de salud, el que la gustaba, prefería la muerte, a la esclavitud. Así pasaron los dos primeros siglos en los que seguían predicando los discípulos de los apóstoles.
Los Césares de Roma hacían matanzas bárbaras; pero en el primer cuarto del siglo tercero, ya estaban en toda la tierra encarnados, aquellos que habían estado como presos; y como la afinidad rige la reencarnación, los antiguos furibundos sacerdotes, sacerdotes fueron; y en el segundo decenio del siglo tercero, se juntaron los más de los obispos (nombre que se daba a un sacerdote que estuviera a cargo de un pueblo) y se hizo el acto político más rastrero y ruin que hombres puedan soñar; lo encontraréis en la "Filosofía enciclopédica", cuando se pueda imprimir (1), declarado con el mayor descaro por el mismo actor, que se firmó "Manuel Primero Papa", que fue traído por la justicia al tribunal antes del día de la sentencia del juicio final.
Pero diré, substanciando, que en aquellos momentos y porque Roma era ya toda ella una casa de prostitución (y ocasión hubo en que encontraron nombrados hasta seis emperadores a cual más lascivo y liviano) no quedaba ya nada de la grandeza de Roma, por causa de la concupiscencia y eran perseguidos, los que dejando su gentilismo abrazaban las doctrinas de Jesús predicadas por las apóstoles y discípulos de los apóstoles, porque rompíamos su esclavitud; pues enseñábamos que no es más el señor que el esclavo. Señores hubo de razón que elevaron a sus esclavos a hombres libres, que era cuanto se podía pretender, por lo que no bastaban las persecuciones para arredrar a los convertidos, una vez que habían gustado de la libertad y se auxiliaban mutuamente conforme a la doctrina y ley del pueblo de Israel.
Pero ya no existían los apóstoles ni los discípulos de los apóstoles. Por añadidura, Pablo había predicado al Cristo; y como las doctrinas diferían poco (recordad como atrás dejé dicho el modo como se hicieron en Egipto los evangelios y tomaron el santo y seña de los israelitas, "Cristo", como nombre del Dios de Israel, más la piedra que ungió Jacob pronunciando la palabra Cristo, conociendo las doctrinas que llevaban los israelitas que son las vedas), entre los gentiles eran bien admitidas esas doctrinas y ese dios Cristo; y los judíos, (apoyados en las profecías que hablaban del "Cristo" pero que no lo entendieron por culpa de los sacerdotes) tomaron a Jesús por el Cristo, porque eran contrarios a los israelitas que no aceptaron a Jesús como el salvador, porque sabían que no era tal; pero es seguro que lo habrían tomado como profeta, a no mediar la división de los dos pueblos provocada por Efraím.
(1) Ya está impreso el Tomo 2º de la "Filosofía enciclopédica" en el que se encuentra el gran juicio a la religión católica y confirmado ese punto trascendental, por el mismo Manuel Primero Papa.
Que los israelitas estaban en lo cierto, lo prueba el que aún lo esperan y hoy lo buscan porque saben que está el anunciado en la profecía como regenerador de la humanidad y libertador de Israel, y saben que es el que, mistificado, la religión católica lo presenta como temible Anticristo. Pero también están errados en las prácticas y hechos y son dispensados, porque al fin, desde hace diez y ocho siglos no tienen nación y en todas partes se vieron despreciados por causa del Cristo, que saben que es signo de peligro. En esa revuelta tremenda que hay en el siglo tercero por causa de la concupiscencia de Roma, por todas partes surgían los libres a causa de la doctrina esparcida por los apóstoles de Jesús y aun de Pablo, que como judío, creyó de buena fe el evangelio de Cristo: y digo de buena fe, porque se separó de los escribas, fariseos y sacerdotes de quienes era servidor y por ellos perseguidor de los discípulos de Jesús; y tanto es así, que presenció el apedreamiento y muerte de Esteban que era discípulo de Jesús, porque lo había sido de Juan. Pablo, que había sido condiscípulo de éste con el maestro Gamaliel, al oír predicar a Esteban y decir la misma doctrina, mejorada, que Pablo había oído de Gamaliel, sintió resucitar su conciencia y empezó a predicar el evangelio de Cristo. Así renacía la religión cristiana que va a ser confirmada en noviembre del año 25 del siglo tercero de esta era vulgar, cuando ya es vieja de 19 siglos, pues sabéis que nace en la batalla de Moisés.
