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Joaquín Trincado

De Abraham a Moisés, con la ley del Sinaí

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 5 mar
  • 9 Min. de lectura

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Estos dos siglos que hay próximamente de Noé hasta Abraham, fueron una buena preparación que hicieron los nietos y biznietos de Noé, conquistando y dividiendo la Armenia y todo el territorio hasta el Egipto y establecían reinados a base de las nuevas doctrinas; pero como es natural, respetando un tanto los cultos bárbaros, que irían poco a poco cambiando y suprimiendo los sacrificios humanos, aunque los sustituyeran por los sacrificios animales; y así iba siendo conocida la nueva doctrina veda, o de Adán y Eva, dictada por su hijo Shet.

           

Cuando aparece Abraham, que es hablado por Gabriel para recordarle su misión, se retira de su familia y se ve, por la escasez, obligado a llegar a Egipto, donde apenas había llegado un algo del veda; pero sí estaban en la plenitud del poderío los antiguos principios del Krisna y Abraham dejaría más latente la semilla veda. Pero ahora, tiene que hacer Abraham un muy grave sacrificio y lo voy a referir, puesto que él solo confirma todo lo dicho sobre el derecho de los magnates a todas las mujeres, sin respetar nada a ningún hombre.

           

Sabía Abraham esto y llevaba a su mujer, la bella Sara. Si hubieran sabido que era su mujer, para quitársela lo habían de matar a él y convino con Sara, que dijese ella ser su hermana.

           

No se había equivocado. Cuando los egipcios la vieron, corrieron al rey y le ponderaron la hermosura de aquella mujer; el rey los hizo comparecer y, preguntados, dijeron ser hermanos. Faraón hizo quedar a Sara y a Abraham, y les dio ganados, oro y plata, que él acrecentó en gran manera: pero se veían en libertad siempre, hasta que fueron avisado por Gabriel de que las grandes plagas que habían caído entonces sobre Egipto, eran para avisar a Faraón de que debía dejar ir a Sara.

           

Sara se prosternó a Faraón y pidióle primero indulgencia para Abraham, que le fue concedida; entonces le dijo la verdad, que eran marido y mujer y que las plagas que tenía Egipto eran en castigo de haberla separado de Abraham.

           

Faraón llamó a Abraham y le dijo: “¿Por qué nos has hecho esto, que me dijiste que es tu hermana, siendo tu mujer? Ahora, pues, toma tu mujer y vete de mi tierra”. Abraham y Sara salieron de Egipto y se fueron a Armenia (donde ya había estado) y llevaron todo el ganado, oro y plata plantaron sus tiendas en Aram, edificando un altar a Jehová.

           

Ya comprenderéis lo que debieron sufrir Sara y Abraham; pero quedaba ya en Egipto la semilla del veda y luego veremos que nada se pierde del misionero; él fue a señalar los pasos al legislador, que pronto vendría a dar forma al pueblo de la familia misionera, de la que Abraham y Sara eran los progenitores en la carne; pero aun sufriría una terrible prueba en su fe.

           

Sara, estéril, rayando Abraham en los 90 años y Sara en los 70, de palabra, recibe aquél la promesa de que “su simiente cubriría la tierra” le es dado el testimonio concierto entre el Creador y los hijos de la tierra, y aunque él fuese viejo, no hacía al caso; pero Sara mucho hacía que no era mujer por el período y además siempre fue estéril, por lo que, humanamente, nadie creería; pero obedeció Abraham haciendo lo que se le mandó; conoció a Sara y ésta le dio un varón y primogénito, Isaac, y luego de criárselo, Sara desencarnó dejando dolorido a Abraham y aún más a Isaac; pero luego veréis a qué obedeció su desencarnación.

           

Ya era Isaac un gallardo mancebo y Abraham le instruyó en todas las cosas de Jehová; le comunicó las promesas (que le volvieron a ser hechas) confirmándoselas en su hijo Isaac; pero pocos días más tarde le es pedido su hijo en sacrificio y Abraham no protesta; aun carga con el haz de leña a la víctima y se va al monte Horeb; a la subida ordena a los criados “que los esperen en el valle” y suben, llevando Abraham el fuego y el cuchillo, yendo adelante Isaac con su haz de leña, Isaac habla a su padre y le dice: "He aquí padre mío, la leña, el fuego y el cuchillo. ¿Y la víctima para el sacrificio, dónde está?" ¡Cómo sufriría Abraham!... Pero mirando arriba dijo: "Jehová proveerá".