Reunidos, pues, como dije, muchos de los llamados obispos, que veían que no tenían base política en las doctrinas de pobreza, libertad y amor que se habían predicado y las cuales habían sido aceptadas por la mayoría de los países donde se habían predicado hasta por los magnates, concibieron la idea de que, sería bueno para el dominio del mundo, darle a la doctrina un nombre definitivo y procurar el poder político para tener fuerza, ya que comulgaban de buena fe muchos príncipes y señores.
Fue laboriosa la obra de aquella asamblea; pero la iniciativa no era de hombres; los hombres eran los actores, pero los autores eran los espíritus a los que se les había dado suelta y la justicia los hacía encarnar; y como en aquella obra (que era exclusiva de los espíritus primitivos) estaban representadas todas las religiones que existían en el mundo y las doctrinas predicadas por Juan, Jesús y sus apóstoles, lo mismo que las escrituras de Moisés, lo que podían conocer del testamento de Abraham y las doctrinas de Sócrates, Confucio y Vedantas y sobre todo el decálogo, pidieron la unión (bajo un solo Dios) de toda la tierra, encontrando buen cimiento para levantar el gran edificio de una iglesia universal; y justamente era esto lo que habíamos perseguido durante 40 siglos los misioneros y este nuestro propósito, lo sellaban Juan y Jesús.
El pensamiento, era el resultado de nuestra larga preparación y ya había sido dicho por Moisés y por Isaías, afirmando éste, "que los gentiles despertarían a Israel". En aquel momento, habíamos dejado la balanza en su fiel, igualándola entre 29 seres, en 39 siglos, de un desequilibrio de cerca de 45 millones de siglos y de más de dos billones de seres.
Pero teníamos que cumplir la justicia; y estando la balanza en su fiel, dimos suelta a los antiguos desequilibradores, mostrándoles la labor realizada, la semilla sembrada y las armas de amor, trabajo y sacrificio que nosotros habíamos empleado para igualar la balanza que les entregábamos, a ver cómo podrían ellos descargar los platillos de sus deudas manteniendo el equilibrio con los pagos, por su voluntad. Por lo demás, nosotros seríamos espectadores y mantendríamos latente la semilla hasta su nacimiento; la cultivaríamos en la flor y haríamos sazonar los frutos para comerlos en el banquete del Padre. Nosotros hemos cumplido.
Mas aquel pensamiento del dominio del mundo por la religión (palabra no empleada por Juan, Jesús ni sus apóstoles, ni antes por los profetas, ni por Moisés ni por Jacob puesto que vinimos a destruir toda religión) ya era inadecuado; tanto más cuanto, que ni aun Pablo escribió religión, sino iglesia; porque iglesiasignifica comunión y está probado en el "Apocalipsis" que Juan recibe en la revelación, donde se le manda “avisar a las iglesias”, no a la religión que es partido, camarilla o poder supremático. Así daban su primer paso errado aquellos obispos, equivocados, aunque fuese laudable el pensamiento de unir toda la tierra bajo un imperio por la audacia, que podría ser buena si no estuviera la concupiscencia en los hombres. Pero ésta era precisamente lo que motivaba aquella reunión de obispos que temían a la muerte que los convertidos encontraban en los tiranos supremáticos y así, aquella reunión era de cobardes y políticos rastreros, que con capa de religión buscaban el poder temporal para su concupiscencia, olvidando y despreciando dos grandes principios que se les habían dicho por Jesús y sus apóstoles y aun por Pablo, que los aprendió de Santiago "el hermano de Jesús", según él mismo confiesa. "No se pueden servir a dos señores a la vez" y "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es Dios".
Hasta este momento, Jesús, estuvo entre los que tenían la representación de los apóstoles y los mismos apóstoles; ya, en esa reunión de obispos, se separaron los apóstoles y Jesús (porque no podían ser sus cómplices) y se les dejó, para que esa religión fuese la responsable de sus actos; nosotros, no predicamos ni enseñamos religión. Desde entonces, cuidamos la semilla y cultivamos la flor hasta sazonarse el fruto que le hemos presentado al Padre, para lo cual hemos encarnado los que teníamos la balanza, muy a menudo y con nosotros, las legiones que para entonces habríamos ganado, que ya eran mayoría; pero que, porque faltaban algunos siglos para el tiempo de la profecía y porque nuestra doctrina de libertad y amor tenía el principio de ganar a todos, en voluntad, para el rebaño del Padre, esperamos el tiempo de descubrir de nuevo el espiritismo, como única iglesia que existe en el infinito y que no es religión. Obra que nosotros preparábamos para hoy que se han cumplido los 36 siglos marcados en el testamento de Abraham.
Separados, pues, de esa amalgama que proyectaban aquellos obispos en su libertad, (pues no debíamos inspirarles porque tenían delante de sí las doctrinas predicadas, sin componendas, ritos, sacramentos ni ceremonia alguna si no era el respeto mutuo y sobre todo a los niños, mujeres y viejos) no estuvieron conformes con ser perseguidos, porque como dije. Había entre ellos varios príncipes que temían de otros más fuertes y tiranos y Manuel Primero (que así se firmó), el más atrevido de todos aquellos obispos propuso: "que se pidieran sus doctrinas y ceremoniales a todas las religiones antiguas, prometiéndoles la unificación bajo un solo código, que les sería remitido". Pronto tuvieron los de todas las religiones y así, en 12 años, tomaron nota de todo, para reunir el primer concilio en el año 325, donde empieza el desastre de la humanidad, quedando constituida la iglesia católica, apostólica, romana, bajo el nombre de religión cristiana.
Las otras religiones que habían prestado sus teologías y rituales, aún están esperando el código de unificación; pero en cambio, recibieron a los cruzados confirmándoles que, Cristo es peligro.
De esta reunión sale el nombre compuesto de Jesucristo, cuya causa veréis en el "Buscando a Dios", por lo que no hago aquí historia de ese hecho, muy importante; causa que tenía que dar por primer efecto invalidar a Israel, que hubiera aniquilado inmediatamente a los católicos y cristianos. Pero no se podía aniquilar a Israel sin aniquilar el pueblo judío (que es el que consintió al concilio formar el Jesucristo) porque al fin, era hermano de Israel y en cuanto fuesen atacados unos u otros, era atacar el mismo principio, pues todos tenían la ley del Sinaí. Así, decreto el concilio el fin de los dos pueblos; mejor dicho, los dos hogares de una misma familia, lo que hicieron con la rapidez de un relámpago, para lo que bastó aprovechar la superstición con la fuerza bruta y se dio la excomunión a la familia y pueblo de Dios; lo que equivale a excomulgar al mismo Dios en la intención y en los hechos; pero debo decir que, esa fue la intención, pues lo revela claramente el gran Manuel I, diciendo: "después de esto, yo me sé lo que me haré".
Desde esa reunión despótica, ya empezaron a tomar armas defensivas con los príncipes aliados a esos obispos y se unían para combatir a los que no aceptaban la amalgama; y cuando lograron ganar uno más fiero y loco que fue Constantino, el más grande de los mentirosos, ya enseñaron los dientes y los cuernos de la bestia y, “llamaron a los disolutos a fornicar en la prostituta Roma” y caducó el derecho de gentes proclamado siete u ocho siglos antes en aquel foro.
Con el déspota Constantino, empieza la destrucción de la verdad de la doctrina predicada por los humildes apóstoles de Jesús; destruyen el pueblo de Dios y se enseñorean de los países gentiles y paganos, la cruz y el cristo; es decir, el peligro y la afrenta que Israel abatió; pero lo más horrible es, que los parangonaron con Jesús, a quien convirtieron en Dios, habiendo sacado de ellos y de su religión al Dios de Israel y aniquilado y destruido su pueblo, quedándose como baluarte las doctrinas, donde se ampararon hipócritamente.