           

Subieron y Abraham preparó el altar y puso la leña y atando a Isaac, lo colocó sobre ella sin protestar; al ir a extender su brazo para herir, miró hacia arriba y Gabriel se le presenta y le habla: “No hieras a tu hijo, Jehová probó tu fe. Ve, y en aquella zarza encontrarás la res para el sacrificio" Abraham desató a su hijo y encontró en la zarza un cordero preso por la lana y lo sacrificó; allí le fue renovada la promesa de que su semilla cubriría la tierra y le había sido dictado el testamento que yo os doy en el Código. Isaac es Jesús y aun lo encontraremos otra vez antes de ser ajusticiado por los sacerdotes.

   

Isaac llegaba a la edad de tomar mujer; Abraham manda a su mayordomo a la casa de sus padres, para que tome mujer para Isaac y le trae a Rebeca, pasaje que está bastante bien descripto en el "Génesis" de Moisés, pero no está esto que os voy a decir.

   

Sara, sabía que tenía que ser madre del que vendría a fundar el pueblo de Israel, y que sería el mismo Shet, o legislador o investigador del Padre. Tan pronto crió a Isaac, desencarnó y su espíritu fue a tomar otro cuerpo en casa de los padres de Abraham y fue Rebeca, para ser esposa de su hijo y madre otra vez, del fundador del pueblo de Dios, como lo fue del legislador.

           

En el mismo lecho en que concibiera y diera vida a Isaac bajo otro cuerpo, dio vida a Jacob. ¡Cuánta sabiduría, abnegación y amor representa esto, hermanos míos!... Pero todo está en la potencia del espíritu.

           

Pero aquí ya se complican las cosas; los espíritus primitivos, ya se han dado cuenta de que van a ser derrotados por esa sola familia y juegan el todo por el todo. Rebeca, concibe dos mellizos. Se había interpuesto por su fuerza bruta, el supremático más terrible que había tenido la tierra; la ley de la naturaleza no tiene ojos; cumple bien con todos por igual; que los hombres disciernan en justicia según su sabiduría. Al dar a luz, sale primero, uno, peludo; pero, aun sin sacar éste los pies, ya había sacado el segundo las manos. Esto le fue comunicado a Rebeca; pero Isaac, rígido con el mandato de su padre Abraham, declara primogénito a Esaú y no a Jacob, a pesar de ver en su carne que indudablemente aquél era de la raza y Esaú no.

           

Esto amargó mucho la vida de Rebeca que comprendía el secreto: pero la justicia no podía faltar al triunfo de la familia misionera y queda ciego Isaac; Rebeca disfraza con pieles de cabrito a Jacob y consigue que Isaac lo bendiga como a primogénito; más se legaliza, vendiéndole Esaú a Jacob la primogenitura, por un plato de lentejas de las que Jacob guisaba para su padre.

           

Pero al enterarse Esaú, de que Jacob había sido bendecido por su padre, le declara la guerra; mas Jacob renuncia a los bienes de su padre, obedeciendo al deber de ir a tomar mujer a la casa de sus abuelos y marcha solo con su báculo y cordón. En tierra de Bethel, durmió a campo raso; esa noche fue hablado por los consejos del Padre y le fue repetida la promesa hecha a sus padres, al pie de la escala que veía fija desde el suelo al trono de la sabiduría. Al despertar dijo la palabra “Cristo”, que ya os dije que en hebreo significa peligro y cuya palabra, tanto nos había de hacer sufrir al fin de nuestras luchas.

           

Vuelve Jacob, 20 años más tarde, con todas sus ganancias y con dos mujeres que le dio su suegro y tuvo hasta doce hijos, para la fundación de las doce tribus con las que funda el pueblo de Israel y que son depositarias del testamento de Abraham.

           

Pero el menor de los hijos, José, es vendido y va a parar a Egipto como esclavo; pero allí había estado Abraham, y José, aunque joven, es sabio y médium. Descifra un sueño profético de Faraón, lo que le vale ser elevado a primer ministro; y allí (porque así convenía a la suprema justicia) van Jacob y toda su familia; pero Faraón pronto no se acordó de los beneficios recibidos de José y hace esclavo a todo el pueblo de Israel.

           

Las doctrinas vedas, o de Shet, están ya sembradas por toda la tierra y son como la ola que parte del centro del mar y no para hasta las costas; pero las fuerzas están en el centro. Allí el centro está haciéndose fuerte aun en la esclavitud y en cuatro siglos son sólo en Egipto más de dos millones de israelitas convertidos y adámicos de pura cepa; es casi todo él producto de hijos de los 29 misioneros y llega Moisés, que era el mismo Jacob, que, si antes lo parió Rebeca, ahora fue Jacabel y era la misma Eva, que en sabiduría burla la ley de Faraón de tirar al río los niños varones de los israelitas y aun cría por sus pechos Jacabel, a Moisés, haciéndose pagar del mismo Faraón, y es educado en su palacio el niño que cuando hombre libertaría a dos millones de sus hermanos esclavos y hundiría para siempre el imperio faraónico y sus ídolos.

           

Es tan grande, hermanos míos, esta página del pueblo de Israel, que difícil me es sustraerme a describirla; sólo que no hago ahora más que la pauta de vuestros estudios; pero yo os prometo relatarla en un día como hombre o como espíritu. Si como hombre no lo hiciera, que el maestro que me sustituya me la pida como espíritu y la daré, en todos sus pormenores. Está escrita; mas no es como la encontraréis en la biblia, porque toda ella está adulterada.

           

Pasemos ya, con Moisés y su pueblo liberto al Sinaí. Un pueblo amargado por cuatro siglos de esclavitud y que, a pesar de tener la doctrina escrita, como allí fue esclavo, había adorado los ídolos de Fulo que Faraón tenía, a pesar de las plagas que había tenido como aviso.

           

Subió Moisés al monte, donde acampaba hacía largos años un sacerdote egipcio llamado Jettro de Madian, suegro de Moisés y que estaba allí, porque era uno de los 29; y sabed, que hoy, cuando escribo "Conócete a ti mismo", es mi asesor, médium del tribunal, como también Aarón, guerrero y hermano de Moisés, es el otro asesor y son de los 29; y el segundo tribunal que nos acompaña ahora, también está allí, siendo dos de ellos hijos de Moisés y el tercero uno de los ancianos del pueblo esclavo y los tres son de los 29 también. Os doy estos datos, para que penséis en nuestra gran estrategia y trabajo para hacer triunfar la causa que hoy coronamos.

           

Pues bien; Moisés, en el monte, es avisado de que recibirá la ley y lo anunció al pueblo; y éste (aunque impaciente y dando malos ratos al libertador) por fin vio la terrible tempestad anunciada y a Moisés en medio de la lluvia y los relámpagos, con los brazos extendidos cayó sobre las rocas y allí amaneció. Su espíritu había leído las dos tablas fluídicas que el espíritu maestro le mostrara y los otros misioneros que en espíritu estaban, escribían los artículos que Moisés copió, 8 y no 10: sólo tres para el amor de Eloí y cinco para el amor de los hombres; pero Moisés, ayudado por Jettro, agregó dos más para refrenar los vicios de aquel pueblo, que quisiera o no, se le habían de haber pegado en cuatro siglos de esclavitud en Egipto.

           

Por fin, a los tres días, baja Moisés con la ley de amor grabada en dos pedazos de mármol y se encuentra con que aquel pueblo había hecho un ídolo; un becerro de oro y lo había adorado.

           

Su ira fue tal, que quiso romper las tablas; pero al hablar era tal el fuego que lo enardecía al reprender a aquellos desagradecidos, que de su cabeza, ojos y boca, salían sus fuerzas fluídicas que parecían al través de la luz, rayos de fuego; y tal fue el temor de los hombres, que rompieron el becerro de oro y se inclinaron y pidieron justicia y reconocieron la ley del decálogo que todo el mundo conoce ya y ha prevalecido 36 siglos (como estaba escrito en el testamento de Abraham), aunque todas las religiones la han entendido a su modo y ninguna la ha practicado.

           

Ya está el pueblo de Dios reunido. Es otro reflujo de la ola como el que vimos cuando refluyó Peris, con Fulo; pero ahora, los dos van dominados por Jehová que ha dado su ley de amor. Mas en esos cuatro siglos que Fulo y Peris tuvieron preso a Israel, el fundador del pueblo ha dado leyes en China, conociéndolo por Braman; y también allí se ha modificado el Krisna y ya se sacrifican carneros y no hombres, en aquellas fechas.

 

Libro: Conócete a ti mismo

Autor: Joaquín Trincado

 

 
 
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