Hasta el siglo IX todo fue hierro y cadenas; había que ser cristiano por el dogma y se había llevado el terror del cristo a todas partes con las cruzadas; no estaba seguro ningún rey en la tierra, que no fuera consagrado por el dragón que se asentaba en la bestia; pero aquí llegaba ya el secreto de: “Después de esto, yo me sé lo que me haré”; y ya que el pontífice de los cristianos era el que daba las coronas y los cetros bajo la invocación de Pedro y Pablo y la divinidad de Jesús, quisieron los pontífices ser emperadores y lo fueron; aumentaron la corrupción a tal punto, que las mismas rameras se avergonzaban entonces y se ruborizan hoy ante las artes enseñadas por los pontífices y sacristanes. Para llegar a esto, mataron sus sentimientos declarándose célibes; lo que implica renegar del derecho de hombres y desmentir a la naturaleza en sus leyes inmutables; y, ahí tenéis la religión cristiana negando con artículo de fe al Dios de Israel que es el Creador y a sus leyes, con la agravante de servirse de sus doctrinas y de sus hijos para negar y renegar del Padre Creador. Desde esa fecha del celibato nacen los sacramentos, las reliquias, los santos y los confesionarios para sacar dinero para la continua bacanal, semillero de crímenes los más horrendos, que anublan a los que indujeron a la justicia divina a hundir la Atlántida.
Mas hay algo aún que denigrar y tocan los dos polos más fuertes; los padres de Jesús. Los corrompidos pontífices, en medio de sus interminables orgías y bacanales, declaran, sin empacho, por artículo de fe que: “María concibió por obra y gracia del Espíritu Santo y que José sólo fue padre putativo” ¡Pobres padres míos!... ¡José, que fue Adán, Noé y Abraham, siempre patriarca; y María, la más grande de las madres que hubo y habrá en la tierra y que fue, cuando María, madre de siete hijos, con Jesús y Jaime; ¡madre de Sócrates, de Isaías, de Moisés, de Jacob, de Isaac y de Shet, cuando fue Eva, son sacados ahora de la ley que los hizo grandes en su cumplimiento, por encubrirse bajo esa mentira los traidores del Creador que, se hacen célibes por cobardes y libertinos! Yo, padres míos, que tantas veces fui vuestro hijo y que para desmentirlos con más justicia lo fui también cuando fuisteis padres de Jesús, protesto de tan grande iniquidad ante el padre Eloí; y mi protesta va acompañada de toda la cosmogonía y pido al Padre la justicia en todo su rigor y les doy la “sentencia de segunda muerte” por esto y porque llevaron su concupiscencia adonde hombre ninguno la llevó en la tierra, ni en otro mundo, porque el pontífice, (que es el dragón asentado en la bestia que es la iglesia católica cristiana) se igualó a Dios llamándose infalible, siendo sólo corrupción y vergüenza de la humanidad.
He aquí el secreto del “Después de esto yo me sé lo que me haré”. Pero, por más que han hecho; por más que no haya un solo pueblo ni un solo hombre que no haya sentido el látigo y la mordedura de ese reptil, “serpiente antigua”, ni han triunfado en ningún país ni allí donde se asienta la bestia porque ¿para qué estábamos nosotros? ¿Para qué habían derramado su sangre los primeros que nos siguieron? Nosotros, en todo momento los desmentíamos y se levantó Arrio, más tarde Mahoma, luego Calvino y Lutero y no dejamos asentar sus plantas al cristiano en Asia ni en Oceanía ni aun en África. Europa, estuvo siempre como la veleta que azota el viento, a pesar de haber levantado la terrible Inquisición; que si fue más terrible en España, es porque era más israelita y aborrecía al Cristo y más aún al catolicismo; pero amaba la ley del Sinaí y conocía a Jesús como un misionero del creador y amaba a María, madre fecunda, porque las madres españolas oyeron los consejos de la madre de Jesús y recibieron ellas y sus hijos los besos de María cuando acompañaba a su Jaime amado, que predicaba la doctrina de Jesús, con más la justicia y el amor. Por esto, hasta el siglo XV, no pudo el dragón extender las alas en todo el territorio español, hasta que hubo dos infelices reyes engañados por un fraile astuto que aborrecía a los israelitas que allí vivían, se enamoró de sus riquezas y levantó la Inquisición, bajando la población de España, por emigración forzosa y por las hogueras, de 28 millones de habitantes a 10 millones. Baste este hecho histórico para comprender las entrañas de esa bestia”.
Solo así pudo el dragón triunfar en unos cuantos metros de tierra; pero era su hora; era su milenio, al final del cual, el autor del Cristo aparecería siendo el Anticristo y allí mismo, donde con su madre, siendo Jaime lo conocieron, de donde tendría que salir en cumplimiento de la profecía, para “estas islas apartadas que no oyeron hablar del Padre” y tomadas a su tiempo por el que fue Josué, sucesor de Moisés (Américo Vespucio), y aquí haría el juicio y recibiría el maná justificando a Jesús y sus padres.
He pintado de un brochazo toda la negra historia de 19 siglos, porque hay historia escrita, en lo civil, bastante exacta; pero en lo religioso toda es mentira dogmatizada, y baste saber el error en que se amparó esa falsa religión, vergüenza del planeta.
Pero debo volver un momento al siglo XIX, en que ya las profecías y las promesas del padre hechas en el testamento de Abraham, se cumplían.
El antiguo legislador estuvo casi siempre encarnado en esos siglos, palpando todas las amarguras para así mejor hacer justicia en el día que ya llegaba; el Espíritu de Verdad, el día que se declaraba el celibato, era un jurisconsulto entre los alemanes, y en el siglo XV, aparece con el fundador de los jesuitas, los cuales, aunque constituyen un baldón, son un freno del despotismo de los pontífices; les doy esta atenuante, porque están muy agravados con hechos inconfesables, y porque sin que ellos se hayan dado cuenta, han sido la nodriza del Anticristo y aun lo fueron a buscar para sacarlo de la tierra cuando niño y se lo llevaron a un colegio para engordarlo y fortalecerlo. ¡Y lo buscaban para aniquilarlo!... ¡Qué cosas tiene el Padre en su sabiduría!... ¡Mete el codiciado cordero entre los lobos hambrientos y aun lo regalan! No les doy las gracias, porque lo que es deber y justicia no hay que agradecerlo; para eso vino la Compañía de Jesús al mundo: para ser el protector del Anticristo, y como ellos no tenían voluntad de cumplir, el Padre les obligó y es la Compañía de Jesús, el verdadero Anticristo.
Sí. Eran los jesuitas los que deberían suplantar a la religión católica y cristiana y por eso se sumó a Loyola, Xavier, que es el Espíritu de Verdad. Pero al ver éste que había aún demasiada fuerza en la iglesia, se marchó a la India, porque no le cuadró caer bajo el dogma. Pero quedaba Teresa, también en España, que escribió la verdad, más fueron mistificados todos sus papeles y hubo de firmar otros que le dieron, siendo quemados los auténticos y, tal coraje le dio esto a la castellana, que estranguló a la monja cómplice. Esto no lo ha dicho la iglesia católica, pero lo digo yo y lo dice Teresa; pero de lo que no se libró Teresa es, de entrar en los calabozos de la Inquisición, ni de recibir y beber el veneno con su discípula Angélica, de lo que murieron las dos. A Angélica nada le ha hecho la iglesia católica. A Teresa (que por la fuerza hubo de firmar lo que ella no escribió, siéndole quemado lo que escribiera y que de coraje estranguló a una víbora que la vimos caer el día del juicio en el mundo primitivo), a Teresa, repito, la han hecho... santa y.… doctora... Pero yo la hago mártir de la causa del Anticristo, del amor de Jesús por el Padre y del veneno de los papas, y Teresa da fe de ello en el “Te perdono”.
Pocos años antes de estos hechos, había sido colgado de una cuerda, por los Borgias, el Anticristo, no importando que esos infalibles pontífices le tuvieran gran veneración en Santiago apóstol y lo reverenciasen ¡en Moisés y Jacob! ¡Qué infalibilidad tan menguada!... Pero estoy seguro de que, si saben que Juanucho es Moisés, por el solo hecho de que habló con Dios (según ellos) no lo ahorcan, (porque en esa muerte se sufre poco) sino que hubieran inventado un martirio, (si estuviera en lo posible) que durase hasta el fin de los siglos; y si en vez de ser Moisés hubiera sido el mismo Dios, lo mismo lo martirizarían porque son sacerdotes y éstos jamás perdonan ni se arredran en la venganza; pues sacerdotes fueron los asesinos de Jesús y lo crucificaron porque se decía “hijo de Dios” y les descubría sus errores; si Jesús fuera el mismo Dios, aun lo tendrían colgado en la cruz, gozándose en sus sufrimientos y, a esto obedece la invención de la misa, para renovar en todo instante el martirio infame dado al “hijo de Dios”.
Pues bien; había llegado el cumplimiento de la profecía: tenía que llegar el “hijo del hombre” con la balanza y debía venir sobre “carros y lenguas de fuego”, y así llegó; ahí están los trenes que recién corrían y las lámparas eléctricas sustituyendo al recién nacido gas. ¿Queréis más carros y más lenguas de fuego? Porque eran el cumplimiento de la profecía, no lo admitieron hasta hoy en el Vaticano, buzón de crímenes y paraíso de las pasiones más brutales.
Mas ¡ay!, que el detractor vela e inspira a los padres de la iglesia, donde nacerá el que ellos llamaron Anticristo.
Voy a demostrar por los hechos, que el detractor, desde el espacio, dirigía los pasos del pontífice con certidumbre, para oponerse a ese nacimiento que quizá no sea el único caso, pero es demasiado singular y era persiguiendo su fin y con las armas de la comunicación espiritual, que Moisés prohibiera.
Este hecho singularísimo es que los padres del Anticristo ya se habían unido por matrimonio canónico, y cuando ya llevaban diez meses de matrimonio, descubre o inventa alguno, que los cónyuges eran parientes en cuarto grado; no valieron las protestas del padre, pues había cumplido con ese requisito en los libros parroquiales y no apareció emparentado, por lo que, el párroco, celebró el matrimonio.
Hecha la acusación, a viva fuerza fueron separados de su hogar, sin que valiera nada estar la esposa en cinta. No aparecían en ningún registro como parientes en grado consanguíneo y los mantenían separados, hasta que el esposo, opuso la fuerza a la fuerza y se reunieron en su hogar.
Ahora bien; todos, (aunque no sepan meditar, y, sobre todo, aunque no estén en autos) verán en ello porque no podrán menos de verlo una arbitrariedad de la iglesia católica incalificable. Pero ahora que sabéis, que Pío IX, el papa inflado de infalibilidad, dio una encíclica al mundo católico de declarando que “el Anticristo había nacido y había que aniquilarlo donde lo encontraran”, ya comprenderán todos que aquella separación injusta de sus padres, era porque el detractor, que comunicaba a sus camaradas los sacerdotes por el pontífice que el Anticristo nacía, también buscaba todas las tretas y dirigía los pasos de los enemigos del Anticristo, para estorbar su nacimiento; por esto fue que separaron a sus padres.
Se vieron derrotados en esa treta; pero estando el feto del que creían el Anticristo en buena gestación, tuvo su madre una caída (yo sé que la tiraron los bestias y espíritus supremáticos) y lo hicieron nacer de siete meses menos dos días, ocasionándole una niñez raquítica y deslucida; pero, a pesar de todo, está en autos de juez y mandando a aquellas legiones de forajidos tiznados al mundo primitivo y desgraciadamente, a algunos pocos al de prueba, pues merecieron sentencia de segunda muerte.
Y es que la justicia divina, no se deja burlar por nadie cuando hay decretos que cumplir.
Pero, ¿se darían por vencidos? El Anticristo había nacido en España. Pues era necesario que se hundiese España y aun toda la tierra; así lo quería el infalible Pío No-no, o sea doble impío, pues dejó en su testamento esta caritativa y cristianísima cláusula, dirigida a sus sucesores: “Defender la iglesia aunque sea a costa de la sangre de toda la humanidad” y, los papas agitan a España y le promueven guerras y más guerras civiles y coloniales, llegando a tener en el siglo XIX, esa nación, hasta ochenta años de tremendas guerras y, aun no sucumbió; pero el Anticristo nació en condiciones físicas de ser libre por la ley, de empuñar las armas y, por si acaso, desencarnó el autor de sus días, para que, además de su defecto físico, lo amparase la viudez de la madre. Es anunciado al nacer por una encíclica del pontífice para ser aniquilado y los mismos encargados de sacrificarlo, lo llevan a mantenerlo en sus claustros... ¿Quién burlará al Creador?...
Por caminos los más extraños llegó a su puesto, donde ya le esperaban los que serían sus asesores y aun él no sabía su misión; había rodado por el mundo, practicando y aprendiendo los oficios, la mecánica y la electricidad y ningún maestro ha tenido entre los hombres. Subió, bajó, volvió a subir y volvió a caer de los puestos comerciales, sin que él tuviera culpa ni inmoralidad.
Sí veía que eran manos invisibles las que lo perseguían y debían saciarse hasta que llegó el día feliz en que cayera la venda que su mismo espíritu pusiera a la materia, con lo que burló las persecuciones de los hombres y arribó al juicio final, sentenciando a los espíritus y los hombres.
Durante los años de su existencia, hasta hoy, la ciencia adelantó hasta dónde puede llegar en lo material sin dar participación al espíritu y se dio ese paso en estos últimos años, porque los espíritus inspiraron y trajimos la perfección de la mecánica, el vapor, el gas y la electricidad negativa, que es del ingenio del hombre, con la inspiración del que no le conceden vida ni acción. Las religiones retroceden, tanto como el progreso avanza. Es que, aquéllas, son casas edificadas en la arena y no resisten al vendaval de las ciencias; y éstas, que se asientan (quieran o no reconocerlo) en la firme roca de la sabiduría del espíritu, pueden resistir el Simoun, que ruge ya muy cerca y todo lo que estorba a Jacob caerá estrepitosamente así de hombres como obras de los hombres y el progreso del espíritu seguirá sus eternos e indefinidos grados de progreso, porque ésta es la sentencia eterna.
Hoy, pues, ya queda toda la profecía cumplida. Hemos llegado, (subiendo escalón por escalón) a la montaña de la luz, desde la que encaminamos torrentes de sabiduría a la tierra y ríos de fluidos de vida que sanean los charcos de sangre que la bestia y el dragón encharcaron. Pero, suena la trompeta; la cadena está preparada y, al llegar a la tierra la vibración del padre visible y tangible en el gran electro magno que nos concedió por credencial, dragón y bestia serán encadenados y metidos en el lago de azufre parabólico, dicho a Juan en el Apocalipsis, porque son reos de segunda muerte.
¡Hermanos míos! En esta pincelada del terrible sexto día de la humanidad, os he dicho lo más importante que la historia no os ha dicho, porque la peligrosa iglesia cristiana destruyó los buenos archivos escritos, con el fuego material. Encendamos nosotros, ahora, el fuego del amor y consuma la maldad y la ignorancia. Pero tengamos un recuerdo para los encadenados que tanto nos hicieron sufrir por el fuego de sus pasiones; no nos acordemos de que hemos sido ofendidos; pero recordad que vosotros habéis sido ofensores y que nuestros sacrificios y nuestro amor os salvó.
Estáis inscriptos en el libro de la vida y así, sed sabios para enseñar en vuestros espíritus a vuestros antiguos camaradas que no supieron salir de las garras de la bestia y amaos todos, como el Padre nos ama a todos.
Libro: Conócete a ti mismo
Autor: Joaquín Trincado
